domingo, 29 de diciembre de 2013

Noche de paz

Necesitaba algo así con urgencia: una novelita corta, sencilla, entretenida, con  final feliz y previsible. Tal vez me haya pasado un poco, porque lo cierto es que me he ventilado esta "Noche de paz" de Mary Higgins Clark escasamente en una tarde y una mañana. Inspirada en estas fechas navideñas aproveché las circunstancias para respirar un balón de oxígeno de simplicidad entre lectura y lectura echando mano de esta novela que sabía que cumpliría con las expectativas en ella depositadas, como siempre ocurre con esta autora, pues eso es lo que venía buscando en ella, el estilo elegante y sencillo de la reina de las novelas de misterio con un toque del glamour de la Gran Manzana, una lectura que no me hiciera pensar mucho, puro disfrute lector con poca exigencia mental.

Y es que de vez en cuando conviene desintoxicarse de lecturas densas y con carga emocional por detrás. En esta corta novela nos encontramos con una joven madre que en la noche de Nochebuena pierde a uno de sus hijos pequeños en pleno centro de Nueva York. Su angustia se acrecienta al tener a su marido convaleciente de una gravísima operación. En unas pocas horas se resolverá el asunto gracias al papel de la siempre eficaz y sagaz policía norteamericana y a la ayuda de los buenos ciudadanos que colaborarán en librar a esa madre del sufrimiento en una fecha tan especial como es la Nochebuena.

No se puede decir mucho más de esta novela, ni para bien ni para mal, es de esas obras que nunca serán premiadas ni pasarán a la Historia de la literatura, pero que son necesarias, porque no todo puede ser narrativa trascendental ni grandes personajes, también necesitamos de Mary Higgins y sus misterios domésticos, con los que por unos momentos podemos confiar en que el bien siempre acaba triunfando y los malos terminan sus días en una cárcel de alta seguridad, a menos que logren huir de allí y nos obliguen a volver a sumergirnos en otra apasionante novela policíaca de nuevo. Y estaremos encantados de volver a hacerlo, ¡seguro!

lunes, 23 de diciembre de 2013

Dispara, yo ya estoy muerto

Estoy inmersa últimamente en una racha de lectura ralentizada, dedicada a un montón de tareas manuales, labores y demás asuntos, que me dejan menos hueco para leer y además de dedicarle menos tiempo también leo de forma más lenta, tal vez porque tengo la cabeza y las manos en otras muchas cosas, leo delante del televisor o a horas ya tardías, y encima me "embarco" en una novela como esta de "Dispara, yo ya estoy muerto" de la periodista Julia Navarro que con más de novecientas páginas y una intensa historia en su interior no es, precisamente, un libro para leer deprisa.

Me sorprendió la novela nada más comenzar a leerla: tanto su estilo como el tema abordado me hacía pensar en una novela de origen anglosajón, en alguno de esos best sellers que se venden en todo el mundo y lo mismo llega a un lector inglés que francés o americano y acaban convertido en una película de Hollywood. Se nota el oficio de escribir que ha alcanzado la autora que ya está acostumbrada a contar sus novelas por éxitos. Y debo reconocer que, en principio, el tema central del libro no es algo que me apeteciera plantearme, el (aparentemente eterno e irresoluble) conflicto palestino no es un asunto que me pareciese atractivo a priori, pero debo reconocer que, una vez terminada la novela, me ha servido para acercarme a los dos puntos de vista, tanto al de los judíos como al de los palestinos, entender no sólo el origen histórico de su enfrentamiento sino también sus motivaciones, las razones de ambos lados, sorprenderme con lo que no conocía sobre las relaciones amistosas y pacíficas que hasta hace menos de un siglo mantenían ambas religiones en la zona ahora en disputa y ser capaz de ponerme en la posición de los dos bandos enfrentados y entender, lo que tal vez eso sea lo peor de este conflicto, que los dos tienen razón, sus razones, que ninguno puede ceder ante el otro porque la tierra por la que combaten perteneció a las dos religiones en algún momento y todos la sienten como suya, por lo que, una vez eliminada la única posibilidad lógica que sería la de convivir y compartir el territorio que les es común, difícilmente se podrá lograr otra solución que satisfaga a ambos contendientes. Y es magnífico como la novela logra mantener el equilibrio entre las dos posturas, no hay buenos ni malos, ninguno gana, porque los dos pierden, pero da una magnífica visión de la situación sin apoyar ni a un bando ni al otro.

Pero al margen de las reflexiones históricas y políticas que se desprendan del libro, lo mejor de esta lectura es, sin duda, las historias personales y humanas que en ella se encuentran. Asistimos a las vidas de los personajes, sean las de los judíos de origen palestino o los que llegan huyendo de las persecuciones, los pogromos o el holocausto nazi, como las de los musulmanes que bajo el imperio turco, como antes lo hicieron bajo otros imperios conquistadores, viven en aquellos territorios, todos sintiendo como propia aquellas tierras de Palestina que son su hogar desde generaciones. Lo más destacable que nos cuenta la novela, fuera de los problemas políticos y los conflictos bélicos, son las propias vidas privadas de estos personajes, al margen de las situaciones históricas, de las guerras y las persecuciones, nos encontramos con el relato de unas historias personales, entramos en sus casas, los vemos nacer, casarse, ser felices y sufrir y todo ello lo hacen estrechamente unidos los unos a los otros, tan estrechamente unidos como lo pueden estar aquellos que viven juntos, unidos a unos vecinos, a unos familiares, a unos amigos que, en ocasiones son más cercanos y más queridos que la propia familia, donde nadie es evaluado en función del dios al que reza, sino por su propio valor como persona. Y asistiremos al modo en que esta convivencia forjada a lo largo de años de respeto, ayuda mutua y sincera amistad se rompe cuando la política entra en juego, cuando la lucha por la tierra se antepone a todo. Ni las ideas idealizadas del socialismo según el cual todos los hombres son iguales ni los siglos de pertenencia a una tierra tienen valor ante las decisiones tomadas por los gobiernos internacionales mediante las guerras y las medidas impuestas por la fuerza.

Una historia esta que muestra lo mejor y lo peor del ser humano, la fuerza de la amistad, la importancia de la familia y el respeto por los valores, pero que emociona y enoja por igual, al comprobar qué difícil es en ocasiones eso que sobre el papel parece tan sencillo como es el resolver los problemas mediante el diálogo y la búsqueda del objetivo común que sería alcanzar la paz y la convivencia como ideal de toda sociedad, sea cual sea su religión. Pero eso que tan lógico parece es más difícil de hacer realidad de lo que podíamos imaginar, desgraciadamente.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

La canción de los maoríes

Hace ya como dos años que leí "En el país de la nube blanca", la primera novela de la trilogía de Sarah Lark que transcurre en las lejanas tierras de Nueva Zelanda, y lo cierto es que, aunque me dejó bastante buen sabor de boca, tampoco fue una lectura que me marcara demasiado, por lo que no me había tomado el esfuerzo de continuar con las dos novelas que completaron la serie, porque, por otra parte, raramente me suelo sentir obligada a leer necesariamente las secuelas de los libros, ni siquiera en el caso de que me haya gustado la primera parte. Pero lo cierto es que hace pocas semanas, charlando con unas amigas sobre lecturas varias, dos de ellas me insistieron en que retomara la serie, que a ellas les habían encantado las siguientes entregas, razón por la cual me decidí a reengancharme con esta segunda parte de la trilogía, "La canción de los maoríes" por ver si realmente valía tanto la pena.

Debo decir que al principio me costó un poco retomar el hilo de los personajes. Si bien la novela se puede leer perfectamente por separado de la anterior, al haber leído la historia previa, aunque hubiera pasado ya bastante tiempo, preferí hacer el esfuerzo de recordar quién era quién en la trama, rememorar los principales hechos de la novela anterior, refrescar la información archivada en mi cabeza y situarme así en perspectiva para afrontar las nuevas peripecias de los (casi mejor decir "de las") protagonistas de la historia. En este caso, también en la trama han pasado igualmente algunos años desde los hechos descritos en la novela previa y ahora son las nietas de aquellas protagonistas que conocimos a su llegada a la isla, Gwyneira y Helen, las que toman el puesto de primacía en la narración. Kura y Lainie son primas pero no se parecen demasiado: Kura es hija de una nativa maorí y del heredero de la gran finca de cría de ovejas de Kiward Station, aunque su futuro apunta a quedar al mando de las tierras y el negocio de la lana, ella tiene otras expectativas, más relacionadas con triunfar en la ópera y convertirse en una gran diva, a ser posible en Londres; su exótica y arrebatadora belleza la convierte en el foco de atención, allá donde va. Lainie, por su parte, es la discreta nieta de las anteriores protagonistas, pero su vida es más sencilla, ayudando en los negocios familiares en la ciudad y soñando con encontrar un marido bueno con el que casarse y formar una familia feliz.

Sin embargo, ninguna de las dos protagonistas verán realizarse sus sueños en un principio. Muy al contrario, ambas padecerán al ver sus planes saltar por los aires y tendrán que huir de sus casas y alejarse por distintos motivos de sus familias y llevar adelante una vida que poco se parecerá a lo que en un principio tenían planeado para su futuro. Las dos primas tomarán caminos separados que acabarán por confluir, pero hasta entonces conoceremos a través de sus vivencias las duras condiciones de vida en las colonias neozelandesas de principìos del siglo XX, donde ambas tendrán que hacerse a una nueva vida rodeadas de hombres duros que se juegan la vida en las inseguras minas de carbón, que conviven con los animales en las inmensas granjas de ganado y conoceremos como la agreste colonia va poco a poco desarrollándose, fundándose ciudades que comienzan a crecer y a prosperar a base de trabajo duro en pésimas condiciones,  cómo se van forjando grandes fortunas entre los industriales y los ganaderos y al mismo tiempo nos acercamos a la forma en que los nativos logran conservar sus tradiciones ancestrales a la vez que se integran en la nueva sociedad que les rodea.

La novela se lee con fluidez, ya que la narración es ágil y sencilla, los personajes, aunque no demasiado complejos, están bien dibujados, siendo fácilmente identificables los caracteres positivos y los negativos y la trama, aunque resulta bastante previsible, se sigue con agrado ya que combina bien las escenas, se mantiene el ritmo y el equilibrio entre las historias de las dos primas y en general es una novela bastante rápida, a pesar de su extensión. No es una obra maestra en absoluto pero sí que se acaba cogiendo cariño a sus personajes, por lo que no creo que tarde mucho en continuar por la tercera y última entrega de la serie y no me quedaré sin saber qué es lo que le depara el futuro a estas familias y en qué acaban sus agitadas vidas en las inhóspitas y lejanas tierras de Nueva Zelanda.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El sueño de la ciudad

Nuevamente emprendo el comentario de una novela cuya acción transcurre en Barcelona, ciudad que compruebo que últimamente es un escenario recurrente en mis lecturas, por pura casualidad en realidad, no es que sea un elemento que yo persiga expresamente, pero es bien cierto que la historia y las peculiaridades de esta ciudad, así como sus obras monumentales y sus personajes destacados tienen mucha materia novelable y parecen dar mucho de sí, como lo demuestra el hecho de que la ciudad protagonice tantas obras de ficción en los últimos tiempos. En este caso la novela se titula "El sueño de la ciudad" y su autor Andrés Vidal. Se trata de una novela con transfondo histórico que transcurre en los primeros años del siglo XX, en una Barcelona que ve transformarse completamente su fisonomía, que rompe con sus antiguos límites y murallas y se expande en todas las direcciones, dando paso a nuevos barrios donde la burguesía comienza a construir impresionantes mansiones en el nuevo estilo de moda: el imaginativo Modernismo, y en cuyo centro vital destaca la magnífica construcción de la Sagrada Familia, el gran sueño del genial Antonio Gaudí, que se convierte en seguida en el símbolo que identifica a toda la ciudad.

En lo que se refiere a la trama propiamente dicha de la novela, esta se centra en dos personajes: por un lado Dimas Navarro, un joven trabajador, hijo de un empleado del tranvía, que sueña con alcanzar fortuna y reconocimiento que lo sitúe al nivel de la rica burguesía barcelonesa que vive una época de brillo sin par, gracias a la creciente actividad comercial y mercantil que genera enormes fortunas a la sombra de la I Guerra Mundial, de la que España ha quedado al margen. Estas grandes promesas de éxito futuro son las que guían a Dimas en su sueño de ascender social y económicamente. En principio su trabajo se limita a servir de hombre para todo de Ferrán Jufresa, primogénito de una familia de joyeros que trata de ampliar los negocios familiares, no siempre de manera totalmente limpia ni lícita.

La segunda protagonista es Laura Jufesa, hermana del citado Ferrán. La joven es la más artística de los cuatro hermanos Jufresa. Dedicada al diseño de joyas en el obrador de la empresa familiar, tras una temporada de aprendizaje en Roma, colabora además en el taller de esculturas de las obras de la Sagrada Familia, donde trabaja cerca del gran genio Gaudí. Los dos protagonistas, aparentemente muy distintos y necesariamente distanciados por las diferencias de clase y nivel económico que los separa, acabarán enamorándose, como suele ocurrir en tantas novelas, y tendrán que superar distintos obstáculos hasta ver triunfar su relación.

La historia romántica que centra la novela (¿qué le voy a hacer? yo soy así de poco sensible), no es lo que más me ha gustado del libro. En cualquier caso, esto no es extraño en mí, que tengo cierta animadversión hacia estas historias de amor imposible entre miembros de distintas clases sociales que parecen incapaces de salir adelante, pero que cualquier lector medianamente avispado adivina desde el momento en que nos presentan a los protagonistas, cada uno por su lado y tan distantes el uno de otro como es posible situarlos en un principio, adivinas enseguida, digo, que van a acabar culminando su historia de amor, a pesar de todo lo que se les ponga por delante.

Así que, dejando esa faceta anti-romántica mía un poco de lado, sí que incidiré en el aspecto de novela histórica y de cuadro costumbrista de esta obra. Me ha gustado y mucho la forma en que se muestra la ciudad de Barcelona, sus barrios y calles, las antiguas callejuelas de origen medieval y las más modernas avenidas, sus distintos ambientes, los barrios obreros y los salones de la alta sociedad, el mundo de los teatros y de las grandes empresas familiares, el crecimiento urbano y la lucha por los derechos de las clases trabajadoras. Verdaderamente el autor dibuja un paisaje vivamente atractivo y muy detallado de toda una sociedad en un momento concreto de la Historia  en el que apetece adentrarse y que nos permite sumergirnos por un rato en una ciudad apasionante, cambiante y a la vez tradicional y en constante búsqueda del crecimiento económico y del progreso social.

Ganas le entran a una de hacer una escapada a Barcelona después de leer la novela y observar en vivo todos los escenarios por los que nos hemos paseado durante esta lectura: contemplar las obras de la todavía inacabada Sagrada Familia y revivir los pasos de los personajes de la ficción sobre la auténtica ciudad, y esto siempre es algo de agradecer a una novela, ¿verdad?

lunes, 28 de octubre de 2013

El pantano de las mariposas

El comienzo de esta novela del escritor argentino Federico Axat,  "El pantano de las mariposas" es de los que te enganchan fácilmente, tiene ritmo, es inquietante y con un punto de misterio, con lo que te da paso a una historia sobre la que deseas saber qué es lo que va a ocurrir a continuación. Si bien en las siguientes páginas me costó un poco ubicar la acción, tanto geográfica como temporalmente, la historia de Sam Jackson es verdaderamente atractiva.

Desde el momento en que perdió a su madre, Sam vive en la granja de los Carroll junto con otra decena de niños acogidos por ese generoso, aunque estricto, matrimonio. Entre estos niños los hay de las más variadas edades, unos más adaptados a su nueva familia que otros, algunos con un pasado de plagado de horfanatos y familias desestructuradas, pero todos bien atendidos bajo la férrea disciplina de los Carroll. Sam es relativalmente feliz, apenas recuerda a su madre más que levemente y se dedica, a sus doce años, a disfrutar de las diversiones habituales en los niños de su edad durante el largo verano de 1985. Junto con su amigo Billy, un chico ingenioso y decidido, recorren en bicicleta los alrededores de la pequeña población de Carnival Falls, perdiéndose en sus bosques y disfrutando de la libertad que proporcionan las interminables vacaciones. Pronto aparecerá en escena Miranda Matheson, una niña de su misma edad que constituye la novedad en el pueblo al mudarse a la gran mansión de la calle Maple. Los tres chicos protagonizan una historia de amistad infantil, en el límite de la adolescencia, con el descubrimiento del primer amor y compartiendo unas experiencias que los marcarán para siempre. Todo lo relativo a este aspecto de la novela me ha resultado entretenido y bien tratado, me gusta como los protagonistas emplean el ingenio y la camaradería y se apoyan unos a otros para resolver sus problemas, imponiendo valores y actitudes positivos frente a los personajes negativos que aparecen en el relato.

Otro tema destacado en el libro es el asunto del avistamiento de naves extraterrestres en la zona, que parece un elemento menor al principio de la historia, una anécdota más de la que hablar en medio de la rutinaria vida de una pequeña localidad, pero al avanzar la novela va cobrando más peso en el argumento, involucrando a los protagonistas de manera ineludible. Tal vez sea esta faceta más fantasiosa la que menos me ha gustado de la novela, ya que tampoco termina de convertirse en el asunto fundamental y no está equilibrada con el tono general de la historia.

Y no puedo obviar, por supuesto, porque es un elemento esencial de la novela, el giro absoluto que da la historia, no ya al final, sino en la última página del libro. Con un levísimo gesto, apenas unas palabras que podrían pasar desapercibidas, el autor nos pone delante de los ojos una información fundamental que hasta entonces no habíamos visto y que nos hace plantearnos absolutamente toda la esencia del libro que acabamos de leer, verlo todo desde una perspectiva diferente. Yo me quedé con la boca abierta durante un buen rato, mientras rebobinaba a gran velocidad en mi mente toda la historia que acababa de terminar y volvía a analizar cada escena, cada personaje y todas sus relaciones y reacciones a la búsqueda de alguna pista que hubiera podido estar ahí y yo hubiera pasado por alto. Y aún ahora me puedo parar a pensar en ello y me imagino al autor riéndose a solas, pensando en cómo sus lectores reaccionarán ante ese magnífico truco final. Genial, sin duda.

martes, 22 de octubre de 2013

Donde se alzan los tronos

No dejo nunca de sorprenderme con las enormes posibilidades del género de la novela histórica que dispone de una cantidad inmensa, casi interminable, de personajes, épocas, acontecimientos y sucesos que es posible descubrir, conocer y revivir gracias a la destreza de los autores que optan por buscar su fuente de inspiración en los sucesos del pasado y traerlos a nuestro conocimiento en forma novelada, proporcionándonos de ese modo una experiencia lectora que aúna sin esfuerzo aparente entretenimiento con aprendizaje de la Historia. Siempre existe una anécdota olvidada, un personaje por descubrir, una versión diferente de un hecho conocido que puede convertirse en objeto de un relato. Todo esto ocurre con Ángeles Caso y su novela "Donde se alzan los tronos", que nos transporta por completo al siglo XVIII y a los avatares políticos franceses y españoles de aquella época.

El argumento de la novela se desarrolla entre los reinados del último rey español de la dinastía de los Austrias, Carlos II "El Hechizado" y su sucesor, el duque de Anjou, primer Borbón que reinaría en España con el nombre de Felipe V, bajo el control férreo de su abuelo Luis XIV, el famoso "Rey Sol" de Francia. Los sucesos históricos de esta época llena de luchas de poder, inciertas negociaciones, conjuras y traiciones, cambios sociales y políticos, tienen a una mujer en el mismísimo centro de todos los conflictos, la famosa Princesa de los Ursinos. Mariana de la Trémoille es enviada a España como Camarera Mayor de la nueva reina, Maria Luisa Gabriela de Saboya, a la que orientará y formará como reina y como esposa, dada la poca edad y experiencia de la joven y sobre la que influirá de manera decisiva, al igual que sobre el rey, que confiará ciegamente en su criterio en los más variados asuntos, de modo que la Princesa alcanzará un enorme poder en la Corte española, al tiempo que se ganará un buen número de enemigos, siempre envidiosos de cualquiera que alcance altas cotas de poder cerca del monarca.

La novela retrata vivamente los contrastes entre el lujo esplendoroso de la Corte de Versalles de la cual procede el nuevo monarca español y la triste, apagada y ultrarreligiosa sociedad española que se encuentran al llegar al lóbrego Alcázar, donde los Grandes del reino temen perder sus privilegios a manos de los nuevos amigos del rey venido del extranjero, que debe combatir al mismo tiempo con el pretendiente a su trono, el Archiduque Carlos, heredero de la rama austriaca de los anteriores reyes de España y además, sin romper con sus vínculos familiares con Francia, habituarse necesariamente a las nuevas costumbres y usos del recién adquirido reino y darse a conocer y hacerse de querer por sus súbditos de los que desconoce casi todo.

Por todo ello, la novela resulta sumamente atractiva e interesante, retrata muy bien la época y a sus protagonistas y nos acerca a un apasionante momento histórico de una forma muy didáctica sin olvidar por ello las mejores formas de la narración novelada, ya que la prosa es ligera, las descripciones de lugares y personajes son muy vivas y el relato se hace ágil y fácil de seguir a pesar de su estricto y documentado rigor histórico. Una excelente manera de seguir conociendo nuestro pasado de forma entretenida.

martes, 8 de octubre de 2013

El guardián invisible

La verdad es que si alguien me hiciera la pregunta de si me gusta especialmente la novela policíaca mi respuesta inmediata sería probablemente un "no" bastante categórico. Pero resulta que me paro a pensarlo y tengo al menos diecinueve lecturas con esa etiqueta en mi blog (también reconozco que no soy muy estricta en el tema del etiquetado y no descarto que haya algún otro libro con policías de por medio que no lleve dicha etiqueta) Ocurre además que sigo fielmente la serie de novelas de Camilla Lackberg y que el comisario Montalbano de Camilleri está entre mis personajes preferidos de todos los tiempos. Así que algo falla en mi percepción de la realidad. ¿Es posible que sea una aficionada a la novela policíaca y yo misma no lo sepa?

Pues esa reflexión me surgía hace pocos días mientras devoraba sin respirar las primeras cincuenta páginas de esta novela "El guardián invisible" de la autora navarra Dolores Redondo, una obra de intriga en torno a unos macabros asesinatos de jóvenes que debe resolver la inspectora de la policía foral Amaia Salazar, además de lidiar al mismo tiempo con sus propios fantasmas personales y familiares. Y es que, al margen de los escabrosos detalles de los crímenes que pueblan esta novela, de la investigación sobre los brutales asesinatos que amenazan el boscoso y casi místico valle de Baztán, abundan también en el relato los pasajes en los que se nos muestra la vida y las preocupaciones de los personajes, más allá de lo puramente relacionado con las cuitas propias de la investigación policial. Las reflexiones sobre esos problemas personales, las relaciones familiares, las cuestiones que preocupan íntimamente a las personas, se dediquen a la profesión que se dediquen, la importancia de los asuntos privados que siempre están por encima de los profesionales, aunque habitualmente se trate de evitar que los unos entorpezcan a los otros, tienen un peso específico en esta novela. Mientras que un asesino en serie atemoriza los pueblos de la zona rural de Navarra comprobamos cómo se ponen en funcionamiento por parte de los investigadores los métodos científicos que habitualmente asociamos con las series norteamericanas, cómo se define el perfil psicológico del criminal y se va cerrando el cerco en torno al misterioso asesino, todo ello en medio de un ambiente lleno de leyendas y personajes fantásticos, de viejas historias de la tradición navarra y de los personajes que pueblan el bosque desde hace cientos de años y que, aparentemente, aún subsisten en las creencias de los habitantes de la zona. El libro combina muy bien las facetas de la más metódica investigación criminal con la cara más esotérica, mezclando en muchos momentos realidad con fantasía en una muy justa medida.

De ahí que, volviendo a la cuestión que me planteaba al principio de estas letras, no diría que me gusten especialmente las novelas con crímenes y polis de por medio, sino que me gustan las novelas que me cuentan las historias sobre las personas, que me acercan a sus sentimientos, a sus problemas y a las relaciones, siempre complejas y dinámicas con su entorno familiar y profesional. Lo que ocurre es que, en ocasiones, todo esto transcurre entre asesinatos o con policías, jueces y delincuentes de por medio. Con lo que deduzco que me gustan, en conclusión, las buenas novelas que me cuentan buenas historias, eso es todo.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Ashford Park

Termino la lectura de la novela "Ashford Park" con una leve sonrisa en mis labios, esa sonrisa relajada que te queda cuando acabas un libro con el que te has entretenido, en el que has vivido muchas historias, has conocido personajes interesantes y te has ido enganchado a una lectura ágil, eso sí, a base del viejo truco de terminar los capítulos en lo más álgido para cambiar inmediatamente de escenario y de época. Y todo eso sin pasar por demasiado sufrimiento ni dejarte en la cabeza problemas o cuestiones a las que darles vueltas. No se puede pedir mucho más a una novela. Lo cierto es que la escritora estadounidense Lauren Willig ha logrado aquí una obra amena en la que se alternan los diferentes planos temporales con bastante agilidad, el misterio se va dosificando con acierto y va contándonos una historia suficientemente interesante que se desarrolla en dos tiempos: por un lado a principios del siglo XX entre Londres y Kenia y por otra parte en Nueva York a finales de siglo, conectando a Clemie Evans con su abuela Addie, desvelando poco a poco los secretos ocultos de una familia que vive durante todo ese tiempo en una mentira que nadie ha tenido interés por revelar.

Encuentro sorprendente que esta novela esté etiquetada habitualmente como novela romántica, ya que no creo que la trama de romance sea en absoluto el eje central de ninguna de las historias que se cuentan. Sí que es cierto que existen personajes que se enamoran, se casan, sufren por amor... pero prevalecen, en mi opinión, otros aspectos o temas que son de más relevancia en el relato como puede ser el del retrato de las clases altas de la Inglaterra de primeros de siglo y los cambios sociales que la guerra supuso en sus privilegiadas vidas, o las experiencias de estos mismos ingleses en el África colonial, o el contraste entre la vida de la abuela Addie y la de su nieta Clemmie, enfrascada en su intensa vida profesional que  no le deja tiempo para construir una relación sentimental en condiciones, mientras trata de triunfar a toda costa como abogada. O el papel de las relaciones familiares, de los lazos que unen a los miembros de una familia, sean o no cercanos, a la seguridad que proporciona saberse miembro de un grupo. Hay bastantes aspectos. como comento, que superan la temática romántica. Incluso diría que la historia de amor que se desarrolla en el tiempo actual no sólo me ha parecido poco interesante y totalmente previsible, sino que no era casi ni necesaria.

En fin, destacaría la ambientación de la parte de la novela protagonizada por Addie y su intensa prima Bea, tal vez el mejor personaje de la novela. Bea es una joven de buena familia que pasa de ser "la debutante de la década", la más atractiva, interesante y prometedora joven de la sociedad londinense a encontrarse en una explotación cafetera en lo más profundo de África, viviendo una vida que nunca eligió, añorando los brillos de un mundo que acabó con la guerra y arrepentida de las decisiones que tomó en su día. Su estimada prima Addie, que en su día fue una huérfana pobre acogida por la familia de no muy buena gana, será la única que nunca dejará de apreciarla, apoyarla y acompañarla, a pesar de que no siempre Bea se portara con ella como debiera.

Una novela, en fin, entretenida de leer, con algunas sorpresas en la trama junto con otros giros que no resultan tan inesperados, pero en general bastante agradable, muy bien ambientada, con personajes atractivos y ritmo rápido. Una buena lectura para cualquier lector que busque entretenimiento.


viernes, 27 de septiembre de 2013

Una temporada para silbar

Hacía tiempo que le tenía echado el ojo a esta novela del escritor norteamericano Ivan Doig titulada "Una temporada para silbar". Ya desde la portada me tenía medio ganada, como suele ocurrir con las acertadas ediciones de Libros del Asteroide, en esta caso con esa imagen de dos chicos de camino al colegio atravesando el campo, el libro evoca ese ambiente rural propio de los tiempos de los primeros colonos norteamericanos y sus pequeños pueblos de frontera, y promete una historia con niños que, siempre que no deriven hacia tintes dramáticos, me suelen atraer bastante.

Y, efectivamente, la historia que cuenta la novela se desarrolla en el estado de Montana, a principios del siglo XX, cuando éste era todavía un territorio prácticamente desconocido, que iba poblándose poco a poco con valientes que decidían dar un giro a su vida, dejar atrás todo lo que tenían hasta el momento y lanzarse a la aventura de ocupar esas nuevas tierras que acababan de incorporarse al país. Nos encontramos, por tanto, con unos personajes que llevan una vida dura, de intenso trabajo físico, en contacto directo con una naturaleza que no siempre es favorable, que oscila entre crudísimos inviernos y veranos de sequía. Unos campos donde los granjeros no lo tienen fácil para arrancar el fruto de la tierra, sacar adelante a sus familias y luchan cada día para alcanzar un futuro mejor a través de su propio esfuerzo. Y sin embargo, las comunidades de colonos mantienen un alto grado de moral, de justicia, creen en la necesidad de la educación para los niños, confían en la justicia y conservan las buenas costumbres, no son salvajes alejados de la civilización, sino que mantienen y aplican las más básicas normas de convivencia social.

Y en este entorno se desarrolla la historia del protagonista, Paul Milliron. Es el propio Paul, ya adulto, el que nos narra su infancia, recordando el mundo en el que creció, ahora que vuelve a su casa convertido en superintendente a cargo de las escuelas unitarias del estado de Montana. En la novela se evoca la figura del maestro rural y de aquellas modestísimas escuelas en las que convivían en el mismo aula todos los alumnos de una localidad y sus alrededores, desde los seis hasta los catorce años, y a los que el maestro debía proporcionar las bases del conocimiento elemental, ajustando sus enseñanzas al heterogéneo grupo de estudiantes, despertando su interés y siendo generalmente su única referencia intelectual y el encargado de abrirles los ojos a la Historia, a la cultura y al mundo más allá de sus praderas y montañas. Pero esta idílica figura está a punto de desaparecer, ya que Paul tiene como misión comunicar a las juntas escolares del condado la intención del gobernador de clausurar las escuelas untiarias para sustituirlas por grandes centros en los principales núcleos de población. Y él mismo sabe que con las escuelas unitarias desaparecerá también todo un mundo, toda una organización social.

Según recorre los paisajes que decoraron su infancia, Paul revive aquella época y las vivencias que compartió con sus hermanos y su padre, un viudo preocupado por el buen funcionamiento de su hogar, que se decide a contratar un ama de llaves que se ocupe de gobernar el caos en su casa y del cuidado de sus hijos. Así es como Rose Lewellyn llega a la diminuta localidad de Marias Coulee. Rose es una viuda reciente que viene acompañada de su hermano Morrie procedentes de Chicago. Desde luego, ambos son toda una novedad en aquella localidad tan alejada de la sofisticación de las grandes ciudades. Mientras que Rose se dispone eficientemente a poner orden en el hogar de los Milliron, Morrie acabará hacíendose cargo del puesto de maestro, resultando ser una persona de enorme capacidad, amplísima cultura e inesperadas dotes docentes, lo que abrirá todo un mundo de conocimiento para el joven Paul, que no tardará en destacar en la escuela.

La novela me ha gustado mucho, indudablemente. Tanto el aspecto de la vida más salvaje en las tierras de frontera, con sus paisajes de inmensas praderas y horizontes infinitos, como el mundo de la escuela y la capacidad de un buen maestro para inspirar a sus alumnos, para hacerles amar el estudio, me ha parecido magníficamente contados. Y ya fuera de lo puramente literario, también diré que me ha parecido excelente el ensalzamiento de la figura del maestro rural que desarrolla su oficio en las más precarias circunstancias, teniendo que adaptar las enseñanzas a los distintos niveles de sus alumnos, a las diversas capacidades, ver como aplica los aprendizajes significativos implicando a los chicos en la adquisición de sus propios conocimientos, su forma de trabajar por proyectos que precisan la implicación de los alumnos, haciendo que los niños disfruten mientras aprenden y entiendan la utilidad de aquello que se les enseña y deseen seguir aprendiendo. Magnífico retrato, por tanto, de un maestro en esencia que desarrolla su profesión sin precisar de muchos medios materiales, sino valiéndose de su amplia cultura, de una verdadera vocación, de gran ilusión y amor por el conocimiento para llevar así a cabo su oficio de la manera más eficaz posible. Aspectos muchos de estos que sería deseable que los maestros actuales trataran de valorar, de incrementar y conservar como sus mejores herramientas de trabajo.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Ferragosto in giallo

Este librito fue un souvenir que se vino conmigo después de un viaje que hice el mes pasado a Italia, más concretamente a la ciudad de Milán, en pleno Ferragosto; fue amor a primera vista, de esas cosas que aparecen en el momento justo en el lugar apropiado y no tuve más remedio que hacerme con él. Por si alguien desconoce en qué consiste eso del Ferragosto, le diré que es un fenómeno exclusivo de Italia y que se da anualmente en torno al día 15 de Agosto. Nada que ver con lo que ocurre aquí en España en pleno verano, cuando las ciudades relajan algo su ritmo habitual pero en ningún caso se paralizan, es más, es la ocasión propicia para aprovechar y salir a callejear, se encuentra más sitio para aparcar y las terracitas te ofrecen una limonada para pasar al fresco las tardes calurosas y casi se agradece poder disfrutar de todas las ventajas y ofertas de la ciudad sin muchos de sus inconvenientes. Nada de eso es posible en Ferragosto; en Italia por esas fechas todo se paraliza, absolutamente todo. Incluso en una gran ciudad como es Milán te encuentras con la inmensa mayoría de negocios y locales cerrados por unos días con el consecuente cartel de "Chiuso per ferie", cientos de carteles iguales por todas partes. Pero incluso muchos hoteles en el centro histórico cierran por el Ferragosto, algo impensable aquí en pleno verano que es, por antonomasia, la temporada alta-altísima para el turismo. Pero así son ellos para sus cosas: toca cerrar y cierran. Y así, durante dos o tres días, la ciudad entera permanece en estado de domingo por la tarde: ni coches por las calles, ni una mala terraza donde tomarse una birra.

Menos mal que llegó el día 17 y la cosa se relajó un poco y fuimos capaces de encontrar algún que otro negocio que se decidió a abrir sus puertas, y en eso que, buscando cosas típicas que traernos a casa, me topo en un supermercado, en medio de un montón de best sellers y revistas del cuore, con este pequeño librito azul, en el primoroso e inconfundible estilo de Sellerio, editor de toda la serie de mi querido detective Montalbano, el famoso detective de Camilleri, y luciendo el atractivo título de "Ferragosto en giallo". Y, claro está, no tuve más remedio que añadirlo a mi cesta de la compra ya que, me pregunto, qué puede haber mejor que encontrarte en la misma circunstancia que los protagonistas de una novela, entender el ambiente, el calor abrasador del verano italiano y la modorra de las avenidas desiertas en pleno Ferragosto, de haber pasado por las calles en las que transcurre la acción y, sobre todo, disfrutar de la bellísima lengua italiana justo después de haber pasado unos días por aquellas tierras escuchándola y practicándola a tu antojo. Era el libro perfecto para mí justo en aquel momento, no me queda la menor duda.

Esta colección de relatos detectivescos ("giallo" es el nombre con el que se denomina en italiano a este género literario) es la continuación de una tradición de la citada editorial que ya publicó anteriormente "Un Natale in giallo" o "Capodanno in giallo" en los cuales, igual que en esta ocasión, la casa editorial invitaba a sus escritores de cabecera a escribir un breve relato detectivesco ambientado en una época determinada del año, en este caso en el ya comentado periodo vacacional veraniego. Nos encontramos en esta ocasión con el Montalbano de Camilleri, o a la española Petra Delicado de la mano de su autora, Alicia Giménez-Bartlett, cuya edición en italiano corre habitualmente a cargo de Sellerio, junto a otros tres autores: Gian Mauro Costa, Marco Malvaldi, Antonio Manzini y Francesco Recami. Todos ellos nos presentan una historia corta en la que se da algún tipo de misterio o caso policíaco a resolver con la única coincidencia de ocurrir los sucesos narrados en esos calurosos días de  mitad del mes de agosto en que toda Italia parece paralizarse en el tiempo bajo el calor asfixiante propio de la fecha, aunque ya es bien sabido, como dijo no recuerdo quién, que el crimen no descansa nunca, ni siquiera en Ferragosto.

sábado, 14 de septiembre de 2013

El jurado número 10

Después de pasar varias semanas sumida en las convulsas tramas históricas propias de la Inglaterra de los Tudor, necesitaba cambiar de aires radicalmente, volver al mundo actual aunque fuera por unos días, por lo que, hurgando en mi biblioteca de lecturas pendientes dí con esta novela, "El jurado número 10", de la, entre otras muchas cosas, escritora Reyes Calderón, que ya me había proporcionado anteriormente algunas lecturas interesante de la mano de su personaje más famoso, la jueza McHor. En esta ocasión no se trata de un episodio más de la citada serie, si bien no se aleja mucho del ámbito judicial, ya que el protagonista de la misma es un abogado y la mayoría del relato gira en torno a un juicio en el que éste se ve involucrado, muy a su pesar.

Tiene esta novela un protagonista, el abogado al que me refería anteriormente, de nombre Efrén Porcina. Ya desde el nombre, podemos sospechar que este abogado, de buenas intenciones pero no muy brillante carrera, no tiene el perfil de héroe que suele caracterizar al protagonista de las novelas policíacas al uso. Ni tampoco sus mucho más de cien kilos de peso se ajustarían, literalmente, a ese perfil (y a casi ningún perfil, de hecho). Efrén es un buen abogado, con un despacho modestísimo, más aún si lo comparamos al importantísimo bufet del que ha sido recientemente despedido. Sin intención más que de tratar de vivir de su trabajo lo más dignamente que le sea posible, se ve envuelto en una complicada trama de narcotráfico y corrupción policial gracias a la "inestimable" ayuda de su secretaria y socia, la despampanante y algo dislocada Salomé, especialista en enamorarse de hombres altamente desaconsejables. De este modo, el modesto protagonista de la novela se verá inmerso en un caso que le supera en mucho, enfrentado a policías corruptos, al mayor despacho de abogados de la provincia y a las propias barreras que le impone su moral y su vocación de abogado, que se verá obligado a saltarse si quiere salvar su propio pellejo.

Se aprecia el conocimiento que del mundo de la ley y de los tribunales tiene la autora, y en este caso más concretamente, de todo lo que rodea la profesión de los abogados y de los procedimientos judiciales. Se plantea en esta novela una contraposición entre los valores que tratan de defender los buenos letrados que se precian de serlo y tratan de facilitar la aplicación de la ley, frente al dudoso papel de aquellos otros que utilizan los más enrevesados subtefugios legales para hacer prevalecer la postura de sus clientes, estén dentro o fuera de la legalidad;  la fina línea que separa la inocencia jurídica de la no culpabilidad, la presunción de inocencia como parapeto tras el que se escudan los que son capaces de hacer desaparecer por cualquier medio posible las pruebas que les acusen directamente de los numerosos delitos que han cometido, la perversión del sistema cuando los culpables y sus abogados utilizan la ley en su beneficio y la figura del jurado popular no profesional como base de la aplicación de la justicia. Temas apasionantes todos estos que se tratan cuando, además, están bien contados, cuando se mezclan con unas tramas bien planteadas, como es este caso en el que acompañamos al sufrido Efrén en su carrera por tratar de lograr que el culpable sea efectivamente declarado como tal, proceso en el que él mismo tendrá que sumirse en las cloacas del sistema y renunciar a principios que siempre juró que mantendría. Pero las cosas se ven desde otra perspectiva cuando lo que está en juego es tu propia vida, y eso es lo que le ocurre a Efrén.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Una reina en el estrado

Sin solución de continuidad, nada más terminar la anterior novela de Hilary Mantel, "En la corte del lobo", me sumerjo directamente en la continuación de esta serie sobre la familia Tudor, titulada en esta ocasión "Una reina en el estrado". Encontramos a los personajes de la historia exactamente donde los abandonamos al terminar la anterior novela: Ana Bolena no ha logrado engendrar un hijo varón, Enrique sigue obsesionado por el asunto y ahora ha fijado sus ojos en una dama de la corte, Jane Seymour, una insignificante mujer sin nada que llame la atención pero que con su sencillez, casi simplicidad, ha atraído la atención del monarca al que, habituado como siempre a moldear la realidad a la medida de sus caprichos e intereses, asaltan ahora las dudas sobre la legalidad de su enlace con la Bolena. Después de enfrentarse a toda la cristiandad para que ratificaran su matrimonio, ahora al monarca no le duelen prendas en retomar las posturas que unos años antes se presentaron en contra de sus pretensiones para justificar ahora la ilegalidad de su unión con la nueva reina.

Mientras tanto, las complejas redes de intereses de la corte no dejan de complicarse. Los Bolena ven peligrar su supremacía, las antiguas familias que nunca aceptaron a la nueva reina ven su oportunidad de volver a ganar los favores del rey, la familia Seymour no tiene inconveniente en manejar a la anodina Jane como una mera pieza en el juego del poder. Mientras tanto, la reina repudiada, Catalina, fallece de enfermedad y abandono, lo que despeja otra vía de conflictos que se pudieran oponer a una posible nueva boda. Thomas Cronwell, sin embargo, encontrará una solución más directa para disolver el matrimonio real sin necesidad de alegar nulidad: la reina es sospechosa de mantener relaciones con otros hombres. Sea o no esto cierto, siempre hay personas en palacio dispuestas a confesar lo que han visto u oído o sospechado, de apoyar rumores y aprovechar para inclinarse ahora del lado de los nuevos intereses del rey, cualquier acusación más o menos fundada es válida si favorece los volubles deseos del monarca, y esa es la misión principal de Cronwell, buscar, no la verdad, sino la parte de verdad que conviene a los intereses de Enrique. Nuevamente el hombre fuerte a la sombra del rey demostrará su capacidad de manejar las voluntades, su profundo conocimiento de la naturaleza humana y de las relaciones y luchas de poder entre los cortesanos para inclinar la balanza del lado que más interese a su señor.

Si recientemente me quejaba por el tema de la traducción de los títulos de las novelas, vuelvo hoy sobre el asunto ya que no puedo dejar de mencionar aquí la traducción del título de la primera novela de esta serie que se titula en castellano "En la corte del lobo", traducción literal de "Wolfhall", título que hace referencia a la casa familiar de los Seymour que aparece frecuentemente en la novela y que además remite a la clásica sentencia de "el hombre es un lobo para el hombre" que tan bien retrata la realdidad diaria de la corte de los Tudor; sin embargo, considero que cualquier persona que no conozca el idioma inglés suficientemente no podrá percibir todo esto, ya que en la novela siempre se nombra la casa con su apelativo en inglés, Wolfhall, con lo que podría no relacionarse este nombre con el título del libro. En esta segunda parte de la serie, sin embargo, el título original "Bring up the bodies" que significaría algo así como "Traed los cuerpos", se ha sustituído por "Una reina en el estrado", un título que nada tiene que ver con la traducción literal pero que sí resume el argumento de la novela en cuestión. ¿Qué conclusión saco de todo esto? Pues que no siempre una traducción literal es mejor que una libre, que el título de una novela ha de reflejar la letra pero también el espíritu del original y más vale una modificación que mantenga el mensaje que una traducción estricta que no transmita la intención del autor al titular.

martes, 3 de septiembre de 2013

En la corte del lobo

Vuelvo nuevamente a caer en uno de mis temas redundantes, de esos sobre los que nunca me canso de leer, ni de ver en películas o series, se trata en este caso de la historia de los Tudor, de la apasionante vida de Enrique VIII de Inglaterra y su entorno, de esos personajes que si no fuera porque tenemos amplísimamente documentados por numerosas fuentes históricas, creeríamos sin problema que habían sido creados por la mano de algún escritor con una pródiga imaginación, más bien retorcida y maliciosa. Pero es que este periodo histórico fue tan fascinante como se nos cuenta. Esta vez la historia viene narrada por la autora británica Hilary Mantel y su novela "En la corte del lobo", primera parte de una trilogía en la que la autora revisita los acontecimientos que llevan al rey Enrique a anular su matrimonio con la reina Catalina (por cierto, uno de mis personajes favoritos de toda la Historia) para casarse con Ana Bolena.

Seguramente para aquellos que no sean, como yo lo soy, fanáticos confesos de este periodo histórico, la novela en principio les puede sonar a más de lo mismo, a la misma historia mil veces contada, pero les puedo asegurar que no es así, en absoluto. Con total maestría Mantel logra revivir los episodios ya conocidos de una manera diferente, con sobrias descripciones, sin detenerse a recontar los hechos históricos o a presentarnos a los personajes que ya se dan por conocidos, se centra en recrear los ambiente, las tensas relaciones de la corte, los pensamientos y posicionamientos de los personajes a través de breves pinceladas unas veces, de conversaciones cogidas al vuelo, sin detenerse en ubicarnos ni darnos más datos, en ocasiones unas pocas palabras nos hacen ver toda una escena, una breve reflexión nos dibuja una personalidad, nos muestra una mentira o una confabulación. Otras veces, en cambio, asistimos a largas conversaciones o a reflexiones en voz alta donde nos aproximamos a la mentalidad de una época tan lejana como es el siglo XVI donde las convenciones o las relaciones sociales y familiares eran muy diferentes a las actuales.

El punto diferenciador de esta novela se encuentra en su protagonista que no es el rey, ni ningún personaje de la nobleza sino Thomas Cromwell, el gran hombre de negocios, secretario del rey, gestor de sus negocios y su política, de humilde origen pero que a fuerza de tesón, estudio e inteligencia alcanza las mayores alturas de poder en la corte del caprichoso rey Enrique. Después de escapar bien joven de los abusos de su cruel padre, de luchar en el ejército francés, de conocer el mundo del comercio y la banca en Italia, a su regreso a Inglaterra con un inmenso bagaje cultural y mundano entra al servicio del muy poderoso cardenal Wolsey. Incluso tras la caída de su señor Cromwell se mantiene a flote y pasa a servir directamente al rey llegando a convertirse en el hombre más poderoso de Inglaterra después de aquel, a quien todos temen, respetan, envidian y cuya caída, por descontado, desean. Porque Cromwell conoce y maneja todos los equilibrios de poder, todos los enfrentamientos, las simpatías y los odios, las lealtades y traiciones, las viejas rencillas y los anhelos de venganza y las pasiones ocultas, las debilidades de cualquiera de las personas que frecuentan la corte de Whitehall, nada escapa a su conocimiento y todo lo emplea en favor de sus intereses. Pero también nos permite la autora conocer la faceta privada del poderoso Cromwell, su cara más bondadosa que muestra en la intimidad de su familia, marcada por grandes pérdidas pero donde también ejerce de acogedor patriarca; bajo su autoridad y protección conviven hijos, sobrinos a los que trata como hijos y otros jóvenes a los que apadrina, acoge y forma para convertirlos en personas de gran provecho para la política y los negocios, hombres que le serán siempre fieles y que le apoyarán en los peores momentos al igual que los pocos amigos que hará a lo largo de la vida pero que desmienten la imagen de hombre cruel, desalmado y capaz de cualquier cosa que de él se tenía en la corte y en toda Europa en aquellos años.

Retrato, por tanto, fascinante de un periodo histórico sin parangón, con protagonistas de la talla no sólo de Enrique VIII, el poderosísimo y obcecado rey que abandona su lealtad a Roma por casarse con una mujer a la que nadie apreciaba en la Corte, pero con la que espera concebir un heredero, la arribista Ana Bolena, de magnética personalidad e indudables atractivos que logró elevar a su propia familia a los más altos cargos, que compartió la cama del rey con su propia hermana María y se enfrentó a todos mientras gozó de la protección del rey. Igualmente fascinantes las demás mujeres que rodean al rey: la reina Catalina, siempre digna y orgullosa de su sangre real a pesar de las humillaciones a las que se la sometió, al igual que su hija, la princesa María, desposeída de sus derechos pero con su orgullo y dignidad siempre intactos, jamás aceptó a la Bolena como reina legítima de su país; y la pequeña, y en aquel momento inocente, Isabel, hija de Ana Bolena y que tan gran reina resultará en el futuro. Todo un cuadro, en fin, de magníficos personajes que darán cada uno de ellos para otros tantos cientos de páginas por sí mismos.

Y todos ellos sumidos en una época en que el fanatismo religioso llena Europa de enfrentamientos, muerte, salvajes purgas, donde el fuego acaba con los herejes y las alianzas políticas nunca son estables. La Europa de Erasmo y de Tomás Moro, los Borgia, Lutero, el emperador español Carlos y el rey Francisco de Francia, donde la religión y la política se mezclan y se confunden,  la cultura y la sinrazón conviven sin rozarse, el fanatismo frente a la lógica, la religión como arma de dominio frente a los que tratan de acercar la Biblia al pueblo... un periodo que resulta una fuente inagotable de grandes historias y personajes sin parangón.

martes, 27 de agosto de 2013

El mayor Pettigrew se enamora

En ocasiones, los traductores nos hacen algunas faenas con los títulos de las novelas, tal y como ocurrió con "La semilla del diablo" que en todo el mundo se titulo "El bebé de Rosemary" pero que en nuestro país, y gracias al traductor, ya sabíamos, nada más coger el libro en nuestras manos, quien era el padre de ese bebé. Una pifia, vamos. Y con esta novela ocurre algo parecido, aunque en menor grado, claro está, porque tampoco voy a decir que se nos desvele con el título una tremenda sorpresa inimaginable en un principio, pero sí considero que el título en castellano de "El mayor Pettigrew se enamora" resulta demasiado explícito para la sutileza de la historia que cuenta Helen Simonson en esta novela cuya traducción del inglés podría ser algo así como "La última decisión del mayor Pettigrew", con lo que algo de intriga podría conservar el lector hasta el mismísimo final de la lectura a la espera de comprobar si la historia camina hacia un lado o hacia el contrario. Pero así de directos somos aquí, queremos conocer el final desde el minuto uno. Porque la historia que se nos cuenta no es una explosión de enamoramiento y pasión, ni mucho menos, sino un lento y delicado camino cuyo recorrido debemos seguir sin prisa para disfrutar de todo el proceso hasta alcanzar su desenlace final.

Pues ya entrando a valorar el libro en sí, más allá del título, comentar que en la novela no se establece expresamente el espacio temporal en el que nos encontramos, aunque más adelante, por situaciones y datos que van surgiendo sabremos que la trama es prácticamente contemporánea. Sin embargo, y si nos dejamos guiar exclusivamente por los modales y la mentalidad del protagonista, por la estructura social del pueblo en el que reside y por las formalidades de los comportamientos de algunos personajes, muy bien nos podríamos hallar en la Inglaterra rural del siglo XIX. El mayor Pettigrew es un perfecto caballero inglés, militar retirado, viudo, consciente de sus responsabilidades frente a su familia y su comunidad y cumplidor de las normas sociales hasta el extremo. Nada más comenzar el relato nos lo encontraremos, sin embargo, abatido por la reciente muerte de su hermano menor, tan afectado por ello que ha olvidado, algo impropio de él: pagar la cuenta mensual de los periódicos que diariamente le reparten desde la tienda del pueblo, razón por la cual se presenta ante su puerta a reclamarle la deuda la señora Ali, una viuda de origen pakistaní que rige dicho negocio.

Lo inusual de las circunstancias que propician ese encuentro hará que ambos se vean mutuamente desde una nueva perspectiva y descubran la cantidad de cosas que tienen en común: ambos son dos personas maduras, viudos los dos, con relaciones complicadas con las respectivas familias, amantes de la lectura y con una alta consideración por la buena educación y el respeto absoluto hacia la vida de los demás. A pesar de su distinta procedencia, comparten muchos valores sobre lo que realmente consideran como importante en la vida. Aparecerán otros muchos personajes: los vecinos del mayor que lo respetan como el ciudadano ejemplar que es; el hijo del mayor, un joven mequetrefe centrado en el éxito profesional en la City y del que su padre a veces se avergüenza al comprobar su falta de madurez y de sensibilidad; el sobrino de la señora Ali, un joven que trata de cumplir con los compromisos de su religión y las presiones de su familia frente a sus deseos juveniles... A pesar del entorno, nada propicio a la pareja, ya que Pettigrew es un honorable miembro de la comunidad, socio del club de campo y la señora Ali no es, a ojos de sus vecinos, más que una tendera extranjera, por más que ella naciera en Inglaterra y se sienta tan británica como el que más, la relación entre ambos avanzará lentamente, a base de cordiales y correctas conversaciones, encuentros en los que disfrutan de sus aficiones comunes y sus muy cercanas sensibilidades, pero sin permitirse nunca el dejar asomar expresamente los sentimientos que ambos tienen por el otro, en aras de la corrección y de las buenas maneras.

Una novela, en fin, extremadamente sensible, plagada al mismo tiempo de un fino humor británico, tanto de la mano del irónico mayor que no deja pasar por alto ninguna de las absurdas y ridículas convenciones y rutinas que caracterizan la vida en un pequeño núcleo rural inglés, como igualmente por parte de la señora Ali que, sin perder nunca la compostura ni salirse de la posición social que le han asignado los demás, observa a sus vecinos y familiares con una aguda mirada llena de inteligencia. Una lectura llena de sutileza, ternura y donde, felizmente, el amor supera las barreras creadas por la sociedad.

viernes, 23 de agosto de 2013

La noche en que Frankenstein leyó el Quijote


En el relato que da título a esta obra, "La noche en que Frankenstein leyó el Quijote" nos enteraremos, no exactamente de que Frankestein leyera en algún momento el Quijote, pero sí su creadora, Mary Shelley, en una lluviosa noche de sus vacaciones estivales en Suiza en que junto con otro grupo de escritores se deleitaban con la lectura en voz alta de grandes clásicos de la literatura, entre los que no faltó la obra magna de las letras españolas. Y ese mismo verano fue en el que Shelley escribió su famosa novela con monstruo incluído, ¿inspirada tal vez por Cervantes de algún modo? Pues este y otros episodios curiosos, originales e interesantes todos, relacionados con la literatura, las novelas, los autores o los libros se recogen en esta breve obra de Santiago Posteguillo que, además de afamado autor de entretenidísimas novelas históricas ambientadas en la antigua Roma, es también profesor universitario, traductor y, sobre todo, amante de todo aquello que huela a libro o a lecturas.

Este es uno de esos libros que resulta un regalo perfecto para cualquier amante de la lectura, un volumen que podemos tener a mano para dedicarle cualquier rato perdido, un hueco entre dos novelas, una tarde de verano. Cualquiera de los relatos, de breve extensión todos ellos, son entretenidos y simpáticos, tiernos unos, otros divertidos … pero todos muestran la realidad detrás de la ficción, la vida auténtica de aquellos que se dedicaron a crear magníficas ficciones. Desde el origen del (bendito) orden alfabético, hasta el curioso origen de la decisión de publicar Harry Potter, desde la fallida muerte de Sherlock Holmes hasta las dificultades de Jane Austen para ver publicado su “Orgullo y prejuicio”, todos los relatos están contados con acierto, un toque de suspense, otro de gracia y mucho de ternura y siempre con un punto de sorpresa que hará de la lectura de este libro una agradable experiencia que, además, nos permite aprender algo nuevo sobre esa “vida secreta de los libros” que puede ser tan interesante como los libros mismos.


domingo, 11 de agosto de 2013

La verdad sobre el caso Harry Quebert

Simplemente genial, así definiría brevemente esta novela que dicen que está siendo uno de los éxitos de este verano y no me extraña nada que así sea. "La verdad sobre el caso Harry Quebert" del escritor (sorprendentemente) suizo Joël Dicker es una trepidante historia en la que nada es lo que parece, en la que las sorpresas se suceden y con la que se da esa fabulosa situación en la que en ocasiones se encuentra un lector, de no poder soltar el libro en ningún momento y tener que devorar sus cientos de páginas tan velozmente como te permitan el resto de obligaciones con las que, por desgracia, te toca seguir cumpliendo a lo largo del día y que no entienden de lecturas adictivas.

Comentaba que me sorprende que el autor de esta novela no sea norteamericano sino suizo, porque no se puede retratar más vivamente el paisaje típico de una pequeña localidad americana como se hace en esta ocasión con Aurora, el clásico pueblito costero en New Hampshire, con sus policías patrullando tranquilamente la calle y saludando a los vecinos por su nombre, su único dinner donde sirven hamburguesas y café a cualquier hora del día, las barbacoas en el jardín, donde todos se conocen y nadie echa la llave a la puerta, donde los niños juegan en las calles y apenas ocurre nunca nada digno de mención. Hasta allí se traslada un escritor en busca de inspiración, a una preciosa casa junto a la playa, con sus gaviotas, su terraza sobre el mar y su paz infinita. En ese idílico escenario Harry Quebert escribirá la novela que lo encumbrará como gran figura de la literatura norteamericana, pero también allí y en esas mismas fechas ocurrirá un drama que sacudirá el pueblo pero que todos parecen haber olvidado completamente.

Y es treinta años después cuando Marcus Goldman, un discípulo del escritor, aspirante igualmente a autor de éxito se topa con aquellos acontecimientos que ocurrieron en 1975. Nuevas circunstancias apuntan al gran Quebert como culpable de la trágica desaparición de la joven Nola Kellergan, lo que hace que Goldman se desplace desde Nueva York hasta Aurora e inicie una investigación por su cuenta para tratar de salvar el buen nombre de su maestro. Pero descubriremos que nada es lo que parece, ni la paz ideal de Aurora es tal, ni Quebert es el gran genio que el mundo creía, que todos mienten o al menos callan lo que saben y que el tiempo corre en contra de Goldman que debe descubrir la verdad con la única ayuda del arisco sargento Gahalowood de la policía estatal.

Pero lo mejor que tiene esta novela es que nos va presentando la historia poco a poco, nos va a acercando a distintos puntos de vista, nos repite los hechos una y mil veces pero no es una pura reiteración de la historia ya que cada vez que se nos cuenta aparece un matiz diferente, un detalle que antes no conocíamos, a cada personaje vamos descubriéndole un aspecto desconocido, el pasado va abriéndose paso con dificultad y de ese modo avanzamos en la lectura de una manera compulsiva, porque sabes que cada capítulo te va a desvelar algo que no sabías, una nueva aproximación a los hechos que cambia todo lo que antes te había presentado como cierto, una nueva pieza que desbarata el puzle que ya teníamos compuesto, o eso creíamos. Y si a todo esto le sumamos el frenesí del mundo editorial que presiona incansable a Goldman para que termine su novela, para que dé a conocer al mundo el gran escándalo que supone el descubrimiento de la verdad sobre el caso Harry Quebert, la acción se acelera aún más y te atrapa en su frenética lectura indefectiblemente.


miércoles, 7 de agosto de 2013

En compañía del sol

Jesús Sánchez Adalid, autor de interesantes novelas ambientadas en distintos momentos de la historia de España, narra en esta obra titulada "En compañía del sol", la vida de Francés de Jassu, el hombre que la Historia conocería como San Francisco Javier, pero más que al santo en esta novela se nos presenta al personaje histórico, el joven inquieto que ve a sus hermanos luchar por los derechos de la Corona de Navarra, el estudiante que vive en París la vida libertina propia de los jóvenes nobles de la época, el hombre que se ordena sacerdote y vive una vida llena de aventuras, viajes y experiencias muy alejadas de lo que nunca había planeado para su propio futuro.

El relato parte de los días de la primera juventud de Francés de Jassu, el menor de una noble familia navarra originaria del castillo de Xavier que ve como el emperador Carlos V se impone al entonces rey de Navarra en cuyo bando lucharán los hermanos mayores y varios tíos del joven Francés. Tratando de alejarlo de los conflictos políticos, la madre de Francés lo envía a estudiar a París donde espera que se convierta en un hombre de Iglesia. Pero el joven Jassu es apasionado y prefiere ocupar su tiempo en disfrutar de los placeres que le ofrece la vida de joven adinerado en el París de la época, compatibiliza así sus estudios con la práctica de deportes pero también en gozar de la vida sin plantearse siquiera el profesar en la vida religiosa. Será a través de su compañero de cuarto, Peter Fabre, como entre en contacto con el estrafalario Íñigo de Loyola, extraño personaje de ideas descabelladas y considerado por algunos como un santo y por otros como un hereje por sus hábitos de pobreza extrema, su renuncia a las riquezas y privilegios y su entrega absoluta a los necesitados. Será la muerte de su querida madre y posteriormente de su hermana religiosa las que supondrán un cambio en la mentalidad de Francés y en el planteamiento de lo que quiere hacer con su vida.

En la segunda parte de la novela se da un salto en el tiempo y se nos presenta a un Francés ya ordenado sacerdote y formando parte de la recién creada orden de la Compañía de Jesús. Conoceremos cómo fue su acercamiento a Ignacio de Loyola y nos lo encontramos de camino a la India como vicario del Papa en aquellas tierras en poder entonces de la Corona de Portugal. Hacia aquellos territorios desconocidos se dirige Francés con la intención de evangelizar a los pueblos con los que se encuentre. Esta parte entra de lleno en el género de novela de aventuras, desarrollándose en exóticos escenarios, con innumerables avatares y peligros vividos por el protagonista al contacto con culturas y costumbres totalmente ajenas a él y donde el religioso trata de adaptarse al entorno y de conocer la forma de vida de aquellas sociedades exóticas y extrañas para él, a la vez que persevera en su misión de dar a conocer a Dios a aquellos que no lo conocen.

En la tercera parte de la novela sabemos que Francés ha muerto en su viaje a China. En estas páginas se nos hace un resumen de sus últimos días contados a través de los testimonios de aquellos que lo conocieron en sus viajes por India, China o Japón. Ya en aquellos días, antes incluso de su muerte, su figura era admirada en Europa a donde llegaba su correspondencia que era distribuida por iglesias, cortes y universidades donde los relatos de su vida misionera, los avatares de sus aventuras por tierras exóticas y su incansable esfuerzo evangelizador ya le habían ganado la fama de santo en vida.

Esta es una obra que, a pesar de contar la vida de un santo, se puede leer perfectamente desde el plano más puramente de novela histórica y de aventuras, entra poco en los aspectos más relacionados con la religiosidad del personaje y más en sus inquietudes personales y en los aspectos de su carácter como hombre inquieto, apasionado y tenaz en toda aquella misión que emprendió a lo largo de su fascinante vida.

viernes, 2 de agosto de 2013

El aire que respiras

Tuvo mucho que ver el hecho de que me conquistara el mundo creado por Care Santos en su anterior novela, "Habitaciones cerradas", que leí hace un par de veranos, para que me lanzara bastante convencida sobre esta última, "El aire que respiras". E incluso cuando en un principio esta nueva novela me pareciera un poco lenta en su arranque, así y todo insistí, e hice bien, porque pronto la historia aceleró a toda máquina y me enganchó en su rocambolesca mezcla de personajes, en la convulsa época en la que se ubica, el complicado siglo XIX español, más concretamente de la ciudad de Barcelona, la época que va de la ocupación napoleónica a la posterior restauración borbónica, con unos personajes aparentemente excesivos pero sacados, sin embargo, de la realidad histórica, con unas vidas que se cruzan en torno a una colección de libros prohibidos, obras perseguidas por la desgracia que son extraviadas, buscadas, encontradas, vueltas a perder, escondidas y robadas una y mil veces y que originan encuentros y desencuentros entre bibliófilos y bibliófagos, coleccionistas y libreros, personajes que buscan en ellas unas veces el placer del objeto prohibido, otras el deseo de lo raro y valioso o el mero deleite de poseer una obra de arte en exclusiva.

Y de libro en libro conoceremos las complicadas existencias de Carlota Guillot, la heroína protagonista, de su cruel esposo Néstor Pérez de León, del italiano Brancaleone, librero por casualidad, pero la novela está llena de personajes fascinantes, tanto los reales como los ficticios que conviven en perfecta armonía. Es esta una obra muy coral donde todas las historias tienen su peso, donde el drama se compensa con un acentuado toque de humor en el modo de contar las historias, con una mezcla de Historia, aventura y folletín, con muchos cambios de registro, alternando narración con correspondencia, diarios o biografías reales y con un ritmo que va acelerando y no ahorra sorpresas finales en la historia, muy bien rematada.

También diré que la novela tiene, como viene siendo habitual en los últimos tiempos, un plano de narración paralela que transcurre en el tiempo presente, centrado en la investigación llevada a cabo por parte de una escritora que ayuda a una amiga que acaba de heredar una vieja librería donde encuentra unas notas de su padre sobre unos misteriosos libros, pero para mi gusto las escenas de esta trama no llegan a la altura del relato principal que es el que verdaderamente engancha y se sigue con enorme interés, una historia que demuestra que los libros pueden dar sentido a la vida, e incluso ser el único medio racional de cambiar el mundo.


viernes, 26 de julio de 2013

En el jardín de las bestias

"En el jardín de las bestias" no es una novela, es preciso comenzar aclarando ese punto, no se trata de una obra de ficción, sino una biografía ligeramente novelada escrita por el periodista y profesor universitario Erik Larson en torno a la figura de William E. Dodd, embajador norteamericano en Berlín entre los años 1933 y 1937. Dodd, hasta ese momento un tranquilo profesor de Historia en la universidad de Chicago, llega a Alemania pocos meses después de la subida al poder de Hitler y se convierte en espectador de primera fila de los acontecimientos y movimientos del gobierno alemán que no le hacían al embajador sino comprender que el III Reich se preparaba sin duda alguna para la guerra, a pesar de las constantes negativas de sus gobernantes al ser interrogados sobre este asunto. Igualmente, las medidas políticas tomadas en contra de los ciudadanos judíos, su paulatino apartamiento de todo tipo de actividades públicas, la prohibición de su participación en cada vez más ámbitos de la vida política, social y económica, escandalizan al norteamericano que constantemente advierte a su propio gobierno del peligro real que para la democracia se estaba convirtiendo el régimen alemán, aunque no recibiera mucho eco en ese momento, la realidad histórica nos demuestra que, si bien sus previsiones fueron ignoradas durante años, eran plenamente certeras, de tal modo que todo aquellos hechos que él denunció acabaron precipitando al mundo entero a una Guerra Mundial pocos años más tarde.

El embajador Dodd se trasladaría a su destino alemán acompañado de su familia: su esposa, su hijo Bill y su hija Martha. Esta última también tiene un papel importante en el libro, ya que la joven participó muy activamente en la vida social del animadísimo Berlín de la época, aprovechando su posición privilegiada de hija de diplomático participaba en fiestas, tertulias, se relacionaba con personalidades de las artes, el periodismo, la cultura y la política, además de tener una intensa vida sentimental, protagonizando numerosos romances, relacionándose íntimamente con personal diplomático de otros países e incluso con figuras relevantes del partido nazi, por el que en un principio se sintió atraída creyendo que sería un buen instrumento para volver a ensalzar la gran nación alemana al lugar que históricamente le correspondía. Sin embargo, pronto se desilusionó de este proyecto al contemplar en directo la crueldad y la violencia indiscriminada en la que se fundamenta la acción de los que ella comenzó considerando jóvenes y entusiastas patriotas.

La obra está elaborada basándose fundamentalmente en documentación escrita, cartas personales de Dodd y su hija, básicamente, pero también en documentos oficiales del gobierno norteamericano, comunicaciones diplomáticas, informes, declaraciones, diarios o biografías de muchos de los protagonistas de la política de aquellos años. Al tratarse de una obra de no ficción, la abundantísima documentación y las numerosas citas de hechos o narraciones reales o las distintas versiones por parte de los protagonistas de los hechos relatados, provocan que la lectura en ocasiones carezca de la agilidad que caracteriza a una novela, pero se compensa este problema por el interés de lo que se cuenta y por lo impresionantes que resultan en ocasiones los hechos reales que se nos presentan, cumpliéndose en este caso la famosa máxima de que la realidad supera, a veces con creces, cualquier ficción que sobre ella se pueda crear.

domingo, 14 de julio de 2013

El testigo invisible

Me he declarado en repetidas ocasiones como una apasionada de la novela histórica y revisando mis lecturas es fácil comprobar la alta frecuencia con que este género aparece en ellas. Y en muchas ocasiones esto no es un resultado de una búsqueda voluntaria, sino que las novelas basadas en hechos reales, con trasfondo histórico, me atraen de manera irresistible y acabo cayendo en ellas una y otra vez. Existen, además, épocas, personajes o acontecimientos concretos por los que, lógicamente, siento una especial debilidad y que se presentan igualmente en mis lecturas con cierta regularidad. Uno de esos temas recurrentes sobre el que no me canso de leer es la vida y, por supesto, la dramática muerte de los últimos representantes de la familia imperial rusa, el zar Nicolás, la zarina Alejandra y sus cinco hijos, el pequeño zarevich y las hermosas princesas imperiales. Y este es el tema central de la última novela de Carmen Posadas de título "El testigo invisible" que cuenta los últimos años de la familia Romanov, contados en esta ocasión desde el punto de vista del joven Leonid Sednev, un chico que entra al servicio del palacio Aleksandr como water boy o encargado de limpiar los conductos de las calefacciones del edificio y que se mantendrá junto a la familia real hasta sus últimos momentos en la conocida como Casa del Propósito Especial, el último alojamiento de la familia y donde serían asesinados finalmente. La relación del chico con sus señores, los rumores e intrigas en los que se ve envuelto, su enamoramiento platónico de una de las princesa, los personajes históricos que desfilan por San Petersburgo en aquellos días... todo eso se nos cuenta con un tono sencillo, desde el punto de vista del pequeño Leonid, pero contado a modo de memorias, muchos años después y desde la otra punta del mundo, en una confesión de unos hechos que desea narrar antes de morir para dejar constancia de lo que en esos años vivió junto a los zares.

Es sabido que en torno a estos hechos se han escrito cientos de versiones de todo tipo, novelas de variado género, además de otras historias paralelas en torno a la supuesta supervivencia de algunos de los miembros de la familia imperial, fundamentalmente de la pequeña Anastasia, por no hablar del siempre intrigante personaje de Rasputín. Recuerdo, así al pronto, "La casa del propósito especial" de John Boyne o "El síndrome de Anastasia" de Mary Higgins Clark. Esta de Posadas es una aportación más a la larga lista de incursiones en esta apasionante historia, contada con la soltura y el gancho habitual en la escritora, plagada de datos históricos, de curiosidades sobre el día a día de la familia de los zares, con una frescura que te aproxima vivamente a los personajes y que hacen que te enganches a la lectura hasta la última página. Y eso, teniendo en cuenta que ya conocemos el desenlace de antemano, tiene su mérito.

lunes, 8 de julio de 2013

El día de mañana

Nuevamente he tenido la suerte de toparme con uno de esos libros que son capaces de contarte una historia convincente, que te recrean un periodo histórico con viveza y que contienen personajes creíbles, de aquellos que piensas si no habrán sido tomados de la vida real. Todo eso y mucho más he encontrado en esta novela de Ignacio Martínez de Pisón, "El día de mañana". No sólo ha tenido el autor la capacidad de trasladarme a una época siempre controvertida como son los últimos años del régimen franquista, llenos de luces y sombras en ese camino imparable aunque incierto hacia la etapa democrática, donde convivieron los seguidores del régimen con sus más duros combatidores, junto con esa inmensa masa de población que no hacía más que subsistir en medio de las circunstancias que la vida le presentaba, con poco interés por la política y muchas ganas de salir adelante en medio de una sociedad que, a pesar de todo, de lo duro del momento, confiaba en un futuro mejor. Además es que lo ha hecho de manera atractiva y logrando involucrarme en las peripecias del protagonista más negativo con el que me he encontrado últimamente.

Lo más destacable de esta novela en lo que se refiere al plano formal es, sin duda, la estructura del relato y el punto de vista del narrador, o de los narradores, para ser más precisos. Toda la historia se nos cuenta mediante sucesivos monólogos de varios personajes que cuentan, en primera persona y a modo de confesión sus vivencias en aquellos años con un único punto en común entre todos ellos: todos, en algún momento, tuvieron algo que ver con Justo Gil, un protagonista que en ningún momento se dirige al lector, es el protagonista del relato pero es el único que no nos cuenta su vida, eso queda de la mano del resto de los personajes. Así, todas las narraciones giran en torno al tal Justo, un joven sin grandes méritos ni recursos que llega a Barcelona acompañado de su madre enferma, como tantos otros emigrante en esa época y comienza a partir de entonces a buscarse la vida de las maneras más variadas posibles, acabando convertido en un soplón de la policía, enemistado con todos aquellos a los que frecuentó. Todas las historias que se nos narran convergen en Justo, y cada una nos muestra un especto de él: el vecino necesitado, el socio defraudador, el falso militante político, el amigo... pero no por ello dejan de ser historias personales, vidas reales de cada narrador a través de las cuales se nos muestra un fresco retrato de lo que fueron aquellos años de nuestra Historia aún cercana.

jueves, 27 de junio de 2013

El enigma de la calle Calabria

Regreso nuevamente a la serie de Jerónimo Tristante sobre el inspector Víctor Ros, que en esta ocasión se traslada a Barcelona, ciudad donde inició su carrera profesional, para colaborar en la investigación de "El enigma de la calle Calabria" y nuevamente nos presenta una amena historia de de misterio, con todos los elementos clásicos del suspense más tradicional, en la que seguimos la investigación policial a cargo del detective Ros que contrapone, como ya es habitual en él, la lógica y las pruebas de tipo científico a las supersticiones y las explicaciones irracionales con las que el pueblo llano y la opinión pública, allá por los últimos años del siglo XIX, trataba de justificar todos aquellos fenómenos extraños que rodean este misterioso caso.

La cuestión es que Ros tendrá que desmentir las teorías que parecen indicar que el  empresario Gerardo Borrás ha logrado escapar de un secuestro que lo ha llevado hasta el mismísimo infierno, aunque no haya podido escapar a la desgracia de ser poseído por el diablo. El inspector deberá dar con una explicación racional a todos los extraños aspectos que rodean este caso en el que se ven envueltos personajes de lo más sórdido, especialmente un peculiar "malo" que se mueve entre los ambientes más oscuros de la prostitución, la explotación de menores, el asesinato, las estafas de alto nivel, e incluso el vampirismo. Pero afortunadamente tenemos al detective Ros y a sus compañeros de investigación para llegar a la resolución del caso que devolverá la seguridad y la calma la ciudad y a sus habitantes que podrán agradecer a su sagacidad el poder vivir en paz nuevamente.

Tras sus anteriores aventuras situadas en el Madrid más castizo, en esta entrega Víctor Ros se desplaza a Barcelona y nos pasea por esta ciudad con su incesante crecimiento urbano, con su ensanche perfectamente diseñado y sus barrios periféricos de aluvión llenos de miseria, la avalancha de inmigrantes que llegan a la ciudad para participar en la imparable  industrialización y su mezcla de cultura y pobreza, de europeísmo y nacionalismo, de tradición y revolución. Una ciudad de Barcelona, en fin, que se dibuja como un marco apasionante donde se desarrolla el argumento de esta entretenidísima novela, parte de una serie de la que me reconozco entusiasta seguidora. Hasta la próxima entrega, por tanto, señor Ros.

domingo, 23 de junio de 2013

La reina descalza

Me ha costado bastante sentarme a escribir mi comentario sobre esta novela, al igual que me ha costado llevar adelante la lectura  del libro en sí. Tengo claro que "La reina descalza" de Ildefonso Falcones ha sido y sigue siendo uno de los éxitos editoriales y de público de este año, pero cuando una lectura se te atasca, cuando no conectas con la historia, no hay nada que hacer, ni aunque las listas de ventas y las críticas literarias te vengan a quitar la razón semana tras semana.

Sí que he de reconocer que hacia la mitad de la novela logré engancharme un tanto a la historia de la gitana Milagros Carmona, de su amiga la negra ex esclava Caridad y el resto de los personajes; este cambio de ritmo viene a coincidir con el traslado de  la acción a Madrid y el abandono de alguna manera del escenario de la gitanería de Sevilla y de los campos del sur de Portugal donde se centra el tráfico de tabaco al que se dedica el abuelo Carmona, pero tardé como trescientas paginas en coger soltura y leer con alegría, con lo que no puedo decir que esta novela pueda contarse entre mis recomendaciones de los últimos tiempos.

A pesar de todo esto, tengo que reconocer que el libro está muy bien escrito porque no voy a negar la destreza narrativa del autor que cuenta sus publicaciones por éxitos, lo que se cimenta en una base de calidad innegable. También es cierto que la novela cuenta una historia original por lo que se refiere a que entra en un tema interesante centrado en las vivencias de una joven gitana, por medio de la cual nos acercamos a la vida del resto de miembros de esta raza en la España del siglo XVIII que no era precisamente fácil: rechazados por la población en general, aferrados a sus costumbres y sus tradiciones, sin interés por acomodarse al estilo de vida de los payos ni por acatar su religión y sus leyes más que de cara a la galería, tuvieron enfrente las severas leyes del rey Fernando VI inspiradas por el Marqués de la Ensenada que se convertiría en el más severo perseguidor de este pueblo y que trató de eliminarlos de la faz de la península. Falcones es un narrador habilidoso que recrea una época y unos lugares que resultan verosímiles, cargado de documentación histórica y de datos interesantes. Y lo cierto es que los personajes que dibuja están llenos de pasión y vida, pero tal vez, para mi gusto, hay demasiada pasión en la novela, demasiado sufrimiento, demasiada ansia de venganza, demasiada violencia, luchas de familias, odios enconados que pasan de generación en generación....

Entiendo que todo lo que cuenta la novela es el reflejo de la época y del lugar en que transcurre la acción, que la vida en el barrio sevillano de Triana en la época descrita no sería precisamente un remanso de paz ni buenas maneras, pero son precisamente esos sentimientos tan exacerbados, esa lucha continua por la vida, huyendo de los enemigos, de los de su misma raza y su misma familia más incluso que de los extraños, esa búsqueda constante de la libertad y la paz, todo eso que probablemente sean lo que más atraiga a los lectores de esta novela, lo que les haga apasionarse con ella, es lo que me ha resultado totalmente agotador: el encontrarme imbuída en un mundo regido por tradiciones atávicas irracionales, la defensa de la honra, la venganza, la navaja siempre a mano, el ojo por ojo, todo ese ambiente en el que se mueve la joven Milagros, todos los sufrimientos y las humillaciones por los que pasan ella, su madre Ana Vega encarcelada, como tantas otras, por el mero hecho de ser gitana, su abuelo el viejo Melchor, la sumisa Caridad acostumbrada a años de esclavitud, tanto desgarro, tanto orgullo de raza, me han superado. Supongo que mi humor me pedía una novela más ligera y esta ha llegado en mal momento, cosa que siento, porque probablemente podría haberla disfrutado más en otras circunstancias.