El relato nos irá presentando las circunstancias en las que diferentes personajes padecen el secuestro, desde el anfitrión, el vicepresidente del país Rubén Iglesias, un segundón que aspira a alcanzar algún día el puesto de presidente, la diva, única mujer que permanece encerrada, y su protector acompañante, un empleado suizo de la Cruz Roja Internacional al que le interrumpen sus vacaciones para ejercer de mediador, el embajador francés y su esposa, monseñor Rolland y el joven cura Arguedas, otro apasionado de la ópera. En los salones del vicepresidente encontramos la posibilidad de realizar un interesante estudio de este heterogéneo grupo de personajes con un humor que recorre todo el relato que en ocasiones bordea el realismo mágico por la ubicación de la historia en un país sudamericano, la extraña mezcla de terroristas indígenas con ciudadanos asiáticos, amantes de la música junto a conspiradores políticos, empresarios rusos y curas católicos, lo absurdo junto a lo dramático, prisioneros dispuestos a arriesgar su vida por fumarse un cigarrillo y guerrilleros que juegan al ajedrez y aprenden japonés.
Aunque no se mencione más que como el país anfitrión, es fácil deducir que el lugar donde nos encontramos es el Perú del presidente Fujimori. Lo que he descubierto a posteriori es que el suceso narrado se inspira directamente en el secuestro ocurrido en el domicilio del embajador japonés en Lima en el año 1996 en el que durante 126 días retuvieron a 71 rehenes y que culminó con un dramático final.
Esta no es una novela de acción en la que ocurren muchas cosas sin parar. En relato es más bien lento, transmite la sensación de que el tiempo no avanza. La reclusión convierte la casa del Vicepresidente en una burbuja al margen de la realidad exterior donde secuestradores y secuestrados se mueven a un ritmo propio, donde florecen el compañerismo, la amistad e incluso el amor. El secuestro se prolongará durante semanas; los días se deslizan ociosos y vacíos. A todo lo largo del relato habrá dos elementos que unen a todos los personajes: por un lado Gen, el traductor, capaz de poner en comunicación a los secuestrados de diferentes nacionalidades entre si y con los terroristas, de permitir que los distintos idiomas dejen de ser una limitación que los separe. De tal manera que Gen se convertirá en depositario de todos los secretos de la casa, todos se confían a él en busca de consejo y ayuda. Y por otro lado está la música, el piano y la voz de la soprano que todos entienden, independientemente de su idioma natal, y que permite a todos los allí reunidos sentir que por un momento escapan de su encierro, se transportan a otro lugar donde por fin pueden sentirse libres. Los hombres caen rendidos ante esa voz prodigiosa que casi justifica el haber sido secuestrados.
Qué miedo se tiene que pasar en estos momentos del secuestro... Interesante esta novela. Tomo nota, que no me sonaba de nada.
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues también se ha hecho versión cinematográfica de ella con Julianne Moore. Tengo curiosidad por verla.
EliminarSaludos.