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miércoles, 20 de octubre de 2021

Los solitarios

Álvaro Arbina sorprende con este thriller titulado "Los solitarios" en el cual el suspense arranca desde el mismo inicio del relato. Ya en las primeras páginas conocemos lo que ha ocurrido, sabemos que nueve personas han sido asesinadas pero habrá que ir descubriendo desde quienes eran esas personas, el cómo y el porqué han muerto todos y eso se va contando a través de una narración que va y viene en el tiempo. Ya sólo el escenario de los crímenes es inquietante de por sí: una casa ultramoderna, un cubo prefabricado, instalado en lo más profundo de un inhóspito bosque ártico, completamente rodeada de nieve y a muchos kilómetros de distancia cualquier núcleo poblado. En ese lugar hinóspito se une anueve personas asesinadas de diferentes maneras. Personas sin ninguna relación aparente entre ellos que han acudido desde distintos puntos del mundo convocados por sus propios hijos a aquel lugar aislado de todo para acabar encontrando la muerte. ¿Quién ha planeado esos asesinatos? ¿Qué razón ha tenido para acabar con tantas vidas?

A través de los dos planos de narración iremos siguiendo, por un lado, la investigación que lleva a cabo la detective Emeli Urquiza, una vasca al servicio del Departamento de Investigación Criminal de la policía Federal y su compañero, el impasible Francis Thurmond. Al mismo tiempo que ellos, los lectores nos iremos adentrado en los sucesos ocurridos en la casa cúbica, descubriendo qué sucedió con sus habitantes, cómo fueron siendo asesinados. También iremos descubriendo los diferentes perfiles de los personajes: de los asesinados, de sus hijos, su pasado, sus relaciones familiares y el camino que les acabó llevando hasta la casa cúbica del bosque, hasta descubrir el hecho que les relaciona a todos y aquello que les llevó morir. 

La estructura recuerda necesariamente a los míticos "Diez negritos" de Agatha Christie; aunque situados en un escenario diferente a aquella isla, comparten el mismo aislamiento y un grupo similar de personas que terminarán muriendo a causa, en este caso, de los más sorprendentes e inesperados motivos, algo que descubrirán con asombro los investigadores enviados a reconstruir la masacre. Un final verdaderamente diferente a todas las teorías que nos hemos ido haciendo a lo largo de la lectura. 

viernes, 28 de diciembre de 2018

La sinfonía del tiempo

Comienzo resaltando lo que, en mi opinión, es lo mejor de esta novela de Álvaro Arbina titulada "La sinfonía del tiempo". Este punto destacable sería, sin duda, la ambientación de la Europa occidental de principios de siglo, el tiempo de los avances científicos, la industrialización de las ciudades vascas, el de la razón y la psicología conviviendo con el espiritismo, la época de la fe en el progreso y en las capacidades humanas. En este entorno se sitúa la figura de Elsa, joven escritora que regresa desde Londres a la villa bilbaína de Altzuri tras la inesperada desaparición de su marido, pintor impresionista que viajó a París para cumplir con sus sueños de artista y se desvaneció en la nada. Embarazada y con un pasado a cuestas, a pesar de su juventud, a su vuelta al hogar familiar descubrirá que también su madre guarda un antiguo secreto que afectará a su propio origen y le hará desconfiar de todo aquello en lo que creía hasta el momento .

Con el retorno al hogar familiar, el relato nos traslada a un ambiente más propio de novela gótica con elementos sobrenaturales como el espiritismo, tan en boga en aquellos años, a una vieja mansión abandonada junto a la nueva casa familiar que simboliza la existencia de esos dos mundos: el basado en la realidad y la racionalidad y el de las posibilidades mágicas que van más allá de nuestras creencias.
"—Viniendo de la avanzadilla del mundo, hija, deberías estar al corriente de los nuevos brotes del espiritismo. Sus descubrimientos confirman lo dicho durante siglos por la Iglesia. Aunque se consideren enemigos, todos hablan de lo mismo.
—¿Y de qué hablan? 
—De que hay hilos que nos unen con el más allá. 
—La ciencia no dice lo mismo, ama. 
—La ciencia es joven y desvergonzada. Pronto aprenderá que no existe explicación para todo."
En el viejo caserón existe un cuarto prohibido con un armario del tiempo que realmente está poblado de fantasmas, recuerdos oscuros y reminiscencias de tiempos pasados a donde deberemos remontarnos para hallar el origen de aquellos secretos familiares. A lo largo de la narración volveremos la vista a tiempo al que se remonta el ascenso económico de la familia Zulueta, cuando todavía se llamaban Mendíbil, a los días del reinado de Fernando VII, las guerras carlistas, la época isabelina con la alternancia de liberales y conservadores en permanente disputa, el surgimiento del nacionalismo vasco, la primera República, la guerra de Cuba y también nos trasladaremos a la Inglaterra de la industrialización, a las ciudades fabriles donde conviven las novedades tecnológicas con la miseria de las condiciones de vida de los obreros, donde se debaten las tesis de Darwin y de Marx, al París de la Exposición Universal de 1889 con su proliferación de avances científicos que preconizan un futuro lleno de increíbles posibilidades.

Confieso que la lectura se me ha hecho en ocasiones pesada, a causa de un ritmo muy desigual; por momentos me atrapaba la narración pero en otros episodios me he sentido como arrastrándome lentamente por las páginas, a pesar del interés del argumento, probablemente a causa de la prosa recargada y densa acompañada de un lenguaje abigarrado, sumado esto a un argumento de enrevesados hilos temporales que se cruzan, afectan y explican los unos a los otros. Y lo cierto es que se adivina un notable esfuerzo por parte del autor por enriquecer la narración y cargarla de peso y no lo planteo como una crítica negativa, sino como la constatación de un trabajo de creación literaria de gran valor donde se aprecia el trabajo del autor, pero cuyo resultado no es compatible con una lectura ligera o descomplicada. Probablemente en este caso de desencuentro pudiera decirle al autor aquello tan clásico de "no eres tú, soy yo" porque es seguro que ha sido culpa mía el no haber sido capaz de valorar como se merece una obra que seguro que tiene más valor que el que yo le he concedido en esta reseña, pero cuando no te conquista una lectura, la cosa no tiene remedio. Pero como propósito de enmienda me he propuesto volver a probar con este escritor ya que sé que tiene, al menos, otra novela publicada y tengo intención de descubrirla, confiando en que me convencerá más que esta recién comentada.