viernes, 1 de noviembre de 2024

La dama del perrito

Antón Chéjov es uno de los grandes nombres de las letras universales del que, como me ocurre con tantos otros, nunca había leído nada y mira que es un autor enormemente accesible ya que no se trata de uno de estos rusos con novelas enormes que pueden provocar un temor reverencial en los humildes lectores que pretenden acercarse a ellos, sino que el grueso de su obra está formado por relatos cortos y obras teatrales. De ahí que cuando tuve la suerte de que cayera en mis manos esta bonita edición ilustrada de Nórdica Libros de su famoso cuento "La dama del perrito" entendí que era mi oportunidad para descubrir por fin a este gran autor.

La trama de esta narración nos sitúa en una localidad vacacional cerca de Yalta en donde se produce el encuentro entre un hombre de mediana edad y una mujer joven a la que se ve paseando a diario con la única compañía de su perrito. Entre ellos surgen sentimientos amorosos pero ella debe regresar junto a su esposo y él vuelve a Moscú donde se encuentra su familia. Pero el recuerdo de la mujer permanece junto a él; lo que parecía una aventura sin consecuencias se irá convirtiendo una pasión inesperada que dejará su intensa huella en sus dos protagonistas.

El relato muestra la maestría del cuentista para concentrar en unas pocas páginas toda una historia que cualquier otro autor necesitaría una novela completa para poder contarla, en la que poder transmitir tantas emociones y sensaciones, todos los matices de unos personajes cuya esencia se destila en un cuento, en un breve relato en el que el autor muestra el lado más humano de la vida de sus personajes que no son seres extraordinarios, sólo simples individuos que al fin no dejarán huella alguna en el gran escenario del mundo, simplemente protagonizarán unas existencias anodinas en las que sólo a ellos les afecta lo que se haga con sus vidas. Pero el lector al menos ha tenido constancia de que esas vidas han existido.

"Las hojas estaban quietas en las ramas, se oía el chirrido de las cigarras; el ruido sordo y monótono del mar, que llegaba desde abajo, hablaba de sosiego, del sueño eterno que nos espera. Así era su rumor cuando ni Yalta ni Oreanda existían, así era ahora y así seguirá siendo, sordo y monótono, cuando nada quede de nosotros."

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