Esta es la única obra de no ficción que conozco de la Nemirovsky, pero así y todo, ofrece todos los elementos de su prosa tan poética, su manera de contar novelando los hechos de tal modo que podemos creer que nos las vemos con personajes salidos de su imaginación, los acontecimientos se cuentan como una aventura, los protagonistas son héroes de novela y sus interesantes apuntes sobre el estilo, la profundidad y la relevancia de la obra del autor suenan a pura Nemirovsky.
"los cuentos de Chejov son seres vivos, con los defectos y las cualidades de los seres vivos: la imperfección humana y la misteriosa vibración de la vida."
Arrancamos por la infancia y primera juventud de Chéjov, transcurrida en Taganrog, una ciudad provinciana junto al mar, en una amplia familia, rodeado de hermanos con un padre severo, antiguo siervo convertido en tendedero y obsesionado con la religión, y una madre abnegada. Las largas horas pasadas en la tienda que regentaba la familia, donde asistirá al ir y venir de tantos clientes, le servirían de inspiración más tarde; vecinos y parroquianos reunidos allí para beber, comerciantes, sacerdotes o criados, cada uno con sus cuitas, manera de hablar, aspectos y caracteres diferentes que más tarde aparecerán en los personajes de sus cuentos.
Muy pronto el joven Antón se enamora del teatro y comienza a escribir sus primeras obras que también dirige e interpreta junto a sus hermanos o en la escuela. Los hermanos mayores se trasladan a estudiar a Moscú; les sigue el padre, acuciado por las deudas que no puede pagar; más tarde la madre y María, la única hermana y finalmente también Antón. Allí malviven entre la miseria y la embriaguez del padre y los precarios empleos de los hermanos mayores. Antón es sólo un estudiante de Medicina pero pronto se convierte en cabeza de familia. Siguiendo el ejemplo de su hermano Alejandro que escribía y de Nicolás, que dibuja divinamente, Antón comienza a publicar relatos en diversos medios.
"el alegre, el encantador, el sencillo, el gentil Antocha, tan servicial, tan contento siempre de tener gente alrededor de él, de complacer a sus hermanos, de festejar a las jóvenes."
Pronto, con 26 años, ha alcanzado ya popularidad y admiración. Sus cuentos "obras maestras de delicadeza y de paciencia", son publicados y alabados, incluso comienza a recibir algún premio. También sus obras teatrales se representan con éxito. "El éxito teatral tenía algo de embriagador. Chejov empezaba a amar el aire que se respira entre bastidores." A pesar de que no siempre fueron bien recibidas al principio por el público, finalmente "La gaviota", "El tío Vania" y "El jardín de los cerezos" le llevarían al cénit de la gloria teatral.
Su salud siempre fue precaria y fallece demasiado pronto, poco después de conocer por fin el amor con la actriz Olga Knipper, tras toda una vida rehuyendo cualquier relación seria con cualquier mujer.
Alegre y vital, sus escritos reflejan "lo cotidiano, lo común, y no lo excepcional (...) El lector se reconoce en la medianía de esas existencias, en esos días monótonos y sin brillo." Es el escritor de la vida corriente y, según afirma la Nemirovsky, su heredera espiritual y literaria será la neozelandesa Katherine Mansfield a quien también he tenido el placer de descubrir recientemente. Así que se ve que, aunque quisiera evitarlo, todas mis lecturas últimamente me llevan al entorno del gran Chéjov, algo de lo que no pienso quejarme en absoluto.