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lunes, 18 de marzo de 2024

Una escritora en la cocina

"Una escritora en la cocina" es una divertida y desenfadada crónica de la relación de la autora, la escritora y periodista Laurie Colwin, con la cocina. Basándose en su propia experiencia como amante de los fogones desde bien joven, nos ofrece en estas páginas un compendio de episodios y situaciones vividas, siempre en torno a algo tan cotidiano y necesario como es cocinar y comer, salpicado de recetas de todo tipo, muchas de ellas con una pinta deliciosa.

Entre las escenas que nos ofrece la autora hay algunas tan disparatada como la de preparar cenas gourmet en un apartamento de 12 metros cuadrados sin más cocina que un hornillo eléctrico y una bañera donde enjuagar la verdura y lavar los platos, en una época en la que su alimento básico era la berenjena preparada de mil maneras; además nos proporciona el método infalible para freír pollo, nos enseña a hacer recetas clásicas de toda la vida como budin de pan con chocolate o sus adoradas espinacas a la crema y nos da ingeniosas ideas para enfrentarnos a comensales con todo tipo de manías, intolerancias o prohibiciones de cualquier tipo a la hora de comer.

"Cualquier anfitrión o anfitriona ha sufrido la misma pesadilla. Se planea una cena para seis invitados, dos de los cuales comen kosher, y se concibe un menú a partir de este hecho: pescado frío en salsa verde, lasaña vegetariana, una ensalada y una tarta de peras. En el último momento, se desvela que, de los otros cuatro comensales, uno sigue una estricta dieta sin gluten, otro no toma lácteos y otro es alérgico al pescado. 

La solución más sencilla al problema es cambiar de amistades de inmediato y rodearse de una cuadrilla de tragaldabas de pro con pocos melindres y una consideración nula hacia la salud".

El estilo del libro es fresco y muy divertido, evocando frecuentemente al de mi querida Nora Ephron, con ese desparpajo y gracia para contar anécdotas propias; no en balde, la Colwin también es, como la Ephron, una judía neoyorquina que hace gala de ese humor ácido e inteligente que les es tan propio, además de contar con una enorme cantidad de amigos, conocidos y gente a la que le gusta invitar a comer o a cenar. A lo largo de estas páginas nos transmite la idea de que la comida, especialmente la más casera y tradicional, es fundamentalmente disfrute, consuelo y placer (a veces culpable), así como una excusa para socializar.

"Está claro que hay platos, como el pastel de carne y la sopa de pollo, que son una especie de terapia comestible."

A cualquiera que le guste aunque sólo sea un poco cocinar y, claro está, a todo el que disfrute del buen comer, se le abrirá necesariamente el apetito con esta lectura, así como las ganas de poner en práctica más de una de las sencillas y aparentemente sabrosas recetas que van jalonando el libro, explicadas con gracia y auténtica pasión por esta entusiasta gourmet.

lunes, 14 de noviembre de 2011

El Cocinero del Dux

Termino de leer “El Cocinero del Dux” una novela de Elle Newmark en la que se nos cuenta la historia de Luciano, un huérfano miserable que sobrevive en la Venecia de finales del siglo XV buscándose la vida para subsistir a base de robos y pillerías varias hasta que se ve rescatado de las calles por el cocinero del Dux, el chef Ferrero que lo acoge como aprendiz y se propone enseñarle todo lo que sabe del arte de la cocina pero también convertirlo en su discípulo en otros asuntos menos mundanos y más misteriosos.

Esta es una de esas novelas (diría más bien, una de tantas novelas) que últimamente nos encontramos donde se nos presenta una hermandad secreta con que a lo largo de los siglos va transmitiendo de unos miembros a otros una serie de secretos que ponen en duda las grandes creencias del mundo occidental. En este caso estos secretos se esconden en un libro que es ambicionado por distintos gobernantes, unos creyendo que les proporcionará el secreto de la inmortalidad y otros creyendo que puede contener información que haga peligrar su supremacía. Pero dejando al margen este aspecto esotérico que, para ser sincera, ya me tiene un poco cansada por la reiteración del esquema y la similitud de la temática de unas novelas a otras, me voy a centrar en la parte que más me ha gustado del libro que, lógicamente, no ha sido la trama del aprendizaje de las verdades reveladas por el chef a su aprendiz.

Y es que la novela tiene un par de aspectos que me han gustado bastante. Uno de ellos es la recreación de la sociedad veneciana de la época en que ésta se encontraba bajo el gobierno de los sucesivos Dux y el Consejo de los Diez, ese periodo de la Historia caracterizado por el enfrentamiento constante entre el Papa, en este caso César Borgia, la República de Venecia, la Florencia de los Médici… además de reflejarse muy vivamente el contraste el lujo y la opulencia con que se vivía en los palacios y la miseria del pueblo llano en medio de la decrepitud de los barrios más míseros de Venecia.

Además del aspecto histórico también me ha gustado cómo describe el entorno de la cocina, la minuciosidad con la que se describen las magníficas recetas que crea el chef para agasajar a los invitados del Dux, su pasión por las especias a las cuales da un uso casi mágico y la fascinación por las novedades llegadas del Nuevo Mundo como la patata, el tomate, el cacao o el café que en los temerosos e incultos habitantes de la ciudad provocan más bien temor al ser considerados como alimentos venenosos e incluso malditos. Ese contraste entre los primeros representantes del Renacimiento con su fé en el conocimiento, los descubrimientos, la imprenta y los ciudadanos de a pie, dominados por el miedo a lo desconocido, sometidos a la doctrina rigurosa de la Iglesia y las supersticiones, creo que es la mejor parte de la novela y la que, en mi opinión, la salva.

martes, 13 de septiembre de 2011

Hoy caviar, mañana sardinas

He aquí un libro que me lanzo libremente a recomendar sin preocuparme de si a alguien no le va a gustar, si el tema resultará un poco duro o si puede herir alguna sensibilidad. Con esta "Hoy caviar, mañana sardinas" escrita al alimón por Carmen Posadas y su hermano Gervasio (de profesión, cocinero) estoy segura de que va a disfrutar un montón de gente. Para empezar, es una novela ligerita, con lo que, al que no le acabe de gustar tan sólo habrá perdido dos o tres días de lectura y no demasiadas neuronas. Pero seguro que a los que les guste viajar, conocer otros países y culturas (e incluso el nuestro propio aunque en una época pasada que yo, personalmente, no he vivido) además de aquellos que gusten de la gastronomía internacional y de experimentar en la cocina, a todos esos seguro que les va a hacer disfrutar este libro.

La obra es (supuestamente) autobiográfica: describe las peripecias que la familia Posadas vive en los distintos destinos que el padre de los autores, diplomático uruguayo, recorre por Europa entre los años 60 y los 80. Combina partes que supuestamente va escribiendo la señora embajadora, en parte para recordar en el futuro sus andanzas por el mundo, pero, sobre todo, para dejar constancia de los diversos menús que ofrece en las recepciones y cenas que tiene que dar y para conservar algunas recetas que irá recopilando por aquellos destinos, eso sí, siempre con un gran sentido del humor y sacando de donde muchas veces no hay. Este relato se va complementando con comentarios de los hijos, especialmente de Carmen, sobre cómo veían ellos los distintos países en los que iban viviendo. No sé si será cierta la existencia del cuaderno de recetas en el que la madre va escribiendo sus pensamientos, pero lo cierto es que el relato resulta simpático y entretenido.

Al final de cada capítulo nos regalan una receta de algún plato del que se ha hablado previamente y tengo que decir que, prácticamente todas, son perfectamente reproducibles, así que, por el mismo precio, tenemos novela más breve recetario de cocina.

Sobre los destinos que visitan, comienzan su andadura en el Madrid de los 60, donde las clases altas disfrutaban de unos privilegios negados a la mayoría de la población y donde el buen nombre, las familias "de toda la vida" y el "qué dirán" eran las bases de las relaciones sociales. Es bastante gracioso el punto de vista de una extranjera que asiste asombrada a la peculiar forma de vida de la alta sociedad madrileña de la época. De Madrid pasan a Moscú, en plena guerra fría. Una ciudad gris y uniformada alejada de los brillos de la cultura rusa tradicional. Allí tendrán que enfrentarse a una burocracia rígida, a las escuchas de los espías y tendrán que ser capaces de mostrar algo de paciencia e ingenio para organizar comidas decentes con los escasos medios con los que cuentan. Finalmente llegan al Londres de los años 80 con todo lo que la Corte de Buckingham supone de rígida etiqueta y las extravagantes normas de conducta que rigen las relaciones sociales en torno a la Corona.

La novela se lee muy fácilmente, es simpático ver cómo se van adaptando a las distintas culturas y costumbres tratando de no perder nunca su carácter propio y manteniendo unas relaciones familiares bastante divertidas y relajadas a pesar de vivir en un continuo proceso de mudanzas inacabables, renovación de casas medio desvencijadas y redecoración constante. Eso sí, vayan donde vayan, nunca les falta su abundante dosis de dulce de leche, emblema supremo de la gastronomía uruguaya.

Una lectura, en fin, distraída para pasar unas cuantas tardes de entretenimiento.