domingo, 23 de diciembre de 2012

Fin

Cuando hace unas semanas comencé a ver anunciar en todos los medios el estreno inminente de la película basada en la novela "Fin" de David Monteagudo, me dí prisa de inmediato para que adelantara puestos en la larga lista de espera de novelas por leer que siempre me acompaña y que nunca consigo llevar al día, pero es que no quiero arriesgarme nunca a ver una película basada en una novela que tengo intención de leer, porque siempre se pierde la mitad de la emoción y además prefiero tener mi propia visión de la historia antes de conocer la del director, de ponerle mi propia cara a los personajes y sentir lo que el relato me transmita sin ayuda de las imágenes de una película..

Así que me encontré con una historia que se inicia hace veinticinco años, los que han pasado desde la última vez que un grupo de jóvenes, casi adolescentes aún, se reunieran a pasar un fin de semana en un refugio perdido en mitad de la sierra. Ahora son convocados nuevamente por una de las chicas para cumplir una absurda promesa juvenil de reencuentro que hicieron en su momento. El grupo se ha desintegrado con los años, apenas han tenido contacto, salvo una pareja que acabó casándose, pero a pesar de ello ninguno se resiste al reencuentro, a descubrir qué ha sido de los viejos amigos en todos estos años, saber cómo les ha ido, a quién le ha sonreído la vida y a quién no. Sólo falta a la cita uno de ellos, tal vez el que todos esperaban encontrar allí, aquel que, de algún modo, hizo que el grupo se desperdigara en su momento, la razón que les impidió seguir siendo amigos.

El escenario de la reunión, un refugio en plena montaña rodeado de la más absoluta ausencia de civilización, es tan ajeno al entorno habitual de los personajes que resulta misterioso de por sí por el mero hecho de que los amigos son todos habitantes de la ciudad, desacostumbrados a la paz y el silencio del campo, pero es que en este caso, además, esta paz es algo excesiva, la desconexión total en la que se encuentran es en sí misma amenazadora, el aislamiento del resto del mundo es cualquier cosa menos tranquilizadora para estas personas habituadas a vivir conectadas permanentemente a un teléfono móvil. Pero es que, además, los hechos se comenzarán a torcer nada más llegar y los extraños hechos que se inician harán que la tensión y la incertidumbre no haga más que crecer.

Los personajes se nos van presentando de dos en dos o en grupos, dándonos una acertada visión sus principales rasgos de carácter, del papel que tenían en el grupo hace veinticinco años y cómo han evolucionado. Tenemos al triunfador y al fracasado, a la bella y a la avejentada, a la inocente y al espabilado, prototipos, en principio, pero todos ellos cargados de vida. De todos modos no sabemos más que lo que cada uno muestra a sus compañeros, hay detalles de sus vidas que se nos ocultan, vemos el papel que van tomando en el nuevo grupo y a través de sus actos y sus palabras conocemos sus experiencias vividas, sus miedos, aunque siempre quedan espacios en sombra que no llegamos a vislumbrar.

El lenguaje de la novela es muy visual, el narrador externo a los personajes va describiendo friamente, en ocasiones como si se tratara de una obra de teatro, la posición de cada uno, los turnos de palabra, parece en ocasiones que nos encontramos más ante un guión que ante una novela, las descripciones de los escenarios parecen dirigidos a un director de escena que debe saber en qué punto del escenario colocar a sus actores y desde dónde dirigir las luces y situar el decorado. Los cambios de humor o los sentimientos de cada uno los reconocemos porque nos los expone este narrador que no se implica en la acción, se limita a hacérnos ver lo que se presenta ante nuestros ojos, sin darnos otra información, lo que hace que el relato sea bastante aséptico y esto ayuda a la sensación de tensión constante, nos muestra los hechos desde fuera, somos meros espectadores que contemplan el grupo pero la información que tenemos es la misma que tienen ellos, el lector tampoco sabe qué es lo que está pasando, no se nos dan más pistas ni más puntos de vista, vivimos la tensión del grupo ante los inciertos hechos que se les presentan, sin tener más salida que continuar la lectura para descubrir a dónde nos conducirán. El suspense se va dosificando de manera muy acertada, incrementándose la tensión según avanza el relato. Los diálogos son absolutamente creíbles y ágiles, muy reales y con un lenguaje completamente actual. Es una novela absolutamente coral donde todos tienen algo que decir y un secreto común que callar. El ambiente recuerda en muchas ocasiones a "La carretera" de McCarthy, con ese ambiente desasosegante de fin del mundo, donde no conocemos la amenaza pero sabemos que esta existe y que es ineludible para los protagonistas. Un muy buen relato, a pesar de que no logre rematarse con un final redondo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

22 Britannia Road

Esta novela, "22 Britannia Road" de la escritora inglesa Amanda Hodgkinson es una más de tantas obras cuyos sucesos transcurren en torno a la II Guerra Mundial, pero en este caso la atención se centra en las vidas de dos personas normales, en las pequeñas y grandes cosas que cambia una guerra y los tremendos efectos que esta tiene en sus vidas. El relato se inicia con el reencuentro de un matrimonio polaco separado por la guerra, pero este reencuentro, lo sabemos desde el primer momento, dista mucho de ser alegre o festivo. Hace seis años que Silvana no ve a su marido Janusz, desde que éste se alistó en el ejército para combatir a los alemanes que invadían su país, Polonia. Ahora Janusz, que tras huir a Francia acabó luchado en el ejército británico, espera recuperar a su esposa y a su pequeño hijo Aurek, al que dejó siendo un bebé y al que apenas conoce y pretende reemprender con ellos su vida nuevamente en el punto donde la dejaron, aunque esta vez en un nuevo país.

Sin embargo durante los años de separación han ocurrido muchas cosas, Janusz ha conocido a otra mujer, Silvana y Aurek han sufrido lo indecible en una cruel guerra que les ha cambiado no sólo físicamente, sino en su manera de enfrentarse al mundo día a día. El hogar que Janusz ha preparado con gran esmero en una bonita casa de la localidad británica de Ipswick, situada precisamente en el número 22 de Britannia Road que da nombre a la novela, pretende convertirse en un cálido hogar familiar para los Nowak, pero las cicatrices de la guerra son demasiado profundas y los secretos que ambos se ocultan mutuamente demasiado oscuros como para poder ser ignorados. A pesar de empeñarse en seguir juntos, en hacer que su familia salga adelante, entre ambos se abre un abismo insuperable, incluso su hijo se interpone entre ellos, un niño encerrado en sí mismo, aferrado a las faldas de su madre y marcado por los sufrimientos que ha padecido, que no reconoce a su padre ni se integra en su nueva vida en Inglaterra. Y por añadidura el fantasma de Héléne, la mujer a la que Janusz amó durante la guerra y que no ha abandonado su mente a pesar de la distancia y el tiempo.

Vamos recorriendo la historia de la pareja, desde sus inicios llenos de ilusión y esperanzas hasta el estallido de la guerra, su separación y lo que fue de ambos durante los años de la separación, conociendo lo que vivió cada uno y como todo ello les hizo cambiar de modo que, al reencontrarse, ya no son las mismas personas que eran seis años antes. Una nueva relación completamente diferente se debe crear ahora entre ellos, en un frío ambiente en el que ambos tratan de mostrar su mejor cara y verdaderamente se esfuerzan por sacar adelante su familia, de construir un verdadero hogar para el niño, luchando contra lo que cada uno tiene dentro. La narración es muy sencilla, la autora se expresa con un lenguaje simple, frases cortas, expone los hechos desde el punto de vista de Helen y de Janusz, nos va contando las dos versiones de la historia, los pensamientos de cada uno se nos muestran de modo que somos testigos de los secretos que ocultan y asistimos a la frágil relación que les une. Es una historia triste de personas que tratan de superar una guerra, de volver a ser lo que fueron antes, intentando ignorar la certeza que tienen de que lo que nunca lo lograrán, de que no pueden dar marcha atrás ni ignorar todo lo que vivieron y que la única forma de sobrevivir será mirando siempre hacia delante. Una estupenda novela que muestra muy bien lo más profundo del alma humana.

domingo, 9 de diciembre de 2012

La protegida Wittman

A mí me ocurre lo que a todos los amantes de la lectura, que no hay un regalo que me guste tanto recibir como un buen libro, de hecho es prácticamente lo único que aparece en mi carta a los Reyes Magos año tras año, junto con alguna otra petición que no tiene más función que rellenar un poco el folio para que no tengan que decir sus Majestades: “¡¡otra vez la cartita de Inma pidiendo libros por Navidad!!” Y es que no hay nada que se pueda comparar a la sensación de recibir ese paquetito envuelto que, ya sin necesidad de abrirlo, por su forma y tamaño, nos hace intuir que encierra un montón de horas de plácida lectura y descubrimiento de nuevos mundos y personajes. Aunque con el mundo digital en el que nos encontramos inmersos, eso del libro en papel ya no va siendo tan habitual y ahora estos regalos nos llegan en ocasiones en forma de archivo epub, que no tienen el mismo encanto que el libro encuadernado pero prometen igualmente todo un mundo de emociones y disfrutes.

Pues este año me ha tocado experimentar una nueva sensación, algo totalmente desconocido para mí hasta ahora, ya que es la primera vez que me ocurre: resulta que he recibido una novela enviada a mi atención directamente por el propio autor. Lo cierto es que para mí ha sido un inmenso honor el que un escritor me haya elegido, no en exclusiva, ya lo sé, entre los cientos de blogueros existentes en el ciberespacio para hacerme llegar su libro y solicitarme que lo lea y lo comente. Menuda responsabilidad, ¿verdad? Pues no puedo más que expresar mi agradecimiento a Iván Hernández por la confianza depositada en mí al hacerme llegar este libro y le deseo que tenga una larga e intensa producción literaria de la que siempre me sentiré parte de alguna manera, pues tal vez los hados del destino y las complejas circunstancias del mundo editorial le sean propicias y algún día, cuando sea un autor de renombre podré decir que me envió su novela “La protegida Wittman” directamente y que tuve el placer de poderla comentar en mi blog.

Y paso ahora al comentario de la novela propiamente dicho, que para eso estamos aquí. Tengo que empezar diciendo que no soy, en absoluto, aficionada al género fantástico, por lo que mi opinión sobre esta novela no puede evitar estar cargada de esa escasa atracción hacia lo que se aleja de la narrativa más “realista” pero lo que haré será anotar ese hecho en la lista de mis propios defectos, no en los de la novela, porque no sería justo que, por no ser aficionada al género mi comentario fuera negativo. Lo cierto, y eso no lo puedo negar, es que Iván Hernández ha producido una novela que resulta, cuanto menos, peculiar por el hecho de que mezcla acertadamente el mundo fantástico con la realidad más actual de hoy día, el relato pone en el mismo plano a los personajes de misterioso origen y desconocidos poderes con los hechos extraídos de la más rabiosa actualidad como son el tema de los ataques de piratas en el océano Índico o a las luchas de las empresas farmacéuticas por acaparar mercados o los manejos de los partidos políticos para conseguir el voto de los electores.

Supongo que alguna otra reseña sobre esta novela se podría centrar en los aspectos más fantásticos del origen de Minerva, la protagonista, de la razón de su misteriosa aparición a bordo de un barco que ha sido secuestrado por unos crueles piratas y de la manera en que descubre el poder heredado de sus antepasados, su brillantísima inteligencia fuera de lo común, de la que podría servirse para restaurar la salud de los suyos e incluso hacer algo en favor del mundo en su totalidad. Pero yo me centraré en la parte que más me ha atraído de la novela y ha sido el tratamiento de la historia de Minerva como una persona que “aterriza” en un mundo que le es del todo ajeno. Una vez liberada del secuestro se crea una nueva identidad y declara no recordar nada de su vida previa a ser hallada en mitad del mar y al no ser reclamada por ningún familiar ni persona conocida, a pesar de convertirse en el centro de la atención mediática por su misteriosa aparición y desconocido origen, Minerva se ve acogida por la propietaria de la empresa farmacéutica Xecoline, la señora Wittman, que la aloja en su mansión británica y la incluye entre el personal dedicado a la investigación de una extraña enfermedad que está arrasando África y amenaza a la totalidad de la población mundial. Los medios de comunicación la empiezan a conocer como “la protegida Witman” y siguen sus pasos con interés. A cargo de su trabajo en el laboratorio estará el frío y atractivo Peter Badge, responsable de la empresa y persona ante la cual la joven debe responder. Sin embargo Minerva no tardará en hacer buenas migas con un grupo de compañeros jóvenes del trabajo, becarios o empleados en condiciones más modestas que ella, pero con los que logra conectar más que con su estirado jefe y la señora Witman que se supone que deberían conformar su círculo social. La historia que se cuenta es altamente original, en especial por la manera de mezclar los planos de realidad y fantasía, además de los temas que se tratan en la parte “realista” de la novela que son totalmente actuales, los personajes que parecen estar sacados de cualquier empresa real, son muy frescos y la acción es muy dinámica, los periodistas y el acoso de la prensa rosa, los políticos y sus manejos, los jóvenes de escasos medios que buscan diversión, las relaciones sentimentales que se crean, todo está muy bien contado y es muy creíble.

Y por lo que se refiere al aspecto más fantástico de la historia diré que el autor ha creado todo un mundo original, algo que podría definir como ciencia ficción poética porque el tono con el que se expresa el autor cuando nos presenta el lugar del que procede Minerva y los años que pasa al cuidado de su abuelo hasta su llegada al mundo está cargado de magia, de fuerzas misteriosas y de personajes llenos de fantasía. Un libro, por tanto, que recomendaría especialmente a los que les gusta conocer otros mundos aunque a veces estos no estén muy lejos de la realidad. En eso consiste este realismo fantástico que ha creado Iván Hernández.