Desde hace años soy fiel lectora de la obra de la norteamericana
Kristin Hannah y espero con ilusión cada una de sus novelas, siempre protagonizadas por figuras femeninas potentes y en esta ocasión, tal como sucedía en "
Volverás a Alaska", el paisaje donde transcurre la acción tiene gran relevancia y peso en la historia que se cuenta. Debo reconocer, a pesar de todo, que el arranque de "
Los cuatro vientos" casi me decepcionó ya que, en mi oponión, la protagonista no despierta simpatías cuando la conocemos de primeras. No por el hecho de ser una mujer poco agraciada, una señorita de ciudad, sin grandes habilidades ni virtudes, con pocas perspectivas de casarse y menospreciada por su familia más pendiente de sus hermanas, guapas, sociables y con un buen futuro garantizado como esposas y madres. Lo cierto es que el retrato que de Elsa hace la autora en las primeras paginas de la novela me resultó rápido y sin profundidad, no nos hace sentirla cercana y reconozco que a punto estuve de no seguir con la lectura, dada la poca conexión que sentía por su protagonista. Pero por suerte según fui avanzando en su historia, logré conectar plenamente con ella y disfruté acompañándola en los grandes cambios que sufrirá su vida y conociéndola más a fondo según ella misma iba creciendo como persona y como personaje. De ser una soñadora solitaria que no había hecho nada de interés en sus veinticinco primeros años de vida más allá de leer muchas novelas románticas y lamentarse de su aburrida existencia, Elsa pasará a convertirse en una mujer de carácter. Convertida en esposa y madre, aprenderá el valor del esfuerzo, la satisfacción del trabajo bien hecho, el amor que se puede sentir hacía la familia y el arraigo a la tierra y crecerá así ante nuestros ojos hasta convertirse en un personaje magnífico, que es a lo que nos tiene acostumbrados la autora.
La historia de Elsa no estará falta de sacrificios y dolor; conocerá la miseria más terrible en los durísimos años de la Gran Depresión. La autora nos transporta a la época de las grandes sequías que coincidieron en el tiempo con la crisis financiera de 1929 en los EEUU y que acentuaron la recesión económica al dar lugar a malas cosechas que llevarían a la ruina a millones de habitantes de las zonas agrícolas del país. A esto se le sumarían, como consecuencia de la falta de lluvia, tremendas tormentas de polvo, vientos cálidos que arrastraban la tierra de los campos sin cultivar, restos de plantas resecas y todo lo que encontraban a su paso, cubriendo por completo campos y pueblos cuyos pobladores se ven forzados a abandonar. A este fenómeno se le conoció como el
Dust Bowl y dejó detrás un paisaje desolador donde las fértiles tierras de cultivo de las Grandes Llanuras del centro del país se vieron convertidas en campos yermos y desérticos. Esta será la realidad que le toque enfrentar a nuestra protagonista que, al igual que tantos compatriotas suyos, atravesó algunos de los años más duros de su Historia a base de un inmenso esfuerzo y enormes sacrificios.
La imagen de los Estados Unidos que nos transmite esta novela no es precisamente la que habitualmente se nos vende desde allí. La autora desmitifica por completo el famoso sueño americano. Nos habla de la manera en que los jornaleros que llegan a California buscando trabajar y mejorar sus vidas y sacar adelante a sus familias son tratados por sus compatriotas con desprecio y crueldad. Cómo miles de personas pasaron hambre y miserias de todo tipo, sin trabajo o con salarios insuficientes para mantenerse, además de pasar a ser prácticamente esclavizados mediante créditos impagables adquiridos con sus propios empleadores que los consideran seres inferiores, mera mano de obra barata y despreciable. Malviven así sin ningún tipo de apoyo ni cobertura por parte del gobierno ni de sus conciudadanos. Por no hablar de la extrema violencia aplicada en la represión de todo lo que oliera a asociacionismo obrero o cualquier asomo de movimiento de tendencia izquierdista.
El resultado de todo esto es una lectura intensísima, un drama de gran calado, cargado de fuerza, de emoción, amor, amistad y coraje, que nos enseña grandes lecciones sobre el pasado; lecciones que deberíamos saber aplicar también para nuestro presente y futuro próximo.