Qué gusto da encontrarse de vez en cuando con libros como éste de “El frío modifica la trayectoria de los peces” del canadiense Pierre Szalowski del que había oído hablar hace tiempo pero del que no tenía ninguna referencia ni sobre el argumento ni nada, además de que el título, tan extraño, tampoco dejaba entrever mucha información, pero debo decir que me ha sorprendido gratamente.
El narrador de la historia es un niño canadiense de 11 años al que, al finalizar las fiestas de Navidad, sus padres le comunican que han decidido separarse. La noticia le pilla por sorpresa y se niega a aceptarlo; la única salida que encuentra es pedir ayuda al cielo, algo tiene que pasar para evitar ese desastre, y ¡vaya si pasa!: la mayor tormenta de hielo jamás conocida en la zona de Quebec se abate sobre la ciudad y deja sin luz a gran parte del barrio donde conviven sin rozarse diversos personajes: Alex, el mejor amigo del protagonista que vive con su padre, Alexis, un ex-músico que vive peleado con el mundo desde que la madre del pequeño los abandonó; Boris, un joven ruso estudiante de matemáticas pendiente de las trayectorias que trazan los cuatro peces de su acuario, ansioso de descubrir la fórmula matemática que los guía; Julie, una bailarina de striptease dispuesta a cambiar de vida en cuanto se cruce en su camino el amor verdadero; Michel y Simon, una pareja de hombres maduros que comparten casa, un perro y algún que otro secreto y, por supuesto, Anna y Martin, los padres del chico protagonista que han olvidado qué fue lo que un día lejano les hizo enamorarse el uno del otro.
La novela es una fábula preciosa cargada de optimismo y confianza en el poder del amor y la amistad que nos cuenta cómo un cambio radical en la rutina consigue que todos los personajes se acerquen a esos vecinos cuyo contacto anteriormente evitaban. Paradójicamente el aislamiento originado por la helada les hace salir de su soledad y encontrarse con los demás. Finalmente se logra demostrar que el frío modifica la trayectoria… de sus vidas y las dirige hacia un lugar mejor.
Un libro de agradable lectura que deja un muy dulce sabor de boca.
El narrador de la historia es un niño canadiense de 11 años al que, al finalizar las fiestas de Navidad, sus padres le comunican que han decidido separarse. La noticia le pilla por sorpresa y se niega a aceptarlo; la única salida que encuentra es pedir ayuda al cielo, algo tiene que pasar para evitar ese desastre, y ¡vaya si pasa!: la mayor tormenta de hielo jamás conocida en la zona de Quebec se abate sobre la ciudad y deja sin luz a gran parte del barrio donde conviven sin rozarse diversos personajes: Alex, el mejor amigo del protagonista que vive con su padre, Alexis, un ex-músico que vive peleado con el mundo desde que la madre del pequeño los abandonó; Boris, un joven ruso estudiante de matemáticas pendiente de las trayectorias que trazan los cuatro peces de su acuario, ansioso de descubrir la fórmula matemática que los guía; Julie, una bailarina de striptease dispuesta a cambiar de vida en cuanto se cruce en su camino el amor verdadero; Michel y Simon, una pareja de hombres maduros que comparten casa, un perro y algún que otro secreto y, por supuesto, Anna y Martin, los padres del chico protagonista que han olvidado qué fue lo que un día lejano les hizo enamorarse el uno del otro.
La novela es una fábula preciosa cargada de optimismo y confianza en el poder del amor y la amistad que nos cuenta cómo un cambio radical en la rutina consigue que todos los personajes se acerquen a esos vecinos cuyo contacto anteriormente evitaban. Paradójicamente el aislamiento originado por la helada les hace salir de su soledad y encontrarse con los demás. Finalmente se logra demostrar que el frío modifica la trayectoria… de sus vidas y las dirige hacia un lugar mejor.
Un libro de agradable lectura que deja un muy dulce sabor de boca.