jueves, 24 de marzo de 2016

Puerto escondido

Oliver Gordon regresa desde Inglaterra a Cantabria para instalarse en Villa Marina, una antigua casona ubicada en la ciudad costera de Suances que ha recibido como parte de la herencia de su madre y que planea convertir en un hotel donde comenzar una nueva etapa de su vida. Durante el desarrollo de las obras de remodelación aparecerá emparedado en uno de los muros de la vivienda el cadáver de un bebé recién nacido. Con estos hechos comienza "Puerto Escondido", una entretenida novela a cargo de María Oruña que nos llevará a lo largo de la consiguiente investigación liderada por una inspectora de la Guardia Civil, Valentina Redondo, y su equipo que tendrán que retroceder hasta los años 40 para retomar una historia situada entorno a los años de la Guerra Civil española para rastrear el origen de el pequeño cadáver. En este viaje retrospectivo nos ayudará un diario que, en paralelo con el relato actual, nos va llevando por la vida de Jana Fernández, una joven de humilde origen que acabará convertida en una respetable y adinerada anciana en el momento presente al mando de las empresas que sus dos difuntos maridos crearon y ella engrandeció con su trabajo de años. Esta dama resulta ser la propietaria original de Villa Marina y a lo largo de la novela conoceremos de su evolución e implicación en los hechos que se investigan.

La intriga de la novela está muy bien dosificada, va dándonos información en un equilibrio adecuado entre lo que vamos sabiendo y lo que deseamos conocer. La trama del pasado, que sabemos que es la que nos debe conducir a la resolución de la investigación policial. tiene por sí sola suficiente entidad e interés como para sumergirnos en ella, ir descubriendo la historia de Jana y su lucha por huir de su humilde condición con el apoyo incondicional de su ambiciosa hermana Clara hasta lograr finalmente convertirse en la respetada señora Ongayo en torno a la cual gira toda la trama, resultando un personaje atractivo y de cuya parte es fácil ponerse, a pesar de que podamos en ocasiones dudar de si se trata de la "buena" o la "mala" de la novela. De hecho creo que hasta podríamos afirmar que el relato en tiempo presente no es más que una excusa para disfrutar de la historia protagonizada por Jana Ongayo.

La novela es de lectura rápida y ligera, no se atasca ni desfallece en ningún momento. Está, además, muy bien retratado el marco histórico en el que se sitúa la acción del pasado, que abarca desde el estallido de la guerra civil hasta la posguerra, tiempos duros retratados a través de historias de personas corrientes, apenas metidas en asuntos políticos, de aquellos que trataban de conservar sus principios pero, sobre todo, trataban de salir adelante en aquellos años difíciles sin entrar en consideraciones políticas ni de bandos. También hay que destacar las descripciones de los lugares en los que transcurre la novela, todos los pueblos costeros cántabros que recorren los protagonistas, Comillas, Santillana del Mar, Suances, se nos presentan como lugares con enorme atractivo a los que apetece acercarse y visitar, como ha sido mi caso, que sin conocer la zona ya se me ha creado la necesidad de organizar una escapada por aquellos lares. Pero sobre todo y por encima de lo demás, se nos presentan historias de amor y de familia. de hermanos, madres e hijos que se protegen, se ayudan y se necesitan; relaciones humanas, al fin y al cabo, que eso es de lo que terminan hablando en realidad todas las historias que se escriben.

jueves, 17 de marzo de 2016

Un hijo

Desde que leí "Una madre", la novela que popularizó Alejandro Palomas el año pasado, anoté y subrayé el nombre de este autor para no perderle la pista y ahora he tenido la ocasión de volver a él con esta que es su penúltima novela, "Un hijo", en la que cambia una familia protagonista por otra, pero mantiene el tema de las relaciones humanas como centro de su argumento y su temática. El hijo del que se nos habla en esta ocasión se llama Guille y es un chiquillo alegre y sonriente, algo solitario pero sin problemas aparentes, a pesar de que acaba de cambiarse de colegio y se encuentra alejado de su madre, azafata de vuelo, que trabaja en el extranjero, mientras que él convive con su padre. Sin embargo, la profesora del chico cree detectar algún tipo de problema que el pequeño trata de ocultar tras esa máscara de perfecta felicidad, por lo que se entrevista con el padre del niño para tratar de descubrir qué es lo que en el fondo hace de Guille un chico peculiar y concierta una serie de entrevistas del chaval con la orientadora del colegio.

El relato se estructura, fundamentalmente, a dos voces; por un lado nos encontramos con las propia reflexiones del niño que nos cuenta en primera persona el mundo que le rodea, su día a día, sus experiencias en el colegio con su única amiga por el momento, Nazia, una niña inmigrante que, igual que él, trata de adaptarse al nuevo colegio y por encima de todo nos descubre su pasión por Mary Poppins, el personaje de los cuentos que le leía su madre y que para él encarna todos sus sueños y aspiraciones y en lo que desea convertirse. Por otro lado nos encontramos con la voz de la orientadora del centro con la que Guille se reúne una vez por semana y que trata de analiza al niño y descubrir qué problema esconde.

La novela es muy breve pero enormemente intensa, llena de sentimientos y secretos y nos muestra la manera en que el niño disfraza su dolor mediante la creación de un mundo en el que se protege a sí mismo y sobre todo a los demás de una realidad que sabe que debe hacer como que no existe. Toda la novela mantiene el estilo casi poético de la narrativa que caracteriza a Palomas y que ya descubrí en su anterior novela; su delicadeza en la descripción de sentimientos, su agudo retrato de personajes que sufren y sienten intensamente resulta conmovedora. Los personajes se encuentran ubicados en un escenario completamente contemporáneo pero las historias que se nos cuentan resultan atemporales plagadas de situaciones comunes de la vida cotidiana, con conflictos conyugales, familiares, humanos al fin y al cabo, pero que pueden darse en cualquier tiempo y lugar, Debo decir que la voz de Guille no termina de resultarme en ocasiones totalmente creíble; entiendo que el pequeño verbaliza sentimientos que no son tan fáciles de identificar por un niño de su edad, incluso en ocasiones expresa sus pensamientos mediante sus dibujos de un modo excesivamente explícito, ¡ojalá todos los psicólogos infantiles se encontraran con niños tan capaces de exteriorizar lo que pasa por sus cabezas de la misma manera!

Así y todo, esto no quita para que me haya encontrado frente a un precioso retrato de amor filial, de una lección sobre cómo afrontar los sentimientos, aceptar la realidad por mucho que en ocasiones esta nos duela y ser capaz, sobre todo, de expresar nuestro dolor y aprender a compartir el sufrimiento con aquellos a quienes más queremos y que más nos quieren.

jueves, 10 de marzo de 2016

Alex

Hay algo de masoquismo en el hecho de tomar la decisión voluntaria de volver a Pierre Lemaitre y a su serie policíaca protagonizada por el comandante Verhoeven que comenzó con "Irene" y que continúa en esta ocasión con "Alex". Y es que sabemos a ciencia cierta que lo vamos a pasar mal, que nos vamos a encontrar con una historia que nos va a inquietar, asquear, que va a hacernos sufrir al enfrentarnos a la maldad y a la crueldad en estado puro (otra vez) encarnada en personajes a los que nos cuesta comprender, que actúan aparentemente sin una razón lógica, porque el crimen siempre es irracional pero es que Lemaitre es especialista en mostrarnos a unos asesinos que parecen matar sin una razón, sin una explicación que nos pueda hacer entender sus motivaciones. En este caso, todo comienza cuando en una tranquila noche parisina Alex es secuestrada en mitad de la calle; un único testigo denuncia el hecho a la policía que debe iniciar la investigación desconociendo, no sólo la identidad del secuestrador sino incluso la de la misma secuestrada, nadie ha denunciado la desaparición de la joven, no saben por dónde buscar, porqué la han secuestrado, quién es. El lector sabe que Alex es una mujer en peligro, otra víctima en manos de un loco cruel e imprevisible. demasiados aspectos en común con el caso de Irene, la fallecida esposa del comandante Verhoeven, lo que despierta su rechazo radical a ocuparse de este caso pero al tiempo le obliga a imponerse la responsabilidad de resolver el caso.

Pero no creeremos que Lemaitre sea tan comodón como para crear una trama tan simple, un personaje tan plano como el de una pobre joven inocente que se limita a ser la víctima en manos de un maníaco irracional del que debe escapar, sabemos que no va a ser así. Nuestro protagonista, con su carácter agrio, sus intensos silencios y su mente inquisitiva tendrá que enfrentarse a un caso en el que el concepto de víctima no tiene un perfil nítido, donde todo se complica demasiado. Los inquietantes escenarios que crea, la introspección en la mente de los personajes, los macabros detalles que nos facilita, todo eso nos pone cara a cara con el horror y el dolor que sufren las víctimas, pero al mismo tiempo Alex continuará siendo un misterio para el lector igual que para la policía. Acompañaremos a Verhoeven en su intento de tratar de descubrir en primer lugar quién es ella, y luego comprender qué es lo que le mueve, hasta introducirnos en el infierno en vida que resultará ser toda su vida. La novela está cuajada de asesinatos aparentemente innecesarios y brutales, demasiadas muertes a las que no se les encuentra sentido hasta que descubramos la trágica realidad. Esta lectura supone un puñetazo de crueldad en pleno estómago del lector, una novela impactante que hace subir muchos puestos a Lemaitre en la escala de autores a seguir, a pesar de que sepamos que nos hará sufrir de nuevo.

viernes, 4 de marzo de 2016

Dark places (La llamada del Kill Club)

Cuando Libby Day tenía siete años, su madre y sus dos hermanas fueron cruelmente asesinadas durante una gélida noche de invierno en la mísera granja familiar en Kansas. La pequeña se salvó milagrosamente de la matanza que la prensa bautizó como "la masacre de la granja Kennakee" y de la que fue acusado y condenado el hermano mayor de la familia, Ben, un adolescente de quince años, solitario y huraño. La pequeña Day declaró como testigo en el juicio donde, bajo la tremenda presión mediática y el consejo de su abogado, no dudó de culpar al chico del cruel crimen. 

Durante años Libby ha vivido acogida en diversos hogares y ya en la edad adulta ha subsistido gracias a las numerosas donaciones de ciudadanos solidarizados con el drama de la pequeña huérfana, pero veinticinco años después del crimen el interés del público se ha desviado hacia dramas más actuales y víctimas más jóvenes con lo que apenas quedan unos pocos dólares de aquellos fondos y Libby no se encuentra ni capacitada ni dispuesta a integrarse en la sociedad o en la vida laboral ordinaria. En estas está cuando se le plantea la oportunidad de entrar en contacto con el Kill Club, una especie de feria de aficionados a los grandes crímenes de la historia, aquellos que más impacto o polémica causaron en la opinión pública por su especial crueldad o por las dudas sobre la identidad de sus responsables últimos; ambos factores se dan en la matanza de Granja Kennakee, por lo que el grupo ha dedicado muchas horas a investigar por su cuenta, plantear nuevas hipótesis sobre los hechos, revisar las investigaciones policiales y el juicio posterior. Libby ve en este grupo de fanáticos del crimen una posible fuente de ingresos ya que se muestran dispuestos a pagarle a cambio de que les preste su colaboración como testigo directo de su crimen favorito. La teoría predominante entre los miembros del grupo es que Ben es inocente de la matanza por la que se encuentra cumpliendo cadena perpetua a la espera de ser ejecutado y por ello instan a Libby a que se ponga en contacto con él y trate de reconstruir la realidad de lo que sucedió aquella noche. "Dark places" es la segunda novela de Gillian Flynn que leo y no creo que sea la última, dado el estupendo ritmo, la intensidad del relato y lo emocionante de la acción que recorre la historia que se nos plantea.

Todo el relato va alternando el retrato de la vida de aislamiento social en la que se encuentra hundida la traumatizada Libby desde que perdió a su familia de manera tan dramática, ostracismo del que se ve forzada a salir, a instancias del Kill Club, cuando debe reencontrarse, después de tantos años, con su hermano preso, con su padre prácticamente desconocido para ella y con otras personas involucradas en los asesinatos. Al mismo tiempo se nos van reconstruyendo los hechos del fatídico día de la matanza; conocemos las duras condiciones de la vida familiar de los Day allá por 1985, la lucha de la joven madre por sacar adelante a sus hijos y una granja cargada de deudas tras la pésima gestión del exmarido, que les abandonó dejándolos en la ruina, los enfrentamientos con el hijo adolescente, conflictivo y con pobres expectativas de futuro y la batalla diaria con las tres hijas de corta edad. Esta reconstrucción del pasado nos presenta a unos personajes llenos de vida, una familia caótica en unas circunstancias económicas que les hunden cada vez más, con unos niños envueltos en turbias mentiras, adolescentes perdidos en una América profunda rural, chicos sin norte que descargan su ira en actos violentos, pero que son, al fin y al cabo, niños que acaban envueltos en unos crímenes horrendos e inexplicables. La combinación de los dos planos temporales es muy ágil, los hechos del pasado y todo aquello que Libby va descubriendo a través de sus pesquisas sobre lo que sucedió con su familia se combinan adecuadamente en una novela que no da descanso al lector, que nos presenta a unos personajes que resultan muy cercanos, en especial los de la joven familia a los que vamos acompañando hacia su terrible final y los supervivientes de la matanza que, de alguna manera, también murieron en vida aquella noche en que perdieron a su familia, su infancia, su libertad y su posibilidad de convertirse en adultos normales y que sólo serán capaces de continuar con su vida una vez que logren reconstruir la verdad de lo que sucedió aquella dramática noche.