Lo que destacaría, por encima de todo, más allá de la trama en sí, que es muy entretenida, sería la estupenda forma de describir a los personajes: todos los ellos tienen entidad propia, los protagonistas y también los secundarios son absolutamente creíbles, muy bien dibujados, sin caer en el estereotipo, los retratos son profundos, los diálogos son vivos, con un lenguaje actual y fresco, reflejan acertadamente la personalidad de cada uno: Antoine, con la angustia de ver pasar los años sin alcanzar el ansiando éxito social y económico; las hijas cada una diferente: Hortense, exquisita y refinada a sus catorce años, con grandes planes de futuro y la pequeña Zoé, inocente, cariñosa y dulce, parecen un remedo de la relación de la propia Joséphine con su hermana Iris, la triunfadora implacable en el aspecto social que le echa en cara sus fracasos y la maneja a su antojo mientras vive la mentira de un matrimonio basado en la rutina y el interés; su marido, Philippe, que se defiende de una realidad que le asquea bajo una capa de frialdad ; La madre, Henriette, altiva y manipuladora que alcanzó la categoría de nueva rica a través de su segundo matrimonio con Chef, un empresario de gran éxito pero origen humilde y toscos modales que encuentra consuelo en Josiane, una superviviente que anhela seguridad y cariño; o Shirley, la amiga y confidente, siempre con un consejo sabio o un comentario acertado desde la más cruda visión de la realidad.
“¡A la mierda la poesía! Eso es algo que han inventado para pegárnosla. ¿Sabes tú de alguna relación poética? Yo sólo sé de fraudes y escabechinas.”Y finalmente Joséphine, la protagonista, una mujer de carne y hueso, esposa, madre, trabajadora, estudiosa, es como un corderito entre una manada de lobos: no sabe decir que no, no tiene grandes ambiciones, se desenvuelve mejor entre los usos de la Francia medieval que en la vida real. Tan sólo aspira a ver crecer felices a sus hijas y tal vez encontrar un hombre que la quiera de verdad, al que no le importen sus kilos de más ni su pelo sin teñir. Lucha por poder acostarse por las noches sin tener que darle vueltas y más vueltas a las cuentas del mes. Y cuando se encuentra frente a la posibilidad de alcanzar todo le asaltan todo tipo de dudas.
Y la historia es creíble, tanto que podría ocurrir en la casa de al lado, nos encontramos ante personas reales con sus distintos estados de ánimo, deseos y sentimientos, desde las primeras escenas entras de lleno en sus vidas: matrimonios sin amor, basados en la rutina y la conveniencia, infidelidades, hijos, familiares y amigos cada uno con su propia personalidad, vidas que se cruzan unas con otras, a veces aparentemente sin rozarse, otras dejando un gran rastro de ayuda, apoyo o consejo pero también de traición, dolor o desprecio. Los grandes temas actuales, el miedo, la ansiedad, la soledad en medio de tanta gente, el vivir de las apariencias, de la presunción de éxito y triunfo social, las relaciones en las que se intercambia amor por dinero, poder, influencias, pero a veces también sólo a cambio de un poco de protección y amparo, todo eso está magníficamente contado.
Un relato actual donde, como bien entiende Jo, hoy día, igual que en el siglo XII, es el amor, la amistad y la familia lo que sustenta al individuo porque a pesar del paso de los siglos al final el objetivo siempre es el mismo: alcanzar la felicidad personal que no se encuentra ni en la riqueza ni en la fama, porque es tan difícil darse cuenta de que la Felicidad con mayúsculas no existe, que hay que buscarla a diario en las pequeñas cosas. A la vez que va escribiendo sobre la Edad Media, Jo va aprendiendo a resurgir, a ser independiente, mezcla la realidad con sus personajes de ficción pero acaba aprendiendo de su propio pasado y encuentra fuerzas para enfrentarse al futuro.
Joséphine aprende a luchar sola, a que tiene que labrarse su propia felicidad día a día, equivocándose y volviéndose a levantar y aunque suene a filosofía barata, creo que el mensaje se transmite con eficacia en esta novela, que recomiendo sin dudar.
“El amor es la mayor de las riquezas... El amor que damos y el que recibimos. Y yo no puedo pasarme sin esa riqueza...”