Mostrando entradas con la etiqueta Elizabeth Strout. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Elizabeth Strout. Mostrar todas las entradas

domingo, 9 de marzo de 2025

Quédate conmigo

Siempre, siempre es un placer regresar a Elizabeth Strout, a cualquiera de sus novelas y al mundo tan personal que revelan todas ellas, a su manera de retratar a los personajes y de contarnos sus vidas que al final siempre se convierten en un espejo donde descubrimos, sin esperarlo, algo de nosotros mismos.

En esta ocasión nos encontramos en "Quédate conmigo" al reverendo Tyler Caskey que se encuentra al frente de una congregación humilde en West Annett, una pequeña localidad de Maine. Viudo reciente, su hija pequeña Jeannie ha quedado al cuidado de la abuela Caskey mientras que Katherine de cinco años permanece en la rectoría a cargo de su padre. La niña no parece haber superado la muerte de su madre ocurrida hace ya más de un año y está teniendo problemas de comportamiento y adaptación en la escuela. Tyler es esencialmente bondadoso, un verdadero hombre de fé, buen orador y entregado a su congregación, pero últimamente siente que se ha debilitado su relación con Dios; ha perdido la alegría y la paz que le proporcionaban la oración y el servicio y reza por seguir sintiendo la presencia divina a su lado. "Sin la capacidad de ver la vida como un don recibido de Dios, todo es vanidad y correr tras el viento."

De cualquier modo, Tyler supone un soplo de aire fresco en esa comunidad rural de los años 50, en una América que vive bajo en temor de la guerra fría y la amenaza nuclear. La celebración dominical es la mejor excusa para socializar y reforzar los lazos de la comunidad pero también el momento en que se destapan los conflictos entre la feligresía, se expandan los rumores y se exacerban las luchas de poder. En esa rígida y conservadora comunidad la hermosa y demasiado moderna Lauren Caskey, ahora difunta esposa del reverendo, nunca llegó a encajar ni tuvo tampoco intención de hacerlo. Cuando comienzan a propagarse rumores mezquinos, el reverendo Caskey verá como se pone en telas de juicio su reputación y su capacidad de liderar a la comunidad.
"Su deber consistía en estar en la iglesia con la espalda recta y el mentón bien alto, y en hacer entender a su congregación que ser cristiano no era un pasatiempo. Ser cristiano era algo muy serio. Significaba preguntarse en cada paso del camino: ¿cómo puedo servir mejor al amor? Su deber consistía en ser su líder, su maestro, su ejemplo. Una parroquia pequeña, quizá. Pero no así su deber."
A lo largo del libro nos introducimos en una atmósfera que gira en torno a un mundo de silencios, de contemplación y reflexión. La autora se adentra en cada personaje, nos desvela sus secretos sin grandes artificios, en un tono bajo, abrumador, nos carga con los dolores y problemas de todos ellos. Este es tal vez el libro más reflexivo de la autora, cargado de introspección en torno a conflictos morales y crisis de fe. Un conmovedor relato sobre la asunción de la perdida, la culpa, la fe y la relación personal con Dios, la compasión y el amor.
"Donde hay un ser humano, existe siempre la esperanza del amor."

domingo, 8 de enero de 2023

Oh William!

La genial Elizabeth Strout retoma en "Oh William!" a uno de sus ya míticos personajes como es Lucy Barton, cuya vida ha ido retratada a lo largo de diversas novelas. En esta ocasión nos encontramos con una Lucy ya madura, recién enviudada de su segundo esposo, su amado David, y compartiendo en esta ocasión protagonismo con su exmarido William al que, tantos años después de haberse divorciado, le sigue uniendo una estrecha relación de amistad, compañerismo, años y experiencias compartidas y sus dos hijas en común. Con ocasión un viaje que emprenden juntos a la búsqueda de los orígenes familiares de William, Lucy reflexiona y rememora su triste y pobre infancia, cómo salió de su mísero hogar familiar gracias a una beca que le permitió ir a la Universidad y comenzar una vida completamente nueva y la relación que a partir de entonces mantuvo con su familia, en especial con su distante y fría madre.

Y aunque ambos han pasado por otros matrimonios, más o menos felices, cuando Lucy echa la visita atrás y recuerda los años transcurridos no puede evitar reconocer que "William es la única persona con la que siempre me sentí a salvo. Él es el único hogar que he tenido." Esta particular relación que ha derivado del amor al divorcio y de ahí a una serena amistad en la que caben el cariño, la dependencia mutua y los reproches pero sobre todo el verse y aceptarse tal y como son cada uno, ha creado un vínculo que los mantiene unidos de una manera extraña pero consistente.

A Lucy Barton ya la conocimos hace algún tiempo en su primera novela y podemos comprobar que, a pesar del paso del tiempo, mantiene la coherencia del personaje, que algunas cosas que nos cuenta sobre ella ya lo habíamos leído antes y compruebo que, aunque me salté "Todo es posible", el segundo libro que protagoniza, esta tercera entrega tiene una entidad por sí misma y no depende de las anteriores. La propia Lucy en algún momento nos confiesa "escribí esto en un libro anterior, pero necesito explicarlo más" y así se adentra en esos temas que son su constante: en sus orígenes familiares, en su propio matrimonio con William, la soledad, las relaciones con los distintos miembros de su familia, en especial con su madre y su suegra, la madre de William, figuras centrales que han marcado su formación personal, su manera de enfrentarse a la vida y el modelo de madre a la que ha tratado de evitar parecerse. Se trata, en definitiva, de una novela con profundas reflexiones sobre los temas más trascendentales sobre los que puede girar  cualquier vida corriente, cualquiera que en algún momento haya amado o sido amado, haya sufrido o, en definitiva, haya vivido.

viernes, 10 de septiembre de 2021

Olive, again (Luz de febrero)

En ocasiones los lectores tenemos la fortuna de que un autor decide regresar a un personaje que había conquistado a su público en un libro anterior y nos permite así seguir disfrutando con él. Esto es lo que ha hecho, para delicia de muchos, Elizabeth Strout con "Olive, again". El relato recupera a la protagonista Olive Kitteridge en el punto exacto en que la dejamos en el libro anterior. Olive sigue siendo una mujer de carácter difícil, jubilada de su trabajo de profesora de instituto, viuda ahora de su marido Henry, continúa viviendo en el pueblo costero de Crosby en Maine, no lejos de Portland. La relación con Jack Kennison, viudo como ella, retirado de su trabajo como profesor en Harvard se afianza. La familia de su hijo Christopher crece pero no se fortalece el vínculo entre ellos, menos aún cuando éste conoce la nueva relación sentimental que mantiene su madre y no la acepta.

Nuevamente nos vamos acercando a la vida de alguno de los vecinos de Crosby y aunque en este caso el libro no está formalmente estructurado como ocurría con el anterior en relatos independientes, sino que en esta ocasión es casi una novela al uso, igualmente aparecen intercalados algunos capítulos que se desvían hacia esos otros habitantes de la localidad cuyas existencias se rozan en mayor o menor medida con la de Olive. Cada uno de estos capítulos son tan redondos, tan completos en su forma y en su contenido que podrían leerse cada uno de ellos como una narración independiente del resto del libro, con sus personajes y sus tramas perfectamente dibujados. 

Y es que la manera de contar de la Strout se demuestra magistral de nuevo. Desde una postura muy reflexiva, cada personaje tiene su propio mundo interior y su manera de relacionarse con el exterior. Por lo general, las relaciones personales y familiares que se muestran no son nada satisfactorias. La propia Olive más que ninguna sufre al constatar su fracaso como madre, la terrible relación que mantiene con su hijo, sus tibias relaciones sociales y su dudoso papel como esposa. Conserva a pesar del paso del tiempo su carácter hosco, con el poco interés habitual en ser amigable con los vecinos pero a pesar de sus maneras secas sí que se preocupa por los demás y ayuda a los que verdaderamente la necesitan, aunque huye de sentimentalismos y tonterías. La maravillosa pluma de la Strout penetra en lo más profundo de sus personajes y nos deja al descubierto sus sentimientos y preocupaciones, las ilusiones de los más jóvenes y sobre todo reflexiona sobre las circunstancias de los mayores, la manera en que cada uno se enfrenta al dolor y a la enfermedad propia o de las personas queridas, la manera de afrontar la vejez, la decadencia física y mental, la soledad, la imposibilidad de los antiguos sueños no alcanzados, de las promesas no cumplidas y la constatación de que se aproxima uno a la muerte de manera irreversible.

"Suponía que había sido afortunada. La habían amado dos hombres y eso era una suerte. Sin suerte, ¿por qué la habrían querido? Pero lo habían hecho, y su hijo parecía haber cambiado.

Se daba cuenta de que no se gustaba a sí misma.

Pero ya era demasiado tarde para pensar así…

Y se quedó ahí sentada, contemplando el cielo, las nubes altas, y bajó la mirada y vio las rosas, que tras solo un año estaban espléndidas. Se inclinó hacia delante y se fijó en el rosal: ahí, ahí mismo, detrás de esa rosa había otro capullo que empezaba a asomar. Qué contenta se sintió al ver ese capullo de rosa recién brotado. Y volvió a apoyarse en el respaldo del sillón y pensó en la muerte, y la sensación de asombro y emoción regresó a ella.

Llegaría. "

viernes, 26 de febrero de 2021

Olive Kitteridge

Hace ya algunos años que disfruté con la forma que tiene Elizabeth Strout de ver el mundo y de contar las cosas en "Me llamo Lucy Barton" y después de haber repetido con ella, en este caso descubriendo por fin su ya mítica novela que llevaba años queriendo leer "Olive Kitteridge", me pregunto porqué he dejado pasar de largo durante tanto tiempo a esta autora que está considerada, y con razón, como una de las más potentes voces de la literaratura norteamericana contemporánea.

Las historias que componen este volumen nos transportan y nos sumergen completamente en el ambiente del pequeño pueblo costero de Crosby en Maine donde todos se conocen y abundan los rumores. Olive Kitteridge no es precisamente la persona más popular ni querida del lugar. Es cualquier cosa menos una heroína al uso, llena de gracia y virtudes. Olive es una mujer madura, más bien robusta y absolutamente despreocupada por su aspecto o por la opinión que los demás tengan de ella. Inteligente, más bien arisca, en general poco considerada y con no muy buen carácter, pasional e intransigente según su propia descripción, es una profesora de instituto jubilada, casada desde hace décadas con Henry, un marido pacífico y afable junto al que ha pasado por todos los estados habituales del matrimonio, con los clásicos altibajos de pareja, han criado un hijo que se ha e alejado de ellos y ahora disfrutan de una tranquila jubilación. 

El libro se estructura en varios relatos que pueden ser leídos como cuentos independientes gracias a la maestría de la Strout para dibujar un paisaje, unos personajes con todos sus matices y una pequeña historia completa en cada uno los capítulos. Y en todos ellos Olive es el hilo conductor, el elemento común que los unifica y convierte el texto en una novela. Ella aparece en todos los relatos, a veces sólo se la menciona de manera tangencial y otras veces encarna un papel protagonista en estas historias en las que aparecen los vecinos de Crosby con sus problemas y preocupaciones similares a los de Olive y Henry: los hijos, la pareja o los problemas de salud que acarrean los años. Se muestran parejas maduras como los Kitteridge pero también otras jóvenes o hijos con relaciones complicadas con sus padres. Por lo general se trata de personas que deciden darle un cambio a sus monótonas e insatisfactorias vidas a pesar de su edad o de la incertidumbre que supone el futuro; personas que luchan por salir adelante, por afrontar la soledad, la vejez y los fracasos. La vida, en definitiva. Con sus luces y sombras. 

"Siempre estamos solos. Nacemos solos. Morimos solos. ¿Qué más da? Mientras no nos pasemos años consumiéndonos en un hogar de ancianos como hizo mi pobre marido. Ese es mi miedo.'

viernes, 9 de diciembre de 2016

Me llamo Lucy Barton

Una mujer joven convalece en una solitaria habitación de hospital en la ciudad de Nueva York. La sorpresiva visita de su madre, a la que no ve con frecuencia, desata todo un torrente de recuerdos a través de los que la protagonista de "Me llamo Lucy Barton" va adentrándose, casi a trompicones, con escenas cortas, inconexas, mediante comentarios apenas hilvanados, a lo largo de su biografía. O, al menos, centrándose en aquellos episodios que nos muestran la relación con su madre, con su padre y sus hermanos, de su infancia mísera, de su matrimonio, sus hijas. No nos encontramos ante un relato continuo,sino que va y viene en el tiempo a base de imágenes fugaces, frases sueltas, da la sensación de que Lucy nos habla directamente sin pasar sus pensamientos por el filtro de la escritura, dando lugar a un relato con un estilo directo e intimista, como si asistiéramos en directo a las confesiones de una amiga.

A pesar de la breve extensión de la novela, Elizabeth Strout es capaz de hacernos llegar mediante esos retazos de vida apenas esbozados, los episodios fundamentales de la relación familiar de Lucy, de su infancia y juventud en un entorno humilde hasta el extremo y que la marca hasta su edad adulta. Vemos como, a pesar de lo conflictivo del hogar en el que se crió, a pesar de tener una madre distante, un padre violento, unos hermanos indiferentes, ajenos a la brillantez de Lucy, a su distanciamiento de todos ellos, a pesar de todo, Lucy ama lo que conoció, se siente parte de esa familia que la ignora y de la que se distanció para triunfar en la vida. Pero, así y todo, ella ha edificado su presente, la vida familiar y profesional exitosa de la que disfruta ahora, sobre esa pobre estructura, sobre esos tristes recuerdos. Porque, al fin y al cabo, todos somos, para bien o para mal, lo que recibimos en la infancia que, dichosa o desgraciada, nos marca para siempre. Lucy no recibió cariño en su entorno familiar, ni palabras de aliento ni apoyo, lo que no quita para que se haya convertido en una amante esposa y una madre cariñosa. Pero no hay duda de que la añoranza por lo que no tuvo nunca la acompañan siempre.

Recomiendo, sin duda, este relato melancólico y sutil, una lectura que va sobrevolando temas como el matrimonio, la familia, el auge del SIDA en los años 80, el apego de los padres y los hijos... temas que se nos quedan planteados para la reflexión, apenas dibujados para que cada uno le dé la forma que más le convenga.