Realidad y fantasía se unen en esta historia compuesta de recuerdos, melancolía e inocencia infantil; una sucesión de escenas domésticas con adultos que celebran y chiquillos siempre pensando en sus juegos y sus bromas, todos reunidos en los cálidos salones al amparo del fuego y a salvo de las heladas calles. Un bonito cuento con todo el sabor de las sencillas Navidades de aquel tiempo de infancia que siempre habitará en la memoria del escritor.
"El muérdago colgaba de las abrazaderas del gas en todos los salones; junto a las cucharillas de postre había jerez y nueces y botellas de cerveza y galletas crujientes; y los gatos, con sus abrigos de piel, observaban el fuego; y el rescoldo, acumulado en un gran montón, lanzaba chispas; todo estaba listo para las castañas y los atizadores calientes."
Precioso.He leido un poquito y estoy maravillada. Lo leerè sin duda alguna.Maravilloso.
ResponderEliminarEs un relato muy breve pero encantador. Espero que lo disfrutes mucho.
EliminarSaludos.