¡Qué fácil es acertar siempre con una novela de
Kristin Hannah! Esta, que podría ser el texto incluído por la editorial en una faja promocional, es mi sincera opinión sobre esta autora norteamericana que me conquista una y otra vez con sus historias protagonizadas por mujeres que siempre te transportan a una época histórica muy concreta y a un lugar diferente en el mundo. En esta ocasión con "
El baile de las luciérnagas" (desafortunada traducción con añadidos innecesarios del original
Firefly Lane) las protagonistas son dos: Kate Mularkey y Tully Hart, dos amigas completamente diferentes que logran mantener su amistad a lo largo de los años a pesar de las complicaciones que la vida les pone enfrente.
Tully es una chica espectacularmente guapa, atrevida y deshinibida, consigue convertirse en popular donde quiera que vaya logrando enmascarar tras su sonrisa permanente los serios problemas que tiene en casa: una madre hippy y enganchada a la droga que la abandona repetidamente a lo largo de la infancia. Por suerte, cuenta con sus abuelos que la crían hasta que ambos fallecen, momento en que los padres de su vecina y amiga Kate la acogerán como a una hija más. Kate es una chica de pueblo estudiosa y discreta a la vez que poco agraciada que crece rodeada del cariño de una familia tradicional y feliz. Pese a sus diferencias, o tal vez porque cada una admira y anhela lo que la otra es, y gracias a que se convierten en vecinas de la calle Firefly Lane, las chicas trabarán una amistad que perdurará a lo largo de varias décadas. La narración nos lleva a seguir las vidas de las dos amigas desde los salvajes años 70 de las drogas y el amor libre, pasando por los agresivos 80 de los yuppies, la laca y las hombreras hasta los años 90 y comienzos del siglo XIX y a lo largo de todo este tiempo iremos acompañando a las chicas en su crecimiento y descubrimiento del mundo, del amor y el sexo, pasando de su pequeño pueblo a la universidad persiguiendo un sueño común de convertirse en estrellas de la televisión. Tully es apasionada y explosiva, tratando siempre de disfrazar sus problemas bajo una imagen de chispeante alegría. Kate es insegura y discreta y sigue la estela de su amiga, el huracán Tully, que la arrastra junto a ella en sus planes haciendo sentir a Kate incapaz de tomar sus propias decisiones. Cada una acabará tomando su propio camino en lo personal y en lo profesional; Tully sigue la senda del éxito profesional mientras que Kate se convierte en esposa y madre de familia pero su amistad, que es una verdadera relación de hermandad, permanecerá firme y será su principal apoyo a lo largo de tantos años.
De la guerra de Vietnam a la muerte de Lady Di, los diversos hechos históricos y fenómenos populares que marcan las distintas décadas aparecen como fondo sobre el que transcurren las vidas de las chicas de Firefly Lane, con su banda sonora de grandes éxitos, las modas cambiantes a las que se apuntan sin dudar y los diferentes problemas y triunfos propios de cada una de las etapas de la vida: la adolescencia, las amistades, las relaciones sexuales, el amor, el matrimonio, la maternidad, la soledad, los éxitos y las decepciones... La historia de Tully y Kate es la historia de toda una generación de mujeres que crecieron y maduraron en unos años complejos en la cambiante sociedad norteamericana de la segunda mitad del siglo XX y que lucharon por lograr compatibilizar sus vidas profesionales con la familia, compitiendo en un mundo diseñado para hombres donde llegar a la cima siempre supuso dejar algo atrás necesariamente.
Como viene siendo ya costumbre últimamente, la novela ha sido convertida en serie para la televisión de la que solamente he visto por ahora unos pocos capítulos. Tengo que decir que a la versión televisiva le falta algún que otro hijo, algunos personajes como la señora Hart es totalmente diferente o un Johnny Ryan que no es ni la mitad de cautivador que en el libro y le sobra un divorcio, bastante contenido sexual, un hermano gay y alguna que otra trama inventada, pero es probable que la termine de ver aunque solo sea por disfrutar de Kate y Tully en carne y hueso y comprobar si al menos se ha respetado la preciosa relación de amistad que supone el eje de la trama de esta maravilla de novela.