Pietro Gerber trabaja como psicólogo infantil y su trabajo implica con frecuencia el estudio de casos de menores relacionados con delitos y que deben testificar ante la justicia. Por su gran habilidad y delicadeza en el trato de esos niños a los que somete a sesiones de hiponotismo para descubrir la verdad oculta en sus mentes, se le conoce como el adormentador de niños. Un día le es remitido por una colega el caso de la joven Hanna Hall, traumatizada por el hecho de haber sido la causante en el pasado de la muerte de su hermano. Hanna se desplaza desde Australia donde reside en la actualidad hasta Florencia con el fin de ponerse en manos de Gerber, dada su reputación de éste como hipnotista capaz de retrotraer a sus pacientes hasta su pasado y recuperar los recuerdos que permanecen sepultados en sus mentes. Hanna es una extraña mujer que, a pesar de querer desvelar los traumas de su infancia, también oculta secretos y es posible que incluso llegue a suponer una amenaza para Gerber y su familia.
Durante las sesiones de hipnotismo, la chica va evocando la vida nómada que tuvo junto a sus padres, recorriendo distintos lugares de la Toscana, alojándose en casas deshabitadas, siempre en zonas despobladas, huyendo de no se sabe qué, sometida a estrictas reglas destinadas a protegerse de los extraños que amenazaban con llevarse a la niña. Pero los recuerdos que va evocando en estas sesiones comienzan a tener relación con el presente de Gerber que, a pesar de su esfuerzo por evitar involucrarse personalmente con su paciente, no deja de sentir que Hanna controla de algún modo la terapia y la relación entre ambos. Al tiempo que seguimos la historia de Hanna, iremos descubriendo también la realidad sobre la relación de Pietro con su difunto padre, el Señor B. como él le denomina, un muy afamado psicólogo infantil que fue su modelo a nivel humano y profesional, hasta que un suceso inesperado ocurrido en el lecho de muerte del padre levantó entre ambos un muro infranqueable.
La lectura de esta novela me ha resultado de lo más entretenida. El suspense está muy bien dosificado, con capítulos cortos y rápidos que terminan en todo lo alto, con la palabra justa, el descubrimiento de una información relevante o una sorpresa inesperada. El autor hace gala de un auténtico talento para mantener enganchado al lector que desea avanzar sin descanso hasta desvelar el misterio que acecha al hipnotista y a su paciente.
Como extra bonus debo añadir que la lectura de este libro me ha servido para regresar a la maravillosa ciudad de Florencia donde precisamente compré este ejemplar, más concretamente en la librería Red Feltrinelli de Piazza della Repubblica, a pocos pasos del Caffe Gilli, uno de los lugares a los que Pietro Gerber solía llevar a sus amigas cuando les hacía su ruta favorita recorriendo las joyas ocultas de esta ciudad durante sus años de soltero conquistador. Y es que si leer es vivir mil vidas, también será cierto que leer es viajar mil veces. Y en este caso reconozco que, para mi, así lo ha sido.
Me resultó también muy entretenido, aunque un poquito previsible. Coincido contigo en que una de las mejores cosas fue poder visitar de nuevo Florencia.
ResponderEliminarBesotes!!!
Sólo por el rato de entretenimiento y la revisitación de Florencia nos podemos dar por satisfechas con esta novela.
EliminarSaludos.