Es cierto que el dicho de que la verdad supera muchas veces a la ficción suena un tanto manido, pero no es menos cierto que tantas veces se cumple esa afirmación y que frecuentemente nos encontramos ante novelas que no hacen sino recrear unos hechos reales, en las que lo aportado por el autor no es más que el marco en el que contar dichos sucesos que se dieron ciertamente, aunque parezca increíble, que tendremos por lo tanto que seguir oyendo y aceptando la dichosa frase durante mucho tiempo. Eso es exactamente lo que ocurre con la historia que nos cuenta Carson Morton en esta novela titulada "El robo de la Mona Lisa" y que narra justamente lo que el título indica: la rocambolesca aventura de un timador profesional que decide dar su golpe maestro robando el famosísimo cuadro con el objeto de venderlo, no a un rico y caprichoso millonario americano, sino nada más y nada menos que ¡a seis de ellos! Sin duda un golpe maestro digno de un ingenio extraordinario puesto, por desgracia, al servicio del engaño y de la falsificación.
La novela está extraordinariamente bien ambientada en el París de los primeros años del siglo XX, en la vorágine que suponen los grandes avances de que está siendo testigo el mundo y que están llenando las calles de vehículos a motor, de monumentos como la Torre Eiffel que superan la imaginación de los más atrevidos, la construcción de metropolitano que corre bajo el suelo de la ciudad de la luz a la cual acuden miles de turistas atraídos por las grandes obras maestras del Louvre y ansiosos por disfrutar de las innumerables bellezas artísticas que allí se atesoran y, si acaso, volverse a casa con alguna de las reproducciones que de ellas se ofrecen de mano de los artistas que pueblan las orillas del Sena. Pero algunos apasionados del arte desean ir más allá y no se conforman con buenas reproducciones, son aquellos potentados cuyo mayor placer consiste en hacerse con las obras maestras originales y disfrutar de ellas en el secreto de sus grandes mansiones, aunque no sea posible compartir ese placer con nadie más, dado el origen ilícito de dichas adquisiciones. Y ahí es donde entra en juego el argentino Eduardo Valfierno, un astuto timador de guante blanco oculto tras la fachada de marchante de arte, especializado en falsificaciones y que desarrolla un método por el cual hace creer a sus clientes que se encuentran en posesión de las obras originales, cuando lo que se llevan a casa a cambio de una importantísima cantidad de dinero no son sino buenas copias. Pero en esta ocasión el golpe debe ser definitivo: robarán la auténtica Gioconda y posteriormente, tras timar simultaneamente a un puñado de ricos norteamericanos haciéndoles creer a cada uno de ellos que la suya es la original, la hará reaparecer para devolverla su lugar de origen ... de no ser que a posteriori no sea tan fácil distinguir el original de las soberbias copias que de la obra maestra se realizarán.
Acompañado de un puñado de buscavidas de distinto pelaje y con la ayuda de un ex-trabajador del museo de origen italiano al que engañan con la excusa de devolver a su patria la obra maestra del arte renacentista, Valfierno proyecta un enrevesado plan en el que muchos factores se han de conjugar correctamente para que todo salga como estaba previsto y esto no siempre es fácil. Nos encontramos, de este modo, ante una novela animadísima, con un aire fascinante de un mundo lleno de lujo y riqueza, de pasión por el arte, de artistas callejeros y grandes talentos de la pintura que viven de copiar a los grandes maestros, incluyendo un "cameo" ficticio del genial Picasso como joven artista todavía desconocido pero ya destacando como futuro genio y una trama de novela policial con toques de novela histórica y mucho entretenimiento que garantiza unas horas intensas de buena lectura.
Me llama la atención esa mezcla de intriga, arte y París.
ResponderEliminarUn abrazo
Es, en efecto, una buena mezcla con un resultado muy agradable.
EliminarSaludos.