Ando, como siempre, bastante retrasada en lo que a novedades editoriales se refiere, por lo que hasta ahora no había tenido ocasión de echarle el guante a la segunda novela de la escritora María Dueñas, de la que soy prácticamente vecina, aunque no tengo el placer de conocer en persona y que tras el éxito de su primera novela, se ha convertido en una rutilante estrella del panorama literario español. Pues con esta segunda novela, y por hacer una valoración resumida de mi opinión sobre esta Misión Olvido que hoy comento, me parece que va a permanecer por mucho tiempo en el grupo de los autores adorados por los libreros, por su capacidad de escribir historias que atraigan a los lectores, ya que de eso se trata mayormente el negocio de vender libros.
Pues entrando ya en el comentario propiamente de la novela, la protagonista de la misma es Blanca Perea, una profesora universitaria de mediana edad con una vida estable, un matrimonio
de veinte años, un buen trabajo, dos hijos adolescentes que comienzan a volar
solos… Nada hacía presagiar el cataclismo que va a sufrir su existencia en el momento en que
su marido decida abandonarla por una joven abogada con la que, además, espera
un hijo. Todo el mundo conocido hasta entonces para Blanca se le desmorona, las bases aparentemente sólidas sobre las que se edifcaba su vida se tambalean de tal manera que decide
abandonarlo todo, poner tierra de por medio, desconectar de su mundo conocido para asimilar su pérdida, lo que
logra mediante una beca de investigación aceptada casi a la desesperada que la llevará a una pequeña universidad americana cuyo mayor valor reside
en distar miles de kilómetros de su casa.
Esta huída llevará a Blanca hasta la soleada California, donde, en un agradable ambiente
en el departamento de lenguas de la pequeña universidad de Santa Cecilia, se
sumerge en el estudio y clasificación de los papeles y documentación varia de
un antiguo profesor del centro, el español Andrés Fontana, que acabó sus días en
aquella parte del continente dedicado al estudio y la enseñanza de la
literatura española y también a la investigación de la historia de las misiones
franciscanas que se construyeron en la zona en la época previa a la independencia de las colonias. A través del trabajo intenso Blanca busca una vía para olvidar sus
problemas, alejarse de la realidad. Sin embargo no tardará en sentirse atrapada
por la personalidad del difunto profesor, de reconocer a la persona que se
oculta tras los documentos académicos y se implica sinceramente en recuperar su
herencia intelectual. Blanca no podrá evitar iniciar una relación personal con las personas junto a las que trabaja que le ayudarán, tanto en su faceta profesional como en ir adaptándose a su nueva vida en otro país; la acogedora secretaria del
departamento, el
director del mismo, también de origen español y un antiguo discípulo de Fontana, el hispanista Daniel Carter. Blanca irá construyendo un nuevo núcleo de amistades y se implicará incluso en asuntos del pueblo en el que reside, como la protesta contra la construcción de un centro comercial en una zona de bosque protegido.
La novela recrea de forma muy creíblela España
de los años 30 y de los 50, acercándonos, primero, a los orígenes humildes del profesor Fontana que sale de su familia prácticamente analfabeta y marcha a Madrid donde descubre los grupos intelectuales de la época, el origen de la construcción de la Ciudad Universitaria y los primeros intentos de extender de forma generalizada la educación y la formación a la población. Fontana alcanza a cursar la educación superior pero la Guerra Civil trastocará sus planes de futuro, ya que cuando esta se inicie él se encontrará en USA cursando una beca y allí se quedará y rehará su vida sin volver nunca a su país de origen pero sin dejar nunca de añorarlo. Años después, en los 50, un alumno suyo, el decidido Daniel Carter viajará nuevamente a España con el objeto de documentarse para su tesis y allí conocerá un país sometido a la dictadura, no sólo en lo político, sino sobre todo en lo que al saber y a la cultura se refieren. A la búsqueda de los orígenes y la inspiración del escritor, ahora exhiliado y censurado por el sistema, Ramón J. Sénder, el americano realizará un viaje un poco al estilo de "La tesis de Nancy", en el que se encontrará con un país que comienza a salir de la autarquía pero que conserva mucho de su aire provinciano, su tradicionalismo y una admiración mezclada con recelo por todo lo que venga del extranjero. El contraste con la América de esos mismos años donde el bienestar y el consumismo es un hecho extendido será enorme, lo que no evitará que Carter se enamore del país y dedique el resto de su vida al estudio de su lengua y su literatura conservando siempre su vinculación afectiva con España.
Me sorprende gratamente el estilo narrativo de la novela, la capacidad de la autora de dibujarnos en pocas palabras, con breves apuntes, cualquier personaje, el acierto en la elección de unos cuantos sustantivos y adjetivos, los justos y precisos para mostrarnos un paisaje, una ciudad, describirnos a sus habitantes, una escena, el ambiente de unaUniversidad americana o de un pueblucho español de principio de siglo, es estupenda su capacidad de trasladarnos al lugar y al momento preciso sin extenderse en largas descripciones detalladas.
La narración resulta extraordinariamente fluida, las descripciones, como he dicho, son rápidas y precisas, dan una clara idea de los escenarios, los personajes, los ambientes. Creo que María Dueñas demuestra aquí ser una estupenda narradora, muy eficaz, que no resulta nunca pesada ni recargada. Se nota además la soltura de la autora al tratar temas y ambientes que le son cercanos: el mundo universitario y las relaciones entre el profesorado; se nota su interés por ensalzar el mundo del conocimiento, de la enseñanza y el progreso basado en la educación. Igualmente se la ve cómoda entre personajes con los que comparte sus gustos por los idiomas, los viajes, la lectura… se aprecia que los temas le son cercanos y que disfruta recreándolos.
La novela recrea de forma muy creíble
Me sorprende gratamente el estilo narrativo de la novela, la capacidad de la autora de dibujarnos en pocas palabras, con breves apuntes, cualquier personaje, el acierto en la elección de unos cuantos sustantivos y adjetivos, los justos y precisos para mostrarnos un paisaje, una ciudad, describirnos a sus habitantes, una escena, el ambiente de una
La narración resulta extraordinariamente fluida, las descripciones, como he dicho, son rápidas y precisas, dan una clara idea de los escenarios, los personajes, los ambientes. Creo que María Dueñas demuestra aquí ser una estupenda narradora, muy eficaz, que no resulta nunca pesada ni recargada. Se nota además la soltura de la autora al tratar temas y ambientes que le son cercanos: el mundo universitario y las relaciones entre el profesorado; se nota su interés por ensalzar el mundo del conocimiento, de la enseñanza y el progreso basado en la educación. Igualmente se la ve cómoda entre personajes con los que comparte sus gustos por los idiomas, los viajes, la lectura… se aprecia que los temas le son cercanos y que disfruta recreándolos.
La lectura, por tanto, me ha resultado enormemente agradable, aprecio el tono vitalista que desprende la historia, el retrato amable de los personajes. En resumen, una lectura fácil, amena, en la que se descubren o reviven épocas pasadas de nuestra Historia y se vive una historia particular de caída y vuelta a renacer en la que prevalece el tono positivo y optimista, cosa que siempre se agradece.