miércoles, 30 de julio de 2014

La mirada de los ángeles

Siguiendo la obligación autoimpuesta de no perderme ni una de las entregas de la saga de Camilla Läcberg, como buena y leal fan de la autora  que soy, acabo de cumplir, muy gustosamente, con el último tomo publicado, "La mirada de los ángeles" Nuevamente la autora sueca nos lleva al pueblo costero de Fjalbacka y junto a los policías de la comisaría de Tanum para acompañarlos en la última investigación llevada a cabo, al tiempo que nos enredamos en sus asuntos privados y familiares que, en esta ocasión, sin embargo, no han tenido tanto protagonismo como en otras entregas. 

Los protagonistas del caso que centra el argumento de este último libro son un joven matrimonio que se instala en una granja largamente abandonada dispuestos a restaurarla y montar allí un negocio de hostelería. Tras producirse un conato de incendio presuntamente provocado, Patrick Hedström y sus compañeros entran en acción para investigar sobre el asunto. A todo ello se une la circunstancia de que la joven esposa vivió siendo muy niña en aquella casa treinta años antes y fue la única que sobrevivió cuando todos los demás miembros de la familia desaparecieron misteriosamente sin que hasta el momento se haya sabido la razón de tan extraño suceso ni el destino de ninguno de ellos. Sobre aquellos hechos del pasado, como no, ya tenemos a la astuta escritora Erica Falk investigando desde hace algún tiempo, siempre a la búsqueda de material en el que basar una de sus novelas, con lo que necesariamente su participación en el trabajo de la policía será en este caso inevitable, ya que podrá colaborar con la información que posee sobre los antiguos habitantes de la casa y determinar así si aquellos tienen alguna relación con lo que está ocurriendo en la actualidad.

Como es habitual en el esquema de las novelas de la Läckberg, el pasado siempre regresa para ajustar las cuentas pendientes. Tenemos entre manos gran número de historias, algunas actuales y otras antiguas, que tienen que ver todas con la trama principal. Nos encontramos además con los temas habituales en todas las novelas de la serie como son las relaciones familiares siempre convulsas, los lazos madre-hijo, los antiguos dramas sin superar, secretos compartidos por unos pocos y oscuras historias que salen a la luz finalmente. La novela se organiza en tres planos temporales: una historia en los años 30 que avanza lentamente y cuya relación con el presente desconocemos hasta casi el final, una trama en los años 70 que supone la clave del misterio sobre la desaparición de la familia y las múltiples tramas del presente que son bastante numerosas.Aunque al principio el ritmo me ha resultado un poco lento, como que no pasa nada durante demasiado tiempo mientras vamos conociendo a los numerosos personajes del presente sin acabar de avanzar mucho en la trama, hacia el último cuarto de la novela se produce un cambio en el ritmo que se agradece realmente y la trama se acelera bastante, concluyendo en la resolución de los misterios presentes y pasados, con sorpresa sobre la identidad de algún personaje incluida.

Como lectora fiel de la saga que soy, debo decir que en ocasiones me han sobrado algunos de los comentarios que tratan de ubicar a los personajes fijos, de señalar hechos acaecidos en otras entregas que los caracterizan o informan sobre su pasado. Entiendo que sea necesario para los posibles nuevos lectores bosquejar los datos más relevantes de los personajes habituales, pero para los que llevamos con ellos ya ocho entregas puede resultar redundante que nos recuerden lo que le gusta a Gosta jugar al golf o el turbulento pasado de Anna o las relaciones familiares atípicas de Paula. En fin, que recomendaría que aquellos lectores que estén interesados por conocer a la pandilla de Fjalbacka no comiencen por este último libro, sino que se cojan la serie entera y vayan avanzando por todas las entregas en riguroso orden. Les puedo garantizar que se entretendrán con todas y cada una de ellas. Y por cierto, no veo que en esta ocasión haya quedado la trama con un final abierto, tal y como ocurría en otros casos, por ejemplo en "La sombra de la sirena", así que no sé si será esta la ocasión que aproveche la autora para darse un respiro y dejar descansar a sus personajes, aunque sólo sea de manera temporal. Quedamos, pues, a la espera de ver qué ocurre.

jueves, 24 de julio de 2014

El anarquista que se llamaba como yo

Últimamente me están dando más alegrías lectoras algunos escritores noveles españoles que muchos best sellers internacionales intensamente promocionados. Me ocurre esto ahora con Pablo Martín Sánchez que nos demuestra con su ópera prima de genial título, “El anarquista que se llamaba como yo”, que cualquier vida es merecedora de una novela, si esta sabe contarse. Y es que incluso el origen de este libro es tan peculiar que merece figurar, como así lo hace, en la propia novela. Todo empieza cuando el autor descubre en una búsqueda en Google que, junto con otros muchos, comparte nombre y apellidos con un anarquista de principios de siglo implicado en unos dramáticos hechos acaecidos en Vera de Bidasoa en el año 1924. Sólo con ese dato comenzará una investigación que le llevará a reconstruir la vida de su tocayo dándole forma de novela o lo que quiera que sea esta obra, una suerte de Crónica de una muerte anunciada, ya que conocemos desde las primeras páginas el destino que espera al protagonista, pero también una crónica de una época y la recreación de una vida de la que hasta ahora poco más se conocía que una foto en una vieja ficha policial.

El libro se compone de una mezcla de crónica periodística y novela histórica, redactada con un lenguaje limpio sin apenas florituras, aunque con una diferencia clara de estilo entre las dos partes que componen la novela y que van alternándose en paralelo a todo lo largo del libro: por un lado los capítulos relativos a la infancia y juventud de Pablo que se cuentan con un estilo novelado, con ciertas concesiones poéticas, mientras que los hechos relativos a sus últimos meses de vida, centrados en la misión revolucionaria en la que se embarcó y acabó con su vida, se nos narran en tiempo presente con un estilo mucho más frío e impersonal, al estilo de una crónica periodística. Incluso con frecuencia en esta parte de la novel el narrador se dirige directamente al lector para hacerle algún comentario, o proporcionarle alguna información de relevancia o hacer un paréntesis en la narración y aclarar o adelantar algún hecho que ha ocurrido o va a ocurrir, algún dato histórico o simplemente una reflexión personal sobre los hechos a los que estamos asistiendo.

Así, la novela narra la vida de Pablo desde su nacimiento en 1890, cuando la Regente María Cristina gobernaba una España sumida en la pobreza y el analfabetismo y donde el pequeño Pablo, hijo de un maestro y una joven de buena familia inicia su andadura vital desde sus primeros años en Durango y posteriormente, una vez que su padre consigue un puesto de inspector de educación, recorriendo la provincia de Salamanca visitando escuelas. En uno de esos viajes conocerá a Roberto “Robinsón” que se convertirá en su mejor amigo hasta el final y a Ángela, el que será el amor de su vida, de esa vida que ya sabemos que no va a ser muy larga, pero sí muy intensa y movida y que le llevará a girar por el mundo con las más variadas ocupaciones: lo encontramos en Barcelona durante la Semana Trágica persiguiendo el amor, en Madrid donde planea atentar contra el rey Alfonso XIII, incluso de camarero en un trasatlántico que lo llevará hasta América, frecuentando los ambientes anarquistas en Buenos Aires y de vuelta a París como reportero en plena Guerra Mundial; posteriormente regresa a España de donde vuelve a huir a Francia escapando de la recién establecida dictadura de Primo de Rivera. Veremos cómo sus convicciones y sus experiencias le acercan a las ideas anarquistas, al pacifismo y a los círculos sindicalistas, sin ser un activista radical ni un cabecilla de nada, trata de vivir de acuerdo con sus ideas y ello le llevará a pasar por las más variadas experiencias que lo dirigirán irremisiblemente hasta su dramático final.

El relato novelado de la vida de Pablo Martín va alternándose con la narración de sus últimos meses de vida, estoy ya basados en documentación real, crónicas periodísticas y demás documentos históricos. Establecido en París, Pablo se relaciona inevitablemente con los españoles allí exiliados y frecuenta los ambientes anarquistas, sindicales y en general todos aquellos contrarios al régimen dictatorial impuesto en España, donde se urden numerosos planes para combatir el Directorio de Primo de Rivera, acabar con la monarquía y extender la revolución por todo el país. Pablo se verá involucrado, casi sin proponérselo, en una misión casi suicida protagonizada por un reducido grupo de revolucionarios que sólo cuentan con su enorme entusiasmo, informaciones inciertas sobre el apoyo que iban a recibir al llegar a España y algunas armas viejas con las que planean cruzar la frontera y entrar al país donde, según les cuentan, les espera la población descontenta que pronto se pondrá de su lado y les ayudarán acabar con el tirano, liberar al país y establecer una república libertaria. Este amago de revolución llamada claramente al fracaso desde el principio llevará a nuestro protagonista hasta la cárcel de Pamplona, donde aguardará el resultado de los juicios que deben aclarar su implicación en los hechos. Y es que, como se repetirá a lo largo del libro:
“la revolución se puede hacer sin héroes pero no sin mártires“
El esquema de la novela es completamente circular, ya que una de sus partes acaba en el momento en que comenzó la otra, proporcionándonos así una visión completa los hechos de la vida del protagonista; conoceremos sus orígenes, su infancia y adolescencia y asistimos a su final, anunciado desde la primera página. Pero el autor, no sé si como última broma genial o siguiendo realmente un fleco en su investigación, nos deja al concluir la novela un hilo suelto por el cual podríamos conjeturar a un final diferente para esta vida tan intensa. Pero ya me quedo con la duda de saber si es un truco de novelista o si existe realmente ese posible final alternativo que se nos queda ahí planteado.

En cualquier caso, como casi siempre me ocurre con las novelas enmarcadas en periodos históricos interesantes (¿y cuál no lo es? habría que preguntarse) este libro conlleva un plus de valor, ya que al interés por el relato de los avatares personales del protagonista se le añade el trasfondo de la época histórica en que estos transcurren, a los hechos políticos, el ambiente cultural y social de los tiempos en los que se enmarca el relato y que me atraen tanto o más que el argumento central de la novela. Y eso ocurre en este caso, en que el entorno histórico está muy bien dibujado, si bien es cierto que la visión de los hechos están contemplados básicamente desde el punto de vista de los grupos contrarios al régimen político instalado en España, pero así y todo sus posturas, sus actividades y sus protagonistas históricos quedan muy bien retratados, tanto los que aparecen directamente en el relato como aquellos datos que se nos dan en aquellos fragmentos en los que el autor, al hilo del relato principal y dirigiéndose directamente al lector, nos va dando una serie de apuntes con datos históricos y hechos que ilustran y complementan el escenario de la ficción. Un recurso que acerca esta obra al estilo de la estupenda “Soldados de Salamina” de Javier Cercas, donde la ficción y la realidad conviven, aparentemente cada una por su lado, pero que, en definitiva, completan una realidad en la cual no acabamos de saber cuál es más cierta, si la de los hechos conocidos y publicados o los creados por el autor al hilo de aquellos. Y es que este es uno de los casos que prueban que en aquella intrahistoria que definió Unamuno, la de las vidas particulares y anónimas, está muy a menudo escrita la verdadera Historia del mundo.

jueves, 17 de julio de 2014

El cuarteto de Whitechapel

Inquietud. Esa es la palabra con la que mejor definiría la sensación que me ha provocado la historia que nos cuenta en "El cuarteto de Whitechapel" el autor Daniel Sánchez Pardos. Y ya no tanto por tratarse de un novela con elementos policíacos, de terror o misterio en diferentes grados, sino más bien por los caracteres y las realidades que nos plantea el libro. Nos encontramos, para comenzar, con unos personajes capaces de realizar actos terribles, de causar la muerte y propagar el terror sin un motivo que pueda considerarse "razonable", si es que hay alguno que pueda denominarse así, pero sí es cierto que esta historia está plagada de muertes ocasionadas por obsesiones, por afán de notoriedad, por el disfrute de la muerte por sí misma, una serie de elementos difíciles de controlar y, lógicamente, de dominar. Inquietud es, por tanto, la palabra que elegiría para definir el estado de ánimo que me ha acompañado a lo largo de la lectura de esta novela en la que no sabes en ningún momento de quién puedes fiarte y de quién no, incluso dudas constantemente del equilibrio mental de los personajes que aparecen, sus motivaciones o sus conductas no son mensurables con nuestros criterios habituales, con lo que es complicado prever sus acciones y reacciones.

Y ya entrando en el argumento, nos encontramos con nuestro protagonista: bajo la aparente normalidad de un joven español con aspiraciones literarias que trabaja de guía del terror en el barrio londinense de Whitechapel siguiendo los rastros de Jack el Destripador, mientras avanza a duras penas en la escritura de una novela que se le resiste, Ikatz Santaella nos va contando en primera persona los acontecimientos que conforman esta historia, aunque a pesar de contar con su testimonio de primera mano no por ello acabamos de conocerlo del todo. A lo largo del relato vamos a ir descubriendo poco a poco su extraño carácter e inusuales hábitos, tales como que engulle papel con gran deleite a la vez que alterna periodos de ayuno absoluto con atracones compulsivos frente a la nevera, que convive con el fantasma del mismísimo Borges con el que dialoga incansablemente o que persigue furtivamente a mujeres por los parques de la ciudad. Le conocemos una novia argentina, Paula, con la que comparte piso y que está deseando despuntar como artista en un entorno en el que ya todo está inventado en lo que al Arte se refiere y por ello cualquier instalación, por absurda que parezca, cualquier actuación que lleve el apelativo de arte rompedor o anti-arte o nuevo arte es aplaudido y ensalzado; ya no vale cualquier cosa para triunfar, hay que dar la nota y hacerlo por todo lo alto. Así que cuando comienzan a darse una serie de suicidios de presuntos artistas radicales retransmitidos en directo a todo lo largo del planeta, ya no hay duda de que estamos ante la manifestación última y extrema de la expresión artística y Paula así lo reconoce y en ello se inspira.

Pero otros crímenes más cercanos se mezclan con aquellas muertes: un supuesto imitador de Jack el Destripador está sembrando Londres de cadáveres y estos, desgraciadamente, aparecen siempre demasiado cerca del infortunado Ikatz, ¿casualidad o algo más? Y rodeando al protagonista nos encontramos a unos personajes de lo más variopinto y extravagante comenzando por su mejor amigo, Xavi, conductor de limusinas y obsesionado con el sexo, los caseros y protectores de Ikatz, una pareja de ingleses propietarios de una librería de libros antiguos interesados en las investigaciones de los crímenes y en descifrar lo que ocultan los suicidios televisados, toda una pléyade de artistas alternativos y excéntricos, un padre y un "suegro" con los que las relaciones no son precisamente fáciles, todos ellos configuran el entorno en el que se mueve nuestro protagonista. Toda esta mezcla de pintorescos personajes, crímenes sin sentido y algo de comedia negra incluso, ambientada entre el Londres de los turistas en bermudas, los círculos artísticos de las vanguardias extremas y el contraste con la Inglaterra más tradicional, da como resultado una novela en la que todo es posible, la lógica y lo irracional andan parejos, cualquier conclusión a la que se acabe dirigiendo la historia te parece posible. Por ello, cuando nos encontramos en las manos con un final abierto y con todos los elementos que nos han ido proporcionando a lo largo de la novela, no nos queda más que imaginar, aún sin desear que así sea, cuál es la culminación de esta historia. Y tal vez no sea la que desearíamos.

Al hilo de la trama, además, el libro nos plantea diversas reflexiones incómodas, comenzando por preguntarnos qué es el arte, si cualquier cosa vale como expresión artística o si nos encontramos más bien ente todo un mundo de engaño frente a eso que llaman Arte Contemporáneo o Postmodernidad. Y podemos reflexionar también sobre el insaciable gusto por el morbo por parte del público, del que todos formamos parte al final; sobre la persecución del éxito por el éxito, sin importar los medios para alcanza la fama, la cultura de la vida convertida en espectáculo, la banalización de todo, en especial de la muerte ante la que nos volvemos insensibles de tanto contemplarla, además de una nueva visión de las causas de los atentados del 11S que, aunque sabemos que irreal, no nos cuesta imaginar como posible después de haberlo visto todo o casi todo ya en la televisión.

En fin, una novela que no te deja indiferente, que te remueve por dentro y que te hace descubrir que aún queda gente por ahí con buenas historias que contar y que, además, sabe contarlas bien.

viernes, 11 de julio de 2014

El jilguero

En esta novela de Donna Tartt y de generosa extensión nos encontramos con un protagonista que nos cuenta en primera persona su agitada existencia; a lo largo de un montón de páginas acompañamos en su periplo a Theodore Decker, un chico de trece años que vive con su madre en Nueva York y lo seguimos durante sus primeros años de juventud. Theo es un buen hijo que acude a un colegio prestigioso a costa del duro esfuerzo materno por asegurarle una buena educación. Una mañana las circunstancias y la lluvia les llevan a ambos a encontrarse visitando el Met cuando una terrible explosión destroza las salas que estaban visitando. Theo es uno de los pocos supervivientes de la masacre, logra escapar del infierno en que queda convertido el museo y en su huída se lleva consigo un pequeño aunque muy valioso cuadro, "El jilguero", que mantendrá oculto, sin ser capaz de separarse de él ni de entregarlo a las autoridades, además de un anillo que un anciano que cae herido junto a él en la explosión le entrega para que se lo haga llegar a su socio.

Huérfano y sin nadie a quien recurrir, rechazado por su abuelo y con su padre en paradero desconocido es acogido temporalmente por la familia de su compañero de colegio Andy Barbour, una familia acomodada, culta, aunque algo excéntrica. Al tiempo, se atreve a ponerse en contacto con Hobie, el socio del anciano que falleció en el museo y conoce también a su sobrina Pippa que también ha sobrevivido a la explosión aunque con graves secuelas. Las cosas parecen ir enderezándose hasta que aparece por sorpresa, después de años sin dar señales de vida, el padre del chico que lo reclama y se lo lleva a Las Vegas, con intención en realidad de beneficiarse de la gestión del fondo que su madre ha dejado para Theo.

De las calles de Manhattan y su ambiente de toda la vida el chico se ve transportado al inhóspito desierto de Nevada a donde le acompaña siempre bien oculto el cuadro del que nunca se separa. Las Vegas son lo más parecido al infierno para Theodore. Supuestamente se encuentra a cargo de su padre y la novia de este, pero ellos se dedican básicamente a buscarse la vida entre los casinos, las apuestas y demás asuntos turbios donde no tiene cabida el ocuparse de un niño. Theo está más solo que nunca, falta a la escuela, conoce a Boris un muchacho de origen ucraniano y naturaleza salvaje, más abandonado todavía que Theo porque, a pesar de tener padre, jamás conoció el amor. Ambos chicos pasan los días entre borracheras, colocones de pegamento y viendo películas en la televisión, en un barrio deshabitado a las afueras donde no llega ni el transporte público ni los repartidores de pizza.

A ese niño perdido y solitario nos lo encontramos más adelante de vuelta en Nueva York, convertido en un adulto que se sumerge en las drogas y el alcohol para escapar de su soledad, que sigue tratando de llenar el hueco que su madre le dejó, un sumidero en el que se va hundiendo sin remedio a pesar de que podemos adivinar una posible vía alternativa, que podría salvarse y disfrutar de una vida "normal", la que podría esperarle al lado de Hobie, que se convierte casi en un segundo padre para él, que le acoge y le da un oficio del que vivir en el mundo de las antigüedades, e incluso llega a planear una boda que le podría situar bien en el entorno social. Pero ese no es su destino ni se esfuerza por alcanzarlo, él sigue hundiéndose arrastrado por el peso de su dolor y tendrá en su cuadro oculto la única fuerza que le hace sentir que tiene algo valioso, algo que lo distingue de los demás y le da sentido, aunque tenga que mantenerlo en secreto. Y para ayudarle en ese camino sin retorno reaparece su ángel negro, su amigo Boris que tira de su manga hacia el pozo de la nada, porque su amistad es profunda pero letal, le lleva a lo peor de la autodestrucción. Y cuando tenga que acompañarlo para recuperar su jilguero perdido, emprenderá un descenso definitivo hacia el desastre.
El Jilguero de Carel Fabritius

En la novela nos encontramos con un minucioso detalle de las sensaciones, los pensamientos y las alucinaciones, las ansiedades y miedos sin fin, las sospechas y el vacío existencial, pero también mos acercamos al disfrute de la amistad fraternal, el amor de la familia y la sensación de pertenencia, en un relato que se desarrolla sin prisa, a pesar de ir avanzando en la narración se detiene en cada reflexión, en cada momento de ansiedad o sufrimiento. Es esta una novela alejada del buenismo, de todo intento de salvar el honor del protagonista, de hacerle aparecer como un personaje positivo. Nos lo muestra como un ser débil y sometido a la esclavitud de sus adicciones, con un muy buen fondo, una buena base humana, Theo es una buena persona pero que perdió demasiado pronto y de manera demasiado brutal los pilares de su vida y desde entonces sus cimientos no fueron sino arenas movedizas sobre los que nada permanente es posible construir. Y sufrimos con ese hundimiento anunciado, al menos yo he sufrido junto a ese joven al que tomas cariño necesariamente y como él, llegas a añorar a esa madre ausente a la que sigue adorando y cuya figura no para de crecer aún después de muerta, encarnando todo lo luminoso que pudo haber en su vida. Sólo Pippa se le asemeja de alguna manera como referente positivo, tal vez porque pasó por la misma experiencia traumática que él, sufrió el mismo shock pero salió de ello fortalecida en sus virtudes, en vez de perderse en la oscuridad como Theo, ella sobrevivió física y psicológicamente. Theo la ama desde el primer día y parece ser la única que podría darle un sentido a su vida.

El libro es largo, bastante largo la verdad y además, aunque la prosa es bastante limpia y se lee bien, es preciso contar con tiempo y ánimo para embarcarse en él, ya que resulta una lectura intensa, dramática en ocasiones pero que toca en lo más profundo, porque entra de lleno en lo más oscuro del alma del protagonista, en su soledad y en sus duras experiencias. Una lectura recomendable, sin duda, que merece la pena disfrutar, aunque sea a costa de sufrir algo por ello.

jueves, 3 de julio de 2014

El último pasajero

Cuando una novela comienza con un capítulo tan impactante y atractivo como lo hace “El último pasajero” del polifacético (además de abogado, presentador y guionista) autor gallego  Manel Loureiro, con un ambiente cargado de tensión y miedo a lo desconocido, ya te engancha sin remedio y te predispone a continuar con su lectura ansiando descubrir qué se oculta tras los extraños sucesos como los que se nos presentan ante los ojos. Y esta novela es, verdaderamente, de las que enganchan hasta el final.

Nos encontramos en el año 1939 cuando los tripulantes de un carbonero que navega por mitad del Atlántico se cruzan con un enorme barco “fantasma” aparentemente abandonado y completamente vacío, envuelto además en una atmósfera extrañamente gélida en medio de una espesísima niebla donde no se escucha ni un sonido, ni tan siquiera el golpeteo del agua contra el enorme casco. Todo es quietud y ausencia de vida. Dentro del inmenso crucero alemán, de nombre Valkirie y decorado de esvásticas en todas sus versiones, no encuentran absolutamente a nadie. La cena está recién servida sobre las mesas del comedor, los botes de salvamento permanecen amarrados y ningún rastro de vida acompaña a todo eso. Solamente un bebé con una cruz judía al cuello como único indicativo y envuelto en una manta aparece en mitad de la sala de baile. Los marineros del carbonero lo sacan apresuradamente del barco y lo remolcan hasta el puerto más cercano, al que llegan cuando ya se ha declarado la que será la segunda Guerra Mundial.

Setenta años más tarde, ese niño, convertido ahora en un excéntrico millonario de nombre Isaac Feldman, dueño de lucrativos negocios a nivel mundial, ha rescatado aquel barco del depósito militar donde ha pasado las últimas décadas, lo ha restaurado y devuelto su esplendor original y reúne en él a un variopinto grupo de científicos y expertos para recrear el viaje inaugural (y único) del viejo Valkirie para tratar de descubrir qué fue lo que ocurrió entonces, a dónde fue a parar la tripulación y los pasajeros de aquel inmenso barco y porqué sólo él sobrevivió. La protagonista de la novela es Kate Kilroy, de soltera Catalina Soto, una joven periodista española que es enviada por el periódico londinense en el que trabaja a cubrir la noticia, en base a la cual espera escribir un reportaje de investigación, para lo cual consigue ser invitada por el señor Feldman a tomar parte en el crucero. Este trabajo le servirá también a Kate como distracción para mitigar el dolor por la reciente muerte de su marido en un accidente y tratar así de recuperar su vida anterior, enfrascándose de lleno en su actividad laboral.

La novela reúne muchos elementos atractivos del género de intriga o misterio, todo bien combinado para dar lugar a una novela muy emocionante que cuenta con su buena dosis de suspense, bastante acción y fenómenos inexplicables, rayando con el género de terror. La narración es muy visual, en seguida te introduce en las escenas y recrea vivamente los escenarios. Las diversas historias que se cuentan sobre varios casos de barcos fantasmas aparecidos a lo largo de la Historia son fascinantes, al margen de que se puedan o no creer, que se tomen más o menos en serio, no dejan de ser uno de esos misterios sin resolver que pueblan las leyendas desde la Antigüedad y que despiertan la curiosidad en cualquiera que las escuche, junto con la posibilidad de viajar en el tiempo, uno de los más atractivos tópicos de la ciencia ficción. En esta ocasión, el pasado al que nos transporta la historia es a la Alemania nazi, en su versión más esotérica, con su fuerte simbolismo y su carga de leyenda de alcanzar una sociedad perfecta sometida al líder todopoderoso, vamos, terror en estado puro. Este libro combina estupendamente la ambientación en el tiempo actual con todos los elementos de modernidad, tecnología y realismo con los elementos arcanos e irracionales, mantiene el equilibrio entre los razonamientos científicos y las hipótesis más esotéricas, nos permite asomarnos a las posibilidades de lo desconocido con los pies en la realidad más lógica.

El ritmo del relato es ágil y la transición entre capítulos te arrastra de uno a otro sin pausa. Bien es cierto que a partir de un determinado momento la alternancia del presente con el pasado se hace un tanto confusa, la realidad se entremezcla con lo imaginado igual que les ocurre a los personajes, dudando en ocasiones sobre si lo que vemos es real o imaginado. También indicaría que algunas escenas de violencia o sexo son más explícitas de lo que mi gusto suele apreciar, pero creo que una vez enfrascados en el ambiente de la historia, asumiendo que no estamos ante una novela realista sino ante una mezcla de suspense, fantasía y acción desatada, se puede aceptar la irrealidad con la que nos enfrentamos y asumir todos los trucos que nos plantea el autor. Dicho esto, no resulta difícil sumergirse en el inquietante misterio, deslizarse hacia la niebla insondable que sabemos que oculta secretos que nos sorprenderán y dejarnos llevar por un rato hacia el lado más tenebroso de la realidad. Puro entretenimiento en definitiva.