Hace ya algún tiempo que tenía ganas de conocer a Alejandro Palomas, autor del que no paro de oír hablar, y siempre en positivo, desde hace algún tiempo, así que esta novela "Una madre" me pareció una manera óptima de hacerlo. Esta ha sido mi segunda participación en un reto de lectura conjunta (la primera fue con "Vestido de novia" aunque en aquella ocasión no lo comenté en mi entrada sobre el libro) Al no ser yo una persona excesivamente gregaria (por no decir que no lo soy en absoluto), no me había planteado nunca participar en este tipo de actividades comunitarias, de hecho nunca me he apuntado a ninguna lectura conjunta desde este blog, pero el hecho de que en esta ocasión esta actividad esté organizada dentro de un grupo de lectores en Facebook con 770 miembros entre los que es fácil pasar más o menos desapercibida y teniendo en cuenta que no me plantean más obligación que comentar en una conversación informal mis opiniones sobre el libro seleccionado, me decidí a participar, ya por segunda vez, en esta experiencia y tuve así la oportunidad de conocer esta interesante novela y estrenarme así con el autor al que tantas ganas le tenía y con el que no dudo que repetiré en algún momento. Añado como ventaja de seguir este club de lectura que me ha ayudado ya en estas dos ocasiones a tomar la dura decisión semanal de "¿con qué libro me pongo a continuación?" Y en ambos casos la elección ha sido todo un éxito, no cabe la menor duda.
Destacaría como una de las mayores virtudes de este autor el ser capaz de hacer literatura de la cotidianeidad más absoluta: sin más trama que una reunión familiar con motivo de la cena de Nochevieja, Palomas va a crear todo un mundo en el que no vamos a descubrir ni grandes secretos ocultos ni asistiremos a espectaculares sorpresas finales; todo lo que cuenta ocurre en una noche entorno a una mesa festiva a donde se acercarán los tres hijos y el hermano de Amalia, la madre. Eso sí, el autor nos mostrará el auténtico rostro de cada uno de los personajes, las relaciones que les unen a los demás, diseccionará a través de minuciosos detalles a cada uno de ellos y nos los enseñará por dentro, con sus manías, sus temores, su papel dentro del "organigrama" familiar. Así tenemos a Silvia, la mayor, amargada, pluscuamperfecta, controladora; a Emma, la mediana, insegura, la que se deja llevar por la corriente, arrastrando su dolor tras ella y con su compañera, Olga, tan distinta a ella; Fer, el narrador, el único chico y el más pequeño, hombro en el que todos descargan sus problemas, tratando de buscar su lugar en el mundo tras sus fracasos sentimentales y tan unido a su madre; el tio Eduardo que tarda en aparecer, el hermano de la madre que vuelve buscando cobijo al calor de ese hogar que es su única familia. Y esa madre, centro sobre el que pivota la familia, descubriendo por fin la vida tras su separación, un personaje casi naif de feliz e inocente, de inconsciente incluso, a pesar de los malos tiempos pasados conserva intacta la ilusión por la vida y tiene como primer objetivo vital salvar a sus hijos del sufrimiento; Amalia nos divertirá con sus diálogos y reflexiones casi surrealistas, llenas de optimismo y buena fe, pero sobre todo nos mostrará su valentía. Y finalmente el padre, el gran ausente, el que une a todos en su contra, al que nadie añora ni recuerda con cariño pero cuya sombra permanece y deben aprender a borrar de sus vidas.
El libro es básicamente un monólogo de Fer salpicado por abundantes diálogos del resto de los personajes. Desde los ojos del narrador que observa a su familia vamos conociendo el mundo personal de cada uno de sus miembros, de una familia que es como cualquier otra, porque todas las familias se parecen tanto a las demás y al mismo tiempo son todas distintas, con sus reglas internas propias, sus secretos, sus códigos, sus frases hechas y sus historias y anécdotas mil veces contadas y repetidas alrededor de la mesa. Fuente de fortaleza y también la mayor debilidad para cada uno de los miembros, porque todos llevan a cuestas sus heridas de guerra, el pasado que les ha hecho ser como ahora son, algunos las muestran y otros las ocultan en lo más profundo, a algunos les han ayudado a crecer y a ser mejores personas y en otros casos se han convertido en peores personas de lo que eran antes. Pero todo se acepta y se admite dentro de la familia, porque la familia constituye, en todo caso, un refugio seguro al que regresar, donde sabes que te quieren a pesar de tus errores, porque te conocen por dentro y saben como fuiste antes de que la vida te pasara por encima. Y más que nadie la madre sabe ver dentro de cada uno de sus hijos y estar ahí cuando sabe que hace falta, sin preguntar, sin entrometerse, pero estando y salvándolos cuando más lo necesitan.
En definitiva, esta es una de esas novelas que con pocos elementos crea todo un mundo, que llega muy adentro, una novela totalmente contemporánea pero que narra historias atemporales que te hacen reflexionar sobre tí mismo y muestra el valor de cada vida, de cada individuo, demostrando que para escribir una gran novela no hace falta contar grandes cosas sino contarlas muy bien. Y eso lo logra Alejandro Palomas en esta ocasión, no hay duda de ello.
El libro es básicamente un monólogo de Fer salpicado por abundantes diálogos del resto de los personajes. Desde los ojos del narrador que observa a su familia vamos conociendo el mundo personal de cada uno de sus miembros, de una familia que es como cualquier otra, porque todas las familias se parecen tanto a las demás y al mismo tiempo son todas distintas, con sus reglas internas propias, sus secretos, sus códigos, sus frases hechas y sus historias y anécdotas mil veces contadas y repetidas alrededor de la mesa. Fuente de fortaleza y también la mayor debilidad para cada uno de los miembros, porque todos llevan a cuestas sus heridas de guerra, el pasado que les ha hecho ser como ahora son, algunos las muestran y otros las ocultan en lo más profundo, a algunos les han ayudado a crecer y a ser mejores personas y en otros casos se han convertido en peores personas de lo que eran antes. Pero todo se acepta y se admite dentro de la familia, porque la familia constituye, en todo caso, un refugio seguro al que regresar, donde sabes que te quieren a pesar de tus errores, porque te conocen por dentro y saben como fuiste antes de que la vida te pasara por encima. Y más que nadie la madre sabe ver dentro de cada uno de sus hijos y estar ahí cuando sabe que hace falta, sin preguntar, sin entrometerse, pero estando y salvándolos cuando más lo necesitan.
En definitiva, esta es una de esas novelas que con pocos elementos crea todo un mundo, que llega muy adentro, una novela totalmente contemporánea pero que narra historias atemporales que te hacen reflexionar sobre tí mismo y muestra el valor de cada vida, de cada individuo, demostrando que para escribir una gran novela no hace falta contar grandes cosas sino contarlas muy bien. Y eso lo logra Alejandro Palomas en esta ocasión, no hay duda de ello.