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martes, 20 de diciembre de 2022

La casa de los espíritus (Relectura 40°aniversario)

Ya sólo el hecho de que, con ocasión del cuadragésimo aniversario de "La casa de los espíritus", me haya decidido a hacer una relectura de la primera obra editada de Isabel Allende, debe ser considerado como un hito en mi trayectoria lectora porque no soy nada dada a relecturas, aparte de algunas obras más bien clásicas de poesía o teatro. Pero la ocasión bien merecía romper con esa costumbre. Y es que esta novela ha estado desde siempre en mi lista de los libros que considero que han marcado mi trayectoria como lectora. La leí bien joven; según veo en el ejemplar honorablemente sustraído de la biblioteca de mi madre, el libro llegó a mi casa cuando yo tenía diecisiete años, en su ¡vigésimo sexta edición! de abril 1988 (veintiséis ediciones en menos de seis años; eso es un bombazo editorial en toda regla y lo demás son tonterías) La recuerdo como una de mis primeras lecturas dignas de ser consideradas plenamente adultas y la que puedo afirmar que me atrapó para siempre en las garras del vicio lector.

"A Clara no le interesaban los asuntos domésticos. Vagaba por las habitaciones sin extrañarse de que todo estuviera en perfecto estado de orden y limpieza. Se sentaba a la mesa sin preguntarse quién preparaba la comida o dónde se compraban los alimentos, le daba igual quién la sirviera, olvidaba los nombres de los empleados y a veces hasta de sus propios hijos, sin embargo, parecía estar siempre presente, como un espíritu benéfico y alegre, a cuyo paso echaban a andar los relojes."

La novela nos narra la extraordinaria saga familiar liderada por mujeres con nombres luminosos: Nívea, Blanca, Alba y en el centro de todas ellas Clara del Valle, la niña que tiene su propio mundo interior, que adivina el futuro, prevé los fenómenos naturales e interpreta los sueños y que junto con Esteban Trueba funda el estrambótico clan que se nos descubre en este relato cargado de magia, pasión, fantasía desenfrenada, mucho humor, fantasmas, espíritus y otros fenómenos inexplicables plenamente integrados y asumidos en la realidad cotidiana de los personajes. Esa combinación es lo que fue bautizado en su momento como realismo mágico, género en el que la Allende brilló con luz propia, iniciando además uno de los elemento básicos de su narrativa: la creación de unos personajes fuertes e inolvidables, mujeres con vidas extraordinarias dentro de los exuberantes escenarios de una América Latina mítica, donde la tierra tiembla cada poco, donde las influencias europeas conviven con las tradiciones autóctonas, la religión con los ritos antiguos, el exotismo de los aromas, los colores y los acentos locales con la rigidez de las costumbres adoptadas por las familias más pudientes de la sociedad, donde la miseria ancestral de los indígenas se enfrenta al poder de los terratenientes que aplastan todo intento de revolución obrera. Donde la fantasía y el ansia de libertad son consideradas locura y posesión demoníaca, en especial cuando son mujeres las que tratan de sacudirse del control y la tradición que las mantiene a la sombra de sus padres y esposos. Las numerosas y maravillosas historias que conforman la novela se entrelazan de manera prodigiosa, van dejando hilos sueltos que terminarán amarrados antes o después, convergiendo en algún momento porque así está escrito en el libro del destino y ninguna autoridad ni razón pueden evitar que ocurra .

Tenía cierto temor a que el regreso a esta obra que siempre he considerado como un pilar fundamental de mi afición lectora fuera a suponer una decepción; temía que lo que la novela me transmitió en su primera lectura cuando yo era poco más que una adolescente no estuviera ya ahí, que el paso del tiempo y la madurez y los cientos de libros transcurridos desde entonces me hubieran hecho cambiar mi opinión y mi mirada sobre esta historia, pero puedo decir con alegría y tranquilidad por mi parte que la ópera prima de la Allende conserva toda su fuerza, originalidad y encanto y tal vez pueda seguir considerándose, tanto tiempo después, la mejor de sus novelas.

Sí que debo declarar que hay un aspecto importante en el que sí que he notado el efecto del paso del tiempo sobre este libro y es que, ¡Dios mío!, ¿cómo es posible que hace cuarenta años pudiéramos devorar, página tras página, libro tras libro, editados en ese tamaño de fuente minúscula que por suerte ya apenas si encontramos en ediciones actuales? Porque me he parado a comprobar que, lógicamente, la reedición de la novela cuenta con casi cien páginas más que la original, sin hablar, por supuesto, de la maravillosa opción que hoy nos proporciona el libro electrónico de elegir el tamaño de la letra de acuerdo con las necesidades de nuestros ojos que, claramente, han envejecido más y peor que esta maravillosa novela que aún conserva la frescura y la magia que nos conquistó hace ya tantos años. 

Si sois de los que recordáis la novela con cariño o, por suerte para vosotros, de los que todavía no la habéis descubierto y tenéis la posiblidad de leerla por primera vez, no lo dudéis ni un momento. No hay mejor manera de conmemorar el aniversario de esta maravilla de la Literatura en castellano que volver a disfrutar de ella. 

miércoles, 4 de octubre de 2017

Más allá del invierno

La ultima novela de Isabel Allende, "Más allá del invierno" transcurre en Brooklyn durante una terrible tormenta de nieve que deja la ciudad paralizada y sirve de elemento que reúne de manera casual bajo el mismo techo a tres personas diferentes pero que acabarán atados por un secreto compartido, por un asunto al que deben encontrar una solución que no les comprometa seriamente a ningún de ellos. La convivencia forzosa les obligará a conocerse, a abrirse a los demás y a desplegar ante los otros sus pasados conflictivos, traumáticos o complicados que configurarán, junto con la peripecia en la que se ven envueltos, el grueso de la trama.

Los tres personajes centrales me han parecido bastante prototípicos: Lucía, la mujer ya sesentona pero con espíritu juvenil y gran fuerza interior que, no sé por qué razón, he estado identificado constantemente con la propia autora, seguramente debido a su origen chileno y su edad semejante; Richard, el taciturno profesor universitario imagen fiel del norteamericano WASP, intelectual, progresista y solidario de exterior duro y frágil interior; y finalmente Evelyn, la diminuta inmigrante explotada por sus patrones y que se encuentra indefensa ante el mundo en medio de la gran ciudad.

El estilo y planteamiento es el propio de la novela romántica norteamericana que sigue el esquema de chica impetuosa conoce chico reservado y sabemos que al final acabarán juntos como pareja ideal porque resultan ser totalmente complementarios. Poca sorpresa por ese lado.

Más interés me ha despertado el retorno a los orígenes de los protagonistas, a la Guatemala de los guerrilleros, las maras, la miseria y la emigración; al Chile de Allende y el golpe de estado, las ideologías enfrentadas, los ideales políticos derrumbados. Los temas que sobrevuelan la narración son variados y atractivos: la posibilidad del amor otoñal, la inmigración hispana en los Estados Unidos, incluso aparecen elementos cercanos a aquel realismo mágico del inicio de la obra de la autora y que últimamente han derivado más hacia asuntos de santería, pluralidad de religiones, la intervención de los espíritus y las fuerzas sobrenaturales en la vida cotidiana de los personajes. Asuntos y temas secundarios todos estos que enriquecen el relato.

Pero debo concluir reconociendo que no, definitivamente no me he reencontrado con aquella Isabel Allende que me hizo amar la novela con la ya mítica "La casa de los espíritus". Lo sospechaba en cualquier caso, no tenía todas mis esperanzas puestas en esta novela, pero al final voy a tener que admitir que tal vez esa Isabel mágica que yo añoro y ansiaba recuperar ya no existe y ha sido sustituida por esta escritora madura, vivaracha y vitalista con gran dominio del oficio y que nos deja cada año una novela bien escrita, entretenida y ligera con la que consolarnos aunque sea un poco de nuestra pérdida.

sábado, 22 de marzo de 2014

El juego de Ripper

A estas alturas de la película, ya nadie duda de la habilidad para el relato de Isabel Allende y su dominio del oficio de escribir, ¡faltaría más! Y esa destreza se muestra en todo su esplendor en esta su última novela, "El juego de Ripper", en la que la autora deja claro que es capaz de casi cualquier cosa con una pluma en la mano, o con lo que sea que utilice para escribir sus novelas. ¿Que su representante le dice que se ponga con una novela de acción y misterio? pues dicho y hecho; no tiene más que sentarse a la mesa de trabajo el día 8 de enero, como es habitual en ella y sacarse de la manga una historia completa con la temática requerida, con su trama bien engarzada, sus numerosos personajes, cada uno con su personalidad perfectamente dibujada, su narración atrayente y adictiva, en la que engancha una escena con otra de manera que el lector no pueda soltar el libro hasta que llega a la última página y crear, en fin, un nuevo éxito de ventas.

Pero no se queda ahí la chilena, no. También quiere dejar claro que a pesar de seguir cumpliendo años no por ello se ha quedado anquilosada o fuera de onda, sino que está al día en lo que a los avances tecnológicos, de redes sociales y juegos on-line se refiere, que sus personajes pueden tener diecisiete años y que hablan con tanta naturalidad como los de setenta. Además de ello se lanza a tratar temas tan alejados de sus anteriores novelas como se demuestra en el personaje del ex marine norteamericano con sus traumas post estrés o la soltura con la que se adentra en el ambiente de las corrientes new age tan en boga en California, desde la agricultura ecológica, a las terapias alternativas, más propias de curanderos y demás gama de tratamientos y filosofías vitales que tratan de equilibrar y sanar el cuerpo y la mente mediante los tratamientos más variopintos y en ocasiones más absurdos. Eso sí, todo ello mostrado con cierto aire de ironía y hasta una pizca de humor.

Y en este entorno ubica la autora una trama plagada de crímenes sin resolver donde, de la mano de un grupo de adolescentes aficionados a un juego de rol, el subsodicho juego de Ripper que da nombre a la novela, vamos conociendo los hechos de manera un tanto simplona, diría yo. Accedemos a los hechos sin escatimar en información, se nos presentan todas las pistas ante los ojos bien masticaditas, no en balde tenemos hilo directo con el jefe de la policía a cargo del caso, además de contar con las deducciones que van haciendo los chicos a lo largo de su investigación paralela, deducciones que, no puede ser de otro modo, suelen ser totalmente acertadas, con lo que nos encontramos siempre más cerca de conocer la resolución del asunto que la mismísima policía. Al menos la identidad del criminal se nos oculta hasta prácticamente el final del libro, cosas que se agradece. Tal vez sea porque a mí no me gustan las cosas demasiado fáciles, pero me ha parecido que toda esta parte referida a la trama policial, aún siendo el centro sobre el que gira la novela, es menos consistente que el argumento relativo a las vidas personales de los protagonistas, a las relaciones humanas y al dibujo de personajes en el que Isabel Allende triunfa sin duda y es lo que verdaderamente vertebra la novela y la dota de interés.

En cualquier caso, entiendo que la sencillez del relato que se lee sin demasiada dificultad, con escenas cortas, diálogos frescos y personajes bien trazados, unido al gusto por enfatizar los detalles más sórdidos de los ambientes marginales y el presentar con desenvoltura la amplia variedad de hábitos sexuales que proliferan por la liberal California serán todos ellos factores que garanticen que esta novela sea sin duda un verdadero éxito de público. Sin embargo debo reconocer que yo he echado en falta la magia con la que he asociado siempre mis lecturas de las novelas anteriores de la Allende, aquella con la que me fascinó en La casa de los espíritus o la que me desgarró el corazón con Paula. No es esta la Isabel Allende que yo recordaba, y no digo que sea peor, sólo digo que no es igual, aunque me atrevo a aventurar que tal vez no sea ella, sino yo, la que ha cambiado en estos últimos años. Me pregunto en cualquier caso si hay por ahí algún otro lector que haya estado fascinado en algún momento por las novelas de Isabel Allende y sienta en este momento lo mismo que yo. Espero con ansiedad vuestras respuestas.