jueves, 29 de marzo de 2018

El deshielo

"Hace poco leí en algún sitio que con el dinero que un fumador gasta en cigarrillos al año se podría pagar unas vacaciones. Nadie ha investigado si hay personas que fuman para no tener que irse de vacaciones con su familia."
Ahí va, para abrir boca,  una de las reflexiones que se hace la joven protagonista de "El deshielo", la novela que supone el debut de la belga Lize Spit  y que pueden dar idea del tono con el que nos vamos a encontrar a lo largo de su lectura. En ella conoceremos a tres amigos, una chica y dos chicos: Eva, Pim y Laurens, los únicos niños nacidos en el año 1988 en un pequeño pueblo belga; tan escasa fue la promoción que ni siquiera en la escuela les concedieron una clase propia, sino que los acoplaron en el curso superior, una isla entre los alumnos mayores. Las circunstancias en las que crecen los tres amigos darán lugar a una estrecha camaradería que se nos va retratando y descubriremos una infancia vivida en un entorno rural, un lugar donde nada destaca ni es especialmente reseñable, con excursiones en bicicleta, baños en la laguna y descubriremos tambien la sombra permanente de la muerte de Jan, hermano de Pim, que siempre les ronda. Hasta que la adolescencia comienza a asomar y las diferencias aparecen, la unidad de "los tres mosqueteros" comienza a debilitarse. Tienen sus primeras aproximaciones al sexo de manera vergonzante, triste y sucia, como una obligación con la que deben cumplir necesariamente.

Transcurridos el tiempo, Eva regresa al pueblo tras nueve años sin pasar por él ni visitar a sus padres, para acudir a una reunión en la que los tres amigos se reunirán de nuevo. Regresa a los perturbadores recuerdos de una infancia terrible junto a unos padres con tendencias suicidas, problemas con la bebida, un hogar lleno de inseguridades, unos hermanos que carecen absolutamente de calor de hogar y que comparten unos años de crecimiento doloroso. No hay nostalgia en el repaso que va haciendo Eva porque aquellos fueron unos años de desconcierto, inseguridades y sórdidos secretos.
"Cuanto más patrullaba por esta casa de niña, más en casa me sentía en la de otros. Aunque en la carnicería de Laurens había cuchillos afilados, cuencos llenos de tripas y carcasas colgadas de ganchos, yo nunca tenía que estar alerta. Incluso si hubiese pasado algo grave allí, no habría sido culpa mía puesto que no me correspondía a mí evitarlo."
El grueso de la narración se centra en los años pasados, ya que incluso las escenas en las que vemos como Eva regresa a su pueblo se centran fundamentalmente en reflexiones y rememoración de aquellos días, dejándonos para el final la razón de ser de que la joven haya cargado en el maletero de su coche con un enorme bloque de hielo cuya finalidad desconocemos. Sólo sabemos que Eva tiene un plan, una venganza en mente, desconocemos exactamente el motivo y hacia quién va dirigida esa venganza, pero según hemos ido conociendo su pasado, según avanzamos en la inquietante lectura que nos incomoda a cada monento, nada nos podría sorprender. ¿O sí?

Me ha sorprendido que una primera novela de una escritora bastante joven como es este caso pueda estar tan cargada de amargura, pueda reflejar una infancia donde apenas vislumbramos un atisbo de felicidad, de positivismo. Esta ha sido una lectura que me ha dejado bastante marcada por esa tristeza, por esa falta de ilusión y por semejante desesperanza en personajes tan jóvenes. Eva es un personaje inmensamente triste, una chica hipersensible al dolor ajeno, que busca ser amada, aceptada y no lo consigue nunca.
" (...) Lo que nosotras tenemos no es un don, no es un talento, es una responsabilidad que nos han endosado. Un radar para el dolor ajeno. 
Se quedó callada un momento. La miré. Me costaba imaginarme que ella también había tenido trece años. Que hubo un tiempo en que aún podía ser todo lo que quisiera. 
—Puede compararse con una cámara de infrarrojos, sólo que nosotras no buscamos el calor de los demás sino el frío, el vacío."

sábado, 24 de marzo de 2018

La huella de una carta

Esta de "La huella de una carta" es la segunda novela de Rosario Raro, autora que cosechó un éxito bastante relevante con su anterior trabajo, "Volver a Canfranc". En esta ocasión, como ocurría también en su anterior obra, la autora no ha creado estrictamente una novela histórica pero sí que nos cuenta de una manera novelada hechos históricos reales que tienen bastante peso en la trama, entrelazados con el argumento puramente de ficción. Entre esos hechos reales que intervienen en la presente novela destacan fundamentalmente dos: por una parte se nos cuenta el origen y funcionamiento del famosísimo consultorio radiofónico de Elena Francis, pieza clave de la vida cotidiana de muchos españoles desde los años 40 del siglo XX y cuyas emisiones se prolongaron hasta entrados los años 80 y por otra parte se nos plantea el drama de los niños afectados por la talidomina, una medicación recetada a madres gestantes que provocó deformaciones horribles a muchos recién nacidos y cuya responsabilidad no ha terminado de ser reparada en lo que se refiere a los afectados en nuestro país a fecha de hoy.

La protagonista de la novela es Nuria Somport, una joven esposa y madre de dos pequeños que, debido a los frecuentes viajes de trabajo de su marido, se siente bastante sola y desea trabajar para entretenerse y ocupar su tiempo. Su gusto por la escritura le facilita encontrar una ocupación bastante peculiar: será una de las numerosas personas contratada por los laboratorios de productos cosméticos que patrocinan el popular consultorio de Elena Francis para que se ocupe de responder personalmente a muchas de las cartas que se reciben a diario, ya que resultaba materialmente imposible responderlas todas por medio de la radio. A través de las cartas que Nuria debe atender, adivinamos una España chusca y vergonzante, repleta de amantes ocultas, de esposas desencantadas, de criadas abusadas por sus empleadores y maridos con doble vida; en gran parte de las cartas se denuncian hechos morbosos y escandalosos pero las respuestas que reciben aquellas mujeres (mayoritariamente) que consultan sus serios problemas vitales suelen resultar aún más escandalosas: no desvelar los secretos de los hombres, no destrozar matrimonios, callar las vergüenzas, ser discretas para no alterar el buen nombre del hombre que las ha engañado y deshonrado...

Entre los dramas que Nuria descube por medio esta relación epistolar con anónimas comunicantes, le impresionará especialmente el casos de numerosos niños que están naciendo con malformaciones terribles sin que nadie esté dándole importancia a los casos que son ocultados y silenciados. Todo apunta a que la causa es el indeseable efecto secundario de un medicamento procedente de Alemania. Con la ayuda de Boro, el químico a cargo del control de calidad del laboratorio, Nuria irá recabando información tratando de recopilar pruebas que les permitan denunciar el caso a las autoridades.

Al tiempo que la pareja vaya avanzando en su investigación, la vida personal de Nuria se irá complicando y la novela pasa a convertirse en un drama romántico con elementos y nuevos  personajes que van apareciendo en la trama. Parte de la acción se traslada hasta Argentina donde aparece un nuevo hilo argumental protagonizado por una peculiar mujer procedente de Polonia y con estrechas relaciónes con oficiales nazis. A partir de ahí casi olvidamos el argumento principal y nos adentramos en un batiburrillo de asuntos que hacen perder fuerza e interés al libro.

El resultado final de la novela es una lectura donde prima un acertado retrato costumbrista de la época creado a base de citar numerosas marcas y productos comerciales, así como la intervención de personajes famosos de aquellos años. Al margen de ello, mi opinión es que la lectura no llega a crear auténtica emoción, ni el relato de los dramas de los niños, ni los conflictos personales de los protagonistas han logrado conmover mi corazón. Las descripciones carecen de auténtica profundidad, no alcanzan la hondura y la intensidad que habría deseado encontrar, con lo que, si bien ha sido una lectura entretenida, dudo que me deje una huella perdurable.

domingo, 18 de marzo de 2018

Tiene que ser aquí

La historia que nos cuenta Maggie O'Farrell en su maravillosa novela "Tiene que ser aquí" es la del matrimonio formado por Daniel Sullivan y Claudette Wells; él es un profesor universitario norteamericano, ella una antigua estrella francesa del cine que abandonó inesperadamente su carrera y se ocultó del mundo. Ahora viven en mitad de la nada, en Irlanda, en una granja con sus dos hijos pequeños y conformando aparentemente una extraña pareja con poco en común. Pero lo cierto es que han logrado alcanzar un matrimonio perfecto a pesar de que todas las circunstancias parecerían apuntar en otro sentido y a pesar de que deben enfrentarse, como todos los matrimonios, a pruebas que ponen en riesgo su equilibrio familiar.

Y es que tanto Daniel como Claudette tienen un pasado por separado, historias previas, matrimonios fracasados, hijos de otras parejas, vidas y sucesos que transcurrieron antes de conocerse. Pero ellos tratan de lograr que todo eso entre a formar parte de su presente, todo lo bueno que fueron logrando en el pasado se integra con naturalidad en su vida presente, todo lo que les enriquece se lo llevan con ellos a ese rincón escondido de Irlanda.

A lo largo de la novela, cada capitulo nos muestra un momento distinto del pasado, un lugar geográfico diferente, un momento puntual en la biografía de uno de los personajes y cada vez estos van pareciendo más enriquecidos, más interesantes, con más matices, no solo descubrimos los datos biográficos sino que vamos reconstruyendo el pasado en todos sus aspectos, desde los ojos de los diversos personajes implicados. Y cada una de las historias que van clarificando el pasado y entrelazándose con la trama principal del presente pueden leerse en ocasiones independientemente como relatos íntegros, con sus tramas completas, sus personajes como protagonistas de un cuento breve con entidad más allá de su papel en el matrimonio de Daniel y Claudette.

He disfrutado enormemente con esta novela. No soy capaz de definir cuales con las razones que me hacen amar unos personajes de inmediato, de qué elementos están compuestas las novelas que logran conquistarme pero está claro que si existen tales elementos, están todos incluidos en este libro en su justa medida. Los personajes suenan absolutamente reales, el equilibrio entre lo que nos cuentan, lo que adivinamos y lo que desconocemos está tan bien medido que nos enganchamos a la lectura y deseamos seguir conociendo lo que será de la pareja, lo que les ocurrió en sus vidas anteriores y lo que les deparará el futuro que deseamos que sea conjunto pero estamos dispuestos a aceptar lo que tenga que ocurrir porque los hechos se suceden con naturalidad, no hay giros imprevistos ni sucesos artificialmente confeccionados para que la historia se adapte a nuestras expectativas sino que suena a vida real, a sinceridad y al azar que gobierna el mundo fuera de las novelas.

lunes, 12 de marzo de 2018

Derecho natural

Podría decirse que este "Derecho natural", novela con la que Ignacio Martínez de Pisón se ha alzado con el premio Nacional de Narrativa 2017, es la historia de una familia cualquiera retratada por Ángel, el primogénito de la misma, que se cría en la Barcelona de los años 60 y su crecimiento y formación marcados por un padre actor de tercera o cuarta fila que aparece y desaparece de la vida de sus hijos y que cuando vuelve les trae mil historias del mundo del cine de aquella época, de las películas de vaqueros y de romanos o de hombres lobo que se rodaban en España por entonces gracias a lo cual transitan por las páginas de la novela figuras como Paul Naschy o Emma Cohen. Fracasado definitivamente como actor, el parecido físico con Demis Roussos marcará su trayectoria profesional posterior que alternará con éxito desigual entre las imitaciones del griego y la representación de artistas. 

La infancia de Ángel y sus hermanos se verá salpicada por todos los elementos evocadores de una época y un país que se despedía de la dictadura y entraba en un nuevo tiempo aunque en el día a día siguiera aferrado a sus viejos hábitos. Ángel se cría en una familia corriente pero también distinta de las demás, peculiar, con un padre ausente, escapista e irresponsable que no afronta los problema y vive su vida como si no tuviera detrás una familia a su cargo, un buscavidas soñador. Y mientras la vida laboral del padre va cosechando fracasos y derrotas, la madre trata de mantener a flote a la familia, cargando con el peso de los hijos, propios y ajenos, superándose y avanzando a pesar de los abandonos del marido, siendo la única que parece tener los pies en la tierra.
"La de ellos dos había sido una historia de amor anómala, intrincada, tortuosa, pero historia de amor al fin y al cabo."
Y la peripecia del chico continuará por una juventud en Madrid durante los años ochenta, los de la política tumultuosa, el fallido golpe de Estado, la movida... Ángel se embarca en el estudio del Derecho Natural, la teoría de las normas que se marcan los hombres para organizar su convivencia, el que pretende determinar lo que es justo frente a lo legal. Nuestro protagonista trata de aplicar sus conocimientos académicos a desentrañar los conflictos familiares, la relación de sus padres, sus enfrentamientos, trata de forjar unos cimientos estables a su vida sobre la que edificar un futuro que no se tambalee como el matrimonio de sus padres, como su propia infancia.

La novela nos presenta una serie de personajes a través de los cuales se retrata toda una época y un país. Al hilo de la evolución familiar vamos siguiendo los cambios sociales, el progreso en las costumbres y los modos de vida que se producen en España y a los que Ángel deberá adaptarse para tratar de encontrar su lugar en el mundo. Una historia cargada de melancolía y añoranza por los años en los que muchos nos criamos y que merece realmente la lectura.

miércoles, 7 de marzo de 2018

El crimen del vendedor de tricotosas

De tanto en tanto conviene dejar de lado lecturas de tintes dramáticos o de profundo calado y seriedad para dejarse llevar por la comedia y para ello nada mejor que confiar en la desternillante novela de Javier Gómez Santander de título tan "escalofriante" como "El crimen del vendedor de tricotosas", y es que te pone los pelos de punta desde antes de comenzar a leerla, ¿a que sí?

Ya el primer capítulo es brutal, de lo mejor que he leído últimamente: una presentación genial del protagonista, Daniel Ortiz, un panoli de manual, cobarde, mediocre, conformista, el antihéroe por antonomasia, "porque mirar es menos peligroso que hacer", un don nadie provinciano sin aspiraciones en la vida ni nada destacable que señalar, que se encuentra de buenas a primeras ocultando un cadáver en el maletero del coche de su empresa. 

Y a partir de ahí no te puedes parar de reír, no con él, no, te tienes que reír de él, de su torpeza y de su desgracia, a pesar de que su vida está en auténtico peligro, perseguido por un matón ansioso por vengar la muerte de su colega, un crimen involuntario pero sangriento y violento como el que más. Y lo peor es que la situación siempre es susceptible de ir a peor aunque el panoli no pueda creerlo: de movilizar a todos los neonazis de Madrid contra él pasará a provocar un auténtico apocalipsis zombie que se expandirá desde los barrios de la periferia hasta el resto del país, poniendo en un brete hasta al mismísimo Rajoy, siendo todo ello mérito exclusivamente del patoso de nuestro inefable protagonista. Afortunadamente contará con la inestimable ayuda de su padre, un hombre que tiene las cosas bastante más claras que su pusilánime hijo y que vendrá a sacarle las castañas del fuego.

Una divertida comedia negra con un toque cutre, muy cutre, donde todos los personajes son ruines y los planes van de mal en peor hasta el desastre final, pero que cumple con creces el objetivo de desintoxicarte de la triste realidad a base de reírte de la desgracia a ajena. Una historia políticamente incorrecta para pasar un muy buen rato.

jueves, 1 de marzo de 2018

El último verano

Charlotte Datski es una alegre chica alemana de dieciocho años recién cumplidos en agosto de 1939, enamorada de un guapo oficial de la Wehrmacht, con una vida feliz en la casa familiar de los von Datski, Grunewaldsee, próspera hacienda agrícola situada en la región alemana de Prusia Oriental. Así se inicia "El último verano", una novela, otra más, en la que Catrin Collier que nos habla nuevamente de la II Guerra Mundial. 

Más de sesenta años después de aquella guerra y sabiéndose gravemente enferma, Charlotte inicia un viaje de regreso al pasado desde Estados Unidos, no sólo a un lugar donde nació y pasó los años más felices y los más dramáticos de su vida, sino que se traslada a un tiempo que desapareció, a un territorio que ya ni siquiera pertenece al mismo país, ya que la provincia anteriormente conocida como Prusia Oriental pertenece hoy día a Polonia. Charlotte se hace acompañar a lo largo de ese viaje del diario que escribió en aquellos años y será esta lectura la que le ayude a revivir ese pasado con el que quiere reconciliarse antes de morir. Su desgraciada vida marital, el amor por sus hermanos muertos en la guerra, la pésima relación con su hermana mayor, el sufrimiento que provoca la muerte de tantos familiares y amigos en un enfrentamiento que tanto Charlotte como los suyos cada vez se ven menos capaces de comprender y apoyar.

La de Charlotte es una visión de la guerra desde un punto de vista diferente a la habitual en tantas novelas que hemos leído hasta ahora, porque tanto ella como su familia eran nazis convencidos, buenos patriotas que creían en la grandeza y superioridad alemana, personas justas y de buena fe que confían en sus gobernates, hasta que descubren los abusos de su propio ejército bajo el mando de su cada vez mas desquiciado líder al que unos cuantos oficiales intentarán asesinar en la famosa operación Valkiria que a Chatlotte le afectará de manera cercana.
"Al menos, mi hermano y su coronel intentaron hacer algo para detenerlo. El resto de nosotros nos quedamos sin hacer nada. Yo tenía mis sospechas; ¿por qué no hice preguntas? Todos deberíamos haberlas hecho, pero permanecimos en silencio, y por eso creo que toda la raza alemana será condenada por la gente racional. Wilhelm tenía razón. Qué legado tan terrible hemos dejado a nuestros hijos."
Esta novela retrata con acierto la sinrazón de la guerra, la crueldad de los alemanes pero igualmente la bestialidad de los rusos. Charlotte no acepta la brutalidad con la que su propio ejército trata a sus enemigos entre los que incluyen a mujeres, ancianos y niños y, por supuesto, a los judíos, ciudadanos inocentes tan alemanes como ella misma. Pero además su padecimiento continuará cuando caiga el frente oriental y los rusos ocupen Prusia Oriental y le toque entonces sufrir la brutalidad y los abusos del ejército ruso, viéndose obligada a huir de su casa tratando de salvar la vida y lo poco que resta de su familia y su pasado.
"Por fin se ha acabado. Alemania ya no existe, y yo, junto con millones más, he perdido a casi todos los que amaba y todo lo que tenía, incluyendo mi país.
Tanta gente muerta y tanto perdido..."
Y en lo más tremendo del conflicto surge una historia de amor, un romance que traspasará el tiempo y el espacio, que superará la distancia, los años e incluso la muerte, una vivencia dramática que marcará el futuro de Charlotte para siempre pero con la que acabará reconciliándose finalmente en un relato que nos logra conmover y emocionar. Otra lectura más sobre la guerra pero que merece ser valorada y reconocida.