Pero no es este último el ambiente en el que se mueve uno de los protagonistas de la novela; Juan Ignacio Varela trabaja como ejecutivo de publicidad en una empresa farmacéutica, pertenece a la burguesía que menos ha padecido la guerra y sus secuelas y representa el sector de la población relacionada con alguna de las muchas y muy activas empresas barcelonesas beneficiadas por el Plan de Estabilización que provocó el gran desarrollo económico de España en aquellos años. Esta es la clase pudiente que frecuenta la esplendorosa vida nocturna de cafés y locales de espectáculo, así como los elegantes eventos sociales en el Club de Tenis o en el Polo, las obras de beneficencia y demás reuniones de alto copete.
Por otro lado tenemos a Antonio Luna que es uno de aquella niños que fue separado de su familia en plena guerra y trasladado a Suiza junto con tantos otros exiliados. Tras volver a España y pasar su infancia en un hospicio, una vez convertido en adulto se dirige a Barcelona con el objetivo de localizar a su familia perdida. Él frecuentará aquellos barrios marginales donde se concentra la población obrera, sobrevive a base de trabajos precarios hasta que logra colocarse en la SEAT como mecánico. Allí entra en contacto con grupos sindicalistas que aún se mueven en la clandestinidad frente al autoritarismo del régimen franquista que, si bien ya no es la dictadura de las primeras décadas, aún impide las plenas libertades como la de expresión o asociación.
Un programa radiofónico patrocinado por el laboratorio para el que trabaja Juan Ignacio que trata de localizar a personas desaparecidas será el que una a ambos personajes.
El libro dibuja con gran viveza los distintos ambientes de la capital catalana, los aires de modernidad que ya asoman en el país que trata de dejar atrás sus años más oscuros, la bonanza de los más acomodados que contrasta con la miseria que aún subsiste, la animada vida social y las ganas del pueblo de integrarse en una sociedad burguesa, donde todos sueñan con poder comprarse un 600 o mejorar de barrio. La lectura resulta muy entretenida, sin grandes sobresaltos y sin entrar en una crítica social dura, mostrando a través de los dos protagonistas principales y sus andanzas un retrato de la ciudad de Barcelona en un época de importante desarrollo social, económico, político y urbanístico; nos habla de la importancia de la radio en aquellos tiempos, de las costumbres y modos de la sociedad del momento y todo ello a través de un relato ágil y de fácil lectura que nos traslada a un tiempo no tan pasado de nuestro país que vale la pena recordar.
Creo que disfrutaría con esta historia, así que tomo nota, que no la conocía.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me ha resultado una lectura muy agradable con su parte de costumbrismo de la época y su parte de historia. Espero que tu también la disfrutes.
EliminarSaludos.