La protagonista de la obra es Francisca de Asis Taboada, marquesa viuda de Andrade, una mujer aún joven que, tras guardar el periodo de luto que la buena costumbre determina, regresa discretamente a frecuentar las actividades sociales propias de su clase como es la selecta tertulia de la duquesa de Sahagún. Allí conoce a don Diego Pacheco, un noble gaditano de paso por la capital al que acompaña su mala fama de conquistador. Asís caerá rendida a la seducción del tunante durante las verbena de San Isidro a las que acuden confundiéndose entre el pueblo llano e inician un romance que debe permanecer oculto. La sociedad que rodea la Corte de la Restauración es moralmente conservadora, observadora de las costumbres y especialmente las mujeres se hallan sometidas al fuerte escrutinio que asegure un comportamiento ajustado a la decencia y la religiosidad.
La voz de la narradora es decidida y sincera. Habla al lector directamente del deseo femenino, de las convenciones sociales que oprimen a las mujeres, de la doble moral cuya versión más estricta siempre corresponde a la mujer obligada a conservar su respetabilidad de cara a la galería, carecen de libertad para actuar según les dicte su voluntad. Destaca el agudo perfil psicológico de los personajes, sus debates morales y sus reflexiones en torno a los comportamientos y las convenciones sociales. Sorprende el firme tono feminista de los planteamientos de una autora nacida en pleno siglo XIX, si bien es cierto que en su propia vida personal fue bastante libre, divorciándose de su marido y teniendo relaciones románticas con personajes como Benito Pérez Galdós o el magnate José Lázaro Galdiano (cuya residencia es hoy día un famoso museo madrileño) al que, precisamente dedicó esta novela.
"Señor, ¿por qué no han de tener las mujeres derecho para encontrar guapos a los hombres que lo sean, y por qué ha de mirarse mal que lo manifiesten? (...) Si no lo decimos, lo pensamos, y no hay nada más peligroso que lo reprimido y oculto, lo que se queda dentro."
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