viernes, 27 de noviembre de 2020

El silencio del bosque

Me estreno gracias a este título, "El silencio del bosque", con la serie de Tana French protagonizada por agentes de la Garda (cuerpo de la policía irlandesa). En esta ocasión los dos principales protagonistas son los detectives Ryan y Maddox, destinados en el departamento de homicidios. Al inicio del libro conocemos a Robert Ryan y sobre todo descubrimos el suceso que marcó su infancia: cuando contaba doce años desapareció, junto a otros dos niños, en el bosque donde solían jugar, muy cerca de su urbanización . Tras varias horas de búsqueda el niño fue encontrado en estado de shock, y manchado de sangre. Sus dos amigos nunca aparecieron y tampoco regresaron jamás los recuerdos de lo sucedido aquel día.

Iremos descubriendo también la estrecha y peculiar relación no sólo profesional sino también de amistad que une a Ryan con Cassie Maddox, su compañera de trabajo con la que conforma una atractiva pareja de investigadores. Como va a ser habitual en las novelas de la autora, el caso que les toque investigar va a tener una estrecha relación con las propias vidas de los detectives. Así, el caso que centra la acción en esta ocasión arranca con la aparición del cadáver de una niña en Knocknaree, zona residencial al sur Dublín que resulta ser el lugar donde Ryan vivió en su infancia y a donde no había vuelto desde que todo aquello ocurrió. El regreso al escenario de aquellos hechos y algunas similitudes entre ambos casos provocan que Ryan trate de recordar algo de lo que les ocurrió a él y a sus amigos hace ya tantos años en el mismo bosque, pero su cerebro parece que borró por completo todo aquello como un sistema de defensa contra el horror vivido, lo que dificulta el tratar de determinar si ambos casos tienen alguna relación más allá de la coincidencia geográfica y el tener a unos niños como víctimas.

Me ha sorprendido gratamente la forma en que la autora relata los hechos, alejada de la frialdad e imparcialidad con la que se supone que los detectives de homicidios analizan sus casos. A todo lo largo del relato vamos adentrándonos en los más profundos sentimientos de Ryan que narra el caso en primera persona y resulta muy cercano y sincero en la expresión de sus temores y sensaciones. Se logra humanizar el trabajo policial mientras asistimos a su lucha personal contra el trauma causado en su infancia que le impide recordar los hechos que protagonizó y sus sentimientos al aproximarse a las víctimas sin poder evitar sentir empatía por los niños que han pasado por situaciones y pérdidas por las que él también pasó. Igualmente, resultan interesantes sus opiniones y su posición frente a temas como la muerte y la forma en la que esta se afronta en la sociedad actual, sus reflexiones sobre la infancia, el origen de la maldad y la bondad, el debate sobre si los criminales lo son por naturaleza o meras víctimas del sistema y la sociedad, su indignación en relación con la corrupción política de su país o las complicadas relaciones entre ingleses e irlandeses. Sin duda esta es una novela que merece mucho la pena leer, más allá de la pura trama policial que supone el centro de su argumento, pero que también nos hará disfrutar de un amplio repertorio de temas paralelos, personajes atractivos y mucha acción acompañada de interesantes reflexiones. Una lectura bastante completa como podrán comprobar todos aquellos que se decidan a disfrutarla.

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