"
Mujeres que compran flores", novela de
Vanessa Montfort, es uno de los muchos títulos que me traje anotados tras la lectura de "
La libreria sulla collina" en la que cada capítulo se cerraba con los pedidos diarios de libros que la libreria recibía a través de Internet. Éste era uno de los títulos que más se repetían en dichos pedidos, lo que despertó mi curiosidad por descubrirla.
Aunque la obra tiene bastante de novela coral, hay un personaje central en torno al que gira el argumento y que es, además, la narradora de la historia. Marina tiene cuarenta años y tiene que redescubirse en su nueva vida en la que ya no es una mitad de otro sino una mujer nueva completa; ha perdido a su pareja y cree que nunca aprenderá a vivir sola. Cuando se muda a una nueva casa en el centro de Madrid, en pleno barrio de las Letras durante un asfixiante verano, el destino la acercará a un grupo de mujeres con las que descubrirá que tiene mucho en común. Estas mujeres coinciden, por diversas razones, en la floristería Jardín del Ángel cuya propietaria, Olivia, cuenta con una fuerza arrebatadora y trata de apartar a Marina de su tristeza tras perder a su marido. La contrata como ayudante y la integra en su círculo de amigas.
Cada una de las protagonistas de la novela encarna un tipo de mujer diferente, con una serie de peculiaridades, o incluso taras, en lo que se refiere a su forma de relacionarse con los hombres y de verse a sí mismas; está Gala, la que sólo busca relaciones superficiales que no le exijan compromisos; Aurora, sometida a un compañero de piso que vive de ella, incapaz de valorarse a sí misma por su auténtica valía; Cassandra, triunfadora en lo profesional y demasiado segura e independiente como para no asustar a los hombres; Victoria que se exige al máximo en el trabajo, como madre y esposa y le frustra no llegar a todo pero aún así, considera que una aventura extramatrimonial es lo que le conviene para dar alegría a su vida. En el jardín de Olivia se reúne esta hermandad de mujeres que comparten sus problemas y se apoyan mutuamente en sus dificultades. Y todas ellas, aunque no lo reconozcan e incluso lo nieguen, lo que realmente desean es encontrar el verdadero amor, el que les proporcione la auténtica felicidad y comprenden que para ello deben lanzarse al vacío sin red de protección, permitir que el sentimiento prevalezca sobre la razón.
Entre todas animan a Marina a tomar el timon de su vida, tanto figurada como literalmente, a embarcarse en el velero donde hasta ahora sólo había navegado como copiloto de su marido, igual que en su relación matrimonial, y atreverse a emprender una travesía por el Mediterráneo que será la manera de comenzar una nueva etapa vital, tomando sus propias decisiones y marcando su propio rumbo sin seguir indicaciones de otro ni vivir para los demás, sino para ella misma
"¿cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?"
El escenario que nos ofrece la autora es una versión idealizada del madrileño barrio de las Letras, lleno de acogedoras cafeterías, librerías, galerías de arte, teatros y toda la variedad de tiendas de barrio en pleno centro de la capital que le dan un ambiente de pueblo encantador por donde pasean actores y turistas, vecinos de toda la vida y bohemios e incluso algún arqueólogo de los que buscan los restos de Cervantes en el convento de las Trinitarias.
Este es un ejemplo perfecto de novela feel good llena de frases positivas, plagada de ideas sacadas de cualquier manual de autoayuda sobre la fuerza de las mujeres y sus verdaderos potenciales ocultos que sólo necesitan el empuje de otras mujeres para brillar. Pero también hay que reconocer que cuenta con escenas divertidas, conversaciones con chispazos de ingenio y aunque los personajes casi resultan caricaturescos como modelos estereotipados que son, sirve como buen entretenimiento que resulta en una lectura liviana, positiva y que trata de la posibilidad de cumplir sueños, dar un giro radical a la vida y tomar el camino que nos lleve a la auténtica felicidad. Si buscas una lectura de este tipo, este libro no te defraudará.