Maria Wyeth, "se pronuncia mar-ay-a, que quede claro desde el principio" es una actriz que se debate entre fracaso profesional y un éxito que siempre está a punto de suceder, un marido del que no termina de separarse, vive abrumada por el dolor de la ausencia de su hija, la pequeña Kate pequeña ingresada en un centro donde "intentan averiguar qué falló". La encontramos conduciendo por carreteras interminables que no llevan a ninguna parte, bajo el sol abrasador, abusando del alcohol y los barbitúricos, huyendo de sí misma, de la imagen que los demás tienen de ella, de la ausencia de amor, de sus problemas mentales, en medio de un mundo sin valores morales, donde cada uno busca su bienestar y Maria no encuentra dónde resguardarse, sólo le queda jugar de la mejor manera posible las cartas que le han tocado en el reparto de la vida, aunque no sean siempre las mejores.
La escritura de la Didion resulta hipnótica, exenta de florituras, casi aséptica. Sus escenas son breves, en tres líneas de diálogo transmite toda una conversación, una situación completa, todo un estado mental o de ánimo. El lector debe completar aquello que no se le cuenta, debe reconstruir todo lo que hay más allá de lo escrito. Una verdadera gozada esta novela, a pesar de resultar profundamente triste por la desesperanza y el vacío que transmite. Pura literatura.
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