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lunes, 23 de noviembre de 2020

Hannah

El otrora presentador de televisión Christian Gálvez y hoy día reputado especialista en el Renacimiento italiano no deja de sorprender con su nueva faceta de escritor, oficio en el que ya demostró que era capaz de desenvolverse con soltura en sus novelas sobre Leonardo y Miguel Ángel y al que regresa con esta nueva obra "Hannah" con la que logra hacernos creer que va creciendo como autor, que domina el ritmo, la frescura en los diálogos, la alternancia de varios planos temporales pero, sobre todo, que es capaz de volcar de manera interesante y entretenida la gran cantidad de conocimientos que atesora sobre el momento histórico en el que se desenvuelve la acción de cada uno de sus libros, en este caso la II Guerra Mundial en Italia y más concretamente en su adorada ciudad de Florencia, dando lugar a novelas que combinan la emoción con la información y el rigor histórico.

La protagonista de la novela es Hannah, una joven estudiante de psicología que se encuentra preparando su doctorado sobre las expresiones faciales de las emociones en el arte renacentista,  para lo que se ha instalado junto con una amiga en la ciudad toscana. El fallecimiento de su abuela con la que compartía nombre y que la había criado tras la muerte de sus padres en un accidente, lleva a Hannah de vuelta a Madrid donde, organizando cajones, descubre una cartilla militar nazi donde aparece el nombre de su abuela junto a un número y un nombre: G. Wolf. Si bien la abuela, italiana de origen judío, vivió sus primeros años como niña en Florencia durante la II Guerra Mundial, nunca compartió con su nieta ningún recuerdo de aquellos años ni menciono aquella libreta. La joven Hannah siente, sin embargo, que si su abuela conservó aquel documento durante tanto tiempo fue porque lo consideraba importante, por lo que inicia una investigación para tratar de descubrir así algo más sobre la vida de su adorada abuela. «Preservar la memoria. Es lo único que tenemos».

Placa en recuerdo a Wolf en el Ponte Vecchio
Placa en recuerdo a Wolf en el Ponte Vecchio
En paralelo vamos a ir conociendo a algunos personajes que pasaron los años de la guerra mundial en la Italia fascista ocupada por las tropas alemanas, entre los que destaca Gerhard Wolf, cónsul alemán en Florencia que colabora con el responsable del Instituto alemán de cultura en la ciudad, Kriegbaum, y otros alemanes instalados en la ciudad y que anteponen su amor por el arte y por la belleza de la ciudad de Florencia a los mandatos irracionales del fascismo y tratan de proteger las grandes obras y monumentos que atesora la ciudad frente a los riesgos que suponen para ellas la guerra y la rapiña de su propio gobierno. Pero sobre todo, lo que Wolf y su red de colaboradores, entre los que contará con el cardenal Della Costa y el rabino de la ciudad, tratarán de salvar serán vidas humanas. Pronto se va a olvidar el autor prácticamente de la excusa de la historia de la Hannah de la actualidad para centrarse en contarnos cómo el cónsul alemán arriesgó su vida al igual que hicieron otros cuántos idealistas para tratar de librar a Florencia de la barbarie e irracionalidad del nazismo. 

"Las personas que tienen la osadía de creer que pueden cambiar el mundo son las que terminan cambiándolo."

viernes, 1 de junio de 2018

Rezar por Miguel Ángel

Christian Gálvez nos ofrece con esta novela "Rezar por Miguel Ángel" la segunda entrega de su serie de las "Crónicas del Renacimiento" que ya inició con "Matar a Leonardo da Vinci"; en esta ocasión la trama está centrada nuevamente en la figura de otro genio italiano: Michelangelo Buonarroti, al que descubrimos durante sus años de aprendizaje en la Academia de Florencia bajo el amparo de Lorenzo de Medici "El magnífico" en los años anteriores a que el monje Savonarola irrumpiese en la ciudad con su mensaje apocalíptico y radical y que con su hoguera de las vanidades acabara, al menos de manera temporal, con la floreciente época de mecenazgo de las artes y del libre pensamiento en la ciudad.

Acompañamos a Miguel Ángel cuando entra por primera vez en Roma en 1492 dispuesto a trabajar para el cardenal Riario y descubrimos con él los monumentos y las calles así como el ambiente de la primera ciudad del mundo, de la Ciudad Eterna, donde pronto triunfará y alcanzará fama y prestigio el genial escultor a pesar de su juventud. El Papa Borgia Alejandro VI, seguido de Julio II della Rovere le encargarán sus grandes obras. Otros Papas vendrán: León X, el breve Adriano VI, otro Médici de nombre Clemente VII... unos más proclives a Michelangelo que otros, pero el genio no dejó de crear, ora en Roma, ora en Florencia, su inmortal obra, bien a las órdenes de los Papas, bien en su ciudad natal bajo la protección de las grandes familias florentinas.

Otro elemento interesante que muestra la novela es la rivalidad encarnizada con Leonardo da Vinci, el exitoso y brillante genio que supone el contrapunto del joven y hosco Michelangelo que tampoco congeniará con Bramante, el arquitecto papal que reconstruye la basílica de San Pedro mientras que el florentino decora la capilla Sixtina ni con el joven Rafael Sanzio que, a pesar de todo, lo admira sin límites. Igualmente mantendrá por años una enemistad manifiesta con el escultor Torrigiano desde que, siendo muy jóvenes, se enfrentaran en el jardín de la Academia donde ambos se formaban. Pero a pesar de su conocido mal carácter, reflejado en su moto cotidiano: «Desde que amanece estamos obligados a pensar: hoy me encontraré con un indiscreto, un ingrato, un insolente, un envidioso y un egoísta», Michelangelo contará con unos pocos amigos como Giuliano da Sangallo o Nicolò Macchiaveli e igualmente sentirá afinidad con Copernico, cuyas teorías enfrentan ciencia y religión y están cerca de la concepción del mundo que defendía el florentino. Y es que el paso de la idea antropocéntrica según la cual el hombre, como criatura predilecta del Dios creador, es la medida de todo, se opone a los descubrimientos que la observación del cielo y los astros le proporcionan al astrónomo polaco según los cuales todo gira en torno al sol, el hombre deja de ser el centro del universo, idea que no agrada a los dirigentes de la Iglesia

En paralelo con el relato principal, vemos como en 1573, diez años después de la muerte del genio, las dudas sobre la posible condición herética de Michelangelo y, por consiguiente, de toda su sublime obra recorren Roma y empañan su valor artístico. Figuras como Giogio Vasari, escultor y biógrafo de artistas, el Papa Gregorio XIII, el cardenal Gulli o monseñor Carlo Borromeo son algunos de los que analizarán con ojo crítico la obra dejada por el florentino en busca de símbolos ocultos o señales conspirativas que indiquen su distanciamiento e incluso oposición a los dogmas de la iglesia. Los temores de que en sus pinturas se oculten mensajes heréticos ponen en riesgo la misma subsistencia de la monumental capilla Sixtina.

Aunque ya había leído otras novelas en torno a la vida de Miguel Ángel, destacando el magnífico retrato que de él hace en "La agonía y el éxtasis" Irving Stone, hay que reconocer que esta biografía es bastante amena, muy bien documentada y nos muestra un vivo retrato del artista, del hombre y de su tiempo ya que no se limita a centrar la acción en Italia, sino que recorre toda Europa y nos presenta a los protagonistas políticos de la época, a los gobernantes de los distintos estados y sus complejas relaciones, dando lugar en ocasiones a una novela cercana a lo que se conoce como "thriller histórico" a pesar de no hacer más que reflejar hechos reales. Esta lectura me confirma nuevamente que su autor es algo más que un simpático presentador de televisión y que se ha convertido en un autor fundamental para a todos aquellos interesados en adentrarse en los apasionantes años del Renacimiento y sus protagonistas.

domingo, 29 de mayo de 2016

Matar a Leonardo Da Vinci

No es la primera vez que me ocurre que abordo la lectura de una novela escrita por un personaje popular, en este caso "el chico simpático que presenta Pasapalabra", esto es: Christian Gálvez, y lo hago cargada de prejuicios absurdos sobre cómo es posible que alguien que sale en la tele sea capaz de escribir una buena novela. Y con eso y con todo, tengo que reconocer que el resultado de la lectura de esta su primera novela, "Matar a Leonardo Da Vinci", ha sido bastante más brillante de lo que (absurdamente) preveía. He de confesar que en algunos momentos el ritmo narrativo me ha parecido algo irregular, que se producían algunas repeticiones (tal vez un elemento estilístico que no he sabido apreciar), que el engarce de los capítulos no era del todo ágil, pero también sé reconocer que estaba constantemente juzgando al escritor según leía la novela, estaba poniendo a prueba la pericia de un personaje conocido de la tele a la hora de ponerse a contarnos una historia novelada y tal vez por ello me he fijado más que en otras ocasiones en esos detalles de estilo en lugar de dejarme llevar completamente por la historia en sí que, lo tengo que reconocer, es interesantísima, entretenida, ágil y se lee con absoluta soltura y nos permite revivir con gran fidelidad el ambiente y la época en la que vivió y se mueve el protagonista, ni más ni menos que el genio Leonardo Da Vinci. Su vida azarosa como artista en el más brillante momento del Renacimiento, sus constantes viajes, idas y vueltas desde la Florencia de los Medici hasta Milán, a Barcelona y vuelta a Italia acabando sus días acogido en la corte del rey francés Francisco I, se nos cuenta con gran viveza y credibilidad.

Los personajes que acompañan a Leonardo se encuentran entre lo más granado del arte, la política y el pensamiento del momento, desde su amigo Sandro Boticcelli, los citados mecenas Medici, los sucesivos papas de Roma, entre otras figuras que se mueven con soltura entre las páginas de este libro en el que asistimos a la creación de algunas grandes grandes joyas del Renacimiento, de palacios a obras de arte, mientras acompañamos al artista en su agitada y nunca serena vida. La enorme figura de Leonardo tal y como nos es retratado en esta novela, se nos muestra como un genio que será admirado, envidiado, perseguido. que tendrá que huir con frecuencia de sus enemigos pero que nunca perderá su pasión creativa, su hambre de conocimiento, su afán por aprender, por mejorar constantemente, un hombre portentoso consciente de su grandeza intelectual y artística pero que nunca se preocupó por alcanzar riquezas ni tan siquiera gloria, sino simplemente ser libre para crear y superarse a sí mismo, sin pretender competir con nadie más que con sus propios sueños y aspiraciones.

Confieso haber disfrutado mucho con esta lectura y no descarto seguir haciéndolo sabiendo que el autor planea completar una serie basada en grandes figuras del Renacimiento cuyas vidas recreará en sucesivas novelas. No es un mal plan para tener en cuenta en futuras lecturas.