jueves, 31 de mayo de 2012

Las huellas imborrables

Después de las tres cuatro entregas anteriores de la seriede Fjällbacka de Camilla Läckberg, la lectura de esta cuarta quinta novela, titulada “Las huellas imborrables”, me ha resultado de lo más gratificante. Para empezar, su lectura supone de algún modo un regreso a un territorio conocido: me he reencontrado con agrado con lugares ya visitados con anterioridad, con unos personajes que son casi como de la familia, que te pueden caer mejor o peor, pero a los que ya se les coge cariño, incluso a los que no lo merecían en novelas anteriores. No sé cómo será leer esta entrega de primeras, sin haber pasado por las anteriores, sin conocer los antecedentes de cada historia personal, el carácter de los personajes; supongo que también se disfrutará como pura novela de acción policial, aunque no existirá esa conexión de simpatía personal que creo que enriquecen la lectura y te hacen meterte con más interés más en las tramas.

Y después de esta reflexión personal, decir que no hay mucha diferencia en cuanto al nivel de entretenimiento, ritmo y suspense con las novelas anteriores. En el caso de esta novela, hay varias líneas de investigación que se cruzan en torno al asesinato inicial de un anciano historiador que aparece muerto en su casa sin que haya muchas pistas que iluminen a los policías en sus pesquisas, aparte de ciertas amenazas recibidas de parte de un grupo neonazi por dedicarse la víctima al estudio de la II Guerra Mundial. Los detectives de Tanumshede iniciarán su investigación sin contar, al menos en teoría, con la ayuda de Patrick que se encuentra de baja paternal para atender al cuidado de su hija Maja, mientras que Erica vuelve a su trabajo de escritora. O eso es lo que se supone en principio.

Lo cierto es que ni Patrick está tan apartado del trabajo de la comisaría como pretende ni Erica logra centrarse totalmente en la nueva novela que debe entregar, ya que, inesperadamente, ha hallado entre las pertenencias de su difunta madre una antigua condecoración militar alemana, lo que despierta su curiosidad y le lleva a tratar de conocer algo más a fondo el pasado de su madre, que resulta que formó parte, durante la época de la guerra, de una pandilla de jóvenes entre los que se contaban, entre otros, el anciano ahora asesinado, además de otra mujer que, casualmente, también va a ser asesinada por su marido poco después.

Este lío de crímenes sin motivo aparente, sumados a que hay muchas personas que por diferentes razones de investigación policíaca, periodística o familiar, tienen motivos para interesarse en estos asesinatos y se dedican a investigar, cada uno por su cuenta, hace que la trama de la novela no decaiga en ningún momento ya que hay numerosos hilos desplegados, además de que a las investigaciones en curso se suma, como es habitual en las novelas de Camilla Läckberg, el relato paralelo de los hechos del pasado, en este caso los protagonizados en el año 1940 por el grupo de jóvenes que ahora, ya ancianos o muertos, esconden un secreto que explicaría sus muertes y lo que trata de ocultarse tras ellas. No puedo negar que me ha resultado muy entretenida la lectura, me ha agradado reencontrarme con los personajes y la multitud de subtramas personales y profesionales que, sin embargo, no provocan que el relato se embrolle en ningún momento, sino que se combinan perfectamente dando lugar a una magnífica entrega de esta exitosa serie de novelas policíacas. Ya estoy deseando ponerme con la próxima.

viernes, 25 de mayo de 2012

Un lugar en el que nunca he estado

Es cierto que desde que entró en nuestra vida la serie televisiva Downton Abbey, se ha convertido en una referencia necesaria para todo tipo de obras que versan sobre los años de la II Guerra Mundial en el entorno de una gran mansión inglesa en la campiña, pero es que en el caso de la novela “Un lugar en el que nunca he estado”, de la autora Rosie Allison, hay tantos temas en común aparte de la ubicación física y temporal, como son la familia carente de heredero, la invalidez de uno de los personajes o la utilización de la casa como hospital y colegio durante las guerras, que no he tenido más remedio que encontrarle el paralelismo con la serie.

De cualquier modo, y dejando al margen estas coincidencias, la historia que se cuenta en “Un lugar en el que nunca he estado” tiene entidad propia y comienza cuando, en 1939, la guerra amenaza la seguridad de Londres, por lo que se organiza la evacuación masiva de la mayoría de los niños con el fin de alejarlos de los previsibles bombardeos que sufrirá la ciudad. La protagonista de la historia se llama Anna Sands y tiene ocho años en ese momento. Con bastante ilusión parte en ese viaje que la llevará hasta la elegante mansión de Ashton Park, donde el matrimonio formado por Thomas y Elisabeth Ashton abren sus puertas a un numeroso grupo de niños y organizan una escuela para ellos. La pequeña Anna nos va descubriendo la casa y sus alrededores mientras disfruta de la nueva experiencia de encontrarse lejos de su hogar, como en unas largas vacaciones; junto con el resto de niños asiste a clase pero también disfrutan todos jugando en los enormes jardines y aventurándose en las numerosas habitaciones en desuso de la casa a través de los pasillos llenos de imponentes retratos.

A través de su mirada infantil vamos conociendo la verdadera trama de la novela que se centra en los Ashton, últimos representantes de un antiguo apellido que se ve abocado a desaparecer dado que la fatalidad parece perseguir a la familia que a causa de las guerras, las enfermedades y la ausencia de hijos no cuenta con un heredero que perpetúen el apellido. Si bien todo gira en torno a Anna, los verdaderos protagonistas del libro son los adultos, fundamentalmente Thomas y Elisabeth Ashton y su desgraciado matrimonio que vamos reviviendo desde sus inicios y conociendo las circunstancias que han llevado a la actual situación de fría cordialidad que rige la relación entre ambos. A través de la rememoración de los años pasados, vamos recorriendo una serie de episodios históricos de la Europa de inicios del siglo XX, desde la Gran Guerra hasta la amenaza nazi, pasando por el crac del 29 y como estos hechos influyeron en la vida de los distintos personajes de la novela.

También nos acercamos, aunque con menos detalle, al entorno en el que se desenvuelve Roberta Sands en el semiabandonado Londres, donde se disfruta, sin embargo, de una agitada vida social. Roberta se encuentra con una inesperada libertad al quedarse sola en la ciudad trabajando para la BBC lo que la lleva a frecuentar bares y lugares de moda donde forma un grupo de nuevas amistades entre aquellos que tratan de aprovechar la vida a pesar de la amenaza que se cierne sobre ellos. Destacaría también a dos personajes que aparecen de manera trasversal a todo lo largo de la novela: se trata del matrimonio Norton, amigos de los Ashton; él es diplomático y ella una apasionada del arte moderno y de la vida cultural. Son los únicos personajes de la novela que la autora ha tomado de la realidad y sus vivencias en los distintos destinos en los que trabajan son realmente interesantes en lo que respecta a su experiencia de la guerra, su previsión de la amenaza que supone el régimen nazi, su conocimiento de la existencia de los campos de exterminio y, por otra parte, su relación con grandes figuras de las artes del siglo pasado.

El relato es bastante entretenido, aunque hacia la mitad del libro parece que pierde un poco de ritmo, pero después éste se recupera y asistimos con interés al desenlace de la que, ya desde el principio, sabemos que es la historia anunciada del declive de una gran familia aristocrática. En conclusión, una novela que se lee con agrado, es bastante evocadora en lo que a las descripciones y los caracteres se refiere e ilustra muy bien la época que recrea, acercándonos a los hechos históricos de la mano de personajes cercanos. Bastante recomendable, por tanto.

viernes, 18 de mayo de 2012

El silencio de las palabras

De vez en cuando tiene una la suerte de encontrarse con una lectura tan gratificante como este libro de Jean Kwok, titulado “El silencio de las palabras” donde se nos cuenta con una mezcla perfecta de sensibilidad, dureza y sentido del humor una serie de experiencias que te permiten adentrarte en la vida de otras personas, sus vivencias y su lucha por superar los obstáculos de la vida. Y en este caso tenemos el valor añadido de que lo que se cuenta se acerca mucho a la realidad vivida por la propia autora, lo que le da mayor interés, a la vez que refleja lo sufrido por muchas otras personas que emigran a un lugar prometedor y se enfrentan a un mundo desconocido con las únicas armas de los talentos de que disponen y el modo en que los emplean ante lo que la suerte o el destino les quieran deparar.

Pues eso es lo que se cuenta esta novela: la peripecia de Kim Chang, una niña que a los once años, tras haber quedado huérfana, emigra desde Hong Kong a Nueva York en compañía de su madre, recién recuperada de una grave enfermedad. Este viaje a “la Montaña de Oro”, nombre con el que en China se conoce a los Estados Unidos, es la única solución que ven ambas para poder sobrevivir. En América cuentan con el apoyo de su tía Paula, que se supone que debe ayudarlas a establecerse y salir adelante, pero lo cierto es que la ruin tía sólo pretende recuperar el dinero desembolsado para pagar el viaje de ambas y los gastos generados del tratamiento médico de la madre, por lo que al llegar a Nueva York las instala en un apartamento inmundo en la zona más deprimida de Brooklyn, sin calefacción y poblado de ratones y cucarachas. A la señora Chang la coloca en un taller de confección clandestino donde trabajan a destajo y en unas condiciones deplorables otras muchas inmigrantes chinas, la mayoría ilegales, ayudadas por sus hijos menores en la difícil tarea de acabar a tiempo los pedidos asignados, de lo que depende su escaso sueldo.

Kim cuenta con un cerebro especialmente dotado para los estudios, lo que le ha granjeado en su país de origen grandes éxitos académicos, pero nada es lo mismo en América: a su llegada, desconoce el idioma por completo, así que durante los primeros años tiene que luchar contra este obstáculo además de enfrentarse al desinterés de su profesor en un colegio público donde acuden jóvenes marginales con poco interés por los estudios. Sólo logra trabar amistad con Annette, una niña encantadora y que es la única con la que comparte experiencias y sueños y gracias a la cual consigue conocer poco a poco las peculiaridades del modo de vida de los adolescentes norteamericanos de los años ochenta, tan distintos de lo que Kim conocía en China, donde el respeto por los mayores y a los maestros, las formas rituales y los modales educados eran un imperativo. Todo eso no le sirve de nada en su nueva situación.

Gracias a sus dotes intelectuales, especialmente en lo que se refiere a las matemáticas y las ciencias, Kim logra superar con éxito los cursos del colegio, a pesar de tener que dedicar las tardes a ayudar a su madre en el taller y obtiene una beca completa para acudir a un prestigioso instituto privado donde tendrá que esforzarse por no delatar la miseria en la que vive ante sus compañeros que proceden de lo más selecto de las clases acomodadas de la ciudad.

La historia está contada con una sensibilidad enorme, con una tremenda sencillez en el lenguaje pero expresando vivamente los sentimientos de la pequeña que cuenta desde su punto de vista lleno de inocencia y agudeza todas las peculiaridades que va descubriendo en su nuevo país, el modo en que se va adaptando a las circunstancias y como logra triunfar gracias al tesón y a la perseverancia ante las situaciones más desfavorables. Por otra parte, también descubrimos las vivencias de otra parte de los inmigrantes, reflejado en el personaje de la madre, que no logra dominar el idioma y tiene que subsistir con un trabajo extenuante bajo el sistema de semi-esclavitud al que la someten sus propios compatriotas que se aprovechan de la desgracia ajena para enriquecerse. Dos caras de la misma realidad que merece la pena conocer y esta novela, es sin duda, una buena forma de hacerlo.

domingo, 13 de mayo de 2012

Juliet

Esta novela de Anne Fortier, “Juliet”, resulta una lectura entretenida, si bien no carece de muchos de los tópicos de las novelas históricas con misterio de por medio que tanto abundan últimamente. El punto de partida se da cuando las gemelas Juliet y Janice Jacobs pierden a su anciana tía que las había criado desde la prematura muerte de sus padres, tras lo que Juliet recibe su parte de la herencia compuesta por unos misteriosos documentos y la promesa de un tesoro oculto que hace que la joven, tras descubrir que su verdadero nombre es Giulietta Tolomei, marche a Siena a tratar de recuperar aquello que su madre se supone que ha dejado para que ella lo descubra. Una vez allí tendrá que retomar la investigación que llevaban a cabo sus padres y que tenía que ver con la historia real en la que se basó Shakespeare para escribir su famosa obra “Romeo y Julieta” que, parece ser, no se basaba en personajes originarios de la ciudad de Verona sino de Siena donde, durante siglos, las familias Tolomei y Salimbeni se han enfrentado sin tregua y donde el romance de Giulietta Tolomei y Romeo Marescotti se interpone en las conflictivas relaciones de estas dos familias, lo que hará que el drama no tarde en desatarse.

Las historias van desarrollándose de manera paralela: por un lado el drama medieval de los desgraciados amantes y por otro la aventura que supone para Juliet el ir conociendo a su recién descubierta familia italiana, la conexión que mantienen con los hechos del pasado y los trepidantes sucesos que provocará la búsqueda del preciado tesoro que se oculta tras la fábula medieval. Lo cierto es que la novela está enfocada desde el punto de vista norteamericano por lo que se retrata a la sociedad italiana como si los siglos no hubieran pasado: los sieneses aparecen como una sociedad fuertemente atada al pasado y a la tradición, poco menos que todos los personajes son misteriosos, conocen secretos que permanecen ocultos a la inocente norteamericana y parecen estar conectados a misteriosas organizaciones cercanas a la mafia o alguna otra institución medio esotérica anclada en el pasado. El retrato de la ciudad italiana resulta bastante atractivo con las descripciones de los monumentos, edificios, la tradición del Palio y la lucha entre los distintos barrios o contradas, aunque también esta imagen resulta un tanto estereotipada, como una ciudad anclada en el pasado y la tradición, con callejones oscuros, calles extremadamente solitarias, patios recoletos, todo muy al margen de lo que se supone de una ciudad europea actual.

De cualquier modo, el argumento resulta entretenido, aunque en ocasiones la acción se vuelva un tanto rocambolesca, pero se siguen con interés las historias, tanto la recabada a partir los hechos recogidos en el diario del maestro Ambroggio, afamado pintor que fue testigo presencial y partícipe de la historia de amor entre Giulietta y Romeo que provocó un nuevo enfrentamiento entre las familias enemigas que parece haberse prolongado hasta la actualidad, por lo que la información que Juliet va descubriendo sobre el pasado le ilustra sobre las actuales relaciones entre ambas familias donde parece que los Salimbeni han logrado conservar hasta hoy el poder que solían detentar en el pasado.

En definitiva, la novela es interesante, el ritmo no decae en ningún momento a base de ir pasando de una historia a otra dejando siempre los sucesos en su punto más álgido obligando a leerla con sumo interés a la espera de ir descubriendo cómo se resuelven las situaciones, aunque lo cierto es que es una de esas novelas cuya estructura ya se adivina, que sabes que los hechos se van acelerando hacia el final, acabando en un final frenético en el que se resuelven los misterios del pasado y del presente descubriendo las conexiones ocultas entre ambos momentos, historias y personajes. Igualmente poco original resulta la relación entre las gemelas, la protagonista Juliet, prototipo de patito feo, honesta e inocente frente a la lanzada y deslenguada Janice, ambas hermanas resultan ser como el agua y el aceite hasta que la aventura las une en un objetivo común. Pese a todo, la novela resulta entretenida, aunque no aporta mucha novedad; lo más original, a mi modo de ver, es la presunta historia real de los más famosos amantes de la historia de la literatura universal.

martes, 8 de mayo de 2012

Nada

No es fácil decir que un libro no te ha gustado, al menos para mí no lo es, y más aún cuando sabes que el problema no está en el libro en sí, sino en ti misma. Tal vez si yo tuviera veinte años menos o un carácter diferente mi opinión sería distinta, pero el caso es que no puedo decir que esta novela, con el significativo título de “Nada”, de la escritor danesa Janne Teller, sea un magnífico cuento con moraleja que entiendo que es lo que pretende ser. Sí es cierto que la historia resulta curiosa y bien contada pero no ha llegado a hacer mella en mí, no me ha removido nada, pero ya digo, tal vez a otros lectores sí que les resulte conmovedora y reveladora.

La historia que se cuenta se inicia cuando Pierre Anthon decide, nada más empezar el curso de 7º de primaria, subirse a un ciruelo y lanzar al mundo su mensaje: nada importa, nada es inmutable, todo pasa, para qué estudiar, luchar, ilusionarse, si nada tiene sentido. Y allí se queda, en lo alto del árbol, aguantando los comentarios y defendiéndose de ellos a base de lanzamientos de ciruelas. Y con esto provoca que sus compañeros de curso decidan ponerse de acuerdo para hacerle ver que no tiene razón, que sí que hay cosas que importan, que hay algo que tiene significado, para cada uno de ellos será distinto, cada uno encontrará el significado en algo diferente, y se deciden a hacer entrega de todas esas cosas acumulándolas en una vieja serrería abandonada para demostrarle así a Pierre Anthon que está equivocado. Los hechos que comienzan con ese buen propósito, sin embargo, irán derivando hacia una degeneración del ilusionante proyecto inicial: lo que al principio pretende ser que cada uno entregue al montón de cosas algo que signifique mucho como una bicicleta nueva o las mejores sandalias del verano, pronto dará lugar a una concatenación de vengativas exigencias, cada vez se demandará que lo que se entregue sean cosas más y más difíciles y acabará tramándose una red de odios entre los compañeros que culminará en un final que no es el que esperaban.

Esta novela ha tenido muchísimo éxito en distintos países y no poca polémica a su alrededor ya que se han dado posturas enfrentadas, desde los que han recomendado encarecidamente su lectura entre los alumnos de los institutos hasta los países donde se ha prohibido expresamente su distribución. Yo, sin llegar a esta segunda postura, no veo tampoco que sea como para ensalzarla o más bien no la encuentro recomendable para adolescentes, que más que comprender la moraleja pueden agarrarse al ejemplo y compartir la oscura visión del mundo del protagonista, admitir que, en realidad nada es importante y la vida no tiene razón de ser. Entiendo que en la novela se plasma la visión más fatalista del mundo, cómo cada uno entrega lo qué más le importa, su patria, su religión, su decencia, para acabar comprobando cómo, una vez convertido en objeto material añadido al montón, estos valores pierden su verdadera importancia, su sentido original. Comprendo la intención de la autora al escribir el relato, pero, como he comentado al principio, a mí no me ha conmovido, no me ha impresionado, tal vez se deba a que ya hace tiempo que pasé de los quince años. Eso no quita que como historia no esté mal y sea interesante de leer, pero no como para convertirse en lectura de culto.

miércoles, 2 de mayo de 2012

La Brecha

Quiere la suerte y la casualidad que sea hoy, día dos de mayo en que se conmemora el levantamiento del pueblo de Madrid frente al ejército invasor francés, allá por 1808, cuando publique esta entrada sobre el último libro que he leído. Así que ni planeándolo me sale tan redonda la cosa, ya que la trama del libro que traigo hoy en mi comentario, “La Brecha” de Toti Martínez de Lezea, se centra precisamente en esta época histórica, más concretamente en la situación de la ciudad de San Sebastián durante la ocupación francesa por parte del ejército napoleónico y la liberación de la misma que tuvo lugar en el año 1813 a manos de las tropas inglesas y portuguesas en apoyo del rey Fernando.

La protagonista central de la novela es Maritxu Altuna, una joven y decidida viuda que regenta un encantador local, “La Casa del Chocolate”, en el centro de la ciudad, lugar de reunión de los miembros más destacados de la sociedad local del momento y a través de esta protagonista asistiremos a los complicados tiempos que vivió la ciudad y los habitantes que decidieron quedarse al frente de sus negocios y no abandonaron la ciudad a pesar de la amenaza que suponía el previsible enfrentamiento.

Habría que destacar la complejidad que suponen las interpretaciones de las distintas posturas políticas en torno a la invasión napoleónica y la imposición de un nuevo rey en sustitución del absolutista Fernando VII, que resultan bastante complejas de resumir. Había liberales que apoyaban la invasión francesa por lo que significaba de fin de la monarquía absoluta, igual que otros la rechazaban por el mero hecho de suponer una intrusión extranjera en los asuntos internos. Lógicamente, había ciudadanos a los que los privilegios de clase les favorecían, pero que no por ello veían mal la extensión de derechos y libertades que preconizaba la Revolución, por lo que ello tenía de beneficioso para la sociedad en general y para el comercio en particular. Igualmente, existían liberales que rechazaban las ideas de la Revolución por su marcado acento anticlerical. En esta novela, a pesar de no ser una obra excesivamente extensa y de resultar bastante ágil de leer, se presentan bastante bien estas y otras contradicciones ideológicas, las distintas posiciones de uno y otro bando, fundamentalmente a través de las conversaciones que se desarrollan en torno a un chocolate y unos bollos en el local de la señora Maritxu donde se manifiestan los distintos puntos de vista por boca de los variados personajes que allí se dan cita.

Y me cuestiono, a raíz de la lectura de esta novela, mi parcial conocimiento de nuestra historia, pues si bien es cierto que todos estamos más o menos informados sobre los hechos del citado dos de mayo madrileño o de la Constitución de Cádiz de la cual acabamos de celebrar el segundo centenario, me planteo que la invasión francesa y la llamada Guerra de la Independencia ocupó una serie de años a todo lo largo del territorio nacional, por lo que desconocemos otras muchas circunstancias ocurridas en tantas otras ciudades y cómo se vivieron aquellos hechos en tantos otros lugares de los que en general no tenemos conocimiento. Una vez más, Toti Martínez de Lezea nos acerca a los hechos históricos con sencillez y profundidad; a través del relato de unos casos particulares nos hace ver el panorama general de la situación y aumenta nuestro conocimiento de la Historia de nuestro país. Es por esto que sigue estando entre mis autoras favoritas en lo que a novela histórica se refiere.

El libro plantea una reflexión profunda en torno a la utilidad de las guerras, al sentido que tiene el plantearlas y participar en ellas y el papel que a lo largo de la Historia ha tenido la población civil en los enfrentamientos bélicos, que no es otro que el de víctima.
–¿Por qué hay guerras? –había preguntado a su padre siendo niña.
–A veces, hija, es preciso que haya guerras para que las cosas cambien –le explicó él.
–¿Qué cosas?
–La explotación de los seres humanos, el abuso de los poderosos, la miseria, la esclavitud...
–¿Y cambian?
–¿Qué?
–Las cosas.
El padre no respondió a la última pregunta.