Me lanzo con bastante retraso a la lectura de la última entrega, hasta el momento, de la serie de Lorenzo Silva protagonizada por el brigada de la Guardia Civil Bevilacqua, acompañado de su ya inseparable compañera, la sargento Chamorro y del posteriormente incorporado cabo Arnau. En "Los cuerpos extraños" nos enfrentamos con los protagonistas a un nuevo caso que debe investigar la Brigada Central del Cuerpo. En esta ocasión se trata del asesinato de la alcaldesa de una localidad costera levantina en la que aparecen elementos propios de la más rabiosa actualidad centrados en la corrupción política, la especulación inmobiliaria y, en general, la decadencia social y moral del país, frente a la cual, sin embargo, encontramos afortunadamente y de vez en cuando con personas que se niegan a dejarse llevar por la corriente, a aceptar la ilegalidad y a enriquecerse con ella, elementos que no se adaptan a las circunstancias y deben ser expulsados del sistema, como ocurre con los cuerpos extraños cuando se introducen en un organismo. Ese parece haber sido el caso de la alcaldesa que, presuntamente, ha sido eliminada por enfrentarse a la corriente mayoritaria que no comprende el servicio público como tal servicio, sino como medio para medrar y obtener beneficios. Y en esa línea se encuentran también los guardias civiles que, como en el resto de las novelas de Silva, son los "buenos" de la historia, servidores públicos que tratan de desenmascarar a los delincuentes basándose en sus firmes principios y la creencia absoluta de que el mal no debe triunfar.
Verdaderamente se agradece el espíritu que se respira en las novelas de Lorenzo Silva en las que, junto con toda la miseria humana que se nos muestra, como no puede ser de otro modo al tratarse de casos de investigación criminal, siempre se nos presenta la otra cara del ser humano, la honradez de los guardias civiles y su trabajo serio y profesional que lleva a la resolución de los casos y al triunfo de la justicia. Y es que el lector se encuentra en este caso siempre del lado de los buenos, a través del relato narrado en primera persona por el protagonista, el brigada Bevilacqua, vamos siguiendo los acontecimientos a la vez que nos acompañan constantemente las reflexiones que, al hilo de sus indagaciones sobre el caso a investigar, va realizando éste sobre la actualidad nacional, la condición humana en general y los diversos asuntos que le preocupan a él personalmente, desde futuro de su hijo ya universitario hasta las relaciones con los distintos miembros de su equipo, sus asuntos personales y afectivos, asuntos, en general, que no se diferencian mucho de los que nos preocupan e interesan al común de los mortales. Así pues, a pesar de estar siempre rodeado de delincuentes y criminales, o tal vez precisamente por eso, Bevilacqua se esfuerza por afianzar su confianza, y de paso la nuestra, en que la bondad es posible, en que siempre quedarán buena gente, personas justas y decentes por las que vale la pena llevar adelante el trabajo que realiza.
Sin duda, los investigadores de la Guardia Civil que nos presenta Silva están muy lejos de los policías de las películas o las novelas clásicas, son persona totalmente de andar por casa, con sus problemas cotidianos, sus asuntos familiares y conflictos laborales, pero todo ello no quita para que sean capaces en cada novela de alcanzar la resolución de los casos que se traen entre manos gracias a un trabajo serio y profesional y a su probada capacidad, perspicacia y buen hacer. Una visión optimista, por tanto, de nuestros cuerpos de seguridad, luchando incansables contra el crimen y todo ello contado con frescura y buena pluma, con una narración ligera, ágil y que se lee con agrado.