Una mujer joven convalece en una solitaria habitación de hospital en la ciudad de Nueva York. La sorpresiva visita de su madre, a la que no ve con frecuencia, desata todo un torrente de recuerdos a través de los que la protagonista de "Me llamo Lucy Barton" va adentrándose, casi a trompicones, con escenas cortas, inconexas, mediante comentarios apenas hilvanados, a lo largo de su biografía. O, al menos, centrándose en aquellos episodios que nos muestran la relación con su madre, con su padre y sus hermanos, de su infancia mísera, de su matrimonio, sus hijas. No nos encontramos ante un relato continuo,sino que va y viene en el tiempo a base de imágenes fugaces, frases sueltas, da la sensación de que Lucy nos habla directamente sin pasar sus pensamientos por el filtro de la escritura, dando lugar a un relato con un estilo directo e intimista, como si asistiéramos en directo a las confesiones de una amiga.
A pesar de la breve extensión de la novela, Elizabeth Strout es capaz de hacernos llegar mediante esos retazos de vida apenas esbozados, los episodios fundamentales de la relación familiar de Lucy, de su infancia y juventud en un entorno humilde hasta el extremo y que la marca hasta su edad adulta. Vemos como, a pesar de lo conflictivo del hogar en el que se crió, a pesar de tener una madre distante, un padre violento, unos hermanos indiferentes, ajenos a la brillantez de Lucy, a su distanciamiento de todos ellos, a pesar de todo, Lucy ama lo que conoció, se siente parte de esa familia que la ignora y de la que se distanció para triunfar en la vida. Pero, así y todo, ella ha edificado su presente, la vida familiar y profesional exitosa de la que disfruta ahora, sobre esa pobre estructura, sobre esos tristes recuerdos. Porque, al fin y al cabo, todos somos, para bien o para mal, lo que recibimos en la infancia que, dichosa o desgraciada, nos marca para siempre. Lucy no recibió cariño en su entorno familiar, ni palabras de aliento ni apoyo, lo que no quita para que se haya convertido en una amante esposa y una madre cariñosa. Pero no hay duda de que la añoranza por lo que no tuvo nunca la acompañan siempre.
Recomiendo, sin duda, este relato melancólico y sutil, una lectura que va sobrevolando temas como el matrimonio, la familia, el auge del SIDA en los años 80, el apego de los padres y los hijos... temas que se nos quedan planteados para la reflexión, apenas dibujados para que cada uno le dé la forma que más le convenga.
A pesar de la breve extensión de la novela, Elizabeth Strout es capaz de hacernos llegar mediante esos retazos de vida apenas esbozados, los episodios fundamentales de la relación familiar de Lucy, de su infancia y juventud en un entorno humilde hasta el extremo y que la marca hasta su edad adulta. Vemos como, a pesar de lo conflictivo del hogar en el que se crió, a pesar de tener una madre distante, un padre violento, unos hermanos indiferentes, ajenos a la brillantez de Lucy, a su distanciamiento de todos ellos, a pesar de todo, Lucy ama lo que conoció, se siente parte de esa familia que la ignora y de la que se distanció para triunfar en la vida. Pero, así y todo, ella ha edificado su presente, la vida familiar y profesional exitosa de la que disfruta ahora, sobre esa pobre estructura, sobre esos tristes recuerdos. Porque, al fin y al cabo, todos somos, para bien o para mal, lo que recibimos en la infancia que, dichosa o desgraciada, nos marca para siempre. Lucy no recibió cariño en su entorno familiar, ni palabras de aliento ni apoyo, lo que no quita para que se haya convertido en una amante esposa y una madre cariñosa. Pero no hay duda de que la añoranza por lo que no tuvo nunca la acompañan siempre.
Recomiendo, sin duda, este relato melancólico y sutil, una lectura que va sobrevolando temas como el matrimonio, la familia, el auge del SIDA en los años 80, el apego de los padres y los hijos... temas que se nos quedan planteados para la reflexión, apenas dibujados para que cada uno le dé la forma que más le convenga.
Me alegra que te haya gustado, que las últimas reseñas que he ido leyendo han sido más tibias. A ver cuándo me animo a leerlo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues yo creo que es un buen libro, con esa sencillez que parece fácil pero debe de ser muy difícil de lograr, sobrevuela muchos temas como de pasada pero ahí quedan para la reflexión. Muy recomendable.
EliminarSaludos.