Estoy inmersa últimamente en una racha de lectura ralentizada, dedicada a un montón de tareas manuales, labores y demás asuntos, que me dejan menos hueco para leer y además de dedicarle menos tiempo también leo de forma más lenta, tal vez porque tengo la cabeza y las manos en otras muchas cosas, leo delante del televisor o a horas ya tardías, y encima me "embarco" en una novela como esta de "
Dispara, yo ya estoy muerto" de la periodista
Julia Navarro que con más de novecientas páginas y una intensa historia en su interior no es, precisamente, un libro para leer deprisa.
Me sorprendió la novela nada más comenzar a leerla: tanto su estilo como el tema abordado me hacía pensar en una novela de origen anglosajón, en alguno de esos best sellers que se venden en todo el mundo y lo mismo llega a un lector inglés que francés o americano y acaban convertido en una película de Hollywood. Se nota el oficio de escribir que ha alcanzado la autora que ya está acostumbrada a contar sus novelas por éxitos. Y debo reconocer que, en principio, el tema central del libro no es algo que me apeteciera plantearme, el (aparentemente eterno e irresoluble) conflicto palestino no es un asunto que me pareciese atractivo a priori, pero debo reconocer que, una vez terminada la novela, me ha servido para acercarme a los dos puntos de vista, tanto al de los judíos como al de los palestinos, entender no sólo el origen histórico de su enfrentamiento sino también sus motivaciones, las razones de ambos lados, sorprenderme con lo que no conocía sobre las relaciones amistosas y pacíficas que hasta hace menos de un siglo mantenían ambas religiones en la zona ahora en disputa y ser capaz de ponerme en la posición de los dos bandos enfrentados y entender, lo que tal vez eso sea lo peor de este conflicto, que los dos tienen razón, sus razones, que ninguno puede ceder ante el otro porque la tierra por la que combaten perteneció a las dos religiones en algún momento y todos la sienten como suya, por lo que, una vez eliminada la única posibilidad lógica que sería la de convivir y compartir el territorio que les es común, difícilmente se podrá lograr otra solución que satisfaga a ambos contendientes. Y es magnífico como la novela logra mantener el equilibrio entre las dos posturas, no hay buenos ni malos, ninguno gana, porque los dos pierden, pero da una magnífica visión de la situación sin apoyar ni a un bando ni al otro.
Pero al margen de las reflexiones históricas y políticas que se desprendan del libro, lo mejor de esta lectura es, sin duda, las historias personales y humanas que en ella se encuentran. Asistimos a las vidas de los personajes, sean las de los judíos de origen palestino o los que llegan huyendo de las persecuciones, los pogromos o el holocausto nazi, como las de los musulmanes que bajo el imperio turco, como antes lo hicieron bajo otros imperios conquistadores, viven en aquellos territorios, todos sintiendo como propia aquellas tierras de Palestina que son su hogar desde generaciones. Lo más destacable que nos cuenta la novela, fuera de los problemas políticos y los conflictos bélicos, son las propias vidas privadas de estos personajes, al margen de las situaciones históricas, de las guerras y las persecuciones, nos encontramos con el relato de unas historias personales, entramos en sus casas, los vemos nacer, casarse, ser felices y sufrir y todo ello lo hacen estrechamente unidos los unos a los otros, tan estrechamente unidos como lo pueden estar aquellos que viven juntos, unidos a unos vecinos, a unos familiares, a unos amigos que, en ocasiones son más cercanos y más queridos que la propia familia, donde nadie es evaluado en función del dios al que reza, sino por su propio valor como persona. Y asistiremos al modo en que esta convivencia forjada a lo largo de años de respeto, ayuda mutua y sincera amistad se rompe cuando la política entra en juego, cuando la lucha por la tierra se antepone a todo. Ni las ideas idealizadas del socialismo según el cual todos los hombres son iguales ni los siglos de pertenencia a una tierra tienen valor ante las decisiones tomadas por los gobiernos internacionales mediante las guerras y las medidas impuestas por la fuerza.
Una historia esta que muestra lo mejor y lo peor del ser humano, la fuerza de la amistad, la importancia de la familia y el respeto por los valores, pero que emociona y enoja por igual, al comprobar qué difícil es en ocasiones eso que sobre el papel parece tan sencillo como es el resolver los problemas mediante el diálogo y la búsqueda del objetivo común que sería alcanzar la paz y la convivencia como ideal de toda sociedad, sea cual sea su religión. Pero eso que tan lógico parece es más difícil de hacer realidad de lo que podíamos imaginar, desgraciadamente.