Al inicio de esta tercera parte, una nueva guerra ha estallado en Europa pero hasta el centro de París apenas llegan noticias desde el frente de batalla; la vida continúa prácticamente sin cambios. Louise Belmont es una joven maestra que se ve envuelta en un extraño incidente que amenaza con desequilibrar su frágil existencia y la lleva a descubrir los secretos que su difunta madre le ocultó durante toda su vida. A Louise ya la conocimos en la primera entrega de esta trilogía como la niña que acompañaba y entretenía al soldado Péricourt cuando éste se ocultaba de su padre junto a su camarada Maillard, tras haber sido seriamente desfigurado en la guerra. Pero esta es una historia diferente y no conectada con las anteriores.
Por otro lado conocemos al joven Gabriel, un maestro que sirve ahora en el Ejército destinado en la línea Maginot a la espera del inminente ataque alemán. De su mano asistiremos a la sonrojante actuación del ejército francés ante el imparable avance del enemigo mucho mejor entrenado y provisto que las fatuas y anticuadas fuerzas francesas. A su lado en sus desventuras se topará con el soldado Raoul Landrade, un golfo experimentado, trilero, especialista en organizar chanchullos con los que sacar beneficios a costa del Ejército, que llevará al bueno de Gabriel por el camino de la amargura. El camino de los dos camaradas que acabarán convertidos en amigos a la fuerza se cruzará con la del guardia móvil Fernand que se debate entre sus obligaciones para con el Ejército que le ordenan escoltar hacia el sur a los presos de una cárcel desalojada de París y su deseo de proteger a su mujer de los riesgos de la guerra que se aproxima imparable hacia la capital.
Y por último, la tercera línea argumental es la protagonizada por el personaje fascinante de Désiré, un embaucador profesional, rey del disfraz, del engaño y la simulación que pasa por distintos papeles a lo largo de la novela buscándose la vida a base de situarse en empleos para los que en absoluto se encuentra capacitado, pero donde logra ascender por su dominio del arte del fingimiento y su total ausencia de escrúpulos.
Con la vorágine de la guerra como fondo, Lemaitre prueba su capacidad de crear escenarios históricos habitados por numerosos personajes y lograr que todos ellos sean convincentes, bien dibujados y con una historia a sus espaldas que nunca es menor, enfrentados a un destino inesperado al que deben adaptarse aunque sea a costa de su dignidad o sus principios. Porque en esta novela no hay héroes, sólo seres humanos de verdad, con sus virtudes y sobre todo con sus defectos. En este magnífico relato coral, Lemaitre narra la huida de los parisinos de la ciudad en junio de 1940 ante la inminente llegada del ejército alemán que avanza imparable en su ocupación del país y muestra a sus compatriotas con una mirada descarnada y sin reparar en exponer sus grandes defectos nacionales: la petulancia, la soberbia y la cobardía pero también la fraternidad y la compasión. El episodio histórico es el mismo que retrató mi muy admirada Irène Némirovsky en su obra cumbre "Suite francesa". El portento narrativo de Lemaitre en esta ocasión se muestra en su máximo esplendor en esta obra que se lee con la pasión y el entusiasmo que despiertan las grandes novelas a las que, libro tras libro, el francés nos está acostumbrado a sus cada vez más fieles lectores.
Tengo a este autor completamente abandonado. Y mira que lo poquito que he leído de él me gusta. Esta trilogía la tengo bien fichadita y ahora me dejas con muchas más ganas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Para mí se ha convertido en un autor imprescindible. Me conquistó con sus novelas policíacas pero ya con las obras historias ha terminado de enamorarme. No puedo sino recomendarlo.
EliminarSaludos