miércoles, 29 de enero de 2020

La cara norte del corazon

Con "La cara norte del corazón" volvemos a reencontrarnos con la protagonista creada por Dolores Redondo para su trilogía de Baztán, la inspectora Amaia Salazar, pero en este caso el reencuentro nos transporta a su pasado, a sus años de formación en Quantico, el cuartel centrales del FBI, a donde llega Amaia avalada por su breve pero brillante carrera en la policía foral de Navarra donde ya ha destacado, a pesar juventud, por su capacidad de análisis y su agudeza para leer la mente de los criminales. Será durante estos días que se nos cuentan en esta novela cuando se forjará su estrecha relación con el agente Aloisius Dupree, el que se convertirá a partir de entonces en su mentor y amigo.

Nos situamos en esta ocasión en los días anteriores a que el huracán Katrina golpeara con fuerza la costa  estadounidense del Golfo de México en agosto del año 2005. Hasta la ciudad de New Orleans se traslada un equipo de investigadores, entre los que se encuentra Amaia en calidad de colaboradora, que tratan de adelantarse al próximo movimiento de un peculiar asesino en serie que aprovecha los desastres naturales como grandes tormentas, tornados e inundaciones para perpetrar terribles crímenes a lo largo del país, con un peculiar ritual en que familias completas aparecen muertas de manera aparentemente accidental.

El escenario de la novela se sitúa fundamentalmente en los Estados Unidos, presentándonos la crónica hora a hora del avance del huracán Katrina que constituye un elemento fundamental y decisivo en el caso que investiga el equipo de agentes y policías locales con los que colabora Amaia. La descripción de la devastación originada por la tormenta y el posterior panorama de destrucción, unido al calor sofocante y la insoportable humedad, la putrefacción y la desolación que le siguen, todo está descrito de tal manera que recrea una atmósfera opresiva, un paisaje donde reina el caos y la desesperación que el asesino aprovecha para continuar con su campaña de asesinatos perfectamente planificados. Los desplazamientos a Elizondo se realizan mediante flashbacks que nos van ampliando el relato sobre el pasado de Amaia que ya conocemos gracias a las novelas anteriores pero que ahora se nos completa. Descubriremos episodios de su infancia, lo que no se nos había contado todavía y que nos ilumina sobre su personalidad, sus traumas, sus miedos y su carácter, la tormentosa relación con su madre, las causas del distanciamiento con su padre y la importancia de la figura de su tía Engrasi en su vida.

También descubriremos algo más sobre el enigmático Dupree, sus orígenes familiares y la historia que marcó su pasado y le llevó a convertirse en agente del FBI, que tiene que ver con un antiguo caso que se entrecruzará con la investigación actual. De los bosques navarros a los pantanos de Luisina, la antigua magia del sur de los Estados Unidos se mezcla con las tradiciones y leyendas del norte de España, el vudú, los eguzkilores, las supersticiones y creencias mágicas de uno y otro lado del Atlántico confluyen en la trama de la novela y la determinan en gran parte.

Puedo decir que esta novela me ha gustado incluso más que sus predecesoras. He encontrado que está muy bien construida y estructurada, con varias tramas que confluyen muy adecuadamente, al igual que los dos escenarios, el americano y el español que transcurren en paralelo sin prácticamente entrecruzarse en ningún momento, sino que se complementan, manteniendo ambos el interés. También los personajes me han parecido muy bien dibujados y creíbles, resultando en su mayoría altamente atractivos, además de que la intriga está muy bien dosificada sin que decaiga la tensión de principio a fin. Una buena manera de continuar, aunque sea regresando a su inicio, la estupenda serie de la inspectora Salazar, recomendable para todos aquellos que disfrutaron con sus tres entregas anteriores.

domingo, 19 de enero de 2020

La chica salvaje

Hace como un par de años descubrí una nueva e insólita fuente de inspiración a la hora de elegir nuevas lecturas: el club de lectura de la actriz Reese Witherspoon. Nunca me podía esperar que una superestrella de Hollywood me proporcionara tantas y tan buenas recomendaciones de libros apasionantes, emocionantes, de esos que, más que leerse, se devoran. Algunos de los cuales, por cierto, luego esta misma actriz se dedica a llevar a la pantalla como productora y protagonista, como ya ha hecho con "Big little lies" o próximamente con "Pequeños fuegos por todas partes". La mayoría de los libros recomendados por la actriz son novelas escritas y protagonizadas por mujeres, obras de narrativa contemporánea y frecuentemente con un toque importante de suspense y entre ellas destaca alguna que otra joyita como"Eleanor Oliphant está perfectamente" o la maravillosa "La luz que perdimos".

El último descubrimiento que he rescatado de entre los numerosos títulos recomendados por la Witherspoon y anotados para próximas lecturas, ha sido esta novela: "La chica salvaje", de la veterana zoologa y escritora debutante (porque incluso a los setenta años es posible debutar en cosas) Delia Owens.

La protagonista del libro, Kya Clark, es una pequeña niña salvaje, como indica el título en su traducción al castellano del original " Where the crawdads sing", que vive sus primeros años de vida junto a su numerosa familia en una humilde cabaña en mitad de la marisma. Más pobres que las ratas del pantano en donde habitan, los niños ni acuden a la escuela ni llevan zapatos y malviven de lo que da la pesca y de un humilde huerto, sin apenas contacto con la civilización que representa el pequeño pueblo cercano, donde los Clark son considerados basura blanca. La niña era muy pequeña y ya todos sus hermanos habían huido para nunca volver, escapando de la violencia del padre y de la miseria más absoluta. Incluso su madre termina marchándose. Kya crecerá prácticamente sola cuando su padre también acabe esfumándose de la noche a la mañana.

Sola en su cabaña, vende pescado a cambio de productos de primera necesidad, ropa de segunda mano y gasolina para su lancha con la que recorre incansable la marisma. Su mundo es el pantano, sus colecciones de conchas y plumas, sentarse en su playa acompañada por las gaviotas y dibujar acuarelas de la naturaleza que la rodea. No sabe leer ni contar más allá del veintinueve pero conoce el canto de cada ave, el ritmo de las mareas, cómo cambiar las bujías de la lancha y cómo ahumar pescado.

La soledad es su hábitat pero, así y todo, añora a su familia, a su madre y a su hermano Jodie, el más cercano a ella e incluso a los otros mayores, a pesar de que ya apenas ni recuerda sus rostros. Sus relaciones se limitan prácticamente al bueno de Jumpin', encargado de la bomba de gasolina y su mujer Mabel que hacen lo posible por ayudar a la chiquilla a sobrevivir y a su único amigo, Tate Walker, con el que comparte desde niños la pasión por la naturaleza y la vida de la marisma. Juntos surcan en sus barcas los pantanos descubriendo todo tipo de especies de animales y plantas, atesorando plumas y conchas para las colecciones de Kya. Pero Tate también le enseñará a leer y le abrirá los ojos al mundo a través de libros científicos, de zoología y botánica. Cuando Tate se marche a la universidad y no regrese como prometió, otro hombre, Chase Andrews, ocupará el hueco dejado en el corazón de la joven que se debatirá entre conservar su libertad, no atarse emocionalmente a alguien que puede abandonarla como hicieron todos aquellos a quienes amó, y la necesidad de sentirse querida, de formar parte de una comunidad.

La lectura, que destaca por las maravillosas descripciones de los paisajes y la abundante riqueza natural y salvaje de las marismas de la costa atlántica de Carolina del Norte, me ha recordaba por momentos a "Una educación" con el personaje de esa pequeña salvaje que crece sola y sin recibir ningún tipo de educación formal y que acaba por construir su propia formación dirigida hacia aquello que constituye su pasión y su entorno. Unido todo lo anterior a una investigación de asesinato que no sabemos qué consecuencias tendrá para nuestra protagonista, la novela transcurre entre escenarios maravillosos, llena de interesante información sobre las especies que en ellos habitan, personajes que emocionan y una prosa llena de poesía y riqueza que constituyen en suma una inolvidable lectura que merece la pena ser disfrutada.

domingo, 12 de enero de 2020

Recuerdos del futuro

Existe una serie de elementos que se dan en "Recuerdos del pasado" que son ya habituales en las novelas de su autora, Siri Hustvedt, comenzando por su magistral forma de narrar, siguiendo por ese mundo propio que recrea donde aparecen siempre su escenario favorito, la ciudad de Nueva York, junto al papel primordial de la escritura en el argumento, reflejando en numerosos episodios metaliterarios y la reflexión sobre la condición de la mujer en la sociedad. Todo eso se da en esta supuesta biografía novelada de una joven aspirante a escritora, recién graduada en la Universidad de Minnesota, que se instala en Nueva York tratando de hallar la inspiración para su primera novela al tiempo que descubre la gran ciudad donde sus sueños de juventud van tomando cuerpo. La protagonista es toda entusiasmo y curiosidad, convencida de que su destino pasa por la escritura, deambula por la ciudad aprendiendo su geografía y aprehendiendo su espíritu. El Manhattan de finales de los 70 está lleno de lugares asombrosos y magníficos pero también de vicio, de poetas, de locos, de librerías y cafés, de calles llenas de peligros y de personajes peculiares con los que se enfrentará nuestra joven escritora.
"Cuando quería que la ciudad se detuviera, subía saltando las escalinatas entre los leones de piedra y cruzaba las puertas de la Biblioteca Pública de Nueva York y me dirigía rápidamente a la majestuosa sala de lectura, digna de reyes, donde me sentaba a una de las largas mesas de madera bajo un enorme techo abovedado con una araña de luces suspendida por encima de mi cabeza, y, bañada en la serena luz del día que entraba por los grandes ventanales, pedía un libro y leía durante horas; (...) hallaba refugio en las cadencias de la mente de la que me apropiaba estando allí, inmersa en frases que yo jamás podría haber escrito ni imaginado, e incluso cuando el texto era ininteligible o retorcido o me sobrepasaba, y de ésos había muchos, yo perseveraba y tomaba notas, y entendía que mi misión era cuestión de años, no de meses. Si lograba llenarme la cabeza de la sabiduría y el arte de los tiempos, crecería, volumen a volumen, hasta convertirme en la gigante que quería ser. (...) En la biblioteca tenía alas."
La narración alterna el tiempo presente en que la escritora, mientras acompaña a su anciana y deteriorada madre, descubre entre sus viejos papeles el antiguo diario que escribió en aquella primera época en Nueva York, con las entradas del propio diario que se  complementan con los primeros capítulos de aquella novela inicial que iba escribiendo (que me ha ido interesando cada vez menos) a los que se le añade la historia de su peculiar vecina de piso, cuyas conversaciones escucha a través de la pared que las separa. Si añadimos a todo eso los recuerdos familiares de la infancia de la autora o la historia familiar de la vecina, nos encontramos con un relato que en ocasiones resulta caótico, donde se mezclan personajes reales y ficticios, planos temporales, imaginación, reflexiones y recuerdos, biografía, suspense y drama, mezclando una ingente cantidad de hilos que hay que ir desenredando pero que en suma dan como resultado un vibrante relato. Se trata de un intenso retrato de la ciudad, de su carácter de nuevo mundo por descubrir a través de la fuerza y la inconsciencia de la juventud vista con cierta condescendencia desde la madurez de la mujer que se contempla a sí misma cuando luchaba por forjarse como la mujer independiente, reivindicativa y luchadora en la que se terminará convirtiendo, que sabe defender sus derechos como mujer, artista y persona contado todo, eso sí, de una forma compleja, poco cómoda, con vericuetos, constantes digresiones y con un ritmo variable pero donde asoman constantes destellos de genialidad y un maravilloso trabajo de creación literaria.

martes, 7 de enero de 2020

Lluvia fina

Esta de "Lluvia fina" ha sido mi segunda incursión en la obra de Luis Landero después de "El balcón en invierno". Como en aquel caso, esta nueva novela se centra en temas como la familia y sus relaciones internas y los recuerdos del pasado, la revisitación de la infancia y la juventud, como elementos que configuran y determinan el presente. Este libro no es, como era aquel, de tono autobiográfico, pero también está plagado de recuerdos familiares, aunque en este caso estos se encuentran encallecidos en la memoria, endurecidos hasta quedar convertidos en piedras que se arrojan mutuamente los miembros de la familia protagonista, versiones distintas e incluso contradictorias de la infancia compartida; una madre a la que sus hijas, Sonia y Andrea, resentidas por lo que nunca recibieron, retratan como una mujer áspera e implacable, mientras que Gabriel, el único hermano, el pequeño, el favorito, no comparte dicha visión. Es justamente la decisión del hermano de tratar de reunir a la familia para celebrar el cumpleaños de la madre lo que provoca que se aviven las brasas de tantos rencores enquistados, de toda una vida en común llena de asuntos nunca resueltos, malentendidos y distanciamiento.

Será Aurora, la mujer de Gabriel y cuñada de Sonia y Andrea, la narradora de esta historia de desamores, enfrentamientos y despechos ya que es ella la que recibe las confidencias de los miembros de la familia, con la que se sinceran todos, ante la que se confiesan y la que reúne, por tanto, en su mano todas las versiones de las complicadas relaciones de su familia política. Comprensiva, paciente y discreta, Andrea escucha a todos sin juzgar ni apoyar a ninguno de los bandos. A través de interminables conversaciones telefónicas se van narrando esos episodios que son como batallas de esa guerra fría que enfrenta a los hermanos y a la madre y en medio de la cual se encuentra atrapada Aurora que actúa como juez de paz, como testigo mudo que recibe relatos, versiones, acusaciones mutuas, miles de palabras que una vez pronunciadas no desaparecen nunca, que cargan con el peso del dolor, de la culpa, de la enemistad, el corazón de la buena de Aurora.

Esta novela ha sido incluida en la mayoría de las listas de los mejores libros de 2019 y es innegable su gran calidad literaria y el verismo de sus personajes y de las situaciones en él retratadas pero, así y todo, no puedo compartir esa valoración al cien por cien, porque considero que una lectura tan triste, tan desesperanzada, que presenta personajes tan cargados de desilusión, reproches e incluso perversiones nunca podrá estar entre mis lecturas favoritas. Me ha incomodado en especial el personaje de Andrea por la cantidad de sentimientos negativos que sufre desde muy corta edad, tanta rabia, tantas recriminaciones contra todos, una mujer desgraciada por vocación, como si llevara permanentemente una nube negra de desesperanza sobre su cabeza. Pero a la vez es el personaje en cuya boca pone el autor los mejores discursos, las imágenes más poderosas, las más poéticas y las más duras a la vez.
"Odiaba su mirada siempre acusadora, su moño puesto allí como para recordarme mis culpas, su manera de sentarse, como si estuviera en la antesala de una consulta o esperando un tren que aún tardaría mucho en llegar, sus quejas a todas horas por el precio de las cosas y por las desgracias venideras y por la tortura misma de vivir."
Sólo me quedaría reflexionar conmigo misma sobre si no es justamente algo de eso lo que buscamos en la lectura: el hecho de que un libro nos haga sentir intensamente aunque los sentimientos que nos provoquen no tengan que ser necesariamente agradables o amables. Tal vez ese sea el mayor valor de esta novela: el retorcerte un poco las tripas, el hacerte compadecer de la desgracia de los protagonistas, el sentir su tristeza y amargura como si fueran propias, el transmitir al lector sus padecimiento y sufrir por ellos como si fueran personas de carne y hueso con las que se ha convivido realmente durante el tiempo que ha durado la lectura.