viernes, 29 de enero de 2016

Cicatriz

Simon Sax es un genio de la informática; ha creado un programa que lo convertirá en millonario si logra vendérselo al cliente correcto en las condiciones adecuadas, pero al margen de eso Simon no es precisamente un hombre de acción, más bien diríamos que es una persona casi antisocial y con poco mundo. Es por eso que forma un equipo perfecto con su socio y amigo Tom, la mente pensante del tándem en el que se basa su empresa y un atrevido negociador en cuyas manos Simon deposita todos los aspectos prácticos de su negocio. Tras muchos esfuerzos parece ser que Tom ha conseguido convencer a una importantísima empresa tecnológica para que compre su aplicación informática, con lo que deben cumplir con los escasos plazos que constan en el arriesgado contrato que han cerrado. Al tiempo que se apresuran en pocos días a perfeccionar el funcionamiento de su programa para su presentación definitiva como producto terminado, presentación esta que les puede suponer convertirse en millonarios o perderlo todo a manos de la multinacional, Simon se verá metido en un lío de gran nivel al descubrir que su prometida, Irina, una bella ucraniana con una inquietante cicatriz en la mejilla a la que ha conocido a través web de matrimonios concertados con chicas rusas, no es la dulce joven que aparenta sino que tiene un pasado demasiado turbio y que además ha cabreado bastante a un jefe de la mafia rusa de Chicago con el que tiene alguna que otra cuenta pendiente.

No puede negarse que en "Cicatriz", la última novela del magnífico escritor Juan Gómez-Jurado, hay adrenalina por torrentes, la acción es imparable y llena de giros y aventuras que te dejan sin aliento. No es la primera vez que el autor muestra su maestría como creador de tensión elevada al máximo grado. En este caso la historia se mueve en distintos escenarios, de la casa de Simon a los páramos de Ucrania a los pies de los Urales. Algunos de los ambientes que nos presenta la novela son más bien sórdidos y desagradables, como aquellos en los que revivimos escenas de la guerra de Afganistán o los que nos muestran a la mafia de Chicago y sus poco delicados modos de "trabajo"; abundan los personajes crueles, extremadamente agresivos, y al tiempo tienen gran peso en la historia elementos como la soledad, la venganza, la codicia, todo ello regado con mucha acción y alternado con el interesante mundo de las nuevas tecnologías.

El ritmo de la narración no da ni un minuto de tregua; se van alternando los capítulos narrados por Simon en primera persona en los que vamos conociendo desde el trabajo de su equipo para la presentación de su aplicación, hasta el modo en que conoció a Irina, cómo fue desarrollándose su relación y cómo se le complica la vida cuando descubre que la chica no es lo que parece. Además descubrimos al hermano de Simon al que este cuida y protege frente al resto del mundo; a estos les siguen los capítulos en los que se nos presenta al resto de personajes y escenarios y que se relatan ya en tercera persona. Hay numerosas vueltas al pasado según nos vamos adentrando en la vida de Irina y en el origen de su cicatriz, punto de partida de la venganza que la joven planea durante años y que la lleva a Chicago a cumplir con la misión que guía toda su existencia.

No puedo decir que esta novela me haya gustado más que "El paciente" que creo que era una novela más centrada en los personajes que en la acción y con una estructura magnífica, pero así y todo estoy segura de que esta historia también enganchará a todo el que llegue a ella buscando emociones fuertes y unos personajes impactantes. 

viernes, 22 de enero de 2016

Everything I never told you (Todo lo que nunca te dije)

"Lydia está muerta. Pero ellos todavía no lo saben" Este es el punto de partida de esta novela, "Everything I never told you", de la escritora norteamericana de origen chino Celeste Ng. La muerte de la adolescente Lydia Lee, una chica de dieciséis años y aparentemente feliz, con una vida normal, adorada por sus padres, con buenas relaciones con sus hermanos y sin problemas aparentes, es el arranque a esta historia sobre familia y diferencias culturales. A partir de este momento el relato viaja en distintas direcciones mostrádonos el pasado y el presente de la familia Lee. Comenzamos desde el inicio de la relación entre los padres, James, un ciudadano norteamericano hijo de inmigrantes chinos y, por tanto, físicamente diferente y Marilyn, una joven brillante con grandes planes para convertirse en doctora que acabará por abandonarlo todo para casarse con un hombre al que su madre, como la mayoría de las personas que conocen, nunca aceptará y junto con el que forma una familia que necesariamente siempre será diferente; estamos en los años 70 y una pequeña ciudad en Ohio no es lugar más cosmopolita de América, los matrimonios mixtos no son habituales ni bien vistos, dado lo cual todos los miembros de la familia sufren distintos grados de aislamiento y discriminación, nada verdaderamente explícito pero ellos sienten que se les mira como a bichos raros en la escuela, en la calle, que no logran tener auténticos amigos, que son distintos a los demás.

La novela nos introduce en las relaciones familiares y con el resto de su entorno, desde la historia de amor de los padres hasta sus expectativas en cuanto a los hijos, lo que esperan de ellos y como pretenden salvarlos de ser lo que son realmente. Y también vamos acompañándolos en los días posteriores a la muerte de Lydia, conociendo las repercusiones de su desaparición en sus padres y hermanos, los secretos y las mentiras que iremos descubriendo, las diferentes actitudes de cada uno frente al drama común, su modo de afrontar el duelo, la manera en que se irán alejando unos de otros hasta que se derrumbe la estructura familiar bajo peso del dolor, del remordimiento, de las palabras no pronunciadas durante años, de las esperanzas truncadas. Todas aquellas cosas que nunca se dijeron los Lee, todo lo que callaron, no fue por engañarse unos a otros ni por dañarse, sino precisamente para protegerse, para ocultar sus frustraciones, su reconocimiento de ser diferentes a los ojos de los demás, pero sin querer reconocerlo ante los otros, en la creencia de que aquello que no se cuenta no existe en realidad, por aparentar que podían simular ser una familia común más. Y todo ello eso surgirá ahora emponzoñando sus relaciones, haciéndoles alejarse irremediablemente al tiempo que irán conociendo a la verdadera Lydia, a esa desconocida cuya imagen no era real, que también ella pretendía ser de otra manera a como era y de este modo se pondrá en cuestión todo aquello sobre lo que han basado sus vidas.

La historia de esta novela es trágica e intensa, un drama sobre discriminación racial, sobre la forma en que nos ven los demás y como nos vemos a nosotros mismos según el juicio ajeno. Y también es una historia que muestra cómo el amor puede doler y hacer daño, cómo podemos herir a los que más queremos pensando que estamos haciendo lo mejor para ellos. Una novela profundamente emocionante.

domingo, 17 de enero de 2016

Un año en el otro mundo

Siempre que puedo, me acerco a Nueva York, no físicamente, claro está, ¿qué más quisiera yo? pero sí a través de mis lecturas. Es esa una ciudad que me fascina y sobre la que no me canso nunca de leer. Así que mi última aproximación a la Gran Manzana ha sido a través de este curioso libro, "Un año en el otro mundo", del periodista Julio Camba que fue enviado en 1916 como corresponsal a Nueva York por el periódico ABC. El libro recopila los artículos en forma de crónica personalísima que Camba fue escribiendo sobre sus experiencias en la ciudad, más centradas en lo extraordinario, en lo peculiar, en aquello que más sorprendía al europeo aterrizado en aquel lejano lugar, tan alejado de España en el espacio como en su nivel de progreso, en las costumbres o las ideas modernísimas y sus logros técnicos insuperables en aquellos primeros años del siglo XX.

El país que se nos retrata en estas crónicas es un mundo donde todo es nuevo, enorme, sin alma. La técnica y la mecánica lo dominan todo, no hay arte ni cultura equivalentes, a ojos del observador, a las europeas. En Nueva York, y por extensión en toda Norteamérica, todo es agitación, movimiento, ruido, ausencia de reflexión, de profundidad, un país de trenes elevados, ascensores y música de fox-trot. El americano cuenta con un alma infantil para la que sólo importa la cantidad, ser el más grande, el más rico, el más veloz, el primero, el más audaz, superar todos los récords posibles, "el materialismo de una civilización de cantidad, en la que la calidad no cuenta para nada".  Ni que decir tiene que las opiniones vertidas por el autor son totalmente parciales, originadas desde el punto de vista europeo que, si bien afirma que no posible comparar Norteamérica con ningún otro país porque aquello es algo totalmente nuevo, no puede evitar compararla constantemente, bajo el peso de su carga histórica y cultural, con Europa. Y en la comparación América no sale bien parada; nada es igual que en España, ni los edificios, ni las mujeres, ni la prensa ni las boticas ni las peluquerías. Donde mire sólo encuentra grandiosidad pero falta de espíritu. Le asombran cosas como que los hombres se compren trajes confeccionados en serie en lugar de acudir a un sastre a que se lo cosan a medida. Muchas veces, casi siempre, las críticas son injustificadas cuando no exageradas, como cuando pinta un país donde conviven cowboys disparando tiros con millonarios excéntricos y en ocasiones hasta ridículos. 

En cualquier caso, el libro resulta de lo más curioso por la posibilidad de contemplar la ciudad desde los ojos de un español de 1916 para el cual todo va demasiado rápido, con demasiada energía, demasiada inocencia, donde la abundancia y el optimismo sin límites abruman al triste español, al ciudadano europeo de hondas raíces tradicionales y conservadoras. Una mirada diferente a una ciudad que, todavía hoy, nos sorprende constantemente a los que la seguimos admirando.

martes, 12 de enero de 2016

Alguien

Caigo nuevamente con esta obra de Alice McDermott en una novela autobiográfica, aunque bueno, en realidad hay que decir que en este caso "Alguien" no es una biografía real, sino una historia contada en primera persona por la pequeña Marie, una niña de familia católica de origen irlandés que vive en el Brooklyn de los años 40. No se trata de unas memorias reales pero sí que retratan con viveza el ambiente en la gran ciudad de Nueva York en una época donde todavía quedaban zonas en las que la vida no era muy diferente a la de un pequeño pueblo, barrios donde todos se conocen, donde el origen común o la asistencia a la misma iglesia era un lazo tan fuerte que nadie se encontraba realmente solo ni perdido, a pesar de vivir a unos minutos del inmenso Manhattan. La que se nos describe en esta novela es una vida normal, la vida de "alguien", en este caso una niña que debió de ser muy parecida a la de tantísimas otras niñas y niños de aquellos años, con una infancia feliz, jugando en la calle con los vecinos, con un hermano con vocación de sacerdote dentro de una familia católica aunque poco practicante. Lo que se nos muestra es una vida de barrio, de familia trabajadora, donde la pequeña Marie crece, trabaja, conoce el amor, se casa y nos va contando su vida, alternando pasajes de su juventud con su etapa de adulta, ya convertida en madre, volviendo sobre temas recurrentes como su escasa visión y su convivencia continua con gafas y operaciones, su personal relación con la religión, el nacimiento y la muerte de distintos miembros de la familia. Descubrimos episodios claves de su existencia desde el despertar del amor, los jóvenes que van a guerra en distintos momentos de la Historia, su incorporación al mundo laboral en un país donde la mujer puede ser independiente y no depender de un marido, su paso, en fin de la infancia a la juventud y hasta su vida como adulta, esposa y madre de familia en un mundo que veremos evolucionar socialmente ante nuestros ojos.

La novela está contada con un lenguaje muy sencillo pero que describe escenas de alto impacto visual, gran carga emocional, sinceridad a la hora de mostrar los sentimientos propios que se transmiten con viveza, así como los escenarios y ambientes. El relato, en fin, de una vida simple, sin más incidencias reseñables que las que comúnmente podemos compartir todos. Destaca por ello la habilidad de la autora de relatarnos una vida simple, sin grandes hazañas ni episodios espectaculares, sencillamente la vida de "alguien" como nosotros pero contada con mucha sinceridad y siendo capaz de señalar el valor de cada momento y de hacernos sentir cerca de los protagonistas, de compartir su vivencias, sus sueños y sus fracasos. Una experiencia enriquecedora, sin duda.

viernes, 8 de enero de 2016

El último adios

¡Bienvenidos seáis todos al nuevo año 2.016! Ya sé que hace más de una semana que cambiamos de año, pero es que las vacaciones han sido tan "duras" que hasta hoy no he tenido un momento para sentarme ante la pantalla y comenzar a escribir los comentarios de mis últimas lecturas, y no sólo de lo leído durante las Navidades, que ha sido bastante, sino que tengo pendientes reseñas de algunas novelas anteriores a las Fiestas, como es el caso de la primera con la que voy a comenzar el año. Se trata de la última de Kate Morton, una de las bazas seguras en cuanto a novelas de evasión y misterio que nuevamente triunfa con "El último adiós". En esta ocasión, y como ya nos tiene acostumbrados la autora, se nos describe con imágenes llenas de magia el principal escenario de esta novela, un lugar idealizado, una casa que es prácticamente un personaje más en la historia: la mansión Loeanneth, la Casa del Lago que da título original a la novela, situada junto a la costa de Cornaulles y que fue el hogar, a primeros del siglo XX, de Eleanor de Shield y años más tarde de su hija Alice Edevane; una casa que es una suerte de paraíso alejado del mundo real, rodeado de naturaleza y libertad.

Como es habitual en las novelas de la autora, jugamos siempre entre dos marcos temporales, por lo que la acción transcurre paralelamente en el pasado y en el presente. Llegados al año 2003 todo lo que hubo en Loeanneth ha desaparecido, la mansión es una ruina olvidada; descubrimos que todo se desmoronó, la casa y la propia familia, a raíz de la desaparición del pequeño Theo, hijo de Eleanor y hermano de Alice, en el verano de 1933. De vuelta al momento actual conocemos a Sadie, detective de policía en Londres que regresa a Cornualles a casa de sus abuelos en un  descanso impuesto por sus jefes tras un problema profesional. Pero, como buena policía que es, su mente inquisitiva no descansa nunca y el misterio que rodea la cercana mansión abandonada la atrae irremediablemente, de manera que comienza a interesarse y a investigar sobre lo ocurrido allí.

La novela presenta los elementos ya habituales en las obras de la autora, con historias que transcurren en distintas épocas históricas unidas por un misterio a resolver. Destaca también el papel importante de la literatura y los libros en el argumento de la novela, en este caso representados por el autor de cuentos clásico Daffyd Lewellyn, amigo íntimo de la familia Edevane y la propia Alice a la que con el paso de los años encontramos convertida en una anciana y exitosa autora de novelas de misterio. El relato avanza intercalando, por tanto, episodios de distintos momentos del pasado a través de los cuales vamos conociendo a los miembros de la familia Edevane y de vuelta al presente donde seguimos las pesquisas de Sadie en relación con la desaparición del pequeño Theo. Constantemente se plantean paralelismos entre distintos personajes, circunstancias que se repiten a lo largo del tiempo, en distintos momentos pero que suponen experiencias que acercan a personas de distintas épocas unidas por conexiones invisibles que trazan paralelismos entre sus vidas, lo que hace que las diversas historias transiten por caminos paralelos a pesar de la distancia en el tiempo.

Sin duda alguna, Kate Morton es una maestra en su género, con esa habilidad más que demostrada de combinar exitosamente épocas distintas, con esa habilidad de entrelazar historias, desentrañar misterios del pasado desde el presente y retratar a sus personajes, cada uno dentro de su marco temporal propio, logrando que todas las historias que convergen tengan un peso específico en la novela, que resulte igualmente interesante la narración del pasado como la situada en la actualidad. La trama de la novela es muy rica y llena de hilos que nos proporcionan informaciones que nos hacen ir dirigiendo la mirada hacia uno u otro personaje, descubriendo nuevas facetas en ellos, cambiando el objetivo de nuestras sospechas hasta el golpe de gracia final que completa el puzle del misterio. Reconozco que el desenlace de la historia me resulta excesivamente redondo, tanto que en algún momento de la lectura se me pasó por la cabeza esa posibilidad pero la rechacé por suponer una coincidencia demasiado escandalosa, pero se ve que la autora la consideró la mejor manera de cerrar el círculo de su historia. Así y todo, con esta novela la Morton vuelve a confirmarse como garantía de una buena lectura donde conocer personajes de los que enamorarse, de una buena historia llena de acción, algo de romance y mucha intriga. Siempre recomendable.