domingo, 26 de junio de 2011

To kill a mockingbird

Me gusta, de vez en cuando, encontrar un hueco entre mis lecturas para los clásicos, y por ello acabo de terminar “To kill a mockingbird” de Harper Lee, una obra fundamental de la narrativa norteamericana y que supongo que será de obligada lectura para los estudiantes de aquel país, además de por su calidad literaria, que no voy a descubrir ahora yo y que hizo a su autora merecedora del premio Pulitzer del año 1961, también por el contundente mensaje anti-racista que transmite sobre el que es fundamental insistir hoy igual que lo era en el momento de su primera publicación.

Para empezar, la historia que se narra tiene un tono de inocencia y sencillez aplastantes gracias a la voz de su narradora: Scout una niña de seis años que nos traslada a su pequeño pueblo de Maycomb, en Alabama donde la vida es extremadamente sencilla y donde la actividad de la pequeña se limita a asistir, no de muy buen grado, a la escuela primaria junto con su hermano mayor, Jem, que es su guía, mentor y confidente. Al llegar los largos y calurosos días del verano cuentan con la compañía de Dill, un chico con un entorno familiar complicado que les acompaña en sus expediciones a la misteriosa casa de los vecinos, los Radley, donde intentan averiguar la razón por la que el joven Boo Radley permanece enclaustrado sin ver jamás la luz de la calle.

Al acabar la jornada vuelve a casa su atareado padre, Atticus Finch, un hombre viudo, abogado muy respetado en el pueblo que ilustra a sus pequeños sobre los detalles de los distintos casos que tramita, les fomenta su interés por la lectura y alimenta su amor por la justicia. Atticus trata de sacar adelante a sus hijos con la única ayuda de Calpurnia, la cocinera negra que representa para los niños el rol femenino de cuidado y atenciones y que hace que la pequeña Scout no eche en falta a su madre, fallecida cuando ella tan solo tenía dos años.

Desde la mirada inocente de la niña vamos siguiendo el proceso judicial contra un vecino del pueblo, Tom Robinson, un joven y humilde padre de familia negro que es acusado de abusar de la hija de una familia de lo que por aquellos lugares se conoce como “basura blanca”: el padre sin trabajo fijo, cargados de hijos sin escolarizar, con problemas con la bebida y viviendo de la ayuda social. Atticus defiende el caso, pero al fin y al cabo el denunciante es blanco y en el juicio su palabra pesa más que la del acusado que acaba por ser condenado a pesar de que no se puede probar de ningún modo su delito, pero así está diseñada la justicia norteamericana de los años 30 en los estados sudistas.

La pequeña Scout, sin embargo, no acaba de entender porqué en el colegio la maestra se escandaliza del trato que Hitler dispensa a los judíos y les insiste en que esas cosas pasan en países que no son democráticos, en países que no son como América, donde todos los hombres nacen libres e iguales, tal y como aprenden a recitar orgullosos todos los alumnos. Pero, desde la sabia inocencia de una niña en la que no han calado aún los prejuicios adultos, Scout entiende que en su propia ciudad no todos son tan iguales como les tratan de enseñar en la escuela. Sólo desde el ejemplo de su padre aprenderá a respetar a todos por igual, a perseguir que la justicia se aplique sin distinguir razas y a soñar con que algún día verdaderamente se valorará a cada persona por lo que es y no por el color de su piel.

Entiendo que este libro se considere una obra maestra y sería conveniente que hoy siguiese siendo lectura obligatoria en muchas partes del mundo, que buena falta nos sigue haciendo.

viernes, 17 de junio de 2011

Iacobus

Hacía ya algún tiempo que no me metía con una novela histórica de estas que tanto me gustan, donde se mezclan acción, viajes y recreación histórica. Esto es lo que reúne Iacobus, de Matilde Asensi, que si bien es una de sus primeras novelas, publicada en el 2.000, hasta este momento no había tenido oportunidad de leerla, aunque sí que conozco otras obras más recientes de la autora. Y lo cierto es que no me ha defraudado, he encontrado lo que me esperaba, una novela amena y que encima ilustra bastante bien sobre la época del Medievo en Francia y España.

En cuanto al argumento, nos encontramos en el años 1315 con un antiguo caballero de la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén, Galcerán de Born, que recrea los hechos ocurridos algunos años antes cuando es llamado por el Papa Juan XXII para que, en su calidad de monje guerrero unido a su condición de médico, investigue las muertes del rey Felipe IV de Francia, de su consejero Guillermo de Nogaret y del entonces papa Clemente V, ocurridas todas ellas en el lapso de un año y compruebe si estas se han debido de algún modo a la maldición que Jacques de Molay, último gran maestre templario, lanzó contra ellos mientras ardía en la hoguera acusado, entre otros muchos cargos, de herejía, durante el gran proceso que culminó con la disolución de la Orden del Temple, cuyos supervivientes se refugiaron en Portugal bajo la protección del rey Dinis, que pretende apoyar su resurgimiento contra la voluntad del Papa.

Por añadidura, y aprovechando la investigación que le ha sido encargada, su propia Orden le encomienda la tarea de descubrir qué ha sido del mítico tesoro de los Templarios que nadie ha logrado encontrar y que se debería haber sido repartido entre distintos reyes y órdenes tras la disolución de aquellos.

El caballero Galcerán se hace acompañar en esta misión de un joven novicio de nombre García al que saca del monasterio mauricense de Ponç de Riba y del que sabemos, aunque desconocemos los detalles que se nos irán desvelando más adelante, que se trata de su hijo secreto. Más tarde se les unirá una misteriosa hechicera judía de nombre Sara.

Con esta premisa, podemos seguir la odisea del caballero Galcerán desde Aviñón hasta la bulliciosa ciudad de París, para más tarde trasladarnos a lo largo del Camino de Santiago, siendo esta segunda parte la que más me ha gustado, a través de esta ruta vamos recorriendo las ciudades más importantes de la época y vamos así descubriendo cómo esta vía de peregrinaje ayudó al desarrollo de los núcleos urbanos, a la construcción de hospitales, iglesias y monasterios, además de impulsar el comercio aprovechando el flujo de personas originado por el Camino.

La narración de la investigación llevada a cabo por Galcerán basándose en las antiguas ciencias de la alquimia, la astrología, la cábala, unidas al estudio de los textos bíblicos y su utilización como base para ocultar claves secretas se desenvuelve sobre el paisaje del convulso entorno de la Europa medieval donde la mezcla de culturas, las luchas entre los reinos, el papado y las diferentes órdenes religiosas y el crecimiento del comercio y la propagación de la cultura supuso el germen de la actual Europa continental.

Una lectura entretenida y que ilustra muy bien la época. La recomiendo.

domingo, 12 de junio de 2011

¿Cómo funcionan los libros?

Publico esta entrada tan sólo para compartir una preciosa imagen que he encontrado navegando por otros blogs y que me he tomado la libertad de "tomar prestada" y que refleja perfectamente el modo en que se deben ser empleados los libros; algo así como el manual de instrucciones para hacer funcionar el mecanismo de un libro.

Ojalá la lectura nos sirvieran de vez en cuando para asomarnos a ese fantástico mundo que se extiende más allá del muro de ladrillos.

Saludos a todos.


lunes, 6 de junio de 2011

El club de los viernes se reune de nuevo

Tal y como me propuse nada más terminar “El Club de los Viernes” de Kate Jacobs, me he lanzado de inmediato a la lectura de la secuela “El Club de los Viernes se reúne de nuevo” y, ¿qué puedo decir? ¿Que segundas partes nunca fueron buenas? Esto no siempre es así, pero me temo que en esta ocasión sí que vale la frase. Tengo que decir que la novela tiene cosas que me han gustado pero otras muchas que no y estas últimas ganan a las anteriores, por lo que la valoración general de la lectura no va a ser positiva.

Comienzo con las cosas buenas que tiene el libro (que las tiene) Al igual que la primera parte, las historias de las protagonistas me parecen interesantes, los cambios de rumbo que toman sus vidas me gustan y he seguido con deleite sus pasos. También me ha gustado el peso que la familia cobra en la vida de las protagonistas, los distintos enfoques de las relaciones paterno-filiales, bien sea desde la perspectiva de la madre reciente (de gemelos) que redescubre a su propia madre, del padre de la joven que deja atrás la adolescencia para enfrentarse a decisiones adultas, de las mujeres maduras que tienen que reconocer que sus madres envejecen... Casi todos los protagonistas de la historia se encuentran en alguna de estas situaciones y cada uno tiene que vivir su relación lo mejor que sabe y me resulta muy enternecedor este aspecto tan familiar de la historia.

Como último punto positivo de la novela está la visita a Roma, ciudad de la que ya me he declarado en alguna ocasión fan incondicional (junto con NY es una de mis ciudades favoritas, con lo cual esta novela tenía las premisas teóricas necesarias para gustarme desde un principio) La visión de la ciudad es estupenda, la recorremos con los ojos de una turista apasionado que la descubre por primera vez y su belleza y encanto están muy bien retratados.

Pero, siempre hay un pero, y en este caso más de uno. Para empezar por alguna parte, no me creo, no me encaja esa extraordinaria casualidad que hace que media docena de personajes se trasladen por distintas circunstancias a Roma durante el periodo estival, lo que hace que gran parte de la trama de esta novela transcurra en esta ciudad. Se ve que a la autora le supo a poco la escapada a Escocia de la primera parte y esta vez tenía ganas de viajar de nuevo. Pues a mí me ha resultado un poco forzado, al igual que la resolución de uno de los hilos de la trama que se resuelve con una casualidad súper casual, demasiado para mi gusto, tampoco me convence.

Pero sobre todo me ha sobrado el exceso de Georgia Walker, la sombra de la protagonista de la primera parte pesa demasiado en esta segunda parte de acuerdo que es la que creó y dio sentido al Club, de acuerdo que sus amigas y familiares la recuerden y añoren, pero ¿tanto como para que, cinco años después aún sea la razón de ser y la vara de medir para todas las acciones de los personajes? Me resulta excesivo ese lastre, me hubiera gustado más que cada una volara más libre para que esta novela tuviera personalidad propia y no fuera tan solo una secuela.

Esta es mi opinión: no me atrevería a decir que sea una mala novela, ni mucho menos, sólo que ha habido cosas que no me han convencido y que podría haber sido mejor pues la historia es buena, y así como lo pienso lo escribo. Con lo cual, ahora le toca a cada uno decidir si le apetece o no ponerse con ella.