No había leído todavía nada del escritor madrileño Antonio Orejudo, a pesar de la fama de autor de gran calidad que le acompaña desde hace ya tiempo y de que lo tenía anotado en mi lista de autores por descubrir con alguna de sus obras anteriores. Y ha sido con esta ultima novela suya cuando no he podido resistirme a la tentación de conocer su revisitación de los personajes que llenaron de felicidad mis primeras horas de lectura infantil. En "Los Cinco y yo" Orejudo traza una suerte de biografía sentimental a partir del retrato de los protagonistas de la inolvidable serie de novelas creada por Enyd Blyton, aquellos cuatro chicos y su perro que siempre estaban en permanentes vacaciones y pasaban su tiempo entre baños en la playa, meriendas con pasteles de riñones, remando y descubriendo tesoros ocultos sin parar.
Claramente, la vida real del autor, por comparación con aquellas existencias idílicas, es mucho más amarga que la de los cuatro primos ingleses; es la infancia de los años 60 españoles, donde Toni es uno de tantos niños nacidos con el baby boom que superpoblaban los nuevos barrios de los ensanches de las ciudades, jugando entre descampados, hijos de padres que emigraron del pueblo a la ciudad y se apelotonaban en minúsculos pisos de nueva construcción muy alejados de cualquier playa. Luego vino la transición hasta el desencanto de la juventud y la crisis de los 2000 ya como adulto que enfrenta su vida al escenario ideal de la playa de Kirrin. En este análisis de las novelas de Blyton llega al punto de extraviarse en reflexiones sobre la vida privada de las familias protagonistas, digresiones sobre los padres de los chicos, aquellos adultos que apenas transitaban por las novelas y de los que no conocíamos apenas nada, pero que aquí son analizados con profundidad en presuntos análisis de su personalidad donde asoman aspectos oscuros e inesperados de sus verdaderas circunstancias personales, así como teorías sobre cómo evolucionaron en el tiempo los primos y en qué adultos se convirtieron. Todos estos futuribles no salen directamente del discurso del narrador, sino que éste los extrae de una supuesta novela escrita por uno de sus grandes amigos y titulada "After Five", donde se analizan todos estos aspectos. Así y todo, es interesante esa forma de fantasear con lo que podía haber sido las vidas de aquellos Cinco más allá de lo que se nos contaba en las novelas, si bien todo lo que vino después fuera decadencia, lejos del brillo y la inocencia de aquellas emocionantes aventuras de veranos interminables.
También hay que reconocer que, por desgracia, cuando el relato pasa de las historias de Los cinco propiamente dichas y se centra en la propia maduración del autor y su generación, en el paso de la adolescencia a la juventud, en la crisis generalizada de la época de los ochenta, con el planteamiento de los problemas éticos y morales del crecimiento, del paso a la edad adulta con la dificultad de mantener los ideales o sueños de la primera juventud, todo tipo de conflictos éticos como el del enriquecimiento frente a la responsabilidad de proteger el medio ambiente, todos estos temas, todos profundos y serios, hacen que se pierda, sin embargo, el tono evocador que me atrajo al inicio del libro con aquella revisión de los personajes idealizados de nuestra infancia, derivando hacia una narración que destila pesimismo y amargura, cosa que nunca ocurría cuando leíamos a Los Cinco.
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