jueves, 11 de abril de 2024

Salir de la noche

De entre las lecturas de las que hice acopio mientras preparaba mi reciente viaje a Roma, no todo iban a ser guías turísticas o diarios de viaje. Uno de los libros elegidos para formar parte de este maratón de lecturas italianas fue "Salir de la noche", donde el periodista Mario Calabresi, originario de Milán, recrea uno de los aspectos más oscuros de la reciente historia de su país y que marcó duramente a su propia familia.

El día 17 de mayo de 1972 el comisario de policía Luigi Calabresi fue asesinado a la puerta de su casa en Milán por terroristas de extrema izquierda. Al drama del asesinato se uniría el hecho de que éste fue el resultado de una campaña de difamación iniciada tras la muerte en diciembre del 69 del ferroviario y activista anarquista Giuseppe (Pino) Pinelli, cuya muerte, tras caer desde una ventana de la comisaría de Milán mientras era interrogado por el atentado ocurrido días antes en la Piazza Fontana, fue achacada en falso al comisario Calabresi.

El hijo mayor de Calabresi, Mario, que en el momento de su muerte sólo contaba con tres años de edad, termina convirtiéndose en periodista y no puede evitar dedicar muchos años a investigar los sucesos que rodearon la muerte de su padre y los conflictivos tiempos en que esta se produjo, los que se conocieron como los años de plomo dentro del siempre convulso escenario político italiano. De ahí surge este libro donde nos presenta la vida familiar tras la muerte del padre, las visitas al cementerio, el desconsuelo de la joven madre que queda viuda con dos niños muy pequeños y otro en camino, los amigos que les acompañan y los que les dan las espaldas. Enlaza junto a sus propios recuerdos los testimonios de otras historias familiares; entrevista a otros familiares de víctimas del terrorismo, a otros que como él quedaron huérfanos y tuvieron que cargar, además de con el dolor, también con el peso vergüenza de las campañas en prensa, el linchamiento público. Y sumando a todo ello la humillación añadida de soportar el aura de héroes que durante mucho tiempo rodeó a los asesinos de sus padres y maridos y su posterior incorporación a la vida pública, una vez cumplidas sus condenas.

"La disparidad de trato entre quien asesinó y quien fue asesinado es irreparable, se prolonga a lo largo de los años, agravada por el hecho de que quienes asesinaron entonces escriben memorias, son entrevistados en la televisión, participan en algunas películas, ocupan puestos de responsabilidad, mientras que a la viuda de un agente nadie va a preguntarle cómo ha vivido desde entonces sin su marido, si tiene hijos que vivieron una infancia de orfandad, si el tiempo que ha pasado les ha cicatrizado las heridas, el pesar, el dolor.."

Las palabras del senador Gerardo D’Ambrosio, que ejerció de juez del caso que investigó las muerte de Pinelli, es buena muestra del sistema partidista italiano, de su variedad de ideologías, tendencias y divisiones que muchas veces se confunden en un galimatías de siglas y asociaciones que se enfrentan y no siempre se sabe muy bien en qué bando acaban por encasillarle a uno.

"Las actuaciones judiciales así lo indican y, repito, hay pruebas irrefutables. En ese momento escribieron en los muros que yo era un fascista. Luego, cuando dije que no fueron los anarquistas quienes pusieron las bombas, entonces dijeron que yo era un comunista. Así es Italia."

sábado, 6 de abril de 2024

Roma desordenada. La ciudad y lo demás

Juan Claudio de Ramón ejercía de primer secretario de la embajada de España en Roma cuando decidió dejar por escrito las impresiones sobre esta ciudad que tuvo el placer de recorrer, descubrir, pasear, pensar y terminar amando de manera incondicional. En "Roma desordenada. La ciudad y lo demás" nos ofrece una colección de breves relatos contados en primera persona donde plasma sus paseos y visitas, reflexiones y descubrimientos; nos deleita con anécdotas propias de su vida doméstica junto con sucesos históricos ocurridos a los largo de los miles de años con los que cuenta la ciudad. De Garibaldi a los césares, de Ramón Gaya a los Papas, pasando por artistas, santos, políticos; recorriendo el ghetto, la Via Veneto de la Dolce Vita, deteniéndose en cafés, fuentes, escaleras, barrios o cementerios; calles, villas, museos, jardines y palazzos; iglesias, pinturas, novelas o películas, cualquier lugar o momento le vale al autor para retratar algún instante de la vida cotidiana o de la Historia de Roma. 

La lectura de este libro me ha encontrado de viaje en la propia Roma y cada noche descubría entre sus páginas un nuevo rincón que visitar, una historia del pasado sucedida en alguna calle cercana a nuestro alojamiento, una obra de arte digna de contemplar en nuestra siguiente salida por la ciudad. Ha sido una guía de viaje extraordinaria con la cual, de la mano del autor y siguiendo sus pasos, movernos libremente a través de los siglos y las callejuelas, entre los habitantes y los lugares más peculiares de esta ciudad de tráfico insoportable, ruido constante, fuentes cantarinas y pinos que diseñar el perfil del horizonte de una urbe universalmente reconocida, odiada y amada a partes iguales y que nunca es posible terminar de conocer del todo. Afortunadamente siempre existirán excusas para regresar una y mil veces a Roma 

sábado, 30 de marzo de 2024

Roman Stories

Cuando hace algunas semanas me encontraba planeando un próximo viaje a Roma, empecé a revisar entre mis libros pendientes alguno que me transportar a aquella ciudad para ir ambientándome para mi próximo destino. Así fue como recuperé "Roman Stories", una colección de relatos de la ganadora del premio Pulitzer Jhumpa Lahiri a la que hace tiempo que tenía pendiente leer, aunque en realidad era su novela "La hondonada" la que se encontraba por delante en mi lista de pendientes, pero las circunstancias mandan, así que en esta ocasión opté por el libro  que lucía mi próximo destino viajero en su título.

Lo que me encontré fueron una serie de breves narraciones en las que la ciudad de Roma es el elemento en común, aunque en ocasiones desde un punto de vista algo particular, como sucede con la historia con la que arranca el libro que está contada por una chica inmigrante y sucederá lejos de la ciudad, en una casa vacacional junto al mar, de cuyo cuidado se ocupan la chica y su padre, a la que acuden urbanitas deseosos de conectar con la Naturaleza y dejar de lado por unos días el bullicio de las ciudad.

Los personajes que transitan por las historias nunca tienen nombre; los conoceremos como el padre, el chico, la esposa, la viuda o, como mucho, por la inicial de su nombre. Podrían encontrarse en cualquier gran ciudad del mundo; algunos son romanos de nacimiento pero generalmente son extranjeros viviendo en Roma, inmigrantes de distintos orígenes, algunos con trabajos precarios y otros expatriados por sus empresas que viven acomodadamente. A través de los ojos de estos protagonistas tan variopintos vamos descubriendo la ciudad vista y vivida desde perspectivas dispares, desde los que han vivido allí toda su vida hasta los que la conocen de adultos, recién llegados desde lejanos lugares y para los que no siempre es un lugar acogedor.

Me ha gustado especialmente el capítulo centrado en una de las muchas escalinatas que ascienden hacia alguna de las colinas de Roma en torno a la cual se suceden diferentes historias en las que cada personaje se relaciona de una manera diferente con ese rincón del barrio que para algunos es su hogar lleno de recuerdos, para otros es un desafío por conquistar, unos se tratan de integrar, otros sufren viendo cómo se ha degradado el vecindario. Allí confluyen ancianas, adolescentes, inmigrantes... Diversidad de personas y vivencias con modos de vida distintos, sueños y expectativas muy diversas pero que comparten el mismo escenario, el de la que seguirá siendo, por mucho tiempo que pase y personas que sigan llegando a ella, para siempre la ciudad eterna.

domingo, 24 de marzo de 2024

El arpista

Desde el momento en que me enteré de que David Galindo Martínez, un profesor de instituto cartagenero, había quedado finalista en el Premio Planeta del año 2022 con su primera novela, "El arpista", me la apunté de inmediato en mi lista de lecturas pendientes, atraída fundamentalmente por el escenario y la época en la que transcurre la historia que no es sino La Manga del Mar Menor de los años sesenta, poco después de que algunos empresarios avezados hubieran adivinado el potencial de aquel arenal deshabitado de la costa murciana de cara al boom turístico que se veía venir gracias a los europeos deseosos de disfrutar de su sol, sus playas y el buen tiempo garantizado. Pero ese despegue aún no se ha terminado de fraguar en el momento en que se sitúa esta historia y menos aún en la temporada baja, cuando el lugar es poco más que una larga lengua de tierra entre dos mares, con algunas edificaciones desperdigadas a lo largo de una carretera por la que que apenas circulan coches y en el hotel en el que trabajan los protagonistas no hay sino unos pocos huéspedes, más viajeros por negocios a la búsqueda de oportunidades de inversión que turistas ociosos.

Los empleados del salón ámbar de este solitario hotel de veraneo: Ernesto, el barman; Julio, el camarero y Eva, la animadora, son los personajes que acompañan al arpista y narrador de la historia, el que fuera un niño prodigio de la música y ahora se dedica a amenizar las veladas a los turistas. Los cuatro compañeros deciden combatir el aburrimiento metiéndose a detectives tratando de desentrañar el misterio de tres desapariciones ocurridas entre huéspedes del hotel en los últimos meses. En gran parte para entretenerse en las largas jornadas sin apenas ocupación, dada la escasez de clientes en temporada baja, los compañeros van elaborando teorías, elucubrando con las causas de las desapariciones, mezclando teorías conspiranoicas con posibles desfalcos empresariales o líos de faldas entre las posibles hipótesis. Ni siquiera pueden constatar si los tres desaparecidos están vivos o muertos ni descartar que no hayan huido voluntariamente. Por otra parte, la última guerra mundial no queda demasiado lejos, apenas veinte años desde su final y su sombra todavía se abate sobre Europa, tal vez acompañada de alguna venganza o resarcimiento pendiente que pudieran estar detrás de las desapariciones.

Hotel Galúa años 60

Aunque el estilo de la novela resulta en ocasiones demasiado elaborado, con frases largas, giros complicados y un léxico algo rebuscado que restan naturalidad a la escritura, también se aprecia y se agradece el esfuerzo por convertir lo que pudiera ser nada más que una novela policíaca, aunque se trate de investigadores aficionados, en algo más profundo e incluso, por momentos, poético. Tampoco puedo dejar de señalar lo que más he apreciado en esta lectura que ha sido la descripción del escenario: lo que debió ser La Manga del Mar Menor cuando todavía era un paraje casi desértico lleno de posibilidades. He disfrutado con el buen retrato de ese lugar inhóspito, una larga lengua de arena entre dos mares todavía no saturada de edificios, tráfico y ruido; un mundo de silencio, dunas, playas vacías y vegetación resistente a los vientos y la salinidad, salpicada de contadas residencias y algún hotel en los que unos pocos afortunados todavía disfrutaban del paraíso no mancillado.

lunes, 18 de marzo de 2024

Una escritora en la cocina

"Una escritora en la cocina" es una divertida y desenfadada crónica de la relación de la autora, la escritora y periodista Laurie Colwin, con la cocina. Basándose en su propia experiencia como amante de los fogones desde bien joven, nos ofrece en estas páginas un compendio de episodios y situaciones vividas, siempre en torno a algo tan cotidiano y necesario como es cocinar y comer, salpicado de recetas de todo tipo, muchas de ellas con una pinta deliciosa.

Entre las escenas que nos ofrece la autora hay algunas tan disparatada como la de preparar cenas gourmet en un apartamento de 12 metros cuadrados sin más cocina que un hornillo eléctrico y una bañera donde enjuagar la verdura y lavar los platos, en una época en la que su alimento básico era la berenjena preparada de mil maneras; además nos proporciona el método infalible para freír pollo, nos enseña a hacer recetas clásicas de toda la vida como budin de pan con chocolate o sus adoradas espinacas a la crema y nos da ingeniosas ideas para enfrentarnos a comensales con todo tipo de manías, intolerancias o prohibiciones de cualquier tipo a la hora de comer.

"Cualquier anfitrión o anfitriona ha sufrido la misma pesadilla. Se planea una cena para seis invitados, dos de los cuales comen kosher, y se concibe un menú a partir de este hecho: pescado frío en salsa verde, lasaña vegetariana, una ensalada y una tarta de peras. En el último momento, se desvela que, de los otros cuatro comensales, uno sigue una estricta dieta sin gluten, otro no toma lácteos y otro es alérgico al pescado. 

La solución más sencilla al problema es cambiar de amistades de inmediato y rodearse de una cuadrilla de tragaldabas de pro con pocos melindres y una consideración nula hacia la salud".

El estilo del libro es fresco y muy divertido, evocando frecuentemente al de mi querida Nora Ephron, con ese desparpajo y gracia para contar anécdotas propias; no en balde, la Colwin también es, como la Ephron, una judía neoyorquina que hace gala de ese humor ácido e inteligente que les es tan propio, además de contar con una enorme cantidad de amigos, conocidos y gente a la que le gusta invitar a comer o a cenar. A lo largo de estas páginas nos transmite la idea de que la comida, especialmente la más casera y tradicional, es fundamentalmente disfrute, consuelo y placer (a veces culpable), así como una excusa para socializar.

"Está claro que hay platos, como el pastel de carne y la sopa de pollo, que son una especie de terapia comestible."

A cualquiera que le guste aunque sólo sea un poco cocinar y, claro está, a todo el que disfrute del buen comer, se le abrirá necesariamente el apetito con esta lectura, así como las ganas de poner en práctica más de una de las sencillas y aparentemente sabrosas recetas que van jalonando el libro, explicadas con gracia y auténtica pasión por esta entusiasta gourmet.

jueves, 14 de marzo de 2024

Tres sombreros de copa

Cualquiera que se pasee por este blog podrá comprobar que el teatro es un género que apenas aparece entre mis lecturas, a pesar de lo mucho que disfruto de verlo representado (aunque tampoco lo frecuento tanto como me gustaría) Sin embargo, de vez en cuando se me cruza por el camino alguna obra como la que hoy traigo aquí a comentar, "Tres sombreros de copa", del dramaturgo madrileño Miguel Mihura y, como clásico contemporáneo del terror estamos del siglo XX que es, me he sentido casi en la obligación de embarcarme en su lectura para cubrir en parte esa parcela de ignorancia (una de tantas como tengo) sobre este género literario.

Creo que lo primero que debemos tener en cuenta cuando nos enfrentamos a este tipo de obras, escrita hace casi cien años, es que la sociedad de ese momento era como era y se reía de lo que se reía, guiados por normas diferentes a las actuales y por tanto debemos asumir que vamos a encontrarnos con situaciones o comentarios que, a día de hoy, consideraríamos intolerables por racistas o machistas, pero no debemos valorar una obra de 1932 según las convenciones de corrección actuales.

Dionisio, el protagonista de la obra, es un joven formal y respetable que verá cómo su vida cambia de rumbo durante la víspera de su boda cuando se ve enredado en la fiesta organizada por un animado grupo de gente del espectáculo que se aloja en su mismo hotel y que se buscan la vida como pueden para completar sus escasos salarios de artistas de segunda clase. Paula, una joven bailarina de la compañía, se enamora de Dionisio y le descubre la posibilidad de escapar a un mundo muy diferente del triste destino provinciano y mortalmente aburrido que le espera tras su boda .

Esta es una obra cómica de enredo con un humor muy absurdo y desmadrado con diálogos disparatados que presenta personajes grotescos cuando no ridículos. Tras la fachada de una divertida comedia, presenta también una dura crítica a la sociedad burguesa del momento y muestra la amarga realidad de los que viven en la escasez junto a la tristeza de los que se ven sometidos a las leyes de las buenas costumbres, el dictado de las apariencias y los rígidos principios morales que les alejan de la posibilidad de una vida plena donde disfrutar de la alegría y del auténtico amor. 

domingo, 10 de marzo de 2024

No te veré morir

¿Qué pensarías si te digo que esta novela comienza con un párrafo de cincuenta páginas sin un solo punto y seguido? Pues lo mismo te asustas un poco sólo de pensarlo y te echas atrás a la hora de enfrentarte a su lectura, pero te diré también que tengas en cuenta que esta barbaridad con la que arranca "No te veré morir" ha salido de la pluma de un genio de las letras como es Antonio Muñoz Molina, con lo que espero en que te fíes de mi cuando te animo a que te atrevas a descubrir esta novela porque la experiencia lectora va a valer mucho la pena.

Hace muchas décadas, a finales de los 60, dos jóvenes amantes se separaron sin saber que esta separación iba a ser definitiva. El narrador, Gabriel Aristu, ha hecho toda su vida en Estados Unidos donde ha logrado éxito profesional, ha formado una familia, con una esposa bella y solícita y ha tenido varios hijos criados como auténticos norteamericanos; incluso ha comprado una casa de campo a la orilla del Hudson a donde sueña con retirarse ahora que su jubilación ya es un hecho. Pero antes de eso, Gabriel regresa a Madrid para reencontrarse por última vez con aquel viejo amor de juventud, Adriana Zuber, aquella novia a la que abandonó sin muchas explicaciones cincuenta años antes.

En la primera parte del libro, Gabriel rememora diferentes momentos de su propia vida y de los suyos; su marcha a Estados Unidos, sus éxitos en los estudios y en su carrera profesional destinado a convertirse en el hombre que su padre esperaba, lejos de la miseria material y moral de la posguerra en Madrid que aquel padeció.

El paso a la segunda parte del libro supone un cambio en el estilo y la mirada. Ahora el que nos habla es Julio Máiquez, otro español también establecido en América que conoció a Aristu en los años noventa, cuando éste ya estaba plenamente integrado en aquel país, y su banco financiaba la cátedra de Máiquez en la universidad de Virginia. Surge allí una amistad, a pesar de la diferencia edad, que se extenderá durante años. Ambos comparten su experiencia del descubrimiento de una realidad totalmente nueva al llegar a su nuevo país de adopción donde, a pesar de los años transcurridos, nunca dejarán de sentirse extranjeros. 

"Pero el tiempo no cura nada. El tiempo mata. El tiempo empeora y destruye. Yo lo fui aprendiendo a lo largo de aquellos años, mientras aprendía también a sobrevivir en la incertidumbre, sin hacer pie del todo nunca, por falta de verdadera solidez profesional, o por falta de astucia académica, o por simple mala suerte, por una propensión al desarreglo personal y al infortunio;"

Por momentos la lectura de esta novela me ha evocado al desaparecido Javier Marías en muchos elementos como el situar la acción en un país anglosajón, en un entorno academico, con un personaje algo misterioso con cierta relación nunca desvelada con los servicios secretos, pero también en la forma de contar: en los largos monólogos, las reflexiones sobre el paso del tiempo, la vejez y sus efectos, la propia identidad, los amores que no se olvidan o que se recuerdan como nunca fueron en realidad. No hace falta decir que he disfrutado enormemente con esta novela que es, en mi opinión, de lo mejor que he leído del autor. Y esto, hablado de un fenómeno de la escritura como es Muñoz Molina, ya es mucho decir.

"El que se marcha olvida con mucha más facilidad que el que se ha quedado. Para el que se marcha desaparece el mundo en el que se anclaba la memoria (...)

El que se va es el que olvida primero."