domingo, 8 de noviembre de 2020

Nos vemos allá arriba

Descubrí a Pierre Lemaitre a través de su faceta de autor de novelas policíacas con la serie del inspector Camile Verhoeven de la cuál me fascinó su capacidad de sorprender al lector con sus tramas altamente inquietantes y sus giros sorprendentes. Y después del éxito de aquella colección el autor dio un giro para adentrarse en otros géneros con igual acierto, así que tras la interesante "Tres días y una vida" me adentro ahora en su serie de ficción histórica situaba en torno a la I Guerra Mundial y siempre con París como escenario principal.

"Nos vemos allá arriba" inicia su acción en noviembre de 1918, a pocos días del armisticio que pondrá fin a la guerra, días en los que el ánimo ente los soldados del frente es básicamente de impaciencia y expectación ante la promesa del deseado regreso a casa y la esperanza de recuperar pronto sus vidas de antes. Un acto irresponsable y egoísta por parte del teniente Pradelle, un oficial ansioso por hacer méritos que le reporten un interesante ascenso antes del próximo fin de la guerra, obliga al batallón de soldados a sus órdenes a asaltar una colina cercana, acción en la que los soldados Albert Maillard y Édouard Péricourt se verán arrastrados al borde de la muerte y sufrirán unas consecuencias que dará lugar a que nunca vuelvan a ser los jóvenes ilusionados y llenos de proyectos que eran hasta ese momento.

Una vez desmovilizados, Pradelle alcanzará un gran éxito económico, emprenderá boyantes negocios y entrará a formar parte de la élite del país gracias a un acertado matrimonio y la falta de escrúpulos para aprovecharse de las circunstancias, mientras que Maillard y Péricourt se convertirán en dos miserables excombatientes quedando relegados a los más bajos escalones de la sociedad. Albert abandona sus planes de casarse con su novia Cecile y llevar una feliz y sencilla vida burguesa, mientras que Edouard desaparecerá literalmente del mundo haciéndose pasar por fallecido para no volver junto a su adinerado e intransigente padre; convertido en un completo incapacitado, optará por vivir escondido de todos, quedando bajo los cuidados de su amigo Albert.

La historia que nos cuenta Lemaitre está plagada de cadáveres, de cuerpos destrozados y mutilados, de almas rotas, algunos con daños bien visibles y otros invisibles a simple vista, de hombres absolutamente corrompidos por dentro, "inválidos del corazón", víctimas todos de la guerra. Nos encontramos con especuladores que hacen negocio a costa del dolor ajeno y de oportunistas que se enriquecen gracias al homenaje a los héroes caídos, mientras que los excombatientes a los que se debería honrar adecuadamente por el sacrificio realizado por el país no son más que unos desgraciados de los que nadie se preocupa y que malviven arrastrando sus lesiones y apenas subsisten con unas exiguas pensiones y ningún reconocimiento por parte de sus conciudadanos. La novela nos muestra un amargo retrato de personajes llenos de claroscuros, de matices, intensos y profundos, que no siempre son completamente positivos o negativos sino hombres con debilidades y sufrimientos que se mueven por maldad, por codicia, por cobardía, miedo o remordimientos, mostrando las numerosas y variadas respuestas del ser humano frente a las dificultades que la vida les plantea. Un novela muy intensa y altamente recomendable que muestra que nada bueno resulta nunca de las guerras.

2 comentarios:

  1. De todos los libros que he leído de Lemaitre este que comentas es el que más me ha gustado. Ya desde el primer párrafo en que dice tanto de una manera muy sutil. Y junto a la denuncia política y social que refleja la historia, también es tremendo como muestra hasta donde es capaz de llegar el ser humano.
    Por cierto ahora ha publicado dos libros más, "Los colores del incendio" y "El espejo de nuestras penas". Y los tres forman parte de la serie "Los hijos del desastre"
    Un abrazo

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    1. Es cierto que Lemaitre es un maestro en retratar al ser humano en profundidad. Tengo en mente completar la serie sin prisa pero sin pausa. Disfruto mucho con sus obras y trato de no perderme ninguna.
      Saludos.

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