En casi todas las familias, aunque en algunas más que en otras, suceden o han sucedido a lo largo de los años acontecimientos trágicos que marcan a sus miembros, hechos peculiares, sucesos dramáticos. Pero lo habitual es que estos episodios pasen de boca en boca de padres a hijos o incluso hasta la generación de los nietos y ya a partir de ahí se va difuminando su crudeza, su intensidad, hasta convertirse en viejas historias que se recuerdan en determinadas reuniones familiares o incluso terminan por caer en el olvido. Y ahí termina todo. Pero ocurre que en ocasiones, como es el caso de Gabriela Ybarra, alguien decide poner negro sobre blanco esos hechos dramáticos que marcan a una familia y surgen obras como este particular libro que es "El comensal" que comienza con el relato más personal del secuestro y posterior asesinato de su abuelo, la reacción de la familia, de los hijos, ante tal hecho y los efectos que aquello tuvo posteriormente. Nos encontramos en los años de plomo del terrorismo etarra, los años ochenta donde eran constantes los atentados, secuestros, amenazas y muertes y donde la familia Ybarra fue una de tantas que sufrieron intensamente los efectos del terrorismo. Y a continuación, sin relación directa necesaria con aquellos hechos, ya entrados en el siglo XXI, pasamos a compartir los últimos día de vida de la madre de la autora a la que un cáncer se llevó en unos pocos meses; otro drama familiar, otra tragedia que marca a las personas."Cuentan que en mi familia siempre se sienta un comensal de más en cada comida. Es invisible, pero está ahí. Tiene plato, vaso y cubiertos. De vez en cuando aparece, proyecta su sombra sobre la mesa y borra a alguno de los presentes.El primero en desaparecer fue mi abuelo paterno."
El estilo del libro combina la frialdad de la enumeración de hechos tal como se contaron en la prensa con datos de autopsias, informes médicos, junto con otos detalles personales de la familia, sus hábitos cotidianos, la vida laboral de la autora, su relación con sus padres. El lenguaje con estilo frío, imparcial, la jerga médica, el detalle de los tratamientos seguidos y sus efectos secundarios alternan con repentinas expresiones de profunda emoción y sentimiento, reflexiones que van seguidas de relato de sueños o recuerdos que la autora va anotando en cualquier parte, en mitad de un bosque o en la sala de espera de un hospital de NY.
Esta no es una novela cerrada, casi podría decirse que ni siquiera es una novela; no es un relato que te diga a donde tienes que ir, no es una historia formal con planteamiento, nudo y desenlace. ¡en absoluto! Más bien podría decirse que es una colección de ideas donde algunos episodios conforman relatos extensos aunque inconexos en principio con otros acontecimientos que se narran, se mezclan épocas, sucesos. A veces son sólo fragmentos de noticias, declaraciones de miembros de ETA, sentencias judiciales o entrevistas. Pensamientos. No es una novela en puridad, tampoco una biografía pero tiene elementos de ambos. Lo único claro es el punto en común que comparten todos: la muerte de algún familiar, el dolor compartido, la manera de cada uno de enfrentar la muerte propia y de aquellos a los que quiere.
(Nota al margen: Me he sentido totalmente identificada con esa costumbre de la autora de googlear todo lo que lee, o de hacerlo al tiempo que lee. Yo también busco la cara del escritor del libro que estoy leyendo, busco su ciudad natal (fotos y localización en mapa), la ciudad o país donde se desarrolla la acción, como he buscado la cara del abuelo secuestrado o los barrios de Nueva York donde vivió o trabajó Gabriela... y mientras leo tengo presente esas imágenes, los rostros, las calles. Lo que antes descubríamos (o no) buceando en los tomos de la enciclopedia Espasa de la librería del salón ahora nos lo ofrece Googgle al instante, con una abrumadora inmediatez, en ocasiones con una extra-abundancia de información que a veces nos desvía la atención de lo que estamos en realidad leyendo. Cambian los tiempos, cambia la forma de leer)
Es la segunda reseña que leo de esta novela. Pero no me termina de llamar por ahora.
ResponderEliminarSobre lo que comentas de google, teniéndolo tan a mano, si eres una persona curiosa, lo normal es usarlo, que para eso está. Yo también lo uso mucho cuando estoy leyendo. Paro de leer, cojo el móvil y busco algo que se nombra en la lectura. Dicho así suena maravilloso, pero también está lo negativo: haces demasiados parones leyendo.
Un abrazo.
El tema de googlear mientras se lee tiene sus cosas buenas (informacion abundante e inmediata) y las malas (distrae, dispersa la atención) Habrá que aprender a equilibrar su uso. Sobre el libro, tiene su interés, aunque ya te digo que no es una novela al uso, es una lectura curiosa, diferente, interesante.
EliminarSaludos.