El suyo parece un hogar idílico pero alguna razón hay para ese aislamiento estricto que mantienen del resto del mundo, algo les lleva a esconder a sus hijas de todas las miradas y este secreto será el que Rose y Elmer no están dispuestos a permitir que sea desvelado. La llegada de un extraño que aparece en aquel remoto lugar, las inquietudes de la adolescente Iris, deseosa de experimentar el amor verdadero que sólo conoce a través de sus constantes lecturas de novelas románticas y la necesidad de contacto humano por parte de la sensible Melissa provocarán un giro inesperado en la pacífica situación que disfrutaban hasta ese momento.
Como siempre, Paul Pen logra crear una ambientación claustrofóbica, incluso en mitad de un escenario tan abierto como puede parecer a priori un extenso desierto en la Baja California. Los personajes, sobre todo las niñas, se encuentran aisladas, sin posibilidad de acercarse al pueblo, contactar con otras personas, conocer a chicos de su edad, lo que origina una situación tensa que tendrá que acabar explotando. La acción comienza con un tono pausado que pronto se acelera cuando el peligro de ser descubiertos se acerque a la casa en forma de un chico aparentemente inofensivo que recorre el desierto a pie pero que supondrá un riesgo para los secretos tan bien guardados hasta ese momento.
Están muy bien tratados los temas de las relaciones familiares, como ya ocurre en otras novelas del autor, el amor de los padres, la idea de maternidad y todas sus posibles variantes, así como la descripción de tantos aspectos de la naturaleza humana en cada uno de los personajes tan bien retratados, entre los que destaca la sociabilidad como elemento esencial de todas las personas. Todo ello contado de manera muy entretenida y que engancha en la lectura de un relato que, aunque no llegue a ser frenético, sí que tiene sus picos de tensión que se disfrutan y acaban haciéndote pensar sobre todos esos temas mencionados y alguno más.