"Cuando quería que la ciudad se detuviera, subía saltando las escalinatas entre los leones de piedra y cruzaba las puertas de la Biblioteca Pública de Nueva York y me dirigía rápidamente a la majestuosa sala de lectura, digna de reyes, donde me sentaba a una de las largas mesas de madera bajo un enorme techo abovedado con una araña de luces suspendida por encima de mi cabeza, y, bañada en la serena luz del día que entraba por los grandes ventanales, pedía un libro y leía durante horas; (...) hallaba refugio en las cadencias de la mente de la que me apropiaba estando allí, inmersa en frases que yo jamás podría haber escrito ni imaginado, e incluso cuando el texto era ininteligible o retorcido o me sobrepasaba, y de ésos había muchos, yo perseveraba y tomaba notas, y entendía que mi misión era cuestión de años, no de meses. Si lograba llenarme la cabeza de la sabiduría y el arte de los tiempos, crecería, volumen a volumen, hasta convertirme en la gigante que quería ser. (...) En la biblioteca tenía alas."
La narración alterna el tiempo presente en que la escritora, mientras acompaña a su anciana y deteriorada madre, descubre entre sus viejos papeles el antiguo diario que escribió en aquella primera época en Nueva York, con las entradas del propio diario que se complementan con los primeros capítulos de aquella novela inicial que iba escribiendo (que me ha ido interesando cada vez menos) a los que se le añade la historia de su peculiar vecina de piso, cuyas conversaciones escucha a través de la pared que las separa. Si añadimos a todo eso los recuerdos familiares de la infancia de la autora o la historia familiar de la vecina, nos encontramos con un relato que en ocasiones resulta caótico, donde se mezclan personajes reales y ficticios, planos temporales, imaginación, reflexiones y recuerdos, biografía, suspense y drama, mezclando una ingente cantidad de hilos que hay que ir desenredando pero que en suma dan como resultado un vibrante relato. Se trata de un intenso retrato de la ciudad, de su carácter de nuevo mundo por descubrir a través de la fuerza y la inconsciencia de la juventud vista con cierta condescendencia desde la madurez de la mujer que se contempla a sí misma cuando luchaba por forjarse como la mujer independiente, reivindicativa y luchadora en la que se terminará convirtiendo, que sabe defender sus derechos como mujer, artista y persona contado todo, eso sí, de una forma compleja, poco cómoda, con vericuetos, constantes digresiones y con un ritmo variable pero donde asoman constantes destellos de genialidad y un maravilloso trabajo de creación literaria.
Pues no he leído aún nada de la autora, pero no es éste un libro que me tiente. Creo que probaré con otro. ¿Alguna recomendación?
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues las dos que he leído anteriormente son recomendables: "Todo cuanto amé" tiene una narrativa más formal y "El verano sin hombres" ya es más experimental, mezcla estilos, formatos; más cercana al estilo de "Recuerdos del futuro".
EliminarSaludos.
A Siri la vi en un encuentro en Oviedo cuando le dieron el Princesa de las Letras. Me encanta como mujer pero no me animo a leer nada de ella pues me temo que no es de mi estilo. Besos!
ResponderEliminarVerdaderamente no es una escritora de lectura fácil. Claramente, si no te atrae, mejor que la dejes pasar.
EliminarSaludos.