viernes, 12 de julio de 2024

Lo raro es vivir

Hace muchísimos años que leí por última vez algo de Carmen Martín Gaite, tantos que, aunque recuerdo los títulos: "Nubosidad variable", "Entre visillos" o "Caperucita en Manhattan", sería perfectamente capaz de releerlos como si nunca lo hubiera hecho antes, cosa que no descarto hacer en algún momento, ya que apenas guardo recuerdo de sus argumentos aunque sí la vaga sensación de que me gustaron en su momento. Sólo guardo un recuerdo algo más nítido de "Usos amorosos de la postguerra española" que leí de adolescente y me sorprendió por lo mucho que había cambiado nuestra sociedad en los cincuenta años transcurridos desde la época que se retrataba en este ensayo que me resultó, además, bastante entretenido. Imagino que leerlo ahora, tantos años después, sería todavía más impactante.

Por ahora me he decantado por volver a la autora con "Lo raro es vivir", una novela contada en primera persona por Águeda Soler, una protagonista bastante peculiar. Reconozco que en ocasiones me he perdido en sus divagaciones, en su ir y venir de un asunto a otro, dando por supuesto que sabemos de qué habla aunque ella misma reconoce que es parte de su carácter e incluso de su encanto lo de divagar, tomar indecisiones, mentir constantemente o, como ella dice "cosía la verdad con hilos de mentira"

La narradora nos traslada a losl escenarios de su juventud durante los años ochenta en Madrid, "en algún autobús de la Universitaria, en el entierro de Tierno Galván, en conciertos de los de encender mechero, haciendo cola en los Alphaville, en la manifestación anti-OTAN, en Chicote"; las acompañamos por muchos bares de Madrid, rodeada de música, incluso escribió canciones que nunca llego a grabar. En la actualidad Águeda ronda los treinta años, trabaja en un archivo y fantasea con escribir una tesis, pero, como le pasa con casi todo, lo va dejando pasar. La reciente muerte de su madre le ha afectado bastante, la relación con su padre y su nueva familia es somera igual que con su abuelo ingresado en una residencia. Vive con Tomás, aunque tiene claro que esa relación no va a ninguna parte.

Sin que ocurra nada verdaderamente importante en la historia, seguimos a la protagonista en sus reflexiones, sus relaciones familiares y amorosas, su modo de moverse en el mundo y tratar de encontrar su camino y el sentido a su vida sin acabar de encontrarlo. Salgo de esta lectura, eso también es cierto, cargada de nostalgia de aquellos tiempos de cabinas telefónicas, diccionarios en papel y calculadoras, de cartas manuscritas, contestadores automáticos, el mundo que conocimos los que crecimos antes de esta era digital, cuando las relaciones de cualquier tipo eran más lentas pero también más directas y seguramente más profundas.

2 comentarios:

  1. Lo leí hace años y recuerdo que lo disfruté pero me pasa como a ti, que hace tanto que podría releerlo nuevamente y sería como la primera vez. Como otros de esta autora que tengo en la estantería. Siempre me digo que tengo que releerlos, pero entre tantos libros por leer no le hago hueco. A ver si lo consigo.
    Besotes!!!

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    1. Yo estoy últimamente haciendo un esfuerzo por releer algunos buenos libros que leí hace décadas y descubrir clásicos que se me habían quedado atrás. Es una buena decisión aunque, lógicamente, estoy dejando de lado muchas novedades. Pero no se puede llegar a todo en esta vida. Siempre hay que elegir.
      Saludos.

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