martes, 3 de enero de 2023

La familia Martin


El narrador de "La familia Martin", la última novela de David Foenkinos que he tenido ocasión de leer, es un escritor falto de inspiración que lucha por dar inicio a una nueva novela hasta que se le ocurre una idea bastante descabellada: "Bajas a la calle, te acercas a la primera persona que veas y será el tema de tu libro." De manera que nada más salir de su portal se cruza con la anciana Madeleine Tricot, una costurera jubilada de la casa Chanel que, amablemente accede a contarle al autor su vida para que le sirva de base argumental para esa futura novela. A través de ella entra en contacto con la familia de su hija Velèrie, los Martín, una familia francesa común y corriente como tantas otras, con una vida aparentemente anodina que, con diferente grado de entusiasmo, se apuntan a participar en el proyecto. De este modo, todos los miembros de la familia Martin acaban haciendo al autor participe de sus inquietudes vitales, de sus problemas laborales, Madeleine comparte los recuerdos de su marido, su trabajo, anécdotas sobre el propio Carl Lagrerfeld. Igualmente ocurre con el resto de la familia: el autor entra en su casa, comparte su cena, tiene conversaciones con cada uno de ellos a la búsqueda de aquellos elementos narrativos que mejor le servirán para componer su obra. El autor va participando al lector de su proceso creador, de las cosas que le parece que le serán de utilidad a la hora de dar forma a su novela, se interesa por conocer a sus personajes, en especial a los que se muestran más remisos a formar parte de su proyecto. Curiosamente, con esta especie de experimento el autor siente que por primera vez, en lugar de dominar él a sus personajes, son estos los que van tomando el control de la narración, los que deciden qué se debe escribir sobre ellos, llegando a alterar la trama de sus propias vidas para que la novela refleje lo que ellos consideran que debe contarse.

Después de haber disfrutado con anterioridad de unos cuantos libros de Foenkinos, debo reconocer que este último no me ha llegado a emocionar ni me ha conmovido del mismo modo que los anteriores; no he encontrado en esta novela la magia que el autor destila en otras obras, esa poética suya tan propia que crea un mundo absolutamente peculiar, estos personajes que te conquistan el corazón nada más conocerlos. Ello no significa que esta sea una mala novela, en absoluto, pero sí creo claramente que no alcanza un buen puesto dentro del ránking de las obras de Foenkinos. Será cuestión de volver a intentarlo con alguna otra.

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