Así que me llevé el libro a casa y, al poco rato de empezar a leer, un elemento me resultó muy familiar. Yo soy totalmente incapaz de recordar el nombre de un personaje de novela, incluso cuando me encuentro en plena lectura no podría responder correctamente si alguien me preguntara cómo se llama el protagonista o su mujer o su mejor amigo; sin embargo mi memoria conserva elementos tan aleatorios como la imagen de un cuaderno forrado en tela azul sobre un escritorio. Así que, cuando llevaba unas cincuenta páginas leídas y me iba resultando familiar la historia, se me ocurrió algo tan sencillo como consultar mi propia biblioteca y comprobar que, en efecto, ya había leído esta novela antes. Hace dieciocho años de aquello, esto también es cierto y hay que tenerlo en cuenta; fue antes incluso de que existiera este registro de lecturas en forma de blog que desde el 2009 me hace de memoria externa para llevar un inventario de lo que voy leyendo. Con lo cual me dispuse, no ya a leer sino en este caso a releer la novela, cosa que no tengo en absoluto costumbre de hacer, pero sabía que tratándose de este autor que se cuenta entre mis favoritos indiscutibles iba a resultar una experiencia gozosa. Y es que retomar a Paul Auster siempre es algo así como volver a casa: recorrer junto a él su adorado Brooklyn, disfrutar de sus descripciones, sus complejos retratos de personajes y la multitud de historias que encierran todos sus libros. Añadiré que, de los dos volúmenes con los que me encontré en mis manos, opté, como es lógico, por la edición del Círculo de Lectores que es la que ya tenía en casa, ya que estos editores tuvieron el acierto de reproducir de algún modo en su portada ese encantador cuaderno azul que origina y vertebra toda la trama del libro.
Y ya entrando en lo que sería el argumento de la novela de la que estamos hablando, este se centra en la figura del escritor Sidney Orr, recién recuperado de una grave enfermedad que ha estado a punto de acabar con su vida. En uno de sus primeros y tranquilos paseos por el barrio tras ser dado de alta, se encuentra con una pequeña papelería que acaban de abrir cerca de su casa, donde compra un preciosos cuaderno azul importado de Portugal en el que comienza a trazar el borrador de una novela. Aquí se inicia el juego de muñecas rusas que tan bien se le da a Auster. La novela que escribe Orr está protagonizada por un editor de nombre Nick Bowen que recibe el manuscrito inédito de una novela póstuma de una afamada autora. Se mezcla así el proceso de escritura del propio Orr en lo que se refiere a la gestación de su nuevo libro, los avatares de los personajes que va creando, el argumento del manuscrito que lee Bowen, otro manuscrito inédito que cae en sus manos... en fin, una multitud de planos narrativos que se solapan, donde realidad y ficción se entremezclan en multiples historias en las que el destino, los amores a primera vista y las segundas oportunidades van jalonando las vidas de personajes reales y ficticios que se entrecruzan constantemente.
La novela está sembrada de relatos contados por unos y otros, como pequeños cuentos que pueden disfrutarse de manera independiente, historias que forman parte del argumento o imaginadas por algún personaje, recuerdos y anécdotas que van surgiendo, sucesos del pasado o sueños que relatan unos y otros, junto con un proyecto de guión cinematográfico que escribe Orr o una idea para una novela que le prestan; incluso en las extensas notas a pie de página se cuelan historias paralelas; los cuentos se multiplican y se entremezclan en una densa red de historias que nos ofrece la mejor y más rica producción surgida de la prodigiosa capacidad narrativa del genio creador de Auster. Menuda suerte tuve al no acordarme de que ya había leído en algún momento esta novela y haber tenido así la ocasión de disfrutarla de nuevo.
Me ha pasado alguna vez también. Pero cuando el libro es bueno, se disfruta hasta una segunda vez. Este de Auster no lo he leído. Tomo nota.
ResponderEliminarBesotes!!!
La verdad es que lo he disfrutado como si fuera la primera vez; alguna ventaja debe tener la amnesia, je, je!! Es una muy buena opción para gozar del universo de Auster. Te lo recomiendo.
EliminarSaludos.