Henning Mankel es uno de los muchos autores que llevaban años en mi particular lista de espera y que, finalmente, he tenido el lujo de descubrir. Si bien lo más conocido del autor es su serie policíaca protagonizada por el inspector Wallander, yo he comenzado por estos "Zapatos italianos" cuyo argumento, en principio me pareció muy atrayente y que no me puede haber gustado más. De todos modos, tengo intención de descubrir también en algún momento al famoso Wallander en cuanto logre hacerle un hueco.
Comentaba que el argumento del libro me había resultado atractivo y gran parte de culpa de ello lo tiene el hecho de que la historia transcurría en los blancos paisajes del invierno sueco, lo que prometía un viaje al corazón de un lugar tan extremadamente alejado de lo que supone mi cotidianeidad que me resulta fascinante: todo ese mundo de bosques interminables, de hielo, nieve y silencio me resulta tan exótico como a un sueco le puede parecer una cálida playa mediterránea. Así que me dejé llevar por esa promesa y acabé prendada de esta historia que me empezó a conquistar desde la manera de hablar en primera persona por el protagonista, lo que crea una atmósfera aún más intimista, unido al entorno natural situado en una pequeña isla en medio de nieve y el hielo que la aísla y al mismo tiempo la conecta con el continente. Ese paisaje vacío acentúa aún más esa sensación de eliminación de todo lo superfluo, el modo en que el protagonista, un médico jubilado, ha decidido alejarse del mundo, vivir centrado en lo básico, tanto en lo material como en lo formal, la vida del protagonista así como la narración se ve reducida a la extrema sencillez. De este modo Fredrik nos va contando su historia, cómo llegó a esa vida de aislamiento casi absoluto, de abandono de los placeres mundanos y de las relaciones sociales.
Hasta el día en que, en mitad de la superficie helada del mar, descubre aproximándose a su isla la silueta de una mujer mayor que camina trabajosamente ayudándose de su andador. Y a partir de ese momento se verá enfrentado con todas las cuentas que dejó pendientes con el pasado, unas conocidas e ignoradas durante años y otras que descubrirá y tendrá que afrontar. Tendrá que aceptar que existe un mundo fuera de su isla al que ha dado la espalda durante tantos años y ahora debe recuperar.
La novela supone un sensible retrato de unos personajes ya ancianos que vuelven la mirada a su vida pasada desde los que claramente reconocen como sus últimos años, con una postura lúcida y serena, una vejez calmada y carente de arrebato muy bien acompañada del ritmo de la narración, lenta y al mismo tiempo incisiva como es la vida de los protagonistas, sin prisas por llegar a ninguna parte, pero con la conciencia de estar ante su última oportunidad de resolver todos sus asuntos inconclusos. Una maravilla de novela que permanecerá en mi memoria durante mucho tiempo y que me ha dado a conocer un autor digno de seguir descubriendo.
Comentaba que el argumento del libro me había resultado atractivo y gran parte de culpa de ello lo tiene el hecho de que la historia transcurría en los blancos paisajes del invierno sueco, lo que prometía un viaje al corazón de un lugar tan extremadamente alejado de lo que supone mi cotidianeidad que me resulta fascinante: todo ese mundo de bosques interminables, de hielo, nieve y silencio me resulta tan exótico como a un sueco le puede parecer una cálida playa mediterránea. Así que me dejé llevar por esa promesa y acabé prendada de esta historia que me empezó a conquistar desde la manera de hablar en primera persona por el protagonista, lo que crea una atmósfera aún más intimista, unido al entorno natural situado en una pequeña isla en medio de nieve y el hielo que la aísla y al mismo tiempo la conecta con el continente. Ese paisaje vacío acentúa aún más esa sensación de eliminación de todo lo superfluo, el modo en que el protagonista, un médico jubilado, ha decidido alejarse del mundo, vivir centrado en lo básico, tanto en lo material como en lo formal, la vida del protagonista así como la narración se ve reducida a la extrema sencillez. De este modo Fredrik nos va contando su historia, cómo llegó a esa vida de aislamiento casi absoluto, de abandono de los placeres mundanos y de las relaciones sociales.
Hasta el día en que, en mitad de la superficie helada del mar, descubre aproximándose a su isla la silueta de una mujer mayor que camina trabajosamente ayudándose de su andador. Y a partir de ese momento se verá enfrentado con todas las cuentas que dejó pendientes con el pasado, unas conocidas e ignoradas durante años y otras que descubrirá y tendrá que afrontar. Tendrá que aceptar que existe un mundo fuera de su isla al que ha dado la espalda durante tantos años y ahora debe recuperar.
"Vivimos en una época en que la gente mayor debe ser transparente como el vidrio. Simplemente, no debemos notar que existen. También tú te volverás transparente. Mi madre ya lo es"
Sólo he leído un libro de este autor, el primero de la serie de Wallander "Asesinos sin rostro", y no seguí con la serie porque son muchos y siempre tengo lecturas pendientes. Pero ahora este libro que comentas me llama la atención, y puede ser una buena opción para volver a leer a este autor.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo voy a hacer el camino inverso a ti: pretendo conocer a Wallander después de haber descubierto al autor con esta novela y supongo que comenzaré por el principio, aunque no tengo intención de leerme toda la serie, demasiado extensa. A ver si me gusta como éste.
EliminarSaludos.