Me ha gustado mucho la última novela de Arturo Pérez Reverte. El Asedio se desarrolla en Cádiz en torno al año 1811. La ciudad eminentemente marinera lo es más en esta época en que se encuentra sitiada por las tropas francesas por lo que el mar es la única vía posible de comunicación con el exterior. La imagen de Cádiz como reducto de las ideas liberales que se verán plasmadas en la Constitución de 1812 es en parte un personaje más de la historia que conjuga distintos géneros, policiaco, histórico, aventuras, etc.
El centro de las tramas lo configura la resolución de una serie de crímenes que trata de resolver el comisario Rogelio Tizón, personaje oscuro y falto de escrúpulos, muy típico en Pérez Reverte el darle protagonismo a figuras que más bien reúnen los rasgos típicamente adjudicados a los antagonistas en cualquier otra novela. Junto a éste, otros personajes que comparten el protagonismo, cada uno de su propia trama: el capitán Lobo, a mi parecer el más “Revertiano” de todos: un antihéroe, triste hasta el infinito, desilusionado, amargado y duro pero que se convierte, a mi parecer, en la figura más interesante de la obra. Lolita Palma, comerciante avezada, muy alejada del prototipo español de la época en que las mujeres limitaban su vida a la casa, la iglesia y las reuniones sociales, Lolita Palma dirige su empresa naviera y comparte los intereses en los asuntos políticos y las ideas liberales de la época, aunque se debate entre la comprensión de las ansias libertadoras de las colonias americanas y el efecto negativo que ello reportaría a la actividad comercial de la metrópolis española. El artillero francés Desfosseux más interesado en los aspectos técnicos del lanzamiento de obuses que en la finalidad bélica última de estos.
Hay otros personajes, como el salinero y combatiente de tropa Felipe Mojarra y su triste existencia, el teniente Ricardo Maraña compañero de Lobo, o el taxidermista Fumagal, colaboracionista con las tropas francesas, el primo de Lolita Palma, gran vividor ajeno a las penurias causadas por la guerra, Hipólito Barrul compañero de ajedrez de Tizón y admirador de las últimas ideas científicas. Todos ellos son dignos de compartir el protagonismo del libro, son personajes retratados con minuciosidad, a pesar de su papel secundario en las tramas, pero todos aportan una imagen nítida de las distintas capas de la sociedad gaditana de la época.
Creo que Pérez Reverte se ha superado en esta novela, demuestra su pericia como creador de personajes, su conocimiento de la Historia, su riqueza de vocabulario y, sobre todo, vuelca su enorme pasión por el mundo de la navegación en los pasajes que suceden a bordo de las naves, donde describe detalladamente las maniobras y la acción naval. Para mí, Pérez Reverte es al mar y la navegación lo que Delibes al campo y a la caza: un apasionado que vuelca sus conocimientos y maestría en sus novelas, convirtiendo al mar y todo lo que le rodea en un personaje más de sus obras, y lo cierto es que no podía ser de otra manera, tratándose de la ciudad de Cádiz.
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