
El argumento de la novela se basa en los recuerdos que Kathy H. va desgranando sobre los años pasados en el colegio de Hailsham donde vivió hasta los dieciséis años para después ser trasladada a otra residencia. A primera vista se trata de un clásico internado inglés, pero los residentes parecen no tener familia alguna ni ningún contacto con el exterior. Sus cuidadores, los custodios, no paran de insistir en lo especiales que son, le dan mucha importancia a su capacidad creativa, pero siempre parecen estar ocultando algo, saber cosas que los niños no saben y, al mismo tiempo, estar deseando contárselas, reprimiendo constantemente el deseo de compartir con ellos información importante. Los chicos saben que algo ocurre, pero ¿qué es? Hay tantas cosas que se les dice pero no se les dice. Kathy reflexiona sobre la cantidad de situaciones u ocasiones en que adivinaron alguna pista, entrevieron algún indicio en la actuación de los custodios o en los comentarios que dejaban caer, cómo iban adivinando cosas sin saber qué era lo que debían saber. Llegado un cierto momento acaban comprendiendo que no deben hacer planes ni crearse ilusiones sobre qué serán de mayores, a qué les gustaría dedicarse, porque todo su futuro está planificado, su existencia tiene un objetivo preconcebido y esto hace que su visión del mundo cambie completamente. Kathy va revisando los momentos fundamentales de aquellos años y el significado de todo lo que vivió, escuchó, entendió o creyó entender con respecto a la razón de ser de todos ellos, sobre lo que quisieron entender y las ilusiones que llegaron a hacerse sobre su futuro.
Creo que, de algún modo, el autor va dejando caer información de un modo indirecto para que el lector vaya acompañando a los chicos en su descubrimiento paulatino de la realidad: que los alumnos de Hailsham no son lo que parece, que no son chicos como los del exterior, así que, poco a poco, voy cayendo en la cuenta de que esta no es una novela costumbrista, que estoy leyendo una novela de un género diferente al que pensaba en principio, y entonces empiezo a comprender y de repente abro los ojos y la lectura se hace fluida y comienzo a disfrutar realmente del libro.
La narración de Ishiguro es detallista y puntillosa, se recrea en los pensamientos de Kathy, en las sensaciones, en las conversaciones en las que no se termina de decir lo que se piensa, las interpretaciones sobre los silencios y los gestos de cada personaje.
Simplificando podría decir que es una novela extraña, sin que esto tenga que ser una valoración negativa. La narración es desasosegante y sombría al representarnos un grupo de jóvenes diferentes, que sólo se tienen los unos a los otros en el mundo, que carecen de modelos de conducta, de raíces y de patrones para configurar su existencia. ¿Sería correcto calificarla de Ciencia Ficción? Casi mejor la emparejamos con George Orwell o Aldo Huxley y ese tipo de obras en las que se nos presenta una sociedad donde los avances científicos tienen más que ver con el control del hombre y sus comportamientos, donde la utopía se convierte en distopia, esto es, una utopía perversa sobre una sociedad futura perfecta a la que se llega mediante la manipulación del ser humano.
En definitiva, una lectura muy especial, que supongo que es de los pocos casos en que afirmaría que se debería emprender con una cierta información previa, para poder entender desde el principio el drama al que se ven enfrentados los protagonistas y disfrutar así plenamente de la lectura.