miércoles, 31 de agosto de 2016

Juego de espejos

Vuelvo a Andrea Camilleri, como suelo hacer de vez en cuando, al gran escritor italiano y a su veterana serie protagonizada por el inspector Montalbano, un clásico ya de la novela policíaca, de lo que los italianos llaman "giallo" que en realidad significa "amarillo", nombre derivado del color predominante en las portadas de las novelas clásicas de policías de este país. Pero es que en realidad la novela policíaca italiana no es tan negra, figuradamente hablando, como en otros lugares. Este género tiene en Italia mucho de humor, de novela costumbrista, de crítica social, de situaciones absurdas. Y las novelas de Camilleri son de esas, sin duda. 

Nuevamente, por tanto, me traslado con este "Juego de Espejos" a la pequeña ciudad de Vigàta, en Montelusa, localizaciones ficticias pero que se encuentran claramente ubicadas, geográfica y socialmente, en la costa sur de Sicilia. En este caso nos encontramos con un supuesto ajuste de cuentas de la mafia que coincide con un extraño caso de sabotaje al coche de la nueva vecina del propio inspector Montalbano, vecina que resulta ser una donna italiana atractiva y seductora, como suele ocurrir casi siempre con alguno de los personajes de cada novela de Montalbano, gran admirador de las mujeres hermosas. Este es uno de los citados aspectos de crítica social a los que me refería anteriormente, el papel de la mujer en las novelas de Camilleri, siempre con una visión claramente machista, es una constante, pero no es más que un reflejo de la sociedad italiana meridional, en cualquier caso es un elemento puramente Camilleri.
"Llevaba un vestido ligerísimo, cortísimo y ajustadísimo. Parecía pintado sobre la piel. Montalbano la siguió como un autómata, completamente hipnotizado por la armoniosa ondulación de la esfera andante. Otra esfera celeste para añadir a las cantadas por los poetas."
Acompañado de sus siempre leales Mimì Augello, Gallo y Fazio, Montalbano conserva en esta entrega sus elementos característicos: desde sus pantagruélicas comidas típicamente sicilianas, a sus razonamientos algo caóticos que tienen lugar habitualmente a lo largo de sus frecuentes paseos por la playa que le ayudan tanto a realizar la digestión como a aclarar sus ideas y reunir los cabos de la investigación, pero que siempre, en cualquier caso, terminan por destapar las motivaciones que mueven a los criminales a los que persiguen, la relación a distancia con su amada Livia que en esta entrega apenas se asoma por el argumento, todo el universo Montalbano se conserva en este caso enmarañado de engaños varios, "juegos de espejos" que tratan de confundir a la Policía pero que finalmente vendrá resuelto con éxito.

Cada entrega de la serie supone sumergirse en el mundo de la Sicilia más típica, con todos los elementos de novela costumbrista que nos muestra el modo de vida de estas pequeñas localidades costeras, con su particular dialecto (que en esta ocasión, al tratarse de una versión traducida al castellano no he podido disfrutar plenamente como en anteriores ocasiones de este peculiar habla, en particular en boca del inefable Catarella), su machismo ancestral, la Mafia como parte integrante de modo natural de la sociedad o la gastronomía local, gran debilidad y pasión de Montalbano, por encima incluso de las mujeres:
"Degustar los arancini de Adelina era una experiencia absoluta, existencial; una vez que uno los había probado, conservaba recuerdo eterno de ellos como de un paraíso perdido."
A Montalbano nos lo encontramos ya algo madurito, muestra de que los inevitables síntomas de la edad no perdonan ni siquiera a los personajes de ficción: por momentos se siente mayor, no es tan rápido y su agilidad mental no es la que solía, no en vano, pasan ya de 20 las entregas de la serie. Así y todo, conserva todo lo mejor del personaje: su estilo no propiamente humorístico pero sí generalmente burlón, que hacen que la novela se lea con una media sonrisa permanente, que no se toma a nadie en serio, ni a los propios detectives protagonistas ni, por supuesto, al resto de personajes. Sigue teniendo ese aire relajado y reflexivo que le caracteriza, esa mezcla de hombre normal y de ligón en horas bajas que le proporciona mucho encanto. En definitiva, yo diría que va madurando correctamente. Será cosa de que soy muy fan. Será.

viernes, 26 de agosto de 2016

Mi año con Salinger

¿Qué necesita tener una novela para que te enamore? ¿Qué es lo que hace que nos fascine una historia, por pequeña que esta sea? Supongo que esas son preguntas que no tienen una respuesta sencilla, ¡Ojalá!, dirían los editores, ¡Ojalá existiera la fórmula del éxito! Aunque también deberíamos de tener en cuenta que lo que llega al corazón de un lector, lo que hace que te enamores de un libro, tal vez pase inadvertido para otro montón de lectores para los cuales este no sea más que otra novela cualquiera. Pero lo cierto es que cuando eso ocurre, cuando das con un libro que te conquista y te encanta, lo reconoces al instante, aunque seas incapaz de explicar las razones que te han llevado a ese enamoramiento. Eso es lo que me ha ocurrido con "Mi año con Salinger", esta obra autobiográfica de Joanna Rakoff, una pequeña joya que descubrí casi por casualidad, donde el título fue el primer punto que me atrajo hacia su lectura y donde he descubierto una historia sencilla pero llena de encanto, sinceridad y que me ha llevado al interior de un mundo fascinante y desconocido por mí: el mundo editorial de Nueva York de los años 90, de la mano de una protagonista, la propia autora, por la que sentimos una simpatía inmediata nada más conocerla y terminamos la lectura debiéndole un enorme agradecimiento por haber compartido con los lectores una parte de su vida y de hacerlo, además, con generosidad, humildad y brillantez.

Nos encontramos, por tanto, en Nueva York, en el año 1996, en un escenario donde, ¡bendito sea el Cielo! nos rodean libros por todas partes, literalmente. Joana entra a trabajar en la oficina de una importante agente literaria de la ciudad. Recién terminado un posgrado en Literatura, con veintipocos años, no tiene muy claro hacia donde quiere dirigir sus pasos profesionales ni personales. Casi sin pretenderlo se encuentra en la gran ciudad donde consigue su primer trabajo, con un sueldo ínfimo que apenas le permite sobrevivir decentemente, pero que la llevará a rodearse de autores y editores, a las órdenes de una excéntrica y exigente jefa, cuyo nombre real nunca que cita pero que existe en realidad, como casi todos los personajes con los que se relaciona la joven e inexperta Joanna que se introduce en el mundo de la Agencia, así, sin nombre, donde se vela por los intereses de numerosos autores entre los que destaca por encima de todos el Autor, también con mayúsculas, al que todos nombran como Jerry y el resto del mundo conoce con J. D. Salinger. Los habitantes de la Agencia deambulan entre tomos de libros, originales por publicar, pilas de cartas de fans, de los propios autores o de editores que desean publicar alguna de las obras de los representados. La novela refleja con muchísimo encanto el ambiente de los últimos años previos a la actual época hipertecnológica, unos años donde aún era posible gestionar un negocio a base de telex, máquinas de escribir eléctricas y muchas llamadas telefónicas desde unas oficinas atestadas de pilas de papeles sobre los escritorios, donde el correo electrónico se considera una extravagancia innecesaria. De hecho, no hace tantos años que muchos de nosotros vivíamos sin necesidad de estar constantemente conectados a la red, se escribían cartas a mano y se empleaba el papel carbón para hacer copias y estas se echaban a los buzones en las oficinas de Correos y un autor podía tardar ocho años en decidirse a aceptar una propuesta de un editor con el que se intercambiaba interminable correspondencia. Este escenario, iluminado con lámparas de pantalla, suelos enmoquetados y estanterías de madera oscura combadas por el peso de los volúmenes, resulta hoy día casi romántico en su sencillez y es el mundo al que nos transporta la novela de Rakoff y que me ha hecho añorar unos años que no están tan lejanos en el tiempo pero que parecen casi parte de otra vida.

Todo esto se une a una narración sencilla que refleja una personalidad discreta y tranquila, la de una joven bastante inocente, sencilla en su humildad, con muchas ganas de descubrir, de aprender, de formar parte del mundo de la edición, de la literatura en general, una escritora en potencia que se avergüenza de sus propios poemas y a la que vemos dar el paso para entrar definitivamente en la edad adulta debiendo decidir cómo encauzar su vida profesional y también personal, convertirse en una persona autónoma, poner fin a la etapa de estudiante, romper el lazo de dependencia económica con sus padres y afrontar su propia vida. Una maravilla de novela que tal vez no se convierta en éxito de ventas pero que a mí me ha cautivado absolutamente por permitirme asomarme de una manera diferente al universo de los libros, de la lectura, de la edición y del mundo de los escritores.

domingo, 21 de agosto de 2016

El libro de los Baltimore

Resulta contradictorio que el verano, siendo la época de lectura por excelencia, los meses del año en los que más tiempo dedico a leer, resulte que se traduce en unas fechas de escasas reseñas en este blog, pero es que durante el periodo estival, entre el calor, las escapadas a la playa, los muchos ratos dedicados al ocio y, por supuesto, a la lectura como tal, me queda poco espacio y menos ganas de sentarme frente al teclado para componer un comentario sobre aquello que voy leyendo y así pasan bastantes días entre publicación y publicación. La única ventaja de este retraso en elaborar las entradas es que me permiten aposentar algo más la opinión o las impresiones que me causaron en su momento las lecturas; cuando me siento a escribir me viene en mente una primera sensación, una idea general, en la que no entran los detalles del argumento ni los datos concretos de la historia y que en el caso concreto de "El libro de los Baltimore", la última obra del exitoso autor suizo Joël Dicker, se traduce en un agradable recuerdo sobre una historia familiar, unos personajes que se quieren y se admiran, un libro con el que el autor logra despertar nuestra empatía por esos personajes y lo que les ocurre, nos lleva a sentirlos muy cercanos e interesarnos por su devenir. Es de esas novelas que te dejan un recuerdo placentero y te apetece recomendar a tus amigos.

Los protagonistas de la novela de Dicker forman parte de las dos ramas de la familia Goldman: los Goldman-de-Montclair, clase media normal americana, y los Goldman-de-Baltimore, adinerados, exitosos, tocados por los dioses. Marcus, el narrador, forma parte de la primera de esas ramas pero adora a sus familiares de Baltimore, le fascinan. No los envidia ni mucho menos a pesar de ser mucho  más afortunados en todos los aspectos que sus propios padres, sino que desea ser parte de ellos. El joven Marcus pasa largas temporadas de vacaciones junto a sus tíos, su primo Hillel y a Woody, un amigo de Hillel que es acogido por los Baltimore como uno más de la familia; los tres chicos forman lo que ellos mismos denominan la Banda de los Goldman y disfrutan durante esos días en que están juntos del estilo de vida de lujo y comodidades de los Baltimore. Esos momentos en su compañía son como el sol que ilumina la vida de Marcus, acostumbrado por fuerza a la pequeña existencia mediocre de los Goldman-de-Montclair, para él Hillel y Woody son los hermanos que siempre quiso tener, el tío Saul y la tía Anita, los padres soñados: guapos, cariñosos, forrados y generosos, frente a los cuales la vulgar normalidad de sus propios padres que le resulta casi humillante en comparación. Junto a los Baltimore transcurren años de ensueño, la infancia y primera juventud de la Banda a la que se incorporarán Scott Neville, el amigo leal y enfermizo de los chicos y posteriormente su hermana Alexandra que enamorará a los tres primos por igual. Los Baltimore son una familia brillante con un futuro esplendoroso ante ellos. Hasta que ocurre el Drama, del que se nos habla a todo lo largo de la novela a través de la cual vamos realizando un recorrido por aquellos años de gloria que nos dirigen directos hacia la decadencia, hasta el momento en que todo se desmorona, un trayecto que, de la mano de un Marcus adulto convertido en escritor de fama, nos llevará a saber qué ocurrió para que aquella vida idílica se viniera abajo, cambiara por completo el destino de los miembros de aquella familia, el tío Saul terminara sus días de manera discreta en una modesta casa en Florida y Marcus renunciara para siempre al amor de Alexandra.

El relato fluye constantemente con una ligereza que atrapa al lector que, a pesar de conocer el final de la historia, de saber que todo el maravilloso mundo que nos muestran acabará en drama, no puede dejar de quedar atrapado en una historia perfectamente engarzada, con idas y venidas en el tiempo y que nos hacen fluctuar suavemente entre lo que sabemos y lo que desconocemos, que es lo mismo que le ocurre a Marcus, que irá descubriendo al mismo ritmo que el lector qué es lo que ocurrió con su propia familia. A través de lo que le irán contando los distintos protagonistas, iremos conociendo de su mano a los personajes en profundidad y nos irán resultando cautivadores todos ellos, cada uno en su estilo, a lo largo de una historia emotiva, intensa y digna de dedicarle unos buenos ratos de lectura. 

jueves, 11 de agosto de 2016

El castillo

Hace tiempo que no me encontraba ante una novela histórica de la entidad de "El castillo", obra del escritor, pero fundamentalmente historiador, Luis Zueco. Si no fuera porque siempre triunfan por goleada todas aquellas novelas que vienen avaladas por una intensa campaña publicitaria a nivel global, no me extrañaría que esta novela pudiera alcanzar el nivel de la popularísima "Los pilares de la tierra" ya que no le tiene nada que envidiar en cuanto a fidelidad e interés histórico ni en lo que se refiere al relato de la gesta de la construcción de un edificio monumental, a su capacidad de transmitir emociones, a sus personajes con capacidad de convertirse en legendarios y a su calidad literaria.

El argumento de esta novela nos lleva a la Edad Media en el norte de España, lo que entonces eran los reinos de Navarra y Aragón, donde las alianzas matrimoniales y las muertes convenientemente planificadas hacían cambiar de manos las coronas, avanzar o retroceder las fronteras, donde ni tan siquiera la lucha contra el infiel que dominaba los territorios circundantes lograba poner de acuerdo a los reinos cristianos en la incipiente Reconquista que se extendería todavía durante casi cinco siglos más. En estos tiempos de lucha constante contra amigos y enemigos, contra infieles o familiares, en estos tiempos fundamentalmente violentos es donde se enmarca la acción de la novela. En el año 1024 Sancho el Mayor, rey de Pamplona, decide levantar un gran castillo en la frontera de la cristiandad, un mascarón de proa para lo que serán sus futuras incursiones en la Tierra Llana, lo que sería la zona de Huesca y Zaragoza y hasta el mar, territorios dominados por los musulmanes donde brillan las prósperas y lujosas cortes de Al Andalus y que ansían conquistar los cristianos, habitantes de las zonas montañosas que subsisten en condiciones durísimas, donde la vida humana apenas tiene valor, los medios son escasos y la violencia es la tónica general.

Castillo de Loarre
La construcción del castillo de Loarre será el hilo conductor a través del cual seguiremos la existencia de un grupo de personajes encabezados por Fortún, el que se convertirá en maestro constructor del castillo, pero no es él el único protagonista, la novela es básicamente coral y en ella nos encontramos con otros personajes apasionantes como Eneca, experta en hierbas y remedios naturales, el sacerdote del enclave, Javierre, amigo y posteriormente enemigo de Fortún, Juan el carpintero, padre de Fortún y que junto al maestro lombardo que inicia la construcción del castillo serán sus referentes, la indómita arquera Ava y junto a ellos los personajes históricos reales, los gobernantes, nobles y religiosos que se enfrentan constantemente en conflictos militares, políticos y religiosos. No podemos olvidar que en esta época y bajo el mandato del Papa de Roma, la orden de Cluny inició un proceso de unificación del rito católico que llevó a desautorizar a los habitantes que hasta entonces practicaban el tradicional rito mozárabe y de ese modo sometieron a toda la cristiandad bajo el poder único del Vaticano. Y es que, como repiten en la novela, en esa época se batallaba con la cruz en una mano y la espada en la otra. Así, mediante la construcción de iglesias y abadías por toda Europa y especialmente a lo largo del Camino de Santiago, los monjes extendieron los nuevos ritos e impusieron el sometimiento a Roma.
"Loarre no era un simple edificio, no sólo era un castillo en la frontera. Aquella fortaleza significaba más, era un sueño. El de un viejo constructor, el de un tenaz carpintero, el de un ambicioso rey, el de todo un pueblo."
Es sorprendente comprobar cómo en una época donde los medios eran tan escasos y elementales y los conocimientos arquitectónicos estaban al alcance de unos pocos privilegiados, se logró construir un castillo tan imponente como el de Loarre, que mil años después todavía se alza majestuoso frente a la Tierra Llana que finalmente se consiguió conquistar. Algo de lo que Fortún y el maestro lombardo estaría enormemente orgullosos.
"- Un castillo debe ser sólido, sus cimientos deben resistir hasta el fin de los días, mil años si es necesario.
- Ningún castillo podría resistir tanto.
 - Eso ya lo veremos - musitó el lombardo-, ¿crees que el mundo no durará mil años más, ¿verdad?
 - Yo no entiendo de eso."

viernes, 5 de agosto de 2016

La última salida

Este de Federico Axat es uno de esos libros cuyo arranque te deja enganchado sin remedio a la lectura, sin poder dejar de pasar páginas, porque necesitas saber cómo continúa la increíble historia que tenemos entre manos. Tal vez este sea uno de los puntos fuertes de "La última salida": la incertidumbre más allá del suspense clásico que te fuerza a continuar leyendo para entender qué es lo que está ocurriendo. Y que cuanto más lees, menos entiendes. Comenzando a apuntar el argumento, podemos contar que Ted, el protagonista, ha decidido suicidarse; lo tiene todo bien pensado y organizado. Ha descubierto recientemente que sufre un tumor cerebral y está dispuesto a evitar a su familia el sufrimiento de verle agonizar. La suya es una huída hacia adelante, su propia versión de una muerte digna. Pero en el mismo momento en que se apunta con una pistola a la sien, el timbre de su casa comienza a sonar con insistencia. Cuando abre la puerta un desconocido le ofrece un trato: darle un nuevo sentido a su muerte, hacerla de utilidad uniéndose a una cadena de suicidas que, de paso que se ayudan mutuamente a morir, eliminan a indeseables que merecen abandonar este mundo tras haber escapado a la justicia humana.

No es esta la primera novela en la que Axat crea un argumento que resulta en ocasiones desquiciante para el lector, también en Benjamin nos encontrábamos con una historia en la que se entremezclaba la realidad tal y como parecía estar ocurriendo con la vida interior de una mente desconectada de tal realidad. A lo largo del relato con frecuencia nos vemos al borde de confundir la realidad con la paranoia, o tal vez la confundimos realmente; no sabemos si lo que se nos cuentan son delirios del protagonista o si hemos entrado con él en un bucle temporal donde se crean recuerdos de un pasado que no ha existido y una realidad que no ha ocurrido más que en la mente de Ted y que se reviven una y otra vez. Y es que entendemos que algún tipo de trauma ha provocado que Ted olvide su pasado, que los recuerdos que va recuperando estén desordenados que ni siquiera sean auténticos recuerdos y tendrá que ir reconstruyendo esas memorias ayudado (¿o no?) por Laura, su terapeuta. Por momentos sentiremos que estamos atrapados junto a él en una conjura en su contra, que todos se han puesto de acuerdo en hacerle perder la razón, nos volveremos con él un poco paranoicos, viendo enemigos en todas partes. O tal vez sea ciertamente un loco que necesita que le ayuden a lograr enfrentar su pasado y asumir aquello que provocó su caída a los infiernos. 
"El ajedrez es de por sí un juego un poco paranoico, estás todo el tiempo anticipándote a amenazas que quizás nunca llegarán, y las posibilidades son virtualnente infinitas. Estas mentes analizan variaciones, que son jugadas posibles, una tras otra, con ramificaciones que no tienen límite."
En cualquier caso, la lectura de esta novela no dejará indiferente a nadie, aunque sólo sea por tenernos en vilo pensando en cómo acabará esto, en si finalmente terminaremos por comprender lo que ocurre dentro de la cabeza del protagonista. No podemos negar que Axat se trabaja intensamente sus argumentos, y eso siempre es de agradecer.