Llevo muchos años siguiendo fielmente la serie de novelas de Lorenzo Silva protagonizada por los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, por lo que no podía dejar pasar la ocasión de comprobar qué tal se manejaba este estupendo autor en esta excursión fuera de su género habitual. Música para feos no es, en absoluto, más de lo mismo, no es una versión distinta de lo que ya nos venía contando Silva en sus novelas anteriores, comenzando por que es una historia centrada en un romance, elemento que no abunda en las entregas del guardia Bevilacqua y su equipo, además de que no hay ni asomo de crímenes o delitos por resolver, pero también es cierto que sí que encontramos entre sus páginas muchos elementos que ya nos son conocidos de obras anteriores, probablemente los mejores rasgos del autor, como son la introspección en la mente de los personajes, el dibujo acertado de la sociedad española actual, el análisis profundo de los sentimientos y de los impulsos que mueven a las personas que, si bien en los otros libros se refería generalmente al impulso que lleva a trasgredir la ley de cualquier manera, en este caso se centra en las relaciones personales, en lo que atrae a una persona hacia otra, en el modo en que dos desconocidos van enredándose en una relación amorosa que vemos nacer y crecer a través de las páginas de esta novela en la que Silva demuestra que tiene mucho que decir más allá del género policíaco que le ha dado la fama hasta ahora, que es capaz de crear una historia llena de sentimientos y mostrarnos el proceso de enamoramiento de una manera magistral llena de verdad y sin sentimentalismos innecesarios.
Sí que sorprende, en cambio, el cambio de registro por el cual el autor se pone en la piel de una mujer; es una voz femenina que resulta siempre creíble la que nos narra en primera persona esa historia de amor que se desarrolla en un espacio temporal muy actual, en un Madrid fácilmente reconocible, absolutamente contemporáneo, donde se despliega todo el relato de una historia que comienza en una noche de sábado en un bar cualquiera, en un encuentro de esos que generalmente no llevan más allá que a una noche de pasión de las de aquí te pillo, aquí te mato, pero que en este caso es el primer paso en una inesperada, por no buscada, relación amorosa que resulta muy auténtica en su desarrollo, con algunos secretos y reservas que deberán ir desvelándose según avance la trama, sin ser estos secretos los que marquen el argumento de la novela, sino la evolución de los sentimientos de Mónica y Ramón, cómo van enamorándose y consolidando su relación.
Y toda esa historia está sembrada de canciones, porque esta novela es novedosa y distinta en este sentido: es una experiencia multimedia total que da un nuevo sentido a este invento moderno que es el libro electrónico, su lectura justifica abandonar el libro en papel porque vamos a ir participando en directo a través de los enlaces que se nos proporcionan del intercambio de canciones que se hacen los amantes en sus conversaciones telefónicas, sus mensajes por Whatsap y sus charlas por Skype, todas ellas trufadas de música que va hablando por ellos, que transmite lo que las propias palabras no alcanzan a expresar. La música tiene un papel fundamental como un elemento narrativo más, tan importante como los demás y hacen de esta novela una lectura diferente y más completa. Ni que decir tiene que ya he añadido en mi lista de favoritos de Spotify la playlist Música para feos para seguir deleitándome con sus joyitas sonoras de vez en cuando.
Y toda esa historia está sembrada de canciones, porque esta novela es novedosa y distinta en este sentido: es una experiencia multimedia total que da un nuevo sentido a este invento moderno que es el libro electrónico, su lectura justifica abandonar el libro en papel porque vamos a ir participando en directo a través de los enlaces que se nos proporcionan del intercambio de canciones que se hacen los amantes en sus conversaciones telefónicas, sus mensajes por Whatsap y sus charlas por Skype, todas ellas trufadas de música que va hablando por ellos, que transmite lo que las propias palabras no alcanzan a expresar. La música tiene un papel fundamental como un elemento narrativo más, tan importante como los demás y hacen de esta novela una lectura diferente y más completa. Ni que decir tiene que ya he añadido en mi lista de favoritos de Spotify la playlist Música para feos para seguir deleitándome con sus joyitas sonoras de vez en cuando.