sábado, 30 de junio de 2018

Domingo

El relato que da nombre a esta colección de textos, "Domingo", de Irène Nemirovsky, es de un nivel tal que justificaría por si solo la publicación de este volumen. En él encontramos a una mujer adulta, serena, que encuentra la felicidad en la paz y el silencio del hogar, despojada de las ansias y el frenesí del amor. Por otra parte está su hija de veinte años, pletórica de ganas de vivir, de amar, de descubrir todo lo que la vida le reserva, "Hay momentos en los que no te costaría nada echar a volar" Tan centrada en su propia felicidad que no puede ni imaginar que su madre alguna vez se sintió como ella y que todo eso acabará por pasar, que la juventud y el amor no son más que conceptos idealizados y pasajeros. La familiar a se completa con una hija pequeña en la que aún no se adivina el futuro, qué clase de mujer será cuando madure y un marido egoísta y que busca demostrarse a si mismo su intacta virilidad con una interminable sucesión de amantes ocasionales. Lo más destacable al leer este relato es que la autora crea una atmósfera, un escenario de tal intensidad, donde sientes que podrías irte a vivir, de tan atractivo y cautivador como resulta.
"Suspiró. Se dejó invadir por una una extraña y melancólica felicidad, una paz deliciosa. El silencio, las habitaciones desiertas, la certeza de que nadie la molestaría hasta la noche, de que ni un paso ni una voz extraña penetrarían en aquella casa, en aquel refugio..."
Las obras de Nemirovsky retratan a la burguesía europea de primeros de siglo, los franceses, los rusos, gente moderna y sofisticada, los que sobreviven a la guerra y los jóvenes que no la conocieron, criados en una educación sentimental que hace a las jóvenes anhelar un amor que aún desconocen, los jóvenes que se sienten en la cima del mundo, poderosos y siempre mirando a los mayores por encima del hombro, lo tienen todo: juventud, belleza, el mundo a sus pies mientras que los personajes maduros miran el mundo con resignación, cuando no con amargura, echando la vista atrás y lamentando sus errores.

Los relatos no siempre tienen una estructura completa con un desenlace sorprendente o cerrado, son escenas captadas de la realidad, personajes que coinciden, conversaciones, son pedazos de vida donde el argumento es superado por la observación del entorno o por las reflexiones sobre la propia existencia, Nemirovsky ahonda en lo más profundo de los corazones y las mentes, describe aquello que ocultan las almas de sus personajes. Dos mujeres diferentes que coinciden en un bar en Nochevieja, o dos judíos en una estación de tren, soldados crueles, solteronas que ven pasar la vida desde su ventana, historias de criados y señores, de hijos que sólo al llegar a adultos descubren la verdad sobre sus padres y pueden comprenderlos, escenarios mágicos como la dacha abandonada entre la nieve, con su biblioteca intacta. París, Finlandia, la guerra, los magníficos paisajes nevados o las calles tranquilas de la ciudad, las turbas arrastradas por el frenesí de la revolución, los paisajes que recorremos en estos relatos son los mismos que conoció la autora, huida con su familia judía desde Ucrania, huyendo de los bolcheviques y acabando en Francia viviendo con las comodidades de burgueses cultos e intelectuales y todos esos son también los lugares donde se mueven sus personajes, recorre los mismos sitios donde ella vivió y conoce bien.

Con delicadeza, sensibilidad y una genialidad narrativa que me sorprende cada vez que tengo la suerte de disfrutar de su obra, la autora se introduce en las mentes pero también nos retrata las sensaciones, el entorno, los matices de la observadora acertada, de la que ve el mundo con los ojos de cada personaje. Y especialmente la forma en que la melancolía traspasa todas sus historias, la pena, el remordimiento, las emociones traspasan el papel y llegan al lector, como lo hacen sus maravillosas descripciones. Leer a la Nemirovsky es un lujo que nadie se debería perder.
"Atravesé el bosque a toda prisa. ¡Qué silencio...! Ni un soplo de brisa. El aire helado, con su olor a nieve, a abeto, a madera fresca, mezclados con el aroma de un fuego muy lejano, dilataba los pulmones y producía una sensación de embriaguez. En el norte, el acto de respirar puede convertirse en un auténtico placer físico"

4 comentarios:

  1. Muy bonita reseña, no es fácil reseñar un libro de relatos donde hay tantas historias, aunque tengan su punto de unión. Besos.

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    1. Gracias por tu comentario. Creo que me gusta tanto Nemirovsky que no podia salirme una reseña fea, je, je!!
      Saludos.

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  2. ¡Hola! Nemirovsky es mucha Nemirovsky, eso está claro, haga lo que haga y aunque yo no soy mucho de leer relatos, no me importaría si viene de su pluma
    Saludos

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    1. A mi me pasa igual, soy mucho más de novelas que de relatos breves pero la prosa de Nemirovsky conquista en cualquier formato, ¿verdad que sí?
      Saludos.

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